jueves, 21 de febrero de 2013

[OneShot] Un Instante

Titulo: Un Instante
Parejas: Inoo Kei - Arioka Daiki [InooDai]
Genero: Yaoi-ShounenAi
Extensión: OneShot
Autora: Ayaa
Nota: Fic para Mabelucome y para Hitomi, que tanto me pidieron InooDai~





Un Instante

Eran las dos de la tarde, como siempre, voy retrasado, se supone que mi clase es justo a las dos y voy bajando del autobús.
“Muy bien Daiki, otra vez llegarás tarde”
Pensé mientras caminaba lo más rápido que podía, no quería correr, odiaba hacerlo, eso significaba sudar y yo odio sudar, por eso solo camino rápido.
Camino por el pasillo y me topo con un chico, es más alto que yo, cabello rizado, mirada relajada y carga tres libros en el brazo.
Nuestras miradas se cruzan y un escalofrío recorre mi espalda, trato de ignorarlo y continuo con mi camino, cuando al fin entro a clase soy reprendido por llegar tarde, ya sabía que eso iba a suceder, suspiro mientras tomo asiento y comienzo a tomar notas.

Me siento tan cansado, tan solo han pasado cuatro horas y ya quiero irme a casa, siento que la cabeza va a explotarme en cualquier momento, decido ir a la cafetería, mi cuerpo me pide algo de cafeína y es algo que no voy a negarle.
Me formo en la fila para ordenar y siento que alguien me mira, un poco tímido miro a mi alrededor y entonces lo veo, sentado, con su libro abierto y un café humeante sobre la mesa, me observa fijamente, con los codos recargados sobre la mesa y la barbilla recargada en las manos. Me sonríe.
¿Qué le pasa? ¿Me está viendo a mi?
Un poco torpe miro a mi alrededor, tal vez me estoy confundiendo y en realidad se dirige a otra persona, pero parece que no es así. La fila avanza y yo voy adelante, llego a la caja y la voz de la chica que atiende me regresa a la realidad.
-¿Qué vas a ordenar?-
-Ah, quiero un latte por favor-
-¿Leche deslactosada?-
-No-
Pago y espero a que mi café esté listo. Cuando lo tengo, busco un lugar donde sentarme, es entonces cuando mi mirada se vuelve a cruzar con la del mismo chico, esta vez ha movido sus cosas, ha dejado su libro con el resto sobre la mesa, me sonríe amablemente, creo que me invita a sentarme con él.
No tengo opción, todas las mesas están ocupadas y no quiero salir, hace frío. Respiro profundo y mis pasos me llevan hacia él.
-¿Puedo sentarme?-
Le pregunto tímidamente, ya que aún no estoy seguro si todo el tiempo me había mirado a mí, tengo mis razones para dudar.
-Claro-
Su voz, es la primera vez que la escucho y ya la siento especial. ¿Por qué?
-Gracias-
Tomo asiento y colocó mi café sobre la mesa.
-Ya te había visto antes-
Me dice con torpeza, yo lo miró un poco incrédulo.
-¿A mi? ¿En dónde?-
-Por los pasillos y aquí en la cafetería, solo que siempre andas rodeado de mucha gente, creí que sería difícil hablar contigo-
Me río un poco.
-Bueno, no he visto a mis amigos hoy, supongo que por ser viernes han decidido irse por ahí y no me han invitado-
-Entonces no son tus verdaderos amigos-
Me dice con un poco de seriedad pero sin borrar esa sonrisa de su rostro, ¿Por qué me parece una sonrisa tan perfecta?
-Saben que no me gusta faltar a clase, por eso han dejado de insistir en que vaya con ellos-
Digo aquello con resignación, no puedo mirarlo más, inesperadamente comienzo a sentirme nervioso, así que lo único que puedo hacer es tomar de mi café. Sentir el liquido caliente recorrer mi garganta me hace sentir más vivo.
-Así que hoy estarás solo todo el día-
Lo afirma, está seguro, lo cual me hace reír.
-Bueno, algo así-
-¿Aún tienes clase?-
Me pregunta con cierto interés, puedo sentirlo, pero claro, seguramente ya estoy comenzando a mal interpretarlo todo, como siempre. ¿Por qué seré así?
-Sí, de echo ya es hora, tengo que irme-
Con aparente prisa me pongo de pie, quiero irme, quiero dejar de sentirme como un idiota frente a él, soñando cosas irreales tan pronto.
-Te esperaré aquí, me gustaría seguir platicando contigo-
Me dice amablemente, como si ya fuéramos amigos. Le miró inseguro, no creo que hable en serio.
-Pero… serán dos horas… ¿No tienes algo que hacer?-
-Bueno, tengo que leer esto, así que no hay problema-
Me sonríe de nuevo, tan radiante. ¡Diablos! ¡Odio esta sensación! Sé que estoy sonrojado y eso me enoja, y es evidente que lo ha notado, ya que me mira fijamente.
-D-de acuerdo, cuando t-termine mi clase vendré a-aquí-
Soy tan tonto, además de sonrojarme también balbuceo, ¿Por qué tiene que ponerme tan nervioso? Ni siquiera lo conozco.
Sin más, me giró, estoy por irme cuando me detiene con su voz.
-Espera, aún no me has dicho tu nombre-
-Daiki, Arioka Daiki-
Respondo rápidamente, sin pensarlo, es como si solo estuviese esperando el momento de decirle mi nombre para así saber el suyo.
-Mi nombre es Inoo Kei, mucho gusto-
Sonríe torpemente, seguramente encuentra esta situación algo absurda, puesto que antes estuvimos conversando un poco sin presentarnos, y lo hacemos justo cuando debo irme.
-Te veré más tarde-
Le dijo y sin darme cuenta le estoy sonriendo, como si ya fuera cercano a él. Me voy y puedo sentir su mirada clavada en mi espalda, aquello me hace sonrojar, hace tanto que no me sonrojaba así, y mucho menos me sentía tan ansioso.
Tal vez sea atrevido y tonto decirlo pero, creo que desde el primer instante en que nos vimos en aquel pasillo, cuando mi mirada se cruzó con la de él, algo hizo “clic” e inevitablemente nos volvimos “cercanos”.

Mientras estoy en clase, no puedo prestar atención, garabateo unas cosas sin sentido en mi libreta, rayones, caritas… un corazón.
¿Qué? ¿Un corazón?
Cuando lo veo siento mis mejillas arder de vergüenza y rápidamente lo borró con rayones. Mi corazón esta inquieto, siento algo extraño en mi estomago y no puedo saber que es ni el porqué.
Me levantó y decido ir al baño, necesito un poco de aire fresco o todo será un desastre.
Cuando entro, me veo en el espejo, si que luzco patético, siempre es así en el momento en que comienzo a hacerme ilusiones sin sentido con alguien. Me recargo en el lavamanos y acercó más mi rostro al espejo.
Así es, no es la primera vez, soy un experto ilusionándome, ya pasó con uno de mis amigos y el único resultado que obtuve fue verlo besar a otra persona, y así hay infinidad de experiencias, siempre malinterpreto todo, me ilusiono rápido y termino herido. Tal vez por eso me he vuelto apático con respecto a las relaciones sentimentales de los demás, no es que me haya vuelto intolerante, es más bien que les tengo envidia.
Mojo mi rostro y tomó una toalla de papel para secarlo, por última vez observó mi rostro, trato de sonreír. Si, así esta mejor, sonríe despreocupado y que nada importe. Salgo del baño y regreso a mi salón de clases, ya falta menos para que termine, seguramente él no me estará esperando.

Al terminar, mis pies se mueven más rápido de lo que yo quisiera, como si llevara prisa, pero no la tengo, sin embargo mi cuerpo reacciona diferente. Bajo las escaleras, esquivando a la gente, llego a la cafetería y me dirijo a la mesa en donde él estaba, bueno, ya no es solo un “él” puesto que ya sé su nombre; Inoo.
Cuando llego a la mesa esta vacía. Claro, era obvio, no iba a esperarme realmente, no tiene razón para hacerlo. Tal vez solo pensaba divertirse un rato y no pudo esperar dos horas para obtener lo que quería. De nuevo, me siento tontamente desilusionado.
Tomó con firmeza mi mochila y camino hacia la salida, ya quiero irme a casa, olvidar rápido y continuar con mi rutina, eso es lo único que me queda.
A penas di unos cuantos pasos fuera de la cafetería de la escuela cuando siento que alguien me toma del hombro y me detiene. Es inevitable no girarme, es entonces cuando logro verlo, al parecer había llegado corriendo.
-E-espera… no te vayas-
No sé que decir, no esperaba que apareciera así, lo miró detenidamente y me doy cuenta de que ya no trae sus libros.
-Solo fui a la biblioteca a dejar mis libros, no creí que tardaría un poco más-
Ahora me explicaba, ¿Por qué?
-D-descuida-
Le digo para que se sienta tranquilo, veo que aún su respiración esta agitada.
-¿Quieres tomar asiento un momento?-
Le digo señalando una de las bancas vacías, el asiente y lo acompaño.
-¿Por qué corrías?-
Es una pregunta que no pude guardarme, quería saberlo.
-Ya venía en camino cuando te ví salir, creí que te irías así que corrí-
Estoy sorprendido, así que no planeaba dejarme plantado ni nada por el estilo, de nuevo me siento extraño y avergonzado.
-¿Por qué pareces desesperado por hablar conmigo?-
Otra pregunta que tampoco pude guardarme.
-Bueno, ya te había visto antes y desde la primera vez he querido hablar contigo, pero como ya te dije, siempre estás rodeado de amigos así que era difícil acercarme-
Lo miro fijamente, ¿Estará diciendo la verdad? No lo sé, por ahora no quiero dudar de él, aún así me parece algo increíble.
Aún había algo que deseaba preguntar, pero esta vez me contuve, no quería escuchar algo diferente a lo que ya estaba imaginando, aunque en realidad no podía pensar en algo en concreto.
-¿Qué estudias?-
Fue lo único que logré preguntar, pero al parecer el esperaba que preguntara algo diferente, su mirada lo decía claramente, sin embargo me respondió.
-Arquitectura. ¿Y tú?-
-Diseño gráfico-
Respondí rápidamente, era mi mejor forma de desviar la conversación.
-¿Cuántos años tienes?-
Seguí preguntando, por alguna razón me entro la curiosidad de saber más de él, dejando a un lado el descubrir sus razones para querer acercarse a mi.
-Tengo 22 años-
-Yo tengo 21, creí que eras más grande-
El sonrió y me miró, sentí derretirme ante esa sonrisa, sin embargo no lo demostré.
-Y yo pensé que tendrías 18 años-
Me sonrojé, fue inevitable.
-¿Ya no tienes clase?-
Le pregunté curioso.
-No, ¿Quieres ir a algún lado?-
Me preguntó con confianza, yo deseaba responder rápido, pero no podía pensar en algún lugar.
-Si no quieres está bien-
Al parecer dijo eso al notar que yo no respondía nada, lo cual me hizo sentir presión, fue entonces que dije lo primero que se me vino a la mente.
-¡Vayamos al cine!-
Me miró sorprendido, tal vez se esperaba un lugar más casual. Lo cual me hizo sentir tonto, ahora parecía que lo estaba invitando a una clase de cita romántica, lo cual no era mi intensión, simplemente dije lo primero que llegó a mi mente, pero ya no había marcha atrás, lo había dicho.
Después de un par de segundos, me sonrió y asintió con la cabeza.
-Me parece una excelente idea-
¿De verdad? ¿No estaba fingiendo?
Era increíble, a cada segundo lo era más. ¿Acaso solo quería seguirme la corriente? ¿Cuál era su intensión?
No podía preguntarle tan fácilmente, después de todo era muy pronto, así que hice un esfuerzo por despejar mi mente de aquellas dudas, me puse de pie, lo miré y sonreí.
-Entonces vayamos, hay uno frente a la estación-
El me sonrió de nuevo, a cada segundo lo hacía más seguido y eso me hacía sentir extrañamente feliz, haciendo que una sonrisa también se dibujara en mi rostro.

Caminábamos juntos podía sentir una extraña atmosfera rodearnos lentamente. ¿Qué era? ¿Qué significaba?
No lo conocía y sin embargo podía sentirme tan cómodo. Me puse a reflexionar mientras continuaba caminando. A penas lo había visto cuando llegue a mi primera clase, solo crucé miradas con él, tal parece que ese momento, en tan solo un instante, todo comenzó a moverse.
¿Por qué así? ¿Por qué ahora? ¿Por qué?
Tantas preguntas y no les encuentro solución, lo miro de reojo y el camina sonriente, como si también pudiera sentirse igual de cómodo y feliz. Es extraño, cada vez que pienso en sus palabras diciéndome que me ha observado, que desde hace tiempo ha querido acercarse a mi, me siento extraño, siento como si al fin fuese importante para alguien de alguna manera. Solo espero y no decepcionarme al final del día.
Llegamos al cine y ambos miramos la cartelera, busco algo interesante, algo que nos divierta, quiero verlo sonreír más, me gusta.
-¿Qué te parece esta?-
Me señala un poster, el cual parece ser de una película con demasiada acción. No me agrada la idea y no dudo en expresarlo moviendo mi cabeza negativamente, el acepta mi respuesta y sigue buscando.
-¿Y esta?-
Parece interesante, de esas películas cómicas raras que sin duda te harán reír un buen rato. Sonrío y acepto, el parece complacido de verme sonreír, lo cual provoca un sonrojo en mi rostro.
Nos formamos y es él quien paga las entradas.
-Bueno, ya que tu has pagado las entradas, yo compraré las palomitas-
Le sugiero, y sin esperar su respuesta, voy hacia la dulcería y comienzo a ordenar antes de que el se niegue.
Faltaban solo diez minutos para que la película comenzara, era el tiempo justo. Pagué las palomitas y un par de bebidas, le dí una a Inoo y nos dirigimos a la sala.
Cuando entramos, noté que estaba vacía, me emocioné, amo las salas de cine vacías, así puedes disfrutar mejor de la película y no hay quien te moleste.
-¡Genial! ¡Solo seremos tu y yo!-
No pude evitar la emoción en mi voz, sin embargo el pareció nervioso, tal vez fue mi imaginación pero me pareció ver un leve sonrojo en sus mejillas. Traté de no darle importancia, la luz no era tan fuerte así que no podía saber si había visto bien.
Me dirijo con entusiasmo a la fila más céntrica y tomo asiento en medio. Él me sigue y toma asiento a mi lado.
-¿Te gusta aquí?-
Me pregunta curioso. Con una sonrisa de oreja a oreja le respondo.
-¡Si!-
Al parecer se sonroja de nuevo. ¿Por qué? ¿Será por mi sonrisa?
-De pronto te ves más feliz-
Me dice mientras toma unas cuantas palomitas.
-Me gustan las salas de cine vacías. Siempre que vengo trato de hacerlo a una hora que sé estará vacío. Siento que así se disfruta mejor de la función y no hay cuchicheos extraños o gente atravesándose- 
Inoo me sonríe y yo me sonrojo, desviando mi mirada torpemente hacia abajo.
-Que gracioso eres, ahora entiendo porque luces tan emocionado-
Observó como me sonríe y siento mis mejillas arder. Solo llevamos una horas de conocernos y no ha dejado de hacerme sentir así.
De pronto, las luces se apagan y los cortos comienzan, sin embargo aún no miro a la pantalla, su mirada me ha absorbido por completo. Quiero preguntarle, quiero saber el por qué ha querido acercarse a mi. Pero no puedo, un estruendoso ruido me hace reaccionar y mirar a la pantalla, es así como mejor decido disfrutar y guardar mi curiosidad para más tarde.

La película fue divertida, disfruté mucho de aquella sala vacía, solo él y yo. Me sonrojo de mis propios pensamientos y muevo mi cabeza para despejarla, el parece notarlo.
-¿Pasa algo malo?-
Me mira curioso y yo no hago más que desviar la mirada, ya no quiero que me vea sonrojado, me hace sentir tonto.
-N-no es nada-
Sigo caminando y él ya no me pregunta nada, simplemente cambia el tema y comenzamos a hablar de la película. No sé como explicarlo, platicar con él es cómodo, siento que podemos hablar de cualquier cosa.
Llegamos al metro y esperamos a que el tren llegue.
-Daiki-
Me llama por primera vez, y por mi nombre, siento como mi corazón se agita, lo miró tratando de ocultar mi sorpresa. Tengo que dejar de comportarme así, solo dijo mi nombre, además, somos hombres, no es que algo más vaya a surgir entre nosotros por algo así.
-¿Si?-
Le respondo con naturalidad, o al menos eso intento.
-¿Puedo acompañarte a tu casa?-
Me sonríe, si, quiero que me acompañe, aún no quiero separarme de él. ¿Por qué?
-¿No te quedará muy lejos?-
Inoo mira su reloj y me responde.
-Es temprano, ¿entonces si puedo?-
Me pierdo en su mirada, no tengo motivos para decirle que no.
-De acuerdo-
En ese momento, el tren llega y ambos abordamos. No está completamente lleno pero no hay lugar para sentarse, así que me recargo en la puerta, Inoo está frente a mi, puedo sentir su mirada, estoy nervioso, quiero mirarlo pero no tengo el valor.
-Inoo-kun… ¿Puedo preguntarte algo?-
A diferencia de él, yo no puedo llamarlo por su nombre tan rápido. Aunque no lo parezca soy un poco tímido, solo un poco, creo.
-¿Qué?-
-Ah… bueno. Dijiste que desde hace tiempo habías querido acercarte a mi… ¿Por qué?-
Lo miro tímidamente, es lo único que puedo hacer. Quiero ver su reacción, si lo pensará mucho, si se reirá, se enojará, no lo se, pero quiero verlo.
Me sonríe un poco apenado y baja la mirada, de nuevo puedo ver ese ligero sonrojo en sus mejillas. Siento mi corazón hacer “bom” y mi estomago revolverse. ¿Qué significa eso?
-Bueno… no quisiera que lo tomaras a mal, pero la verdad es que-
Se detiene, ¿Por qué se detiene? Me mira fijamente y no puedo hacer nada más que perderme en sus profundos ojos negros.
Entonces, siento que se acerca a mi, comienzo a sentirme más nervioso, en un impulso cierro los ojos y escucho como me susurra al oído.
-Me gustas-
Mis ojos se abren de inmediato. ¿Qué acaba de decir? No. No puede ser cierto. Seguramente mi imaginación está volando demasiado alto otra vez al grado de que ya escucho cosas que no son.
Siento como se aleja un poco, solo lo necesario para poder verme a la cara. Mis mejillas arden, siento que mis ojos están más húmedos de lo normal, como si quisiera llorar, pero no tengo ganas de hacerlo. Solo puedo mirarlo fijamente y esperar a que diga que es una broma, que no me lo tome en serio.
Pero eso no sucede, sigue mirándome, de pronto escuchó el nombre de la siguiente estación, es ahí donde debo bajar.
Desvió rápidamente la mirada y digo con la voz temblorosa.
-Aquí bajo-
Me sigue con la mirada hasta que decide seguirme. Lo sé, puedo sentirlo.

Salimos de la estación y yo estoy más nervioso, no sé que hacer o que decir, ni siquiera tengo el valor de verlo a la cara.
Puedo escuchar sus pasos seguirme, tan de cerca, esperando a que yo diga algo. Quiero decirle algo, puedo sentir las palabras en la punta de mi lengua, esperando por ser dichas. Pero estoy tan confundido, ¡Por Dios! ¡A penas lo conozco!
¿Qué debo hacer? Una parte de mi quiere dejarse llevar, aceptar y solo seguir la corriente. Pero siempre esta esa parte razonable y prejuiciosa en tu mente la cual hace que no vueles, que no sueñes, que veas la realidad. Para mi desgracia, esa parte siempre es más fuerte.
Detengo mis pasos frente al edificio donde vivo, me giró lentamente y me encuentro con su mirada, parece triste, decepcionado. No me gusta verlo así, a Inoo le queda mejor esa sonrisa despreocupada y relajada en el rostro.
Me siento mal, culpable. ¿Qué tiene de malo que a penas lo conozca? El ha estado esperando por este día, para poder hablar conmigo, acercarse a mi y decirme lo que siente. ¿Qué me detiene?
Le miró fijamente, mis mejillas están rojas y no quiero ocultar mi rostro. Me siento desesperado, ansioso. ¡Ya basta de preocuparme por cosas tan triviales!
Estoy decidido, tengo que decirle algo y borrar esa expresión de tristeza de su rostro.
-Inoo-kun… yo…-
Oh no, justo ahora veo que una de las vecinas se acerca, al verme me sonríe.
-Arioka-kun, buenas noches-
-B-buenas noches-
La saludo de vuelta mientras finjo una sonrisa. La observó irse y suspiro, entonces pienso que no sería buena idea decirlo ahí.
-Entremos, hace frío-
Le dijo con torpeza. Inoo me mira y asiente, entonces entramos al edificio.

Cuando llegamos a mi departamento, lo dejo entrar y puedo observar como, delicada y educadamente, se quita los zapatos y los coloca en un lugar donde no estorben. A cada instante lo encuentro más perfecto.
-¿Quieres un poco de té?-
-Si, gracias-
Lo guió al pequeño comedor, el toma asiento mientras yo voy a la cocina. Minutos más tarde, regreso con un par de tazas y una tetera caliente.
-Gracias-
Me dice con delicadeza. De nuevo me sonrojo. ¿Cuántas veces va a hacerme sonrojar?
Estamos en silencio, cada quien bebe de su té sin hacer ruido, lo miró de reojo de vez en cuando, analizando cada gesto de él. Tengo que decirle algo.
-Inoo-kun…-
-Si te sientes incómodo por lo que te dije, puedes decirlo. No quiero obligarte a nada, solo es algo que debía decirte, desde hace mucho tiempo he querido hacerlo. Perdón si te estoy causando molestias-
De nuevo hay tristeza en sus ojos. No me gusta eso.
-¡No es ninguna molestia!-
Casi grito pero no me importa, tengo que ser sincero, sin prejuicios, sin pensar tanto las cosas, solo decirlo y ya.
-A decir verdad, me has sorprendido. Es decir… a penas te conozco, pero debo decir que el día de hoy me la he pasado muy bien contigo. Nunca imagine que me dirías algo así… No puedo decir si me gustas o no… es que… eres agradable, haces que mi corazón se acelere. Desde el instante en que te vi esta tarde en el pasillo pude sentir algo diferente. Por eso, cuando me mirabas en la cafetería, me confundí… Ah… lo que quiero decir es que…-
Creo que ya estoy revolviéndolo todo, pero no puedo evitarlo, estoy nervioso. Siento la mirada de Inoo clavada en mi y eso aumenta mi estado. Trago saliva, tomo valor y lo miró a los ojos.
-No sé lo que siento ahora pero estoy seguro de que algún día… algún día yo… ¡Podré decir que me gustas!-
Se sorprende, creo que no se esperaba que dijera algo así. Sonríe con nerviosismo y se rasca la cabeza. Luce tan torpe que me encanta.
-Es bueno saberlo-
Me mira fijamente mientras sonríe. ¡Que alivio! ¡Al fin sonríe de nuevo! Respiro aliviado y le sonrío de vuelta.
Entonces, Inoo se pone de pie, se acerca lentamente a mi. No sé lo que hará, tan solo puedo observarlo fijamente. Cuando esta frente a mi, toma mi rostro con ambas manos.
El frío toque de estás me hace temblar un poco, sin embargo no es incómodo, lo miro fijamente.
-Daiki-
De nuevo me llama por mi nombre, la forma en que lo dice provoca un escalofrió que recorre mi espalda.
-Esperaré paciente a que llegue el día en que digas que te gusto-
Abro mis ojos y me sonrojo. Lentamente se acerca a mi, puedo sentir su suave respiración sobre mi rostro, su aroma, todo en él me hacen sentir diferente, como si pudiera convertirme en otra persona solo para él.
Esta cada vez más cerca y mis ojos se cierran lentamente, no quiero pensar, solo dejarme llevar, solo eso.
De pronto, siento sus labios sobre los míos. Jamás hubiese podido imaginar esa sensación. Tan suaves, húmedos, fríos y sobre todo… llenos de una sensación que explota en mi interior, como si millones de diminutos fuegos artificiales estallaran por cada poro de mi piel.
Me dejo llevar, me encanta esa sensación, es como si en el fondo hubiese estado esperando por aquel momento desde que lo vi en aquel pasillo.
Sus labios se separan y los míos lo hacen al mismo tiempo, estamos coordinados totalmente. Siento su aliento entrar en mi boca y como su lengua busca la mía.
Jamás había besado así a alguien, es tan maravilloso que no quiero que termine. Sin embargo, nos separamos un poco, recuperamos el aliento y me mira a los ojos, yo hago lo mismo.
-Kei-
Lo llamó en voz baja, estoy nervioso, pero su nombre salió sin pensarlo de mi boca, solo quería decirlo y al parecer eso lo hizo feliz, su sonrisa y su mirada me lo dicen todo.
-Dai-chan-
Tan pronto y ya me dice así de cariño. Sonrió tímidamente y lo abrazo. Solo cruzamos miradas un instante y siento que ya quiero estar para siempre con él.
Solo un instante y creo que puedo enamorarme de Inoo Kei para siempre.

F I N

------

¡Al fin! Le cumplí el reto a Rut(mabelucome) Escribí en primera persona LOL asdasd
Por eso quedó feo y raro xD
Pero ya esta~ Se supone que el reto era para un drabble pero... no se me dan los drabbles -w- siempre escribo de más~
En fin~ aqui está y espero y lo hayan disfrutado :D En especial mi querida Rut *u*

martes, 12 de febrero de 2013

[OneShot] Nieve

Título: Nieve
Parejas: Inoo Kei - Yamada Ryosuke [InooYama]
Genero: Yaoi-Shounen Ai (?)
Extensión: OneShot
Autora: Ayaa



Nieve

Aquella sonrisa tan relajada, buen humor, bromas tontas y esa mirada tan cálida siempre había llamado su atención. No lo conocía y sin embargo siempre que podía lo observaba, era inevitable, él tenía algo que llamaba su atención terriblemente, era imposible no mirarlo cuando lograba tenerlo cerca. Incluso llegó el punto en el que inconscientemente ya sabía en donde podía estar y comenzaba a dirigirse a ese lugar.
Vivían en el mismo vecindario, no sabía su nombre, tan solo su apellido puesto que sin querer pasó cerca de su casa una vez y se le quedó grabado en la memoria.
-Inoo…-
Dijo en voz baja mientras su mirada se perdía.
-¿Qué?-
Le preguntó su acompañante.
-¿Eh?… Ah, no es nada-
Se disculpó rápidamente y bebió un poco de su malteada de fresa.
-Yama-chan, hoy estás muy distraído, ¿Todo bien?-
Su acompañante resultaba ser  su amigo, un chico de más o menos su estatura, cabello negro y ojos finamente rasgados de nombre Okamoto.
-Si, todo está perfecto, solo pensaba en cosas tontas-
Sonrió Yamada torpemente.
-¿Cosas tontas? ¿Cómo que cosas?-
La curiosidad de su amigo era inmensa, odiaba eso.
-Bueno… no es nada que merezca importancia-
Okamoto lo miró fijamente, intentando comprender el extraño comportamiento de Yamada, sin embargo la mirada de éste le indico que no deseaba hablar de ello, por lo que mejor cambió de tema.

El hecho de admirar a aquel joven, de nombre Inoo, era su gran secreto, no se atrevería a contárselo a nadie, después de todo se trataba de otro chico, no es algo que reveles tan fácilmente, pensó.
A mitad de camino, se separó de su amigo y decidió tomar el siguiente autobús. Cuando este llegó subió, tomó asiento en uno de los primeros lugares y sacó de su bolsillo un reproductor de mp3, se puso los audífonos y se perdió por completo, mientras observaba por la ventana.
Al llegar a la estación, bajó por la parte de atrás, hacía frío, miró al cielo y pensó que tal vez nevaría.
Metió sus manos a los bolsillos de su abrigo y emprendió el camino, su casa no estaba tan lejos.
De pronto, los pasos de Yamada se detuvieron en seco, siempre que lo veía los lejos no sabía si esconderse o pasar como si nada, esta vez, como siempre, decidió ocultarse discretamente y observar, al parecer el chico estaba hablando por teléfono, lucía molesto, era la primera vez que Yamada veía su rostro enojado, y sin embargo no dejaba de ser apuesto.
Pudo sentir sus mejillas sonrojarse pero pensó que debía ser a causa del frío. El cielo se nubló cada vez más y más hasta que de pronto pudo ver caer un copo de nieve, efectivamente, comenzó a nevar.

Al parecer estaba discutiendo con alguien, pero Yamada no se atrevía a acercarse más, además, así ya se sentía como un acosador, quería evitar ser notado a toda costa.
Pero de pronto, todo cambio, aquel chico, Inoo, cayó de rodillas al suelo… ¿Acaso estaba… llorando?
No comprendía, no tenía idea de que podría estar sucediendo con él, sin embargo el verlo así le dolía, no podía soportarlo, estaba acostumbrado a verlo siempre sonriente, alegre, relajado y ahora… lucía tan… destrozado.
Quería acercarse, ayudarlo, no le gustaba para nada verlo así. Así pues, guiado tan solo por el impulso, salió de su escondite, sacó un pañuelo de su bolsillo y se acercó a él.
-Toma-
Yamada pudo observar como Inoo levantaba atónito la mirada, evidentemente no se lo esperaba.
-No sé que es lo que te sucede pero, no llores-
Mostró su mejor sonrisa, de forma natural, quería brindarle ese poco apoyo, ese ánimo.
Con torpeza, Inoo se puso de pie y tomó el pañuelo que Yamada le ofrecía.
-Gracias-
Le dijo mientras le daba la espalda al momento de limpiar su rostro.
-No es nada, con permiso-
Lo había hecho, ya no tenía porque seguir hablando con él, después de todo eran simples desconocidos.

Cuando llegó a su casa se dejó caer sobre el sillón, no había nadie, como siempre.
Su corazón latía con rapidez, mientras que sus mejillas aún estaban rojas, quería tranquilizarse pero era imposible, era la primera vez que lograba tener contacto visual con aquel chico.
-Inoo…-
Dijo para si mientras se cubría el rostro con un cojín. ¿Cuánto tiempo llevaba pensando en él? Aproximadamente dos años, siempre conformándose con verlo de lejos. Nunca había tenido el valor para acercarse a él, hablarle, como hoy lo había hecho. ¿Qué le pasaba?
Tal vez podía parecer un maniático acosador, pero no lo era, porque en realidad no lo seguía a todas partes, solo sabía a que hora y en que lugar podía encontrarlo por casualidad, ya sea en el súper, en el parque o de regreso a casa. Eso no volvía un acosador, ¿O si?
Era la primera vez que alguien le gustaba tanto, normalmente no le prestaba atención a esa clase de cosas, sentía que no las necesitaba, hasta que ese día lo vio, fue como en automático quedar prendido de esa mirada, esa sonrisa, esa aura tan elegante y relajada.
¿Qué tenía de malo sentir algo especial así de repente? Sabía bien que era imposible, eran unos completos desconocidos. Y sin embargo hoy había dado el primer paso, le había hablado, incluso hasta le ofreció su pañuelo y por primera vez lo miró de frente.
Se quitó el cojín de la cara, suspiró y se levantó, caminó hacia su habitación y justo antes de entrar, escuchó el timbre.
Desganado y arrastrado los pies, se acercó a la puerta, sin preguntar simplemente la abrió.
-Hola-
Lo saludaron, en ese momento sus ojos se abrieron tanto que casi salían de su orbita, era él.
-Ah… hola-
Respondió torpemente aún apoyado en la puerta, no podía mover ni un solo músculo.
-Olvidaste tu pañuelo, ten-
Le dijo Inoo con una sonrisa mientras se lo daba.
-Muchas gracias-
Yamada se sonrojó al escuchar aquello y tomó el pañuelo de la mano de Inoo, rozando sin querer sus finos y delgados dedos.
-Ah… no es nada-
-Adiós-
Se despidió Inoo, pero justo había dado media vuelta cuando Yamada habló.
-¿Ya te encuentras mejor?-
Sabía que el sonrojo en sus mejillas era más que evidente, sin embargo no podía controlarlo.
Inoo lo miró y sonrió, girándose para responderle.
-Eso creo, gracias por preguntar-
De nuevo, Inoo estuvo por marcharse, pero Yamada volvió a hablar.
-Si aún te sientes triste, por lo que quiera que sea… si necesitas quien te escuche… bueno… soy bueno escuchando…-
Estaba siendo demasiado obvio, al menos eso le pareció, sin embargo era inevitable, al fin tenía oportunidad de hablarle y no iba a desperdiciar el momento.
-Muchas gracias. Lo tomaré en cuenta-
Por última vez, antes de que Inoo se marchara, Yamada preguntó.
-¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Cómo supiste que aquí vivo?-
Inoo parpadeó un par de veces y respondió con una sonrisa.
-Bueno, solo te seguí-
-Ah… ya veo-
Por un instante, una historia loca y demasiado soñadora había atravesado la mente de Yamada, esta vez ya no tenía más que decir así que observó como Inoo se marchaba.
Cuando lo perdió de vista, solo cerró la puerta y suspiró profundo, le había hablado de nuevo, esta vez no había escapado y había dicho lo que sentía, lo cual le alegró, no podía arrepentirse de nada, en ese breve instante, era feliz.

Pasaron los días, Yamada conservaba intacto aquel pañuelo, ahora estaba en una cajita de cartón sobre su escritorio, de vez en cuando lo sacaba y recordaba aquel día, se sonrojaba y sonreía como un tonto.
De pronto, su teléfono comenzó a vibrar, tenía una llamada.
-¿Si?-
-¿Quieres divertirte un rato?-
Era Keito, su mejor amigo.
-Ah… ¿En donde estás?-
-Con unos amigos en el karaoke, ¿Quieres venir?-
A Yamada no le agradaba mucho la idea, sin embargo le costaba trabajo decir que no, así que terminó aceptando.

Cuando llegó al lugar, miró al cielo, de nuevo estaba nublado, eso le gustaba, un cielo así en invierno solo podía significar nieve. Amaba la nieve.
Entro al lugar y se encontró rápidamente con Keito.
-¡Llegas en el mejor momento! Ven, es por aquí-
Yamada observó fijamente a su amigo, ¿Acaso estaba ebrio? Eso no estaba bien, más cuando aún era menor de edad, pero claro, aquel lugar no parecía muy legal después de todo y le vendían alcohol a cualquiera.
Al entrar a la sala, los gritos, cantos terriblemente desafinados y voces por doquier lo abrumaron.
-¿Quiénes son?-
Le preguntó a Keito, pero al parecer este no lo escuchó y se acercó a un grupo de chicas, era su momento de coquetear un poco.
Respiró profundo, no quería permanecer en ese lugar mucho tiempo, todos estaban bebidos y parecían fuera de control, odiaba eso.
Estuvo a punto de marcharse cuando Keito cayó al suelo, estaba tan ebrio que ni siquiera podía mantenerse de pie. Preocupado, se acercó a él y como pudo lo levanto.
-La diversión a terminado Okamoto-
Le dijo mientras lo sacaba de aquel lugar. Estando afuera, tomó un taxi y pidió ir hacia la casa de su amigo.
Cuando lo dejó corrió con la suerte de que no había nadie, como ya sabía que la puerta siempre estaba abierta, lo dejó sobre la cama, cerró su habitación y salió de la casa.
-Solo para eso me sacó de mi casa, pero mañana me las pagará-
Murmuró para si mientras caminaba rumbo a la estación de autobús más cercana. Cuando llegó descubrió que se había quedado sin dinero, eso si que era un inconveniente.
-Ni modo… voy a tener que regresar caminando… no debí pagar ese taxi-
Se dijo con resignación, se dio media vuelta y se llevó una gran sorpresa, justo frente a él estaba Inoo, quien lo miró y le sonrió amablemente.
-Ah… ¿Yamada-kun cierto?-
Yamada se sonrojó, ¿Cómo es que sabía su nombre?
-S-si… ¿Cómo lo sabes?-
Sus mejillas estaban totalmente rojas.
-Bueno, leí la placa que está afuera de tu casa-
Respondió Inoo con naturalidad mientras metía sus manos en los bolsillos.
-¿Vas de regreso a casa?-
Le preguntó, Yamada se sonrojó aún más y respondió.
-Si, solo que hoy tengo ganas de caminar-
Mintió con torpeza mientras bajaba la mirada.
-¿De verdad? Yo también estaba pensando si sería buena idea volver caminando, creo que ahora no tendré que caminar solo, ¿Qué dices?-
No podía negarse, ni siquiera había pasado una idea así por su cabeza, por lo que asintió con la cabeza casi de inmediato.

Mientras caminaban, la atmosfera era un poco incómoda para Yamada, quien no sabía que decir, para su fortuna, fue Inoo quien habló primero.
-Gracias por el pañuelo de aquella tarde-
-Ah… no fue nada, iba pasando por ahí y bueno… parece que lo necesitabas-
De nuevo estaba sonrojado, afortunadamente hacía frío por lo que podía pasar desapercibido.
-Es la primera vez que un extraño me ofrece un pañuelo-
Sonrió Inoo con un aire de melancolía. Yamada quería preguntar, pero sabía que no podía, no debía meterse, a penas lo conocía, no podía cuestionarle algo que tal vez era muy personal.
-Parece que nevara, como ese día-
Dijo Yamada sonriente mientras miraba al cielo.
-Eso parece, ¿Te gusta la nieve?-
-Si-
Respondió de inmediato con una sonrisa.
-A mi también. A veces suelo dejar mi paraguas a propósito en casa para caminar bajo la nieve, solo cae en esta época, no se puede desperdiciar, ¿No lo crees?-
Yamada lo miró con cierto brillo en la mirada, le encantaba saber que tenían un gusto en común y no dudo en expresarlo con su expresión tan feliz.
-Así es-
-Hemos estado caminando un buen rato y no me he presentado, me llamo Inoo Kei, mucho gusto-
Al fin sabía su nombre, no solo su apellido, sino su nombre, aquello lo alegró, ahora sabía algo más que era importante, sabía que jamás lo olvidaría.
-Ah, mucho gusto Inoo-san…-
-Oh por favor, no seas tan formal, harás que me sienta anciano-
 Bromeó Inoo. De inmediato Yamada trató de decir algo.
-¡No eres un anciano! Luces bastante joven-
-Bueno, lo soy, solo tengo 22 años, ¿Y tú? Aunque primero deberías decirme tu nombre-
Yamada miró la relajada sonrisa de Inoo y se apresuró a responder.
-Me llamo Yamada Ryosuke, tengo 19 años-
-Ahora ya no somos unos desconocidos, ¿Qué tal eh?-
Yamada estaba feliz, se habían presentado, incluso él acababa de decir que ya no eran unos desconocidos, se sentía tan contento que podría brincar de alegría en ese mismo instante, sin embargo tuvo que contenerse.
-Eso parece-
Fue lo único que respondió mientras le sonreía.
De pronto, a mitad de camino, comenzó a nevar. Ambos se detuvieron y miraron al cielo, Yamada extendió su mano para tocar los copos de nieve.
-Al fin está nevando-
Dijo mientras observaba maravillado a su alrededor.
-Es relajante ¿No lo crees?-
Preguntó Inoo, ante lo cual Yamada asintió con la cabeza.
-Es tan blanca, tan fría, que parece que puede purificarlo todo con tan solo tocarte-
Yamada miró fijamente a Inoo mientras este decía estas palabras.
-¿Acaso aquello que te hizo llorar ese día… aún duele?-
Preguntó Yamada, no pudo contenerse, en ese tipo de situaciones siempre era sincero y directo a su manera.
Inoo lo miró con melancolía.
-No lo sé, han pasado los días y cada vez duele menos. Espero que pronto ya no duela más-
-Sé que no debería meterme, pero sea lo que sea que te haya hecho daño, no debe trascender-
Ante las palabras de Yamada, no pudo evitar el sentirse conmovido.
-Tienes razón, además solo llevabamos un par de meses-
Yamada parpadeó confundido, sin embargo, antes de preguntar, Inoo continuó hablando.
-Estaba saliendo con alguien que era mi amigo, confundimos las cosas y decidimos salir, pero ese día, el me llamó para terminar nuestra relación, me dijo que no podía verme como algo más que su amigo, así que deseaba dejar las cosas como estaban, yo me enojé, me dolió que dijera aquello tan repentinamente, justo cuando nos acabábamos de ver. Sin embargo éstos días lo he pensando mejor y tiene razón, no podemos confundir nuestra gran amistad con otra clase de sentimientos, así que por ello la herida está cerrando rápido-
Terminó de contar Inoo con una sonrisa.
-Eso es bueno-
Dijo Yamada mientras miraba al cielo.
-Yo nunca he estado en una relación. No sé lo que es querer a alguien o sentirse querido de esa forma, pero supongo que si no es un sentimiento verdadero, sin dudas, entonces no tendría sentido-
Inoo estaba sorprendido, se sintió un poco conmovido por las palabras de Yamada.
-¿Tienes 19 años y no has tenido una relación? ¿De ningún tipo?-
Ante la pregunta de Inoo, se sonrojó violentamente y bajó la mirada, escondiendo su rostro.
-Es que he vivido pensando que no necesito de algo así…-
Aceptó sin titubeos.
-¿Ni siquiera te gusta alguien?-
Preguntó Inoo con sorpresa. Yamada se sonrojó aún más y logró decir.
-Si hay alguien… que me gusta… pero solo eso…-
-¿Cómo que solo eso? ¡Eres joven! ¡Debes experimentar todo lo que puedas! Si esa persona te gusta deberías decírselo-
Fue entonces, tras escuchar esas palabras, que Yamada levantó la mirada, viendo fijamente a Inoo con el rostro aún sonrojado.
-Jamás le he dicho a alguien algo semejante… además de que esa persona que me gusta… a penas y la conozco…
Admitió sin dejar de mirarlo.
-Bueno, para comenzar algo no necesariamente deben conocerse, deberías intentarlo-
Lo apoyó Inoo.
-No creo que sea una buena idea-
Dijo Yamada mientras desviaba un poco la mirada. Fue entonces que Inoo se inclinó un poco, acercándose a su rostro, y mirándolo fijamente a los ojos le dijo.
-¿A qué le tienes miedo?-
Yamada lo miró a los ojos, aquellos negros y profundos ojos, pudo observar más a detalle su fino rostro, respirar su aroma tan dulce, se estaba dejando envolver por cada detalle que le gustaba de él.
No podía contenerse, no quería hacerlo, su mente se puso en blanco, solo sintió como su cuerpo se movió por si solo y sin más, acercó su rostro al de Inoo hasta tenerlo tan cerca que pudo sentir sus labios rozar con los del mayor, tan fríos y húmedos, se acercó un poco más y lo besó.
Inoo no pudo moverse, el movimiento de Yamada lo había tomado por sorpresa. Observó el rostro del menor, sus ojos estaban cerrados, olía un poco a fresas, lo cual comenzaba a ser embriagador. Estaba por cerrar los ojos y responderle, cuando el sonido de un claxon lo trajo de vuelta a la realidad.
Al parecer fue lo mismo para Yamada en ese instante, que a causa de aquel ruido, y de no haber recibido respuesta, se separó rápidamente de Inoo y bajó la mirada.
-Lo siento…-
Inoo no sabía que decirle.
-¿Qué fue eso?-
Preguntó después de unos segundos de silencio.
-Bueno… yo… solo respondí al impulso que sentí porque… porque me gustas-
Su voz temblaba, quería salir corriendo de ahí, pero sus piernas no le respondían.
Inoo se quedó callado, sin embargo pudo sentir algo hacer “boom” en su interior, ¿Qué podía ser?
-Ah… bueno yo…-
Trataba de decirle algo, pero ni siquiera tenía claras las palabras.
-Creo que debo irme, con permiso-
Yamada quería irse pronto, estaba demasiado avergonzado y era evidente que sería rechazado. No quería escucharlo, no quería vivir su primer rechazo, por lo que sin más, junto fuerzas de alguna parte para salir corriendo tan rápido que para Inoo fue imposible alcanzarlo aunque se lo hubiese propuesto. Pero es que aún seguía sorprendido y sintiéndose extraño… ¿Por qué?

Seguía nevando cuando llegó a su casa, estaba tan frío que después de saludar a su madre, fue a tomar un baño de agua caliente.
Ya con la tina llena, se quitó la ropa, entró y se relajó. Cerró los ojos y recordó el momento en que Yamada lo había besado.
¿Qué le pasaba a ese chico? A penas y lo conocía… y sin embargo ya le había confesado sus sentimientos.
Por otra parte, su rostro se le hacía familiar, si bien vivían relativamente cerca, le parecía familiar. Y es que ya se lo había encontrado unas cuantas veces, pero sin contacto directo, hasta aquel día en el que le dio el pañuelo…
-Es tan raro…-
Se dijo mientras se hundía un poco más en el agua, hasta que ésta le llegó al cuello.
La imagen del chico brindándole al pañuelo, su mirada llena de preocupación, después, la manera en la que se había atrevido a besarlo, tan tímido al principio pero después sincero.
-Hay que aceptar que el chico tiene algo de ternura… pero… ¿Por qué yo?-
Confundido y aún con una sensación extraña en su interior, terminó por hundir su rostro bajo el agua, ya no quería pensar más en ello.

-Vaya, así que ahora andas enamorando menores-
Le dijo uno de sus amigos en todo de burla.
-¡Sabes bien que no soy así! Simplemente… pasó… y no logro comprender-
-Seguramente el muchachito te ha observado de lejos y por eso se enamoró de ti, y pudo decírtelo gracias a que le diste la oportunidad, ¿Qué tiene de malo? Tú y Takaki terminaron muy rápido, creo que hicieron lo correcto, ¿Por qué no consideras un poco la confesión de ese niño?-
Inoo miró a su amigo y le dijo.
-No es tan fácil Yabu, lo de Takaki si fue precipitado y tonto, pero a ese chico no lo conozco… ¿Cómo podría salir con él tan fácilmente?-
Su amigo, Yabu, bufó y le dijo.
-¡Oh vamos! ¡Tú mismo le dijiste que no debía preocuparse por esos detalles! Te contradices ahora mismo, ¿Acaso eres un hipócrita?-
-Claro que no…-
Respondió con molestia, se puso de pie, tomo su portafolios y dijo.
-Tengo clase, te veré después-
-Piensa bien lo que ese chico te dijo, al menos fue sincero, estoy seguro de que nunca se te han declarado así-
Inoo se sonrojó, se dio media vuelta y se marchó sin mirar atrás, con paso firme.

Sin embargo no logró poner atención, estaba tan pensativo, aún sentía aquel beso tan fresco, sin poder evitarlo sus mejillas se sonrojaban. Intentó mirar a profesor y prestar más atención a la clase, pero fue imposible.
Cansado de esa situación, guardó sus cosas y salió de la clase repentinamente, llamando un poco la atención de sus compañeros pero eso poco le importó, necesitaba un lugar para pensar lo sucedido, o más bien, para ver si podía sacarse a aquel chico, Yamada, de la cabeza.
Se dirigió a uno de los jardines de la universidad y se tumbó sobre el frío y seco pasto, miró hacia arriba y el cielo estaba nublado, seguro nevaría de nuevo.
-Nieve…-
Dijo para si, recordando que a Yamada también le gustaba la nieve, de seguro estaba feliz de saber que nevaría. Recordó la sonrisa del menor al tocar la nieve y después, una vez más, recordó aquel beso. ¿Por qué no podía sacarlo de su cabeza?
Aquello era el colmo, era la primera vez que pensaba tanto en alguien y que al mismo tiempo le causaba una sensación extraña, como si algo comenzara a despertar en su interior, incluso, lentamente, su mundo comenzaba a llenarse de una luz especial, más color, como si sus sentidos despertaran más de lo normal, incluso podía percibir el aroma a fresas.
-Fresas…-
Susurró, miró al cielo una vez más y sonrió torpemente.
-Debo estar loco-
Sin más, se puso de pie y emprendió el camino, le apetecía un café y cerca de la universidad estaba una cafetería, nunca la había visitado pero había escuchado, de mucha gente, que el café ahí era delicioso. Fue entonces que sintió ganas de visitar aquel lugar, ya se había salido de clase y tenía tiempo libre ahora, así que sin más remedio, emprendió el camino hacia aquel lugar.

El ambiente era cálido, una relajante música sonaba por todo el lugar, era pequeño pero sin duda acogedor.
Tomó asiento en la barra, todas las mesas estaban ocupadas, alguien le dio el menú pero no le prestó atención, hasta que escuchó su voz.
-B-buenas tardes, en cuanto decida su orden… puede llamarme-
Atónito, levantó la mirada. ¿Cómo era posible que él estuviese ahí?-
-Ah… gracias-
Le dijo, sonrojándose un poco pero ocultando su rostro de inmediato con el menú. Intentó concentrarse mirando la gran variedad de postres y bebidas calientes, fue entonces que decidió rápido.
-Quiero un latte. Sin azúcar-
-E-enseguida estará listo-
Respondió Yamada con torpeza mientras tomaba nota, después desapareció al entrar a la cocina.
Miraba nervioso a su alrededor, quería evitar el mirar fijamente hacia el lugar por el que Yamada había desaparecido. Poco después observó como un joven le preparaba su café y se lo entregaba, ¿Qué acaso eso no debía hacerlo Yamada?
Se sintió mal, no le gustaba la idea de que tal vez ahora el menor lo evitaría a toda costa, así que sin poder contenerse, le preguntó a aquel joven antes de que se fuera.
-Disculpa, creí que el chico que tomó mi orden serviría mi café-
-Ah, ¿Yama-chan? Bueno, él no prepara el café sino yo, además su turno está por terminar, debe estar haciendo los últimos pedidos-
-¿Haciendo?-
Preguntó Inoo curioso.
-Él ayuda a preparar los pastelillos-
“-Con razón huele a fresas y dulce-” Pensó Inoo mientras sonreía de lado, tomó un poco de su café, estaba delicioso, el liquido caliente recorrió su garganta y fue relajante.
Después de un par de minutos, tal vez, Yamada salió de la cocina, llevaba consigo un pastelillo, lo entregó en una mesa cercana, lucía sonriente y nervioso, seguramente ese lo había preparado él y deseaba que fuese del agrado del cliente.
Inoo sonrió, aquello le pareció tierno. Pasaron los minutos y terminó su café, ya no veía a Yamada por ningún lado, pidió la cuenta, pagó y salió del lugar.
Ya estaba nevando, miró un poco hacia el cielo y tomó con su mano un copo de nieve, lo aprisionó hasta que éste se derritió.
Dio un par de pasos hacia adelante cuando alguien se atravesó en su camino, era Yamada, al parecer no lo había visto. Quería acercarse, saludarlo, pero sentía algo extraño en su interior… ¿Acaso era vergüenza?
Sin el valor suficiente, solo lo siguió discretamente hacia la estación del autobús. No fue hasta que ambos subieron cuando Yamada notó la presencia de Inoo, mirándolo tímidamente y sonrojándose un poco, aquello fue una vista adorable para el mayor, ante lo cual no pudo evitar sonreír.

Yamada tomó asiento junto a la ventana, esperaba que tal vez Inoo pasaría de largo, sin embargo no lo hizo, lo notó al verlo como se sentaba a su lado.
-Hola-
Lo saludó el mayor con una sonrisa, un poco nervioso, pero aquello Yamada no pudo percibirlo, puesto que él estaba igual, o incluso más nervioso que él.
-H-hola…-
Silencio. No dijeron nada, en realidad no sabían que decir.
Pasaron unas cuantas estaciones hasta que Inoo se armó de valor.
-¿Vas a evitarme ahora?-
Escuchar esa pregunta lo sorprendió, justo pensaba preguntar lo mismo. Miró a Inoo sorprendido y se apresuró a responder.
-¡Para nada! Al contrario… pensé que tal vez tú me ignorarías… por lo que hice ayer…-
Ambos se sonrojaron y desviaron la mirada. Yamada miró fijamente por la ventana, tratando de contemplar la nieve caer, pero era imposible.
-Bueno, no voy a negar que fue una sorpresa para mi, sin embargo no voy a molestarme por eso… no he podido dejar de pensar en ello todo el día…-
Ante la repentina confesión de Inoo, Yamada se sorprendió y se giró para mirarlo.
-Lo siento… creo que he resultado ser una molestia… pero en verdad… no pude contenerme… estabas tan cerca, nunca pensé que llegara el día en que podría platicar así contigo… siempre… siempre te miraba desde lejos, solo eso, creí que era imposible que algún día conversara contigo… por eso mis sentimientos se desbordaron así…-
Inoo estaba más sorprendido, parpadeó un par de veces y se sonrojó, era la primera vez que alguien le decía algo semejante.
-¿Siempre me has… observado?-
Pregunto incrédulo, Yamada asintió con la cabeza.
-N-no soy un acosador, solo te miraba cuando casualmente me encontraba contigo… no te seguía ni nada parecido, lo juro…-
El rostro de Yamada estaba más y más rojo mientras se hundía un poco más en el asiento.
-No lo había pensado así-
Le dijo Inoo con una risita nerviosa.
-Lo siento, te estoy causando muchas molestias ¿Verdad?-
Yamada miró a Inoo y este respiró profundo.
-No eres una molestia, solo que es la primera vez que alguien me dice todo esto… no sé que decir o como reaccionar-
-No voy a pedirte que salgas conmigo ni nada parecido… creo que… con lo que pasó es más que suficiente-
En ese momento el autobús se detuvo, era la estación en la cual ambos debían bajar, y lo hicieron.
Cuando el autobús se marchó, se miraron tímidamente.
-Ya que dijiste que no pedirás salir conmigo, entonces… ¿Puedo pedirlo yo?-
El rostro de Inoo estaba ligeramente sonrojado, muy diferente al de Yamada, que parecía tener fiebre, pero no la tenía.
-¿E-eh?-
Dijo nervioso.
-¿Quieres salir conmigo? ¿Intentar tener una relación conmigo? Sé bien que a penas nos conocemos pero… creo que podemos probar-
Inoo rascó su cabeza con nerviosismo, miró a Yamada de reojo y este estaba con la mirada baja.
Y es que no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Acaso era un sueño? Si de eso se trataba entonces no quería despertar.

La nieve continuo cayendo, suave y silenciosa. Lentamente Yamada levantó la mirada y completamente sonrojado, asintió con la cabeza.
Aquello llenó a Inoo más de aquel sentimiento, tan agradable, tan cálido.
-Yama-chan-
Lo llamó con ternura, haciendo que éste levantara aún más la mirada. Aprovechando aquello, Inoo tomó su rostro con ambas manos y tiernamente lo besó.
Para Yamada fue difícil de asimilar, todo estaba pasando tan rápido, primero lo había llamado con cariño y ahora lo besaba tiernamente. Era una sensación tan real, definitivamente no era un sueño, y se alegraba de que no lo fuera. Cerró los ojos y respondió torpemente a aquel beso, dejándose llevar lentamente, profundizando aquel beso en cuanto Inoo abrió más sus labios.
Después de un rato, se separaron, se miraron fijamente. Los ojos de Yamada brillaban, como si en cualquier momento pudiera soltarse a llorar, sin embargo eso no sucedió. Inoo lo miró con ternura y acarició su mejilla.
-Estás frío-
Yamada tomó su manó y le dijo, mirándolo a los ojos.
-Tú también…-
Inoo sonrió y aprovechó que la mano de Yamada estaba sobre la suya para tomarla y entrelazar sus dedos.
-¿Quieres caminar un poco más bajo la nieve?-
Ante la propuesta de Inoo, sonrió radiante y asintió con la cabeza. Fue así que comenzaron a caminar lentamente.
La nieve, que poco a poco cubría a la ciudad de blanco, de cierta manera, celebrara que ambos estaban juntos, augurando así que pudieran estar juntos año con año, para caminar juntos bajo la nieve para siempre.

F I N

----

¡No puedo creerlo! ¡Terminé mi primer InooYama! *---*
Me siento realizada en la vida por eso~ (ok, exagero xD)
No sé, sentí deseos de hacerlo, quedo tonto y cursi pero me gustó~

viernes, 8 de febrero de 2013

Obsess [Cap. 20]

Capitulo 20

Solo habían pasado un par de días desde que había visto a Hikaru por última vez, el barandal nuevo era perfecto, no podía evitar el pensar en el mayor cada que su mano lo tocaba.
-Joven Keito, ¿Desea dar un paseo matutino?-
Sus ojos se iluminaron ante la propuesta del mayordomo. Salir, eso es lo que necesitaba.
-Es una buena idea, iré a avisarle a mi madre que saldré un momento-
Así fue como después de un rato, salió de la mansión Okamoto y emprendió el camino hacia el pueblo, junto a su fiel mayordomo.

-Yamada-kun, debes ir al pueblo a comprar alimentos-
Le ordenó una de las criadas.
-¿Por qué yo? Ryutaro tiene más tiempo libre-
Reprochó, pero fue inútil, así que sin más remedio, tomó la lista de todo lo que hacía falta y emprendió el camino.
-Ese enano se ha burlado de mi, y yo que solo lo apoyo, pero me las pagará-
Refunfuñó mientras caminaba por el estrecho camino de tierra.
-Si te la pasas andando por ahí hablando solo pensarán que estás loco-
Escuchó una voz detrás de él y se giró rápidamente, conocía perfectamente a quien pertenecía.
-¡Yuto!-
Lo llamó y sus ojos se iluminaron.
-Buenos días-
Le dijo con cortesía.
-¿Tú también vas al pueblo?-
Le preguntó Ryosuke.
-Si, el joven Kota me dio la mañana libre, el joven Daiki está de visita y no sé, las cosas están muy extrañas-
-Seguramente es porque el joven Daiki terminó con el amo Kei-
Los ojos de Yuto se abrieron de par en par, completamente sorprendido.
-¿Eso es verdad?-
-Si, ayer estuvo el joven Daiki con el amo Kei y bueno, lo dejó devastado, no quiso comer en todo el día, hasta en la noche que Ryutaro lo pudo convencer-
Yuto respiró profundo ante la explicación de Ryosuke.
-Ahora entiendo, bueno, ya lo imaginaba-
La curiosidad de Ryosuke era tan grande que no se contuvo.
-¿Por qué lo dices? ¿Acaso ya sabías que iba a suceder?-
Yuto lo miró y le sacudió los cabellos con una mano.
-Este no es lugar para hablar esas cosas, te acompaño a hacer tus compras y después platicamos, ¿De acuerdo?-
A Ryosuke no le quedó alternativa más que aceptar.
Ya en el pueblo, Ryosuke se dirigió a la panadería, compró pan fresco, después con la verdura y pidió bastante de todo. Yuto le ayudaba a cargar la mayoría de las cosas.
-¿Ya me vas a decir?-
Preguntó Ryosuke mientras se detenía precipitadamente y se colocaba frente a Yuto, este estuvo a punto de responderle pero alguien lo llamó.
-¡Yuto!-
Éste se giró y vio a Keito saludándolo sonriente.
-¿Qué tal?-
Ryosuke solo los observó y no dijo nada.
-Vine a dar un paseo matutino, ¿Y tú?-
-Algo parecido-
Sonrió Yuto mientras señalaba con la mirada lo que llevaba cargando y a Ryosuke.
-Hola-
Saludó Keito a Ryosuke, y éste, un poco apenado, saludó de vuelta con una media reverencia.
-Hola…-
En ese momento alguien chocó contra Keito y casi lo hace caer.
-¡¡Lo siento!!-
Esa voz la conocía, levantó la mirada rápidamente y se ruborizó ligeramente al ver al chico frente a él, era Hikaru.
-¿Estás bien?-
Justo estaba por acercarse a él cuando el mayordomo de Keito se interpuso en su camino.
-¿Cómo te atreves a hablarle así? ¿Qué acaso no puedes caminar con más cuidado?-
-No lo regañes, él es mi amigo, ¿verdad?-
Le sonrió Keito, fue entonces que Hikaru pareció reconocerlo.
-¡Pero si eres el jovencito trabajador!-
-¿Qué pasa? Parece que llevabas prisa-
Agregó Yuto.
-¡Ah! ¡Es verdad!-
En ese momento el semblante de Hikaru cambió por uno de pánico y poco después se escuchó la voz de un señor, Keito pudo reconocerlo, era el herrero.
-¡Maldito ladrón! ¡No escaparás! ¡Me encargaré de quemarte las manos!-
Los ojos de Hikaru se abrieron tanto, estaba asustado.
-Me encantaría quedarme pero tengo algo que hacer-
Dicho esto, salió corriendo y desapareció rápidamente entre la gente.
-¡¡No lo dejen escapar!!-
Escucharon gritar al herrero, pero ni Keito, Yuto y Ryosuke se movieron.
-Ese señor da miedo…-
Expresó Ryosuke mientras se ocultaba detrás de Yuto.
-¿Qué habrá pasado?-
Preguntó Keito mientras miraba a lo lejos, justo en la dirección en la que Hikaru había desaparecido, estaba preocupado.
-Se salvará, es rápido y astuto, no te preocupes-
Le dijo Yuto con una sonrisa, tratando de animarlo.
-Joven amo, es hora de volver, recuerde que habrá una comida importante y debe volver para prepararse-
Le dijo el mayordomo a Keito.
-Esta bien. Hasta luego Yuto-
Se despidió Keito con una amable sonrisa para después marcharse.
-Será mejor que volvamos también, sino me regañarán-
-De acuerdo-
Ryosuke estuvo a punto de girarse para seguir con su camino cuando Yuto lo tomó del hombro y rápidamente, sin que nadie pudiese verlo, le dio un tierno beso en la mejilla, muy cerca de los labios. Ante tal acto, las mejillas de Ryosuke se sonrojaron violentamente y miró a su alrededor.
-Ya vámonos-
Yuto solo sonrió y caminó a su lado.

-El señor está aquí-
La voz de la criada resonó por todo el comedor, dejaron de escucharse los cubiertos sonar y los invitados se miraron entre sí, la madre de Takaki estaba atónita. Todos miraban expectantes hasta que se escucharon unos pasos acercarse, cada vez más y más cerca. Takaki contuvo la respiración y espero, mientras miraba de reojo como su madre palidecía a cada segundo, debía tenerle miedo.
Al fin, un hombre se hizo presente en el comedor, elegante, alto, cabello negro. Todo en él lucía perfecto, su elegancia era igual a la de Takaki, de ahí debió aprenderlo.
-Takaki, es curioso que tengas visitas en casa. ¿Podrías presentarnos?-
Aquel señor lucía relajado, pero no por ello ajeno a lo que sucedía.
-No son mis invitados padre, son de ella-
Comentó Takaki, sin levantarse de su asiento y mirando de reojo a su madre, a quien continuaban temblándole las manos.
-Vaya, pero si es tu madre. ¿A que se debe tu visita en mi casa?-
La señora no pudo responder, la boca le temblaba, parecía querer decir algo pero no salía ningún sonido de su boca.
-Veo que aquí ha habido un mal entendido señores. Esta mujer no es dueña de esta casa, no tiene derecho alguno sobre esta familia. Sé que ha prometido a mi hijo con vuestra hija, he de disculparme pero eso no es un compromiso válido. Espero y esto no les moleste. Pueden terminar su comida, yo estaré gustoso de hacerles compañía-
Al escuchar las palabras de su padre, Takaki se sintió salvado, era una sensación de completo alivio. ¿Cómo se había enterado su padre de lo sucedido? Bueno, eso lo averiguaría más tarde.
Observó como su madre se ponía de pie y furiosa lanzaba el pañuelo sobre la mesa, todos la observaron y ella gritó.
-¡¿A que has vuelto?! ¡El es mi hijo y yo puedo casarlo con quien se me dé la gana!-
Estaba completamente enloquecida.
-El hecho de que lo hayas dado a luz no lo hace tu hijo, Chizuru-
El nombre de su madre resonó tan dulcemente, que era imposible que perteneciera a semejante mujer.
-¡¡Claro que lo es!! ¡¡El que no tiene derecho alguno sobre él eres tú!!-
Takaki se puso de pie y se dirigió a los invitados.
-Siento el inconveniente, yo no pienso aceptar tal compromiso, creo que será mejor que se retiren-
Los señores se pusieron de pie, tomaron a su hija y murmurando, salieron del comedor, hasta que Takaki escuchó la puerta cerrarse y el sonido de los carruajes, emprendiendo su camino. Fue cuando su atención volvió a sus padres.
-El tiene todo el derecho del mundo, la que no tiene lugar aquí eres tú, así que lárgate de una vez si no yo mismo te echaré a patadas, como debí hacerlo desde que llegaste-
La voz de Yuya era fría, llena de odio y de rencor, su mirada inundada de resentimiento se clavó sobre la frágil figura de su madre.
-Eres mi hijo… yo te tuve, él es quien no debe meterse entre nosotros, te ha vuelto en mi contra, hijo mío…-
Ahora lucía tan patética, Takaki la miró con firmeza y le dijo sin titubear.
-Él ha hecho lo que tú jamás serás capaz de hacer, tu tan solo eres una p-
-Yuya, basta-
Interrumpió su padre, esta vez con voz seria.
-¡Mira lo que has hecho con mi hijo, has hecho que me odie!-
-El no te odia Chizuru, solo esta resentido y con justa razón, todo lo que le has hecho desde el día en que nació es el resultado que tienes frente a ti. Te dije que seguiría dándote dinero si jurabas no volver y has roto el trato, sabes lo que te depara ahora-
-¡¡No vas a salirte con la tuya!! ¡¡Voy a tener todo lo que merezco!! ¡¡Todo lo que es mío!! ¡¡Ese niño es mío y todo tu dinero también!! ¡¡No descansaré hasta dejarte en la calle!!-
-Estas loca-
Dijo el padre de Takaki con pesar mientras bajaba la mirada. En ese momento Yuya se acercó a su madre, la tomó de los hombros y le dijo con crueldad.
-Lárgate-
Dicho esto, la arrojó con fuerza al suelo y la miró con indiferencia.
-Yo no soy tu hijo, jamás lo he sido, ve a engatusar a otros hombres, como sueles hacerlo, si ya tienes suficiente mala fama aquí, vete a otro lugar, lejos de mi y de todos a quienes conozcas-
Con dificultad, su madre se puso de pie, se mantuvo firme y dijo.
-Podrás deshacerte de mi, pero jamás desaparecerá el remordimiento que tendrás al arrojar a tu madre al vacío, si yo muero, será culpa tuya, solo tuya-
Fue así como salió de la casa, poniendo fin a todo.
Yuya se dejó caer de rodillas al suelo, su cuerpo temblaba y su respiración se acortaba.
-Hijo mío-
Se acercó su padre y lo tomó entre sus brazos como siempre solía hacerlo cada que su madre lo humillaba cuando era pequeño.
-Estaré bien, no te preocupes-
En ese momento, Yuya recuperó sus fuerzas se levantó, su padre hizo lo mismo y no pudo evitar el preguntar.
-¿Cómo supiste?-
Su padre sonrió de lado y sacó una hoja de papel del bolsillo de su elegante abrigo.
-Recibí una carta en donde se explicaba todo, tomé el primer barco de regreso, temía llegar demasiado tarde-
Yuya observó curioso el pedazo de papel y preguntó.
-¿Quién-
-La madre de Chinen-kun-
Los ojos de Takaki se abrieron de par en par, con dificultad tragó saliva y tomó aquella carta. Al leerla se encontró con cada detalle que había vivido mientras su madre se encontraba ahí, pero ¿Cómo?
-Tengo que salir, regresaré en un rato-
Dicho esto, y con la carta aún entre sus manos, salió de la mansión, sabía a donde ir.

Ryutaro limpiaba los pisos con la dedicación de siempre, pasaba de habitación en habitación hasta que llego a la sala en donde se encontraba el piano. Corrió las ventanas y dejó que se iluminara, se colocó al centro y sonrió, después de mover algunos muebles, se dispuso a continuar con su limpieza.
Amaba esa habitación, solo por el simple recuerdo de su joven amo tan feliz, radiante, que siempre le sonreía y lo cuidaba, esa habitación reflejaba el profundo amor que Ryutaro sentía por Inoo.
-Así que aquí estás-
Al escuchar su voz, se puso rápidamente de pie, sus mejillas se ruborizaron un poco.
-Ah, si, estoy limpiando-
Respondió con torpeza.
-Si, puedo notarlo. ¿Tardarás demasiado?-
-Eh… un poco-
Inoo sonrió de lado y acercándose a él le dijo.
-Bien, entonces no te entretengo más-
Fue así como Ryutaro lo observó como se dirigía al piano, levantó la tapa y tomó asiento en el banquillo, cerró sus ojos y sus largos y delgados dedos se posaron sobre las teclas, enseguida una hermosa melodía comenzó a inundar la habitación.
El corazón de Ryutaro se aceleró, amaba ese sonido, verlo tan feliz tocando el piano era lo mejor que podía presenciar. Respiró profundo y continuó limpiando sin hacer ruido, no quería desconcentrarlo, y al mismo tiempo disfrutaba de la melodía.

-Daiki, ¿Quieres que te acompañe a tu casa?-
El menor lo miró asombrado, ambos estaban sentados en una banca en el extenso jardín de la mansión Yabu.
-¿Vas a irlo a ver ahora?-
Preguntó temeroso.
-Sí, creo que ya es tiempo, pero no puedes acompañarme, primero tengo que ir yo solo, ¿Acaso quieres esperarme aquí?-
Preguntó Yabu, ante lo cual Daiki solo asintió con la cabeza mientras bajaba la mirada.
-De acuerdo, entonces espérame aquí, no tardaré, puedes subir a mi habitación si así lo deseas-
Dicho esto, le acarició la cabeza al menor, le sonrió y se marchó a paso lento, Daiki tan solo lo observó irse, sin poder detenerlo, después de todo era algo que Yabu quería hacer.
-Por favor… que esto terminé rápido…-
Se dijo Daiki mientras cerraba los ojos y se llevaba ambas manos al pecho, apretándolas con fuerza y sintiendo un punzante dolor en su interior.

El camino se le hizo más largo que de costumbre, justo cuando estuvo frente a la puerta, respiró profundo, tenía que hacerle frente, por Daiki y por él.
Fue recibido por el mayordomo, quien lo guió al salón de música en donde Inoo tocaba el piano despreocupadamente. Yabu lo observó desde la puerta y espero a que este terminara.
Ryutaro había terminado de limpiar y ahora se encontraba sentado en el suelo, observando a su amo con un brillo en los ojos.
Cuando la melodía termino, Yabu carraspeó la garganta y entró.
-Hola-
En ese momento la mirada de Inoo se ensombreció y se quedó inmóvil sentado en aquel banquillo, Ryutaro tan solo observó.
-Hay algo de lo que quiero hablarte, ¿Podemos?-
Yabu miró a Ryutaro, dándole a entender que debía retirarse para dejarlos a solas, lo cual el menor comprendió, se puso de pie y se reverenció con respeto, estuvo a punto de salir pero Inoo lo detuvo.
-Tú no vas a ningún lado, Ryutaro-
El menor se quedó congelado a unos cuantos pasos de Yabu, lo miró confundido y dijo con debilidad.
-Creo que lo mejor será que me-
-¡Dije que te quedas!-
Le gritó y lo miró con seriedad, un escalofrío recorrió la espalda de Ryutaro, sin embargo también pudo notar cierta desesperación en la mirada de su amo, por lo cual retrocedió y se detuvo detrás de él.
-¿De que quieres hablar?-
De nuevo miró a Yabu, con frialdad, éste respiró profundo y decidió acercarse.
-Es sobre Daiki-
Para Inoo fue como echarle más sal a la herida. No deseaba escuchar más, pero no pudo decirlo.
-¿Es que acaso tienes algo que decir? Aunque no me extraña-
Los ojos de Yabu se abrieron con sorpresa.
-Supongo que ya te has de imaginar la razón de mi visita, puesto que pareces saber algo-
De inmediato su mirada se dirigió a Ryutaro, pensó que tal vez éste le había dicho algo a Inoo sobre aquella noche, hace tiempo, cuando lo vio junto a Daiki.
-Tenía mis sospechas, pero el hecho de que estés hoy aquí me comprueba que la razón por la que Daiki ha decidido dejarme eres tú-
La voz de Inoo continuaba siendo firme y seria.
-Sé que debes estar dolido, triste y decepcionado, aunque no lo creas, comprendo lo que sientes-
-Claro que no lo comprendes, no es posible que me comprendas, solo mientes y sientes lástima por mí-
-Eso no es verdad Kei, yo quise evitarlo, detener mis sentimientos, pero es algo que simplemente pasó, yo no quería hacerte daño, es lo que menos deseo, eres mi amigo y verte sufrir es lo que menos deseo-
Inoo suspiró pesadamente.
-Pues no lo parece, te lo has llevado-
Yabu bajó la mirada y prosiguió.
-Yo ya lo amaba desde mucho antes que tu lo conocieras, se que eso no justifica el hecho de que lo haya apartado de tu lado. Pero yo tuve que dejarlo porque tenía que irme lejos, era algo que no estaba bajo mi control, pensé que tu lo cuidarías y él está conciente de que lo has hecho feliz todo este tiempo, pero simplemente no podíamos contener nuestros sentimientos, yo no quise que salieras lastimado en ningún momento y quiero tu perdón-
En ese momento Yabu se dejó caer de rodillas al suelo y con la cabeza pegada a las rodillas. Los ojos de Inoo se abrieron con sorpresa, se puso de pie y se acercó a él.
-No puedo perdonarte tan rápido, sin embargo no es razón para que te humilles así, levántate por favor-
Yabu tan solo levantó la mirada, la cual estaba llena de tristeza.
-Eres un amigo muy importante para mi, Kei-
Dicho esto, Yabu se puso de pie.
-Lo sé, y tu lo eres para mí, pero ahora siento que me has traicionado y es algo que no puedo perdonar tan rápido, por ahora vete y deja que mis heridas sanen, entonces podré hablar con ustedes como los buenos amigos que somos-
Inoo mantuvo su semblante serio, pero ya no había frialdad en su mirada, en su lugar había un aire de tristeza.
Yabu asintió con la cabeza y se marchó a paso lento, sentía un vacío en su pecho, pero ya no había más por hacer, aún así había una ligera chispa de esperanza que lo hacía creer que algún día todo volvería a la normalidad, algún día.

Inoo regresó al banquillo y tomo asiento, bajó por completo su cabeza y cubrió su rostro con ambas manos. Ryutaro lo observó fijamente, quería hacer algo, necesitaba hacer algo.
Se acercó a su amo y se arrodilló para lograr verlo a la cara.
-Todo va a estar bien, las cosas pasan por alguna razón, al menos ha dado la cara ante usted y eso vale mucho, ¿No lo cree?-
Lentamente Inoo descubrió su rostro y fue atrapado por los profundos ojos negros de Ryutaro. Respiró profundo y dijo.
-¿Tú ya sabías verdad?-
Ryutaro desvió la mirada ante la pregunta de Inoo.
-No me mientas, noté como Yabu te miró, ¿Viste o escuchaste algo?-
La insistente voz de su amo le impedía mentir, así que tan solo asintió con la cabeza mientras bajaba la mirada.
-¿Por qué no me dijiste?-
-Yo no era la persona indicada para hacerlo, yo confiaba en que nada así pasaría, confié en el joven Arioka y en el joven Yabu, en verdad creí que nada más pasaría. Por eso no le dije nada. No era algo que yo pudiera comunicar-
Inoo miró a Ryutaro y sonrió de lado.
-Bueno, de todas formas, ya pasó y esos dos ya están juntos después de todo-
La voz de Inoo estaba llena de dolor, Ryutaro sentía que podía soltarse a llorar en cualquier momento.
-Pero que le quede claro que no está solo, lo diré las veces que sea necesario, yo estaré toda mi vida a su lado-
Se hizo el silencio, tan solo se miraron fijamente a los ojos, entonces Inoo pudo sentir la seguridad en las palabras de Ryutaro, la firmeza de su mirada, y se sintió seguro y querido al mismo tiempo.
-¿Tu me quieres?-
Inoo observó como los ojos de Ryutaro se abrían con suma sorpresa mientras sus mejillas se tornaban rojas.
No sabía que hacer, desvió la mirada pero aún así el rubor en sus mejillas era difícil de ocultar. Aclaró su garganta, no tenía más opción que confesarlo de una buena vez, ya había cargado demasiado tiempo con ese sentimiento, ¿Por qué no decirlo ahora?
-Lo quiero. Te quiero-
Trató de mantener su mirada firme, sin embargo sus ojos se estaban tornando cristalinos, sentía un impulso eléctrico por todo su cuerpo. Tal vez podía salir corriendo de ahí, huir, escapar. Pero no lo hizo, permaneció ahí, incapaz de dejar a su amo solo, haciendo frente a lo que acaba de decir, sin esperar la misma respuesta.
Para Inoo fue una gran sorpresa y revelación, aunque estaba seguro de que en el fondo, ya lo sabía. Comenzó a sentirse nervioso, aquello era inesperado, no se esperaba reaccionar así, ni siquiera se esperaba esa respuesta tan franca, tan directa. Así era Ryutaro, directo, sincero, franco, transparente, leal, ¿Por qué hasta ahora lo notaba y valoraba?
Sonrió tímidamente y sintió un leve sonrojo en sus mejillas.
-¿Cómo puedes decirlo así? Eres increíble-
Comenzó a reírse con nervios. Rascó su cabeza y observó como Ryutaro desviaba la mirada completamente avergonzado, lo cual le pareció tierno.
-No sabes cuando me encantaría decirte lo mismo. Pero ahora no puedo, me siento extraño, confundido. Por eso, mientras se aclara mi mente, tienes que permanecer a mi lado cada segundo-
Ryutaro observó a su amo, sonrió y asintió con la cabeza.
-Y bueno, ya dos ocasiones me has hablado sin formalidades, quiero que lo hagas así siempre, delante de quien sea, no me hables más de “usted” ¿Entendiste?-
Inoo observó como los ojos de Ryutaro se abrían con sorpresa, le resultaba difícil aceptar esa orden. Sin embargo también asintió con la cabeza.
-Y por último, hay algo que tengo que aclararte-
Inoo se aclaró la garganta, se puso de pie, tomo a Ryutaro y lo sentó en el banquillo, recargó ambas manos sobre los hombros del menor y lo miró fijamente a los ojos.
-Tú no eres ni serás un reemplazo de él, para mi, desde la primera vez que te ví has sido único y especial en mi vida, y así será para siempre. ¿Está claro?-
Ryutaro asintió.
-¿Por qué no dices nada?-
-Ah… ¡si señor!-
Dijo el menor con torpeza, Inoo lo miró mal pero era imposible regañarlo en esos momentos.
-Te aseguró que por el momento guardaré tu confesión para que después, sea yo quien te lo diga primero-
Fue así como Inoo besó su frente, después le sonrió y sacudió sus cabellos. Ryutaro se sonrojó violentamente y solo bajó la mirada.

Keito estaba en el jardín de la mansión Okamoto, relajado, tomando un poco de té, aquel jardín era inmenso, tan grande que parecía un bosque. Leía uno de sus libros favoritos cuando de pronto un extraño ruido de entre los arbustos llamó su atención, cerró el libro y se puso de pie, se acercó sigilosamente, tal vez se trataba de algún animal perdido.
Estaba tan cerca, a punto de mirar, cuando algo enorme salió de aquel arbusto, asustándolo hasta hacerlo gritar y tirándolo al suelo de la impresión.
-Ah, lo siento. ¿Estás bien?-
Keito se reincorporó y quedó sorprendido. ¡Era Hikaru!
-Estoy bien, ¿Qué haces aquí?-
Lo señaló sorprendido.
-Ah… no sé como llegué hasta aquí, yo solo estaba huyendo para que ese viejo no me alcanzara-
-¿Te refieres al herrero?-
Hikaru asintió con la cabeza mientras terminaba de salir de aquel arbusto.
-¿Por qué te persigue?-
-Porque cree que yo robé dinero de su negocio, pero no es así, yo no fui. Pero no me cree y ahora quiere castigarme. No puedo vivir huyendo toda mi vida, además necesito el empleo-
-¿Te ha despedido?-
Preguntó Keito con ingenuidad.
-Si me persigue pensando que yo robé su dinero, es lógico que me ha despedido-
Respondió Keito con sarcasmo.
-Vaya, ¿Y que harás?-
-No lo sé, no puedo ir al pueblo a pedir trabajo, nadie me lo dará gracias al escándalo de ese viejo loco. Moriré de hambre si no encuentro un trabajo pronto-
Keito lo miró detenidamente, caminó a su alrededor y Hikaru se sintió extraño al ser observado por el menor.
-¿Qué haces?-
-Te observo-
-Bueno, eso es obvio. ¿Por qué lo haces?-
Preguntó Hikaru aún más nervioso.
-Eres fuerte, eres responsable y muy trabajador. ¿Te gustaría trabajar aquí?-
La sonrisa en el rostro de Keito le provocó un revoltijo en el estomago, lo miró atónito y balbuceó en lugar de responder.
-Eso lo voy a tomar como un si, ven, te llevaré con los de servicio para que te vistan, serás mi empleado personal-
-¿Eh?-
Exclamó Hikaru con sorpresa mientras era arrastrado por Keito hacia el interior de la mansión.
Cuando estuvieron adentro, Keito lo llevó con el mayordomo.
-A partir de hoy, él será mi empleado personal, enséñale lo básico y dale un uniforme, mientras iré a hablar con mi madre. ¿Entendido?-
-Muy bien joven amo, como usted ordene-
Hikaru logró reaccionar y habló al fin.
-Hey, jovencito trabajador, no creo que sea una buena idea, yo jamás he-
Entonces fue interrumpido por el mayordomo.
-¡No le hables así al joven Keito! Desde ahora trabajas para él, dirígete a él con más respeto-
Keito sonrió.
-Descuida, no es necesario. Hikaru, no tienes nada de que preocuparte, me encargaré de que se te pague lo justo, como a todos los demás, ahora ya tienes empleo, espero y estés listo que saldremos en un rato, hay un asunto que debemos arreglar-
Fue así como Keito dejó a Hikaru en las manos del mayordomo, el cual lo dejó con unas criadas que se encargaron de bañarlo y vestirlo adecuadamente.
Mientras tanto, Keito habló con su madre, la cual no tuvo objeción alguna, ahora se sentía tan feliz, vería a Hikaru todos los días y eso lo entusiasmaba demasiado hasta el punto de agitar su corazón. No sabía el nombre de aquel sentimiento, pero era agradable, lo hacía sonreír sin razón alguna.
Después de un largo rato, el mayordomo llevo a Hikaru ante Keito.
-Yaotome está listo-
Keito alzó la mirada y se quedó impresionado, estaba tan limpio, peinado y pulcramente vestido que fue inevitable sonrojarse.
-Ah… te ves muy bien-
-Esto es incómodo-
Expresó Hikaru mientras se desabotonaba un poco el cuello de la camisa.
-Te acostumbraras, si ya estás listo, salgamos, tenemos un asunto que arreglar-
Hikaru no comprendió pero no le quedó más que seguir al que ahora sería su joven amo, ya le habían explicado como comportarse, como hablar, le resultaría difícil, pero no tenía razón para rechazar el trabajo, de alguna manera, deseaba quedarse ahí, al servicio de Keito.
Tras un largo camino, llegaron al pueblo, justo a la herrería.
-Señor herrero, ¿Puede salir un momento?-
Hikaru lo miró nervioso, pero mantuvo su distancia.
-¿Qué se le ofrece?-
Preguntó el señor mientras se limpiaba las sucias manos con un blanco pañuelo.
-Me temo que ha habido un mal entendido entre usted y mi sirviente, sin embargo no quiero comenzar discusión alguna, espero que con esto todo quede arreglado y pueda dejarlo en paz. No quiero que lo persiga cuando salga a pasear conmigo-
Dicho esto, Keito le entrego un pequeño costal lleno de monedas de oro al viejo herrero, este se sorprendió y aceptó gustoso.
-Descuide señorito, este malandrín no ha robado tanto, pero aceptaré humildemente su dinero-
Hikaru se enfureció con tal comentario.
-¡Viejo loco! ¡Yo no soy ningún ladrón!-
-Hikaru, calma. Vámonos, después de todo ya no estás al nivel de este señor-
Keito le sonrió a Hikaru con amabilidad, esto lo tranquilizó por completo y no hizo más que seguirlo de regreso a la mansión Okamoto.

Llegó a la pequeña casita y fue recibido por Yuri, quien evidentemente se contuvo para no abrazarlo de inmediato.
-Joven Yuya… bienvenido-
Takaki le sonrió y le dijo.
-¿Está tu madre? Quiero hablar con ella. Mientras puedes ir preparando tus cosas, he venido por ti-
Escuchar aquello iluminó la mirada de Chinen, dejó pasar a Yuya y llamó a su madre, quien estaba en la parte trasera, lavando un poco de ropa.
-Amo Yuya, que bueno verlo-
Takaki le sonrió con amabilidad y gratitud, lo cual no dudo en expresar con palabras, aprovechando que Chinen no se encontraba por ahí.
-Muchas gracias por enviarle una carta a mi padre-
La señora sonrió gentilmente.
-No podía quedarme de brazos cruzados, me entere por comentarios de otras criadas que estaba pasando un mal momento, investigué un poco y dí con la dirección de su padre, tenía que ayudarlo, su madre estaba siendo demasiado injusta con usted, dejarlo sin comer es demasiado-
Chinen escuchó aquello y dejó caer sus cosas al suelo mientras miraba a Yuya con sorpresa.
-Le agradesco, mi padre llegó y ya todo está en orden, aunque creo que pronto se marchará de nuevo. Quiero expresarle mi eterna gratitud, si algún día necesita algo, no dude en acudir a mi, yo haré todo para serle útil-
-Usted ha sido muy bueno con mi hijo, lo alejó de las torturas de su madre y eso ya es suficiente para mi, me alegra ver que todo ha terminado bien-
Takaki le sonrió a la señora y se reverenció ante ella.
-Es hora de llevarme a Chinen de regreso-
-Adelante, Yuri ya no sabe ni que hacer en esta casa-
Bromeó la señora, Chinen recogió de nuevo sus cosas y se acercó a Yuya.
-Es hora de irnos-
Le indicó el mayor, Yuri asintió y salió con el tras despedirse de su madre.
En el camino, Yuri no pudo aguantar más y preguntó.
-¿Tu madre estuvo en la casa todo este tiempo? ¿Qué fue lo que te hizo para que mi madre tuviera que enviarle una carta a tu padre para que te ayudara?-
-No hagas tantas preguntas, ya todo está bien, ahora no quiero hablar de eso, solo, quiero que regresemos a casa, solo eso. Prometo contarte más tarde-
Yuri no tuvo más opción que aceptar. Yuya le extendió su mano y éste la tomó de inmediato, así caminaron juntos de regreso a la mansión Takaki, al fin juntos.

-----

Y aqui el penúltimo capitulo de éste eterno fanfic!
¿Apoco no se hizo eterno?
Pero bueno, ya es hora de que llegue a su fin, el proximo será el desenlace y ¿Qué puedo decir? Con este fic he vivido de todo, pero mejor me guardo mis cursilerias para el mero final :D
Espero les guste y disfruten de este penúltimo capitulo :)

martes, 5 de febrero de 2013

[OneShot] Nada más...


Titulo: "Nada más..."
Extensión: OneShot
Parejas: Inoo Kei - Yabu Kota [InooBu]
Genero: Yaoi
Autora: Ayaa



Nada más...

“Soy feliz, me he esmerado en creerlo todo el tiempo. Ella me hace feliz, así tiene que ser. No debo pensar en nada más... 
Al menos eso creía... hasta que regresaste a mi vida y el mundo que con tanto esfuerzo había forjado, cambió.”

-¿En que piensas?-
Aquella dulce y femenina voz lo sacó de lo más profundo de sus pensamientos, giró la cabeza y sonrió despreocupadamente.
-Nada en especial. ¿Quieres que te acompañe a tu casa?-
-No es necesario que me preguntes, siempre me acompañas-
La chica sonrió y él pudo notar ese sonrojo tan encantador.
-Bien, entonces te llevo a tu casa-
Fue así como continuaron caminando y ella fue quien sorpresivamente tomó su mano.

Al final, se despidieron y ella entró a su casa, él pudo notar que al parecer ella esperaba algo más, pero lo ignoró de forma inconciente.
Caminaba de regreso cuando sintió algo vibrar en su bolsillo, alguien lo llamaba, miró la pantalla, suspiró y respondio.
-Hikaru, ¿Para qué me llamas?-
-¡Alguien parece estar de mal humor a pesar de que acaba de estar con su novia eh! Vamos Inoo-chan, no te desquites con tus amigos-
Escuchó decir del otro lado de la línea.
-Lo siento, no era mi intensión sonar molesto-
-Esta bien, te perdonaré si vienes un rato, ¿Adivina quien ha regresado?-
-No sé, ¿Alguien se fué?-
Preguntó despreocupado, no tenía animos de pensar más en lo que Hikaru le decía.
-¡¡Yabu ha vuelto!! Estamos en el bar de siempre, ¿Que te parece si vienes un rato?-
Inoo sonrió, al parecer le agradaba la idea.
-De acuerdo, estaré ahí en un rato-
Dicho esto, colgó y emprendió el camino. Yabu era un viejo amigo, se podría decir de esos que son de toda la vida, se conocían desde pequeños y hace un par de años se había marchado a estudiar al extranjero. Inoo suspiró con nostalgía.
“Se marchó en el momento preciso” Pensó mientras miraba a cielo, comenzaba a anochecer.

Llegó al bar de costumbre y logró ver a Hikaru sentado en la barra, frente a él se encontraba un chico alto y muy delgado, sabía perfectamente de quien se trataba.
-Ah, Inoo-chan está aqui-
Escuchó decir a Hikaru, en ese momento el otro chico se giró y algo dentro de él se removio, era un remolino lleno de nostalgia con otro sentimiento que desconocía. Le sonrió y se acercó a ellos.
-Regresaste al fin-
Le dijo con una amplia sonrisa. Fue entonces que Yabu se puso de pie y lo abrazó con ternura.
-Estoy de vuelta-
Inoo respondió de forma inmediata y lo abrazó de vuelta.
-Bienvenido, Kou-chan-
Se separaron después de unos segundos e Inoo tomo asiento junto a Hikaru. Fue así como una noche llena de anécdotas y chistes comenzó hasta entrada la madrugada, cuando Inoo, al notar lo tarde que era, decidió marcharse primero.
-¿Pero por qué?-
Le preguntó Hikaru, el cual se veía un poco ebrio.
-Es que, ya es tarde y tengo clase mañana-
Respondió Inoo mientras sacaba su telefono móvil del bolsillo para mirar la hora, sin embargo también se encontró con un mensaje de texto que había llegado hace una horas, era ella.
“¿Llegaste bien? Espero que si, te veré mañana. Dulces sueños. Te quiero.”
Siempre tan dulce, tan tierna, tan frágil. Sonrió debilmente y cerró la tapa del telefono mientras suspiraba.
-Parece que alguien recibió un dulce mensajito de buenas noches-
Bromeó Hikaru.
-¿Tines novia?-
Le preguntó Yabu con curiosidad. No pudo evitar el sentirse un poco torpe, por lo cual solo asintió con la cabeza.
-Tienen como medio año saliendo-
Se adelantó a informar Hikaru.
-Vaya, que sorpresa-
Dijo Yabu con una sonrisa, sin embargo aquello lo hizo sentirse incómodo, ¿Por què?
-Tengo que irme, los veré después-
Trató de decirlo con tranquilidad, no podía mostrar sus sentimientos tan abiertamente, más aún cuando ni él los comprendía.
-Te llamaremos después-
Le dijo Hikaru con una sonrisa despreocupada.
-¿Sigues en el mismo departamento?-
Le preguntó Yabu.
-Si, no tengo intensiones de mudarme, es barato y cómodo-
-Bien, entonces te veré después-
Se miraron, Inoo sintió algo extraño, pero decidió no prestarle atención, simplemente sonrió y salió del lugar.

Moría de sueño, como era de esperarse, sus ojos se cerraban y no lograba concentrarse en nada.
-¿Te sientes mal?-
Le susurró ella con voz preocupada.
-Solo estoy cansado-
Le respondió con una sonrisa y regresó su vista al frente, ignorando por completo la insistente preocupación de su novia.
Cuando la clase terminó, se dirigió a la cafetería y compró un américano sin azúcar.
-¿No pudiste dormir?-
-No es eso, es que un viejo amigo regreso y me reuní con él, Hikaru fue quien me llamó para avisarme y por eso estoy un poco desvelado-
Le explico tranquilamente mientras bebía un poco del liquido caliente y agrío, lo cual le ayudó a despertar un poco.
-Entonces hoy deberías marcharte directo a casa, necesitas dormir bien-
Ese lado protector que ella le mostraba era simplemente adorable para él, se acercó a ella y le depositó un tierno y calido beso sobre la frente.
-Descuida, estaré bien-
Observó el sonrojo en su rostro, le parecía tan tierna.
-De todas formas, no es necesario que me acompañes hoy, ve directo a casa, ¿De acuerdo?-
No podía discutir con ella al respecto, podía sentir su preocupación y aquello lo llenó de un sentimiento cálido, fraternal, así que asintió mientras volvía a beber un poco más de café.

El invierno aún estaba presente, se abrigó bien con su bufanda, metió las manos a los bolsillos de su abrigo, se despidió de ella con una sonrisa y emprendió el camino a su departamento.
Le gustaba estar con ella, era comodo, se cuidaban mutuamente, le agradaba que ella fuese tan tierna en diferentes ocasiones. 
Subió al autobús y recargó su cabeza en el vidrio de la ventana, cerró los ojos por un instante y algo diferente ocupo su mente, él.
Recordó ese instante en que volvió a verlo, su sonrisa, su voz, su suave olor, su delgado cuerpo tan cerca del suyo abrazandolo con fuerza, con gusto, con alegría.
Suspiró y pudo sentir un leve sonrojo en su rostro, miró su reflejo en el vidrio y movio su cabeza negativamente, ¿Que le estaba pasando?
Miró por la ventana, debía bajar en la siguiente estación así que se puso de pie. Cuando el autobús se detuvo al fin, bajó y emprendió el camino hacia su departamento, se sentía cansado y tenía el objetivo de llegar a dormir un buen rato.

Había dejado sus cosas sobre una pequeña mesa de madera, al centro de la habitación había un kotatsu, en invierno los kotatsu eran ideales para descanzar, así que sin quitarse el abrigo se acercó a él, primero tomo siento, acomodó sus pies para después recostarse, cerró los ojos y comenzó a quedarse profundamente dormido.
Ese sueño estaba lleno de recuerdos, los días tranquilos junto a Yabu, desde que eran unos niños, lo mucho que se divertían, sus días de adolescentes, sus travesuras, experiencias, todo lo recordaba tan bien, incluso la manera en la que su corazón comenzaba a comportarse de una manera diferente cuando estaba cerca de él. Sabía que algo en el estaba cambiando, ya no lo veía de la misma manera, le gustaba sentirse protegido por el y al mismo tiempo... especial.
Desafortunadamente, justo cuando aquellos sentimientos estaban a poco de florecer por completo, el mayor llegó con la noticia de que debía marcharse, no pudo detenerlo. Tras verlo partir se resignó a olvidar lo que sentía y tratar de comenzar de nuevo.

Llegó a la entrada, no tenía nada que hacer y pensó que visitarlo sería una buena idea, después de todo lo había extrañado demasiado durante dos años.
Tocó el timbre y espero por una respuesta, no la hubo, Extrañado, miró el nombre en la placa, tal vez se había equivocado, pero al leer “Inoo Kei” comprobó que estaba en el departamento correcto. Volvió a tocar el timbre, de nueva cuenta no hubo respuesta.
Por mero impulso, su mano se dirigió a la perilla, la giró un poco y descubrió que la puerta estaba abierta.
-¿Cómo puede ser tan despistado como para dejar la puerta abierta?-
Se dijo mientras abría lentamente la puerta, antes de entrar echó un vistazo hacia dentro, la luz estaba encendida a pesar de ser temprano, solo eran las cuatro de la tarde.
Sonrío aliviado, sabía bien que Inoo tenía la maña de encender la luz a la hora que fuese. Decidió entrar. Se quitó los zapatos tras cerrar la puerta, después entró y miró a su alrededor, todo estaba muy silencioso, tal vez había salido. Miró más detenidamente a su alrededor, todo estaba en un perfecto orden, sus libros acomodados en orden alfabetico en un gran librero, la cocina limpia y ordenada, no había rastro de polvo por ningún lado, siempre era así.
Se adentró más en aquel departamento y observó el kotatsu, sabía bien que Inoo adoraba el kotatsu, caminó hacia él, estaba profundamente dormido lo cual le provocó una tierna sonrisa.
Se arodilló a su lado, lo observó de cerca, tan solo habían pasado dos años y podía notar pequeños cambiós, su cabello estaba un poco más largo y así se notaba más rizado que de costumbre, tenía unas ojeras debajo de sus ojos, sabia lo entregado y dedicado que era Inoo, por lo cual no se extraño al notarlas. Lo observó más de cerca, tan cerca que pudo percibir de nuevo ese dulce aroma que se desprendía de el, lo había extrañado tanto.
Poco a poco se acomodó mejor hasta quedar sentado, observó como Inoo se movia un poco, acercó lentamente una de sus manos a ese rostro cansado y lo acarició con ternura, su blanca y delicada piel seguía siendo la misma, tan suave. Lentamente su mano se dirigió a la frente del chico que dormía profundamente, hasta que sus dedos se encontraron con su cabello, el cual no dudo en acariciar, siempre le había gustado sentir ese cabello entre sus dedos.
-Solo me voy dos años y resulta que tienes novia, eres injusto-
Susurró mientras su mirada se tornaba triste. En ese momento observó como los parpados de Inoo se movían, estaban por abrirse, pero antes de eso, el chico habló.
-No lo soy-
Yabu se sorprendió, no se esperaba ser escuchado por Inoo, se sintió torpe.
-Vaya, despertaste-
Dijo Yabu mientras apartaba su mano de Inoo y le sonreía, tratando de ocultar su sorpresa.
-Oí tu voz y sentí que debía hacerlo-
Lentamente Inoo se reincorporaba al mismo tiempo que tallaba un poco sus ojos.
-¿A que viene tu comentario anterior? ¿Que quieres decir con que soy injusto?-
Yabu observo detenidamente a Inoo, tenía una mirada llena de curiosidad, pensó en evadirlo pero supo que no resultaría, el chico era tan persistente cuando se lo proponía. Respiró profundo y dijo al fin.
-Solo me fui dos años y ahora resulta que tienes novia. ¿Por que?-
Inoo parpadeó un par de veces, aquella pregunta lo confundió un poco.
-¿Por qué? Bueno, porque me gusta-
Respondió despreocupado.
-¿Así que es eso? Vaya-
Yabu lo miró fijamente, como analizandolo, después respiró profundo y recargó sus brazos sobre el kotatsu.
-Si que cambiaste, eres muy injusto. Te prometí que volvería-
-¿A que viene eso?-
Preguntó Inoo mientras sentía un hueco en el estomago.
-Olvídalo. Tengo hambre. ¿Tienes algo?-
Yabu cambió rápidamente el tema, sin embargo Inoo sentía que el mayor quería decir algo más.
-¿Qué? ¿Te molsta que tenga novia antes que tú?-
Intentó bromear mientras le daba una palmada en la espalda a Yabu, sin embargo este no parecía con intensiones de reir en lo absoluto, ni siquiera lo miró a la cara.
-Siempre tan ajeno a lo que sucede a tu alrededor, esa despreocupación tuya me gusta y a la vez la odio-
Yabu miró a Inoo fijamente..
-Oye, acabas de volver... ¿Acaso quieres discutir conmigo? Vamos, no seas así, te invito algo de comer, vamos-
Inoo continuo sonriendo despreocupadamente, Yabu respiró profundo y lo miró fijamente.
-Dame una razón para darme por vencido, o tomaré mi razón para tenerte de vuelta-
Lentamente Yabu se acercó a Inoo, este intentó retroceder un poco pero fue inutil resistirse, esa mirada lo absorvía por completo.
-¿Q-Qué ocurre?-
Logró preguntar, pero era inútil pensar en algo más, aquella mirada lo acorralaba por completo, además, algo dentro de si le impedía resistirse.
-¿Qué sientes cuando me acercó tanto a ti?-
Le preguntó Yabu, susurrandole al oído. Inoo pudo sentir como todo su ser se estremecía, Yabu no había hecho algo así antes, sin embargo debía admitir que pese a toda razón, le agradaba esa sensación.
-¿Q-Qué haces?-
Preguntó mientras sus mejillas ardían y podía sentir la respiración de Yabu tan cerca de su cuello.
-Estás muy tenso-
Le respondió Yabu mientras lo miraba de nuevo a los ojos, le sonrio y con una mano tomo su rostro, se acercó lentamente hasta que unió sus labios con los de Inoo. 
Este se quedó congelado, no podía procesar lo que estaba pasando, ¿Seguía dormido? 
Al menos pensó en esa posibilidad. Sin embargo aquella sensación, los húmedos labios de Yabu sobre los suyos le confirmaba que no se trataba de un sueño, era absolutamente real. No iba a negarlo, era absurdo intentarlo, su cuerpo reaccionaba de forma natural, le gustaba, había anhelado por aquello durante tanto tiempo, pero siempre lo había creído imposible.
Cerró los ojos, fue lo único que pudo hacer, toda tensión desapareció de su cuerpo y tan solo se dejó llevar.
Yabu pudo sentir como Inoo estaba dispuesto a responder, aquello provocó algo en su interior y sin contenerse, lo besó con más intensidad. Ahora, ambos se besaban con cierto sentimiento en común, no podían detenerse, al menos que algo los interrumpiera, y precisamente eso fue lo que pasó. El telefono de Inoo comenzó a sonar, sin embargo, ambos se separaron lentamente, se miraron a los ojos y Yabu sonrió.
-Me diste la razón que necesito para estar aqui, ¿Qué vas a hacer ahora?-
Las mejillas de Inoo estaban completamente rojas, no podía apartar la mirada de los ojos de Yabu, sin embargo el insistente sonido lo hizo volver a la realidad. Lentamente se giró y tomo el aparato que estaba en su bolsillo.
-¿Si?...Ah, lo siento... estaba.... estaba dormido, si, estoy bien, ¿Eh? ¿Ahora?... Lo siento, no puedo ahora, te veré mejor mañana ¿De acuerdo?...Si... Lo siento, adios, hasta mañana-
Colgó y dejo escapar un suspiro.
-¿Era ella?-
El rostro de Yabu reflejó fastidio. Inoo tan solo asintió con la mirada.
-No pienso obligarte a nada, solo ten en cuenta que ahora, eres mio. Sin embargo tu eres quien decide-
Dicho esto, Yabu se acercó a el, besó su frente y se puso de pie.
-Me voy, te daré tiempo para que lo pienses, pero solo por hoy, eso quiere decir que volveré-
Yabu le sonrió como siempre y después salió del departamento.
Al quedarse solo de nuevo, se dejó caer al suelo, recostado de nuevo, cerró los ojos y recordó de nuevo la sensación de los labios de Yabu sobre los suyos, no se lo esperaba, jamás lo espero y ahora sentía que algo le revolvía el estomago. Sin embargo tenía a alguien... a ella, ¿Como decidir con algo así? Ella había estado a su lado en cada momento, justo cuando más lo había necesitado, pero claro, esos momentos eran debido a lo solo que se sentía sin Yabu. 

Al día siguiente salió a la hora acostumbrada, se sentía más descansado pero no más tranquilo, n había podido apartar de su mente las palabras de Yabu.
Subió al autobús y todos los asientos estaban ocupados, bueno, no era un camino largo así que no tenía problema en ir de pie. Se fue hasta atrás y esperó a que el vehiculo emprendiera el camino.
Mientras miraba por una de las ventanas, escuchó algo que inevitablemente llamó su atención.
-Tiene novia pero aún así...-
Afinó su oìdo y discretamente decidió escuchar un poco más, de reojo pudo observar que era una platica entre dos chicos.
-Lo acabas de conocer, visita mucho la casa de huespedes e incluso hay ocasiones que va con su novia y aún así... pasa... ¿eso que me dijiste?-
Los ojos de Inoo se abrieron de par en par, la historia era diferente pero se asemejaba un poco a lo que le sucedía, el mundo si que era pequeño, pensó.
-No tan así, he visto a la chica un par de veces nada más, no deja de seguirme a todas partes, no se que hacer...-
Quería escuchar más de aquello pero llegó a su destino, así que bajó del autbús y observó como éste se alejaba.
-¿Te paso algo malo?-
Esa voz. Reaccionó de prisa y se giró para mirarlo, era Yabu.
-¿Qué haces aquí?-
-Descuida, no voy a acosarte, tengo cosas que hacer aqui, eso es todo, fue casualidad que te vi bajar del autobús-
Las mejillas de Inoo se sonrojaron y torpemente dijo.
-No piensé nada relacionado al acoso. Pero ya que lo mencionas tendré cuidado-
Yabu soltó una carcajada.
-Bueno, si te gusta de esa forma también puedo hacerlo. Igual, ¿Tienes clase?-
-Si no fuera porque tengo clase no estaría aqui-
Le respondió con el tono habitual, de confianza y comodidad.
-Te acompaño a tu salón, llegue más temprano de lo que debía y aún debo esperar a alguien-
-¿Esperar? ¿A quien?-
Preguntó Inoo con evidente curiosidad.
-Es un secreto-
Respondió Yabu con una sonrisa, le dio una palmada en la espalda y se dispuso a caminar.
-¡Kei!-
Alguien lo llamó, era esa voz tan suave y delicada, tan fina y a la vez tan... inoportuna.
-Ah, buenos días-
La saludó con torpeza.
-¿Quién es él?-
Preguntó la chica mirando timidamente a Yabu, pero antes de que Inoo pudiera presentarlo, se adelantó, hablando con cordialidad.
-Mi nombre es Yabu Kota, soy amigo de la infancia de Inoo-chan, practicamente soy su mejor amigo, ¿verdad?-
Yabu miró de reojo a Inoo y este asintió.
-¡Mucho gusto! Mi nombre es-
-Ah, disculpa que te interrumpa, llevo un poco de prisa, igual ya sé que eres la novia de Inoo ¿Verdad? Espero que luego tengamos más tiempo de platicar mejor, hasta luego-
Dicho esto, Yabu se marchó rápidamente con una amable sonrisa, sin embargo Inoo supo que aquello era falso y entonces un dolor inundó su pecho, no le gustaba ver a Yabu fingir estar bien y de alguna forma se sintió culpable.

Su día fue inesperadamente pesado, se sentía vacío, en varias ocasiones ignoró por completo lo que el profesor explicaba incluso lo que ella le decía, no lograba concentrarse en nada.
-Te veré en la cafetería, ¿De acuerdo?-
Le dijo ella con su habitual sonrisa, al parecer no notaba lo ausente que se encontraba Inoo.
-Si, te veré ahí-
Fue así como, después de regalarse una sonrisa, ambos tomaron caminos separados. Con la mirada ausente y clavada en el piso, se dirigió a la biblioteca, caminaba entre los estantes cuando de pronto alguien lo tomó del brazo y solo así pudo reaccionar.
Se quedó paralizado, sorprendido y sin habla, justo ahora tenía a Yabu frente a él, con esa sonrisa traviesa dibujada en el rostro y sus pequeños ojos clavados en él.
-¿Por que andas tan distraído?-
Inoo parpadeo un par de veces, después pudo decir con dificultad.
-Ah, es que estoy cansado-
Mintió.
-Creí que jamás te ibas a quedar solo-
Dijo Yabu con un ligero fastidio.
-¿Eh? Bueno, vine por unos libros que necesito-
-Si, ya lo noté. ¿Estás libre ahora? Quiero que me acompañes a hacer unas compras-
Inoo estaba a punto de aceptar la invitación, aquello le subió el animo de alguna manera puesto que le alegraba ver que Yabu se encontraba de buen humor. Pero entonces recordó que habia quedado con ella, no podía dejarla sola... 
-Espera un segundo-
Le dijo Inoo mientras se alejaba de él, sacó su telefono del bolsillo y cuando estuvo lo bastante alejado hizo una llamada rápida.
Yabu lo observo fijamente, no pudo evitar sonreír al verlo, era evidente que Inoo también deseaba estar a su lado y eso lo motivaba. Estaba emocionado.
-Bueno, solo deja tomo los libros que necesito y nos vamos, ¿Esta bien?-
Yabu sonrió ampliamente al mismo tiempo que le revolvió los cabellos a Inoo.
-Me parece perfecto. Te espero por allá-
Señaló una mesa cerca de la salida, Inoo le sonrió y lo vio alejarse. Mientras buscaba uno de los libros no pudo evitar el reflexionar. Le había marcado a ella para decirle que no lo esperara, que tenía cosas que hacer referente a un proyecto escolar, obviamente mintió, pero aquello no le causaba remordimiento alguno, al menos no tan grande como esperaba, puesto que el hecho de estar con Yabu era suficiente para pasar un buen rato, agradable y muy a gusto.

Ambos caminaban por las calles, entrando a diferentes tiendas, al parecer Yabu se mudaría y quería comprar cosas basicas como artículos para la cocina; vasos, platos. También muebles y otras cosas.
-Creí que ya tenías departamento-
Comentó Inoo mientras miraba unas tazas.
-Lo desocupé cuando me fui y ahora me estoy quedando con mi mamá, pero ya no es muy cómodo vivir con ella así que ahora ya tengo otro departamento, vendí los muebles viejos antes de irme por lo que ahora no tengo nada-
Explicó Yabu mientras jugaba con un delantal.
-Parece que vendiste todo pensando en no volver-
Dijo Inoo mientras lo observaba fijamente.
-Lo que pasa es que no estaba seguro de si iba a volver en dos años, pero estando allá descubrí que algo me hace falta, por eso termine regresando de todas formas-
Aquel comentario hizo sonrojar a Inoo, aunque Yabu no lo había dicho directamente, pudo sentir algo específico en su mirada y en su voz.
-Bueno, pero ya volviste. ¿Quieres que te ayude a ordenar tu nuevo departamento?-
Yabu sonrió.
-Si lo haces quedará tan perfectamente ordenado que después de una semana será un desastre y entonces me regañarás-
-Eso es porque no tienes orden con tus cosas, no entiendo porque eres así-
-Supongo que para eso te tengo a ti, tu le pones orden a mi vida, de alguna manera. ¿No lo crees?-
Inoo sonrió torpemente.
-Si así lo quieres ver-

La tarde pasó tranquila y relajada, Yabu llevaba algunas bolsas de compra en las manos e Inoo le ayudaba con un par. Se detuvieron en un restaurante familiar para comer algo, platicaron, rieron y bromearon como de costumbre, y en todo ese rato Inoo no pensó en ella, ni por un instante, para él no había nadie más que Yabu.
-Y aqui es-
Señaló Yabu el edificio, era muy normal.
-Se parece un poco al edificio anterior, solo que éste no huele raro-
Bromeó Inoo.
-¿Quieres entrar?-
Lo invitó Yabu.
-Está bien, supongo que quiero conocer tu nuevo departamento-
-No hay mucho que conocer, ahora esta casi vacío, pero no hay problema en que lo veas así-
Fue asi como ambos entraron, subieron al elevador y llegaron al departamento, el cual ya tenía escrito el nombre de Yabu en la placa junto a la puerta, justo arriba del timbre.
Entraron e Inoo observó lo vacío que estaba, no había casi muebles, en la cocina solo había una estufa, una alacena pequeña y un refrigerador, la sala solo estaba decorada con una pequeña mesita de centro.
-Vas a tener que comprar muchas cosas-
Dijo Inoo mientras dejaba las bolsas de compra sobre la mesita de centro.
-Lo sé. Pero asì se empieza. Ya tengo empleo y comprare todo lo necesario poco a poco.
Yabu le sonrió y caminó hacia la ventana para abrirla.
-Es más grande que el anterior-
-Bueno, tenía ganas de algo más amplio-
Inoo recorría el área, observando e imaginando que clase de muebles podrían estar ahí en un futuro cercano. Sus pasos lo llevaron a una habitación que solo tenía un futón sobre el suelo y una lámpara, en un rinón pudo ver el equipaje de Yabu y una de las maletas estaba abierta.
-Hasta tienes tu habitación aparte, aunque es raro ver que solo tienes un futón-
-Lo traje de casa en lo que consigo comprar una cama-
-Y tambien necesitaras un ropero-
Señaló Inoo la meleta abierta.
-Ah, si, bueno, necesito básicamente todo-
Sonrió Yabu torpemente. Después caminó hacia el futon y se sentó sobre de el.
-¿Vendrás a ayudarme a acomodar todo?-
Inoo le sonrió y tomó asiento a su lado.
-¡Claro! No eres bueno acomodando así que es evidente que necesitaras mi ayuda-
Ambos se miraron y sonrieron. Justo después, de forma inesperada para Inoo, Yabu se acercó y lo besó en los labios con ternura. Se separó casi de inmediato solo para verlo a los ojos y sonreírle.
-Me alegra que decidieras estar conmigo hoy-
Inoo parpadeó un par de veces, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir mientras sentía los fuertes latidos de su corazón.
-Bueno, acabas de regresar, no podía dejarte solo-
-¿Estás seguro de que solo es por eso?-
Yabu miraba a Inoo con bastante interés.
-Bueno... yo...-
Las palabras estaban en su cabeza pero simplemente no podía expresarlas, se sentía demasiado nervioso y estaba consiente de que sus mejillas sonrojadas lo delataban.
En ese preciso instante, algo sonó y vibró desde el interior de su bolsillo, era su telefono y alguien le llamaba. Sintió un hueco en el estomago al ver de quien se trataba. Rápidamente se puso de pie y salió de la habitación para responder, Yabu solo se quedó ahi sentado, observando como Inoo se alejaba y respondía, de cierta forma podía deducir de quien se trataba y aquello no lo hacía sentir muy bien, tenía que hacerle ver a Inoo que debía tomar una elección, odiaba tener que “compartirlo” con alguien más.
Mientras esperaba a que Inoo volviera, se recostó sobre el futon y cerró los ojos, tratando de relajarse y hacer los movimientos adecuados.

Por otra parte, Inoo trataba de sonar tranquilo, por alguna razón sintió que estaba haciendo algo malo, que la estaba engañando, pero realmente se estaba engañando a sí mismo por aferrarse a sentirse así.
-Descuida, en cuanto llegue a casa de llamaré ¿De acuerdo?... Cuídate... Si... Adiós-
Colgó y sintió un vació en su pecho, ella había dicho “Te quiero” y él no había sido capas de responderle como antes, ¿Por qué? 
Bueno, la respuesta parecía obvia, más cuando se giró para volver a la habitación y se encontró con Yabu recostado sobre el futon, con los ojos cerrados, parecía dormido.
Guardó el telefono de vuelta en su bolsillo, se acercó sin hacer ruido, tomo asiento y se inclinó hasta estar tan cerca del rostro de Yabu que practicamente podía estar recostado sobre él.
Estando tan cerca pudo observar mejor su rostro, sus ojos, cejas, nariz, mejillas, labios... sus labios, y ahí se detuvo. Lentamente, de forma inconciente, se iba acercando a él, su mente se quedó en blanco, no pensó en nada, hasta que estuvo tan cerca que al fin sus labios se posaron sobre los de Yabu al mismo tiempo que sus ojos se cerraban lentamente.
Lo que Inoo no esperaba era obtener una respuesta, al menos no inmediata, y fue justo lo que pasó. Los labios de Yabu respondieron a aquel suave contacto, hasta que poco a poco sus labios comenzaron a moverse a un ritmo tan coordinado, como si lo hubieran hecho ya tantas veces.
Lentamente se separaron y fue entonces que Yabu abrió los ojos para contemplarlo fijamente.
-Te quiero-
La voz de Yabu tan suave y paralizante lo dejaron sorprendido y su sonrojo no hizo más que aumentar. Quería responder, de alguna manera tenía la respuesta a esa frase, sin embargo no pudo hacerlo, torpemente se puso de pie y tan solo dijo.
-T-tengo que irme-
Ocultando su rostro, salió del departamento de Yabu.

¿De que escapaba? ¿A que le tenía miedo? 
Yabu era tan sincero con él, tan honesto y transparente. Mientras que él solo se llenaba de dudas y preocupaciones que de un momento a otro le parecían tan absurdas. Sabía que debía hacer algo antes de poder continuar. 
En cuanto subió al autobus miró por la ventana, poco a poco el latido de su corazón se calmo, respiró profundo e hizo una llamada.

Inoo se había marchado tan precipitadamente que por un momento pensó que tal vez había hecho algo mal.
Continuó recostado sobre el futon un buen rato, mirando fijamente hacia el blanco techo. No estaba arrepentido de lo que había hecho, desde que decidió volver se propuso ser honesto con sus sentimientos. Descubrió que todo el tiempo que había vivido junto a Inoo, desde pequeños hasta llegar a ser más grandes, lo había querido, solo que era un sentimiento que dificilmente se materializaba, siempre terminaban con absurdas bromas y juegos, solo eso. Sin embargo, cuando tuvo que marcharse lejos y tener que pasar día tras día sin él, su corazón se sintió tan solo, lo necesitaba. Fue entonces que pudo darse cuenta de que Inoo era más importante para él de lo que pensaba, en verdad lo quería, incluso podía atreverse a llamar a ese sentimiento algo más.
Poco a poco se reincorporo y clavó su mirada a lo lejos, por donde Inoo se había marchado, se puso de pie, tomo sus llaves y salió del departamento a toda prisa.

Ya todo estaba arreglado, tenía que dejar las cosas claras, lo que menos deseaba era lastimar los sentimientos de alguien que le había regalado tanto cariño sin pedir nada a cambio.
El mesero llegó con el café y tomó un sorbo, sentir el liquido caliente recorrer su garganta lo hizo armarse de valor. A penas le echaba un vistazo a su reloj cuando alguien dijo su nombre, se giró y ahí estaba, acercándose a él con tanto entusiasmo y con una radiante sonrisa en el rostro, seguramente había ansiado pasar con el a tarde. Pero no podía conmoverse tanto, tenía que ser firme.
-Me extraña que me llamaras, creí que tenías mucho por hacer para tu proyecto-
Su voz tan cálida, tan femenina, lo hicieron bajar la mirada. Respiró profundo y se acomodó mejor sobre su silla, para estar un poco más cerca de ella.
-Te llamé porque hay algo que quiero decirte-
Ella lo miró fijamente, con aquellos ojos brillantes, como de quien espera una buena noticia o algo más romántico, Se recargó sobre la mesa con sus codos y también acercó más su rostro al de Inoo, mientras continuaba mirándolo fijamente.
-Yo sé que hemos pasado un tiempo maravilloso juntos, estoy feliz por habert encontrado cuando más lo necesitaba... Pero, no puedo engañarte, ni tampoco a mi mismo-
Observó como poco a poco la luz en su mirada se opacaba y su expresión se tornaba triste, ella comenzaba a sospechar de que se trataba todo.
-¿Quieres que terminemos?-
Se adelantó a decir con voz seria, era la primera vez que la escuchaba hablar así. Pero no tenía porque negarlo, y como gesto de amabilidad, acarició su rostro suavemente.
-Sé que vas a encontrar a alguien que valga la pena. Yo, desde hace mucho tiempo, quiero a alguien más. ¿Podrás perdonarme?-
Ella disfrutó de la suave caricia de Inoo cerrando los ojos un segundo, respiró profundo y aquella radiante sonrisa regresó a su rostro.
-Si estarás feliz con alguien más, no tengo nada de que culparte-
Dicho esto, Inoo la observó ponerse de pie, le sonrió amable y antes de marcharse le dijo.
-Cuidate. Adiós-
Y se fue, dejandolo solo. Era lo mejor, lo correcto, y no sentía remordimiento alguno, al contrario, sentía que estaba haciendo las cosas bien, ahora solo faltaba regresar y aclarar sus sentimientos frente a esa persona importante, Yabu.

Había tomado el autobus que lo llevaría a donde Inoo vivía, cuando bajó, caminó a toda prisa, mirando a su alrededor, no podía dejarlo marchar así. Cuando llegó a su departamento, tocó el timbre, sin embargo no hubo respuesta, tocó la puerta y obtuvo el mismo resultado. Intentó girar la perilla pero estaba cerrada, eso significaba que aún no había llegado.
¿Qué podía hacer? ¿Quedarse ahí y esperar a que regresara?
No podía, estaba tan desesperado que quería correr para buscarlo.
-No te vas a escapar de mi-
Murmuró para si mientras atravesaba aquel pasillo.

Llegó al departamento de Yabu y con toda confianza abrió la puerta.
-Regresé...-
Dijo torpemente mientras dejaba una bolsa de compra con comida cerca de la mesita de centro. Caminó lentamente, esperando que de un momento a otro Yabu saliera para sorprenderlo, pero no fue así.
-¿En donde estás?-
Preguntó al aire, pero no hubo respuesta. Entró en su habitación pero Yabu no se encontraba ahí, seguramente había salido a comprar algo, fue lo que Inoo pensó, y sin dudarlo, se recostó sobre el suave futon.

Las horas transcurrieron, ya era de noche y no había pistas de Inoo por ninguna parte. Eso no era normal. ¿Acaso lo estaba evitando y estana confinado en su departamento?
Tomo su telefono móvil y lo llamó, sin embargo solo le respondió la grabación diciento que el telefono se encontraba apagado o fuera del área de servicio.
Se sentía frustrado, no tenía más remedio que regresar a su departamento, sin embargo algo como esto no lo harían darse por vencido.
Cuando llegó, notó que no había cerrado con llave, encendió la luz y fue a la cocina por un vaso con agua. Al terminar, se dirigió a su habitación, se sentía cansado. 
En el momento en que encendió la luz se llevo una gran sorpresa, incluso dudaba si era real lo que veía. Inoo estaba justo ahi, dormido sobre el futon, dormía placidamente, como siempre solía hacerlo.
Sonrió torpemente y se acercó a él hasta quedar recostado a su lado, lo observó fijamente, lucía tan hermoso, sus facciones tan perfectas, sus labios tan besables y esa piel tan suave. Acarició su rostro con ternura hasta que llegó a su cabello y enredó sus dedos en este. Aquello hizo que Inoo despertara lentamente y cuando pudo ver a Yabu, le sonrió.
-¿Por qué te fuiste así?-
Le preguntó con preocupación sin dejar de jugar con su cabello.
-Tenía algo... que terminar-
Respondió mientras se sonrojaba y desviaba un poco la mirada hacia abajo. Aquello le pareció tierno a Yabu.
-¿Qué tenías que terminar?-
Inoo balbuceó un poco, de alguna manera le costaba decirlo de forma natural, quería tranquilizar sus sentimientos que estaban a punto de desbordarse sobre de Yabu.
-¡No me digas que...! ¡¿Termiaste con ella?!-
La sorpresa de Yabu fue tal que sus ojos estaban más abiertos de lo normal. Inoo solo asintió con torpeza mientras su rostro, aún enrojecido, trataba de ocultarse.
-¿Fuiste a terminar con ella? ¿Por qué?-
La voz de Yabu sonaba relajada, como si ya supiera la respuesta pero que aún así quería escucharla. Inoo lo miró de reojo, se armó de valor con un profundo suspiro y respondió.
-Porque yo... te quiero a ti-
Hizo todo lo posible por mantener la mirada firme sobre Yabu, a pesar de su evidente y violento sonrojo.
-Entonces ahora eres totalmente mio-
La suave y seductora voz de Yabu lo embriago, lo sintió tan cerca que de alguna manera ya quería que se acercara más, sin embargo, en un impulso, fue Inoo quien lo tomó por sorpresa, jalandolo del cuello para acercalo y así poder besarlo.
Se besaron con mayor intensidad, esta vez se pertenecían por completo, no había obstaculo alguno. Cuando se separaron, unieron sus frentes y se miraron fijamente.
-¿Puedo hacerte mio?-
Le susurró Yabu.
-No necesitas pedir permiso-
Le respondió Inoo mientras lo besaba de nuevo. Fue así como un juego de caricias y besos se hizo presente, hasta inundar poco a poco la habitación de pequeños gemidos. Pronto, la ropa fue innecesaria y no dudaron en deshacerse de ella.
Explorando cada rincón de sus cuerpos con besos y caricias, la temperatura subía a cada segundo y los gemidos de Inoo incrementaban cuando sintió a Yabu tan dentro de si.
Era una noche especial, a pesar de que ya se conocian de toda la vida, era la primera vez que se entregaban de esa manera tan exquisita, tan sensual, tan completa.
Todo culminó con un fuerte grito de ambos, el placer causaba pequeñas corrientes electricas por todo su cuerpo. Con la respiración aún agitada, se miraron fijamente, y con las pocas fuerzas que le quedaban a Inoo, levantó sus brazos para rodear el cuello de Yabu, lo acercó a el y le susurró al oído.
-Te amo-
Yabu suspiró, sus ojos se clavaron en los de Inoo y con una tierna sonrisa le dijo.
-Y yo a ti-
Se sonrieron y una vez más, se besaron. Después de eso, se quedaron profundamente dormidos, abrazados y revueltos entre quella delgada sabana.

A la mañana siguiente, despertó primero que Yabu, con una sonrisa lo contempló, esto era lo que tanto le había faltado, si bien había encontrado a alguien con quien sonreír, no era suficiente, simplemente estaba tan aferrado a ser feliz que terminó por fingir, crear algo falso. Su felicidad estaba junto a él, porque ahora él era su todo, su felicidad, su mundo, todo.

-Tengo hambre-
Dijo Yabu mientras se acercaba a Inoo, quien estaba preparando un par de cafés.
-Deberías vestirte-
Señaló Inoo al ver que Yabu estaba aún desnudo.
-Estoy en mi casa y el único que me ve eres tu, no le veo problema alguno-
Dicho esto, abrazó a Inoo por detras, rodeando su cuello con sus delgados brazos.
-Lo digo porque es temprano, hace frío y te puedes refriar-
Yabu besó su  mejilla y le dijo.
-Si tu me arropas no me enfermaré-
Inoo se sonrojó un poco, le sonrió y se giró para darle su taza.
-Bebe esto, compre algo de comida, solo debes calentarla, yo tengo que ir a clase, pero te vere más tarde-
-Pero aún es temprano-
Señaló Yabu mirando el reloj de pared.
-Si, pero debo ir a mi departamento por unas cosas que necesito, tendré que hacer doble viaje-
-Bueno, sabes que eso tiene solución-
Inoo miró la sonrisa de Yabu y comprendió, sin embargo no dijo nada.
-Regresaré en la tarde, ¿Estarás aqui verdad? Debes recibir los muebles que encargaste-
Estaba por salir cuando Yabu le dijo.
-Ven a vivir conmigo-
Se giró para verlo y le sonrió.
-No iba a esperar a que me lo pidieras-
Dicho esto, salió del departamento y emprendió el camino.

El radiante sol, el frío matutino y el movimiento de la ciudad lo hacian sentir diferente, más bien, percibía todo de forma diferente, a partir de ahora todo sería así, ya que al fin estaba con la persona que tanto necesitaba, que tanto había esperado, si estaba con Yabu.
“Porque él es mi felicidad, contigo a mi lado, no necesito nada más”

F I N


----------

Y bien, este es el primer InooBu que hago, me costó trabajo por ser el primero, además de que últimamente escribo más lento de lo que debería LoL Siento mucho si me tardo, es que he tenido mis altas y mis bajas y eso me ha afectado un poco en cuanto a escribir se trata, pero estoy tratando de echarle todas las ganas del mundo para continuar.
Este mes quiero publicar más puesto que en Enero fue muy poquito, no quiero prometer nada porque siempre quedo mal -w- pero espero poder hacer todo lo que tengo ya planeado y empezado.
Ojala y este InooBu les haya gustado, que va especialmente para Hitomi, quien me la ha pedido durante mucho tiempo por Facebook xD