jueves, 14 de abril de 2016

[OneShot] La forma en que lo amo

Título: "La forma en que lo amo"
Pareja: Hikaru Yaotome - Okamoto Keito (HikaTo)
Género: Yaoi, Lemmon, Angst (?), SongFic (?)
Autora: Ayaa
Extensión: OneShot
Nota: Esto terminó por calificar en un montón de categorías. Obviamente dudo de las últimas dos, pero bueno, ya decidirán ustedes si he elegido bien. Como de costumbre, tengo que inspirarme en canciones y, a pesar que desde un inicio éste fic no iba a tener canción, terminé por agregarla. Así que bueno, les dejo el link para que la puedan escuchar si así lo desean.




La forma en que lo amo. 

"Si te enamoras debes reír, brincar de felicidad, ser feliz. Y también debes llorar, enojarte, sentir pena. Por eso es amor. Porque ese sentimiento tan inmenso te ayudará a afrontar todo aquello. Nos hace más humanos. Así debe sentirse." 

La diferencia entre un "te amo" y un "te quiero" en inmensa. Lo sé porque jamás me han dicho las primeras dos palabras. He recibido demasiados "te quiero".  
No soy la clase de persona que espere un "te amo" todo el tiempo, solo lo esperaba de él. Porque yo se lo dije. 
Sin embargo, descubrir que él no sentía lo mismo fue devastador. ¿Que haces cuando, la persona a quien le has entregado todo, simplemente te dice "gracias"?  
Él lo hizo. Después se desvaneció. 
Aún no logro comprenderlo. Por mas que lo pienso, intento analizarlo e incluso comprenderlo, no encuentro una respuesta que apacigüe toda la ira y la tristeza que siento. 
Mi relación con él siempre fue así; besos, citas, algunas cenas y encuentros casuales. Pero jamás un "te amo".  
Y sin embargo ahí estaba yo, amándolo con cada fibra de mi ser, esperando que algún día el me correspondiera, entregándole toda mi alma. Absolutamente todo de mi. 

Mis amigos dicen que soy un tonto, ingenuo y que desperdicio mi energía y tiempo en pensar en él. Yo no lo veo así. Para mi jamás fue un desperdicio amarlo y jamás lo será. Aunque él ya no este aquí.  
Estoy consiente de que solo vivo de recuerdos, los cuales siempre me hacen llorar más de lo que soy capaz de admitir. 
Una vez alguien me preguntó "¿Y por qué lo amas tanto?" Y yo tan solo respondí "¿Y por qué no?" 
No tenía motivos para no amarlo, ni tampoco razones para engañarme tratando de ocultarlo. Simplemente lo sentía y lo manifesté. Al menos puedo estar tranquilo, yo no cometí el error de guardar mis sentimientos. 
Él si. 
Es ahora cuando debo hablarles un poco más de él. Solo lo que él me permitió conocer, seguramente habrá un montón de cosas que se guardó, de eso estoy seguro. 
Su nombre es Hikaru Yaotome. Físicamente es delgado, alto y, al menos para mí, atractivo. Otras personas solo dicen que tiene apariencia divertida, pero para mí es absolutamente atractivo, cada parte de su rostro "divertido" es perfecta para mí. Tal vez son mis sentimientos los que hablan en lugar de mi la razón, pero para mí no hay defectos en él. Ni siquiera el hecho de que le gusta guardar lo que siente por los demás en lo más profundo de su corazón. 
¿Cómo lo descubrí? 
Bueno, estuve a su lado el tiempo suficiente. Y por mi pudo haber sido más de no ser porque él decidió irse. Se alejó de mí en cuanto le dije que lo amaba. 
Hace más de dos meses que no se nada de él. Quise buscarlo y hablar con el, preguntarle sus razones para irse de mi lado, pero no lo hice. 
Quiero que él regrese. Que se de cuenta de que me necesita, de que también me ama. Claro que, si eso no sucede entonces sabré que a pesar de todo lo que vivimos, siempre fue un amor unilateral. 
Aún así no me arrepentiré de mis sentimientos hacia el. Sé que he sido honesto y que la felicidad que me hizo sentir fue real. Aunque tal vez para él no.  
Cuando lo conocí, algo cambio dentro de mi, debió haber sido un cambio tan pequeño que no lo noté enseguida. Ese día sigue marcado en mi memoria. 

Como de costumbre, me dirigía a mi trabajo de medio tiempo en una librería del centro, acaba de entrar a la universidad y me estrenaba como un joven autónomo e independiente. Era más sencillo decir aquello que simplemente admitir que me había cansado de vivir con mis padres; no es que los odiara, solo que comenzaba a necesitar cada vez más mi propio espacio, y al parecer a ellos les gusto mucho la idea, al ser el varón y primogénito de la familia Okamoto, debía ser el primero en dejar el nido. 
Mi padre me ayudó a cubrir el primer pago para la renta de un pequeño departamento que encontré cercano a la universidad, la renta era bastante accesible y aunque el lugar era bastante pequeño, me quedaba perfecto. No soy de esas personas que requieran grandes espacios, tampoco me gusta acumular cosas así que estaría bien. 
A la semana de haberme instalado conseguí el empleo, ayudo mucho mencionar que me gustaba leer y que recordaba de memoria toda clase de nombres y títulos. No es que esto sea un don muy especial, pero para trabajar en un lugar lleno de libros, y por ende con nombres de sin fin de autores, aquello era ideal. 
En fin, regresando al tema, aquel día me dirigía hacia la librería, como de costumbre, y justo en la entrada estaba él. 
En principio opte por pasar de él y tan solo decirle que me dejara pasar, ya que estaba obstruyendo toda la entrada. Pero eso no fue necesario, a penas me acerqué a él, me miró y sonrió. 
No fue una sonrisa cualquiera, fue una de esas sonrisas divertidas, como si ya me conociera de hace tiempo y esa fuera su forma de saludarme. 
-¡Buenos días!- Me dijo con energía mientras ensanchaba más esa sonrisa. Yo no supe cómo reaccionar.  
¿Por qué me saluda? No me conocía y yo tampoco lo conocía, éramos dos completos extraños. 
-A partir de hoy trabajaré aquí, mucho gusto- 
-Ah... Mucho gusto...- Le respondí aún más confundido. ¿Cómo supo que yo también trabajaba en la librería? No llevaba el overol ni mi gafete. 
Poco después el misterio se develo sin ser tan maravilloso. El día que lo contrataron le enseñaron el lugar, al igual que habían hecho conmigo, y yo estaba en la caja registradora tratando de atender a una gran cantidad de clientes. Siempre que se acumula algo frente a mí me concentro a tal grado que lo que ocurre a mi alrededor desaparece. Y en esa ocasión fue lo que ocurrió; cuando el encargado le mostró el área de cajas, yo estaba absorto cobrando y envolviendo libros como un poseso. 
Ese sería su primer día de trabajo, se presentó de forma amable y, claro, sonriente. 
-Mi nombre es Hikaru Yaotome. Será un placer trabajar con todos- Hizo la acostumbrada reverencia y nos sonrió a cada uno.  
Yo no podía evitar el sentirme extraño, no estaba acostumbrado a tratar con alguien tan amable y alegre, de alguna forma me hacía sentir incómodo. No quería ser grosero con él, pero sabía que lo mejor sería evitarlo y no tratar demasiado con él. 
Con este pensamiento me dirigí al almacén, en donde debía tomar unas cuantas cajas llenas de libros y comenzar a ordenarlos en los estantes. Aquel trabajo me llevaría toda la tarde y, como eran muchos libros acumulados, me concentré como de costumbre. Eso también me ayudaba a prestar más atención a los títulos, autores y géneros, sabía que no tardaría en memorizarlos y me serían de utilidad cuando algún cliente me preguntase por alguno de esos nuevos títulos. 
-Así que hoy acomodaremos libros, ¿Okamoto-kun?- Aquella voz, por primera vez en mi vida, me había sacado de mi mundo de concentración absoluta. Mire hacia la izquierda y lo encontré a mi lado, sonriente y despreocupado. ¿Acaso siempre andaría así por la vida? 
-¿Te parece bien que, mientras tú acomodas los de computación, yo acomodé los de idiomas?- 
-Esta bien, terminando con estos iré con los de cocina. Tú puedes continuar con los de ingeniería- Le indique mientras le señalaba las cajas que ya había acomodado frente a cada pasillo correspondiente. 
-Mejor yo los de cocina, no soy la clase de chico que se líe con libros de ingeniería, de tan solo ver los títulos ya siento mareos- 
Aquel comentario me hizo gracia así que, naturalmente, sonreí un poco.  
-¡Pero vaya! ¡Si sabes sonreír!- Exclamó con mucha sorpresa. Lo que me hubiese incomodado de no ser por el hecho de que no era la primera vez que me lo decían. 
Yo no tenía la culpa de lucir como alguien serio y difícil de tratar. Simplemente no se me da bien ir por la calle con una sonrisa o entablar cualquier conversación con los demás. Si no tengo nada importante que decir, prefiero guardar silencio. Además, desde pequeño no se me ha dado bien hacer amigos, nunca soy el primero en iniciar conversaciones y si estoy junto a alguien que no conozco, simplemente me limito a observar y esperar a que surja algún tema en común. Por eso las personas prefieren no acercarse demasiado a mi. Creen que soy “especial” y que no le hablo a cualquiera. Eso es mentira. Tan solo pido que se acerquen a mí y hablen, con el tiempo hablaré yo también. Juro que no muerdo. 
-Claro que se sonreír. No soy un robot- Murmuré en voz tan baja que estaba seguro de que no me escucharía. Pero no contaba con su buen oído. 
-Ya sé que no eres un robot. Es probable que no le sonrías a cualquiera ¿verdad? Entonces... ¿Soy afortunado?- 
Y ahí estaba su radiante sonrisa, una energía especial emanaba de todo su ser, como si estuviese lleno de luz. 
"Hikaru" Pensé. "Le queda bien" 
En ese momento sabia que tenía que decirle algo, responder a su comentario, decirle que no tenía que considerarse afortunado, después de todo se trataba de una simple media sonrisa, que aquello no era razón para sentirse que era especial. Pero en el fondo, muy en el fondo, una pequeña parte de mi sabía que en definitiva eso ya lo hacía especial. 
-Ustedes dos, dejen de perder el tiempo conversando y acomoden esos libros. En cuanto terminen, Okamoto ve al área de cajas y ayudas a Takashi a envolver. Yaotome, tu limpiarás los pasillos. ¿Entendido?- 
-¡Si!- 
-Si- 
Respondimos al unísono. Me sorprendió mucho escuchar de pronto la voz del encargado, era la primera vez que me regañaban y, a pesar de todo, no podía sentirme avergonzado o molesto. Extrañamente me sentí con ganas de reír más. Me había perdido tanto en mis pensamientos, tratando de explicarme cosas que simplemente debía dejar pasar. Era la primera vez que me sentía así. 
Por ende, no me contuve y solté una carcajada discreta. De esas que solo alguien que este cerca de ti podrá notar. Él estaba cerca de mí. 
-¿Y ahora de que te ríes?- Me preguntó con el ceño fruncido, al parecer le extrañaba mi cambio de humor tan repentino. Seguramente pensó que estaba perdiendo la cordura. 
-De que tienes que limpiar todos los pasillos- Respondí aún sonriendo, por alguna razón mi rostro no podía volver a la normalidad. Aquello me hacía sentir mucho mejor. 
-¿Y eso que tiene de divertido? ¡Tú estarás envolviendo libros! Así que deja de burlarte y ponte a acomodar esos libros, que aún te faltan los de ingeniería- El tono de voz que uso conmigo podría interpretarse como si estuviese molesto u ofendido, sin embargo él también estaba sonriendo. De esas sonrisas que se expresan cuando gastas una broma. Y siguiendo el juego, me dio un golpecito en el pecho con el puño. Después se dio media vuelta y comenzó a acomodar libros en el estante de atrás. 
Yo me quedé inmóvil unos segundos, sintiendo un extraño calor en la zona en la que su mano me había tocado. Era extraño. Pero no se sentía mal, en lo absoluto. 
Lleve mi mano al pecho y traté de salir de aquella ensoñación. Debía haber algo raro en mi. Era la primera vez que alguien me hacia sentir así. Aún no podía explicarme como, eso lo descifraría más adelante.  

Al terminar la jornada, salí de la librería y me despedí del encargado. Tenía hambre así que en mi mente estaban los ingredientes que compraría para la cena. Siempre prefería cocinar que comer en algún restaurante, era más económico y además tenía que terminar algunos ensayos y lecturas. 
Con todo esto en mente, caminaba por la calle cuando, a lo lejos, escuche que alguien gritaba mi nombre. No mi apellido. Mi nombre. 
-¡Keito! ¡Keito! ¡Keito! ¡¡¡KEITO!!!- 
Al principio me pareció estar escuchando mal. Las personas que solían llamarme por mi nombre no estaban en Tokio, todos me llamaban por mi apellido. Por esa razón pensé que no debía de dirigirse a mi aquel llamado, pero fue cada vez más insistente y al parecer, se acercaba 
-¡¡¡KEITO!!!- 
Y fue así que decidí detenerme, mire a mi alrededor y por último di media vuelta. Ahí estaba, en medio de la acera, ignorando a la gente que lo miraba mientras gritaba a todo pulmón mi nombre. 
Sentí como mis ojos se abrieron como platos, estaba sorprendido y a la vez un poco avergonzado de que me estuviera llamando así en plena calle. 
Cuando nuestras miradas se encontraron, sonrió de lado, como cantando victoria por la travesura realizada y corrió hacia mi. La forma en la que corría me recordaba a la de un niño pequeño. Fue entonces que pensé "Muy probablemente aún sea un niño travieso" 
-¿Por qué no me hacías caso? ¿Te gusta ir por la vida ignorando a la gente?- Me reclamo mientras estiraba su brazo para rodear mi cuello, obligándome a inclinarme y de esa forma, con su otra mano, se puso a revolver mi cabello mientras reía y repetía "Tonto, tonto, tonto" 
Una parte de mi me decía que aquello debía molestarme, que tenía que luchar para deshacerme de él y su travieso gesto.  
Pero no lo hice. 
Inexplicablemente, aquello me hizo reír. Sentía como si hubiesen burbujas efervescentes en mi garganta y al momento de reír con fuerza, la sensación continuaba. Mi rostro, que siempre se sentía rígido, al fin se relajaba con tan pequeño gesto. 
-Vaya que eres raro. Te pones curiosamente feliz con algo que debería molestarte. ¿Eres masoquista?- Me dijo una vez que me soltó. Mi rostro aún continuaba sonriente, por más que quería regresarlo a la normalidad me era difícil. 
-No soy masoquista. Solo que me hacías cosquillas. Aunque no lo parezca, soy muy sensible- 
Él me miró extrañado, después sonrió. 
-Entonces descubriré todos tus puntos sensibles- 
Yo lo miré extrañado, no tenía idea de a que se refería. Y antes de que pudiera preguntar, sugirió que fuéramos a cenar algo. 
-Lo siento, yo acostumbro cocinar para la cena, ahorro bastante y me evito entrar a lugares lleno de personas- 
-¡Pero eso es lo divertido de ir a cenar a un lugar! Perderte entre las conversaciones de los demás, disfrutar una buena cerveza y caminar rumbo a casa con el estomago satisfecho. ¡Vamos!- 
La forma en que lo describió me pareció interesante. Yo jamás lo había pensado de esa manera. 
Sin darme tiempo de responder, tomo mi brazo y me llevó con él mientras hablaba de comida y de un lugar que conocía muy bien y que además era barato. Yo no solía fiarme de los lugares con comida barata, seguramente no usaban buenos ingredientes. Pero él no me dejo opción, me arrastró hacia aquel pequeño restaurante y, a decir verdad, no opuse resistencia. Una parte de mi, aún tan pequeña que no lograba notar, prefería dejarse llevar por él a donde fuera, aún si la otra parte de mi, lo racional, no estaba del todo conforme. 
Fue entonces que descubrí que mientras estaba con él, mi parte racional era fácilmente ignorada por mis emociones. Además, de mi rostro no podía borrar esa sonrisa divertida. De mi mente se borro la lista de mis planes para esa noche, quedando así a su total disposición. 
Aún no tenía idea de lo que aquello conllevaría más adelante. 

No soy alguien que suela beber seguido. Más bien, soy alguien que no suele beber jamás. En mis dieciocho años de vida no había sentido interés por las bebidas alcohólicas, a pesar de que siempre me invitaban, terminaba por tomar agua o algún jugo.  
Al parecer a él le encantaba la cerveza. 
-¡Está tan buena!- Exclamó mientras dejaba el tarro sobre la mesa y se limpiaba la boca con el antebrazo. Yo lo miré fijamente y después miré el tarro lleno de cerveza que tenía frente a mi.  
Sentí curiosidad. Algo que también era extraño para mi. 
-¿No te la vas a tomar? Ya la pediste así que no debes dejarla, sería un gran desperdicio y si me bebo tu parte saldré de aquí tan borracho que te arrepentirás de no habértela tomado- Me dijo con esa expresión divertida. 
-Yo no pedí nada, deberías tomarla tu- Susurré mientras miraba fijamente aquel tarro. Parecía buena idea probarla.  Hacía bastante calor y la cerveza estaba fría, una combinación interesante. 
-Deberías dejar de susurrar así. Yo tengo oído musical así que te escucho perfectamente, pero con toda seguridad los demás no sabrán lo que has dicho y pueden mal interpretarte. Si quieres decir algo, solo habla fuerte y claro, mirando a los ojos. Sin miedo- Dicho esto, se bebió de un gran trago el resto del liquido amarillo que aún quedaba en el tarro. Vi como sus mejillas se sonrojaron un poco, seguramente ya estaba algo ebrio. 
Fue entonces que me decidí. No perdía nada con probar. Si no me gustaba podía dejarla y no volver a tomarla jamás. Era sencillo. Así que sin más, tomé aquel tarro y lo acerqué a mi boca, el liquido espumoso y frío inundó mi paladar y lo trague. 
¡Vaya que fue refrescante! No podía tener muy claro si me había gustado del todo o no, pero al menos sabía que podía terminarme el contenido del tarro. 
-¡Bien hecho, Keito!- Me dijo con una sonrisa mientras comía más okonomiyaki. Yo le sonreí un poco avergonzado y para ocultarlo también comí. 
-Y dime, ¿Llevas mucho tiempo trabajando en la librería?- Me preguntó mientras apoyaba ambos codos sobre la mesa y me miraba fijamente. 
Lo miré de vuelta y respondí tras haber masticado y tragado. 
-Un mes- 
-¡Vaya! Yo creí que llevarías más tiempo. La forma en la que recuerdas tantos títulos y nombres es sorprendente, imaginé que lo habías adquirido después de por lo menos seis meses de trabajar ahí- 
-Soy bueno recordando esas cosas, eso ayudó a que me contrataran- Respondí con naturalidad y sin pensarlo, di otro trago a la cerveza. Noté que comenzaba a saber mejor. 
-¿Y estás estudiando? ¿O eres un aventurero que llegó a la ciudad en busca de una mejor suerte?- 
-Estudio- 
-¿Y qué estudias?- 
-Derecho- 
-Vaya, un futuro abogado súper cool se encuentra bebiendo cerveza conmigo. Interesante- Lo miré fijamente y vi su sonrisa una vez más. A pesar de que parecía la misma, cada una tenía algo peculiar, ésta tenía algo de interés. 
-No soy súper cool- Respondí y volví a beber otro trago de cerveza. 
-Bueno, si hay algo evidente aquí es que yo soy el más genial de los dos. Yo soy músico. Soy el aventurero que ha llegado a la ciudad en busca de una mejor suerte- 
-¿En verdad? ¿Qué clase de músico?- Era extraño admitirlo pero, me sentía muy interesado por descubrir más de él. 
-Bueno, me gusta componer canciones, tengo un amigo que me ayuda con eso, somos como un equipo indestructible. Él se encarga casi de toda la letra y yo de toda la melodía. Justo ahora aspiramos a entrar en una disquera para componer más y más canciones- 
Pude sentir el orgullo que sentía por su talento y por su sueño compartido. Aquello era maravilloso. Yo no tenía un sueño tan grande, así que no pude evitar el sentirme pequeño. 
-Si te conviertes en un buen abogado, podré contar contigo para las cosas legales que me den flojera, ¿no crees?- 
Yo no respondí. Una parte de mi me decía que tenía que sentirme ofendido, utilizado y desechable. Pero no fue así. Comencé a imaginar que, si alguien como él me necesitaba, podría ser maravilloso. Poder decirle "Cuenta conmigo para solucionar tus molestos problemas legales" no parecía algo tan malo. 
Bebí el último trago de cerveza y él se comió el último bocado de okonomiyaki. Pagamos la cuenta y salimos del lugar. 
-¡Ah! ¡Que bien me siento!- Dijo mientras se frotaba la barriga y su rostro reflejaba completa felicidad. 
Yo también me sentía bien. No se si habrá sido efecto del alcohol pero la platica que acabamos de tener me había parecido agradable. Algo que sin dudar me gustaría repetir en cualquier ocasión durante mucho tiempo. 
-¿Verdad que ha estado delicioso?- 
Lo miré de reojo mientras caminábamos rumbo a la estación. Parecía ligeramente ebrio. Yo solo sentía mi rostro un poco caliente, pero de eso todo normal. 
-Si, ha estado bueno- 
-"Ha estado bueno". ¡Tienes que ser más expresivo!- Me gritó después de imitarme, después me dio una palmada en la espalda. 
-Lo siento- Era lo único que logré pensar en decir. 
-No te disculpes. No has hecho nada malo. Solo discúlpate cuando sea realmente necesario, no por cualquier cosa. Ya que si lo dices por cualquier cosa, cuando sea real y necesario, sonará falso- 
Sus palabras me dejaron congelado. Mis pies se detuvieron y lo observé fijamente. "Después de todo no es un simple tonto". Fue lo que pensé. 
-¿Vas a quedarte ahí?- 
Yo reaccione y seguí caminando a su lado.  
No tenía ni diez horas desde que lo había conocido y ya me estaba cambiando. Estaba cambiando mi mundo poco a poco. 

Ya en la estación, él se despidió. Tenía que tomar el transbordo y yo solo debía ir un par de estaciones. 
-Te veré mañana, Keito- 
Yo lo miré y sonreí un poco. 
-Hasta mañana- 
Y esperé a que diera media vuelta para irse. Pero no lo hizo. Se quedó ahí, como si esperara algo más. No tenía idea de que esperaba. 
-Oye, ¿No crees que eres muy grosero conmigo?- 
-¿Por qué?- 
-Ni una sola vez me has llamado por mi nombre. Lo dije fuerte y claro desde que entramos a trabajar. No creo que lo hayas olvidado- 
Yo lo miré extrañado. ¿En verdad no lo había llamado?  
Si. Lo había hecho. En mis pensamientos. 
-Lo sien- 
Antes de terminar la última palabra, él me calló poniendo dos dedos sobre mis labios. Ante aquel extraño contacto mi piel se erizó, mi respiración se congelo y mi corazón pareció detenerse por un segundo. 
-No te disculpes tan fácilmente- 
-De acuerdo... Yaotome-san...- 
Por alguna razón me sentí obligado a desviar la mirada mientras decía su nombre.  
-Hikaru. Dime Hikaru. Porque yo te llamaré Keito- 
Lo miré y sentí el rostro aún más caliente. Más bien ardiendo. Quería esconderme en algún lugar. Estaba avergonzado. Ruborizado. 
-Hi... Hikaru...- 
-¡Bien hecho! Ahora si, hasta mañana- 
Y se marchó después de sonreír y darme una palmada en la espalda. 

Una vez en casa, me recosté sobre el tatami fresco y cerré los ojos. Claramente podía sentir un extraño calor en el rostro y en cada parte en donde él me había tocado. En donde Hikaru me había tocado. 
Mi cabeza, mi pecho, mi brazo, mi espalda.  
Sentía algo especial en cada una de esas partes. Pero lo más gracioso es que también sentía extraño el estomago. Era una sensación como si estuviera revuelto, pero no me sentía mal. Como si algo subiera y bajara, después decidiera ir hacia los lados para terminar dando círculos. 
No entendía bien de que podía tratarse. 
-Tal vez sea por la cerveza- Me dije mientras me levantaba y pensé en tomar un baño. Tal vez eso ayudaría a sentirme mejor. 
De pronto miré hacia el pequeño escritorio que tenía en un rincón y recordé que aún tenía trabajo pendiente y al día siguiente debía entregar unos reportes para mi primera clase. No era tiempo para sentirse extraño y burbujeante. 
Después de tomar un relajante baño, decidí concentrarme en mis lecturas y reportes. Pero, naturalmente, eso no me ayudo a olvidar del todo aquellas sensaciones y sin darme cuenta, me encontraba suspirando cada que decidía descansar de la lectura. 

Al día siguiente, después de clases, me dirigí a la librería y tras haberme puesto el overol y el gafete, me descubrí buscándolo con la mirada. 
Lo encontré mientras ayudaba a una señora a encontrar la sección de novelas románticas. Quise acercarme a él y saludarlo, pero un joven se acercó a mi para preguntarme por la sección de turismo. 
-¿Sabes en donde puedo encontrar todo lo que tenga que ver con Nueva York?- Me preguntó aquel joven. Era más alto que yo y mucho más delgado. 
Yo le mostré lo que buscaba y lo dejé para que eligiera lo que necesitaba. Pero a penas me había alejado unos cuantos pasos, cuando escuché que lo saludaban con un tono emocionado.  
-¡Kota! ¿Qué haces por aquí?-  
Era él. Hikaru. Saludando alegremente a aquel alto y delgado joven. Al verlo tan emocionado y alegre sentí que algo se retorcía en mi interior. 
Algo debía andar mal en mi, así que sin hacer mucho caso, me aleje y continúe con mi trabajo. 
Yo no solía espiar las conversaciones ajenas. No me gustaba. Pero en esta ocasión lo que me obligaba a alejarme era algo diferente. 
No quería ver cómo él era amable y sonriente con alguien más. 

-Okamoto-kun, ¿Podrías venir el domingo? Yamamoto no podrá venir y necesito que alguien lo cubra. Te pagaré extra, ¿Qué dices?- 
Yo no tenía ningún plan para ese día. Ya me encargaría de adelantar por las noches mis deberes escolares. Además, un pago extra siempre caía bien. Así podría comprarme un buen traje. 
-De acuerdo. Aquí estaré el domingo- 
Después de agradecerme un montón me dejó para continuar con mi trabajo. Yo me concentré mientras pensaba en que traje estaría bien comprar. Todo en mi parecía volver a la normalidad cuando escuche la voz de Hikaru no muy lejos. Al parecer ya se despedía de aquel joven. 
Los observe desde donde me encontraba y sin darme cuenta mi mano se dirigió a mi pecho. Justo en donde comenzaba a sentir de nuevo una extraña opresión. 
Sabía que no tenía caso sentirme así, que no tenía sentido. Pero no podía evitarlo y aquello me puso de mal humor. Lo cual me llevó a tomar una decisión infantil. 
Ignorarlo. 
La parte racional recuperó el control y me dictó que lo mejor sería no acercarme demasiado a Hikaru. Debía evitar relacionarme con el.  
Así que a eso me dediqué el resto de la tarde. Si lo veía venir, daba media vuelta, fingía atender a algún cliente, fingía ayudar a otro compañero o corría a la caja para ayudar a envolver libros. Hice todo lo necesario para mantenerme lejos de él y evitar cruzar palabra o alguna mirada. Sentí que aquello estaba bien, que era lo correcto. Pero, como era de esperarse, yo no me sentía nada bien. Me sentí enojado, frustrado y algo más que no supe cómo nombrar. 

Cuando mi turno termino, tome mis cosas y salí rápidamente. Estaba decidido a ignorar si escuchaba mi nombre, pero como no me creía tan fuerte, saque unos audífonos de mi mochila, los conecte a mi móvil y puse lo primero que encontré, a un volumen lo suficientemente alto. 
Caminaba tan de prisa que fue un milagro que no chocara contra la gente que venía hacia mi. 
No tarde en visualizar la estación. Al parecer había logrado mi objetivo. Estaba por bajar las escaleras cuando sentí un tirón que me impulsó hacia atrás. Sentí que me caería al suelo, pero eso no sucedió. Tan solo había quedado inclinado hacia atrás en un ángulo bastante incomodo. Cuando mire con detenimiento me di cuenta de que él estaba ahí. Detrás de mí. Jalando de mi mochila. Con la frente perlada en sudor y la respiración agitada. Su mirada se clavo en mí como el hielo. Fría y furiosa. 
-¿Por qué demonios caminas tan rápido y con audífonos puestos?-  
En ese momento note que sostenía con la otra mano mis audífonos. No supe en qué momento me los había quitado. Aún seguía sorprendido y no lograba articular palabra. 
-Te vengo siguiendo desde la librería. No tenía idea de que fueras capaz de caminar tan rápido. ¿Qué? ¿Acaso eres atleta?- 
-Practicaba kendo cuando estaba en el instituto, ahora solo me ejercito de vez en cuando- Respondí de forma automática mientras lograba enderezarme.  
Hikaru aún intentaba recuperar el aliento. 
De pronto reaccioné y me di cuenta de que estaba demasiado cerca de él. Tenía que volver a casa y seguir con mi rutina como tenía planeado.  
-Bueno, tengo que irme. Adiós- 
Y estaba realmente dispuesto a marcharme pero él volvió a tirar de mi. 
-¿A dónde crees que vas? ¿Crees que no me he dado cuenta de que llevas ignorándome todo el día? ¿Acaso te hizo algo malo? ¿Cuál es tu problema?-  
Ahora sí estaba serio. No esperaba que el momento de verlo así llegaría tan pronto. Para ser sincero, asustaba un poco. Se sentía como si un hermano mayor me regañara. 
Me quede en silencio. No tenía una respuesta clara ni lógica. No podía decirle que mi lado razonable me dictaba alejarme de él, que no debía involucrarme más para no volver a sentir lo mismo cuando lo vi con aquel joven en la librería. 
No quería eso. 
-Tengo un poco de prisa. Es hora de irme. Hasta mañana- 
De nueva cuenta me dispuse a marcharme y de nueva cuenta me detuvo. Esta vez me tomo del brazo. 
-¿Eso es todo? ¡No has respondido a mis preguntas!- Me grito con desesperación. Al menos eso fue lo que percibí. 
Respiré profundo mientras sus preguntas seguían haciendo eco en mi cabeza, lo miré y respondí automáticamente. 
-Voy a mi casa. No sabía que te habías dado cuenta. No me has hecho nada malo. No tengo ningún problema- 
Hikaru me miró con sorpresa y parpadeaba perplejo. Yo me esforzaba por mantener mi semblante serio y despreocupado. Quería irme, salir corriendo y refugiarme en mi pequeño departamento. 
-Así que me estabas ignorando. ¿Por qué?- Hikaru se cruzó de brazos y me miró con el mismo semblante serio. Solo que la dureza había desaparecido. Podía sentirlo. 
-No sé- 
-Esa no es una respuesta valida- 
-En verdad no lo se-  
Y desvié la mirada. Quería irme. En verdad necesitaba irme, estar solo y volver a la rutina. No quería sentirme atrapado. No quería volver a sentir aquel retorcido sentimiento otra vez. Quería volver a ser yo. 
-¿Así que no sabes? ¿Nunca sabes por qué haces las cosas? ¿Me estás tomando el pelo?- Su voz ya no sonaba molesta en lo absoluto, aunque noté que se esforzaba en aparentar lo contrario. Para mi resultaba fácil ver a través de él. 
-No lo hago. Es solo que... quiero estar solo- 
Soltar aquello tan de repente me hizo sentir extraño. Al fin había dicho una parte de lo que pensaba y necesitaba. 
-¿Te hago sentir mal?- La forma en la que Hikaru me preguntó aquello me hizo sentir peor. Su voz sonaba extraña. Triste. No... no quería que el estuviera triste por mi. Yo no quería ser la razón para hacer desaparecer la luz que irradiaba él. En ese momento me odié por ser tan idiota. 
-No. En lo absoluto. Tan solo mis defensas se han activado. Algo dentro de mi cabeza me dice que debo alejarme de ti. Hoy experimenté un sentimiento tan desagradable que me ha descolocado por completo. No quiero volver a sentirme así. Por eso te he ignorado todo el día- 
Lo solté todo tan repentinamente que ni yo estaba seguro de lo que acababa de hacer. ¿En verdad acababa de decir algo tan vergonzoso? ¿Qué quería decir en realidad con todo eso? 
Tragué saliva con dificultad y lo miré de reojo. Hikaru estaba tan sorprendido que tardo unos segundos en borrar esa expresión de sorpresa. En seguida me sonrió como de costumbre. Al parecer algo le divertía en mi inesperada confesión. 
-¿De casualidad fue cuando saludé a Kota, mi amigo?- 
Yo no respondí, solo bajé la mirada y apreté mis puños con fuerza. No me gustaba la sensación de estar tan expuesto. Estaba a punto de juntar la energía suficiente para salir corriendo de ahí y dirigirme a cualquier lugar. 
-Vaya, vaya. He dado en el clavo. El pequeño Keito esta celoso. Seguramente no tienes muchos amigos, ¿verdad?- 
Yo lo miré de pronto y me sorprendí. ¿En verdad estaba celoso? ¿Yo?  
-Descuida, he decidido que tu también seas mi amigo, así que no voy a hacerte a un lado tan fácilmente- 
"Amigo"  
Acababa de llamarme amigo. Aquello explotó algo dentro de mi. Ahora entendía todo. Por alguna razón creí que yo sería su único amigo y al verlo saludar a alguien más me sentí excluido. ¡Pero que tontería! 
Claro. Ahora todo tenía sentido para mi. De alguna manera, descubrir aquello me hizo sentir mucho mejor, a tal grado que al fin mis hombros se relajaron y pude dejar de apretar los puños con tanta fuerza. 
La idea de que Hikaru me estaba invitando formalmente a formar parte de su mundo, a tener derecho a estar cerca de él como un amigo me hizo sentir en extremo feliz. Ahora todas mis emociones cobraban sentido. 
O al menos, eso imaginé. 

Después de aquello, una efímera tranquilidad invadió mis días. La rutina no había cambiado; iba a mis clases con normalidad, trabajaba en la librería y conversaba con Hikaru a ratos. En cuanto alguno de los dos veía acercarse al encargado, nos separábamos abruptamente, después de todo ninguno quería ser reñido otra vez, aunque debo admitir que era emocionante. 
-Okamoto, no olvides que pedí tu apoyo para mañana- Me recordó el encargado antes de que me marchara. 
-Lo recuerdo bien, descuide. Hasta mañana- 
El encargado lució satisfecho y no dijo nada más. Yo tomé mis cosas y salí como de costumbre. Hasta que alguien decidió recargar casi todo su peso sobre mis hombros. A Hikaru le gustaba recargarse sobre mi cada vez que se sentía cansado, esta ocasión pasó su brazo por detrás de mi cuello y apoyó su cuerpo en mi brazo izquierdo. 
-¿En verdad vas a venir mañana? ¿Todo el día?- 
-Si- 
-¿Por qué?- 
-Porque me lo ha pedido. Además me pagará extra así que me viene bien- 
Hikaru soltó un pesado suspiro, chasqueó la lengua y tras haberse separado de mi lo suficiente para que ambos pudiésemos caminar con normalidad, me dijo con un tono de fastidio que me hizo sonreír. 
-No sabía que estuvieses tan necesitado de dinero como para sacrificar así tu único día libre- 
-No estoy sacrificando nada. Estoy invirtiendo mejor mi tiempo libre- Le respondí con aire de sabiduría, aunque sabía que él no se lo tomaría así. 
-Y yo que pensaba invitarte a alguna parte- 
-¿Invitarme? ¿A dónde?- Pregunté con curiosidad. 
-¿Acaso importa ahora? Estarás ocupado de todos modos- Miré con detenimiento su semblante infantil y berrinchudo. Lucía un poco adorable, debo admitir. Aunque reconocer aquello me hizo sentir extraño. 
-¿Hay algo que pueda hacer para que ya no pongas esa cara de puchero?- 
Él me miró con detenimiento, como si pensará en alguna clase de plan. Después de caminar un poco más, se detuvo frente a una tienda de conveniencia. 
-Compra cervezas y bocadillos- 
Yo solo atine a arquear la ceja y a mirarlo fijamente. 
-Nunca me has invitado nada así que lo compensarás así. Y no estoy preguntando. Así que ve- 
Pero no me moví. Continué mirándolo un poco ingenuo. Era difícil de descifrar en ese momento. 
-¿Quieres que te compre cervezas y bocadillos? ¿Así nada más? ¿Ni un "por favor"?- 
Hikaru se aclaró la garganta y repitió como si imitara a alguien. 
-Entra a esa tienda. Compra cerveza y bocadillos. Por favor- 
Sin poder evitarlo, solté una carcajada. Siempre que estaba con él me encontraba riendo de esa forma. Así que sin más, entré y compré lo que me había pedido. 
Cuando salí, lo encontré jugando con su móvil. Tenía un juego que simulaba un piano y se la pasaba tocando en él mientras evitaba aburrirse. Lo descubrí porque cada vez que la librería esta prácticamente vacía, el se ponía a jugar. 
-Listo. Aquí tienes- Le di la bolsa de plástico que contenía lo que me había pedido y me dispuse a continuar con el camino rumbo a la estación. 
-¡Genial! Ahora lo siguiente es tomar el tren- Dijo con un tono de felicidad muy peculiar que no logré descifrar tampoco. 
-Eso es obvio- Le dije mientras bajábamos las escaleras. 
Después de unos minutos me detuve en el punto donde siempre nos despedíamos. Pero él continuo caminando en la dirección que yo solía tomar. 
-¿Qué esperas?- Me preguntó con curiosidad. Y de nuevo tenía esa sonrisa traviesa dibujada en el rostro. 
-Nada- Le respondí mientras le daba alcance. 
Cuando me di cuenta, ambos viajábamos en el mismo tren. Yo no dije absolutamente nada, prefería esperar a que el comentara algo, que compartiera conmigo algún plan. Pero él tampoco dijo nada. 
Continuamos así hasta llegar a la estación que me correspondía. Pensé que tal vez él se seguiría de largo, pero en cuanto notó que me acercaba a la puerta para salir, se acercó a mi. 
Y yo no dije nada. 
Así fue como ambos salimos y yo emprendí mi conocido camino rumbo a casa. Tenía un ligero presentimiento pero no quería adelantarme. 
En cuanto estuve frente al pequeño edificio de departamentos donde vivía, mire hacia mi lado, en donde él se encontraba. 
-¡Que lugar tan pequeño! Seguramente es muy barato-  
Decidí ignorar su comentario y me giré para decirle. 
-¿Me has seguido solo para decir eso?- 
-Claro que no. Vine para que cenemos juntos- 
Yo lo miré fijamente mientras él me sonreía despreocupado. 
-¿Acaso te invité y ya no me acuerdo?- 
-No. No me invitaste. Y estoy dispuesto a dejar pasar semejante grosería si preparas algo realmente delicioso- 
-¿Y por qué haría eso? Ya te compré la cerveza y bocadillos que pediste- 
Hikaru me miró con sorpresa y después sonrió. 
-¡Ya sé! Los vengo cargando todo el camino. ¿Qué esperabas? ¿Qué me comería y tomaría esto yo solo? ¡Claro que no!- 
Suspiré con resignación y comencé a subir las viejas y oxidadas escaleras. Abrí la puerta de mi pequeño y cómodo departamento y lo deje pasar. 
Sin esperar que yo dijera algo, entró y se instaló frente a mi pequeña mesita, en donde dejó la bolsa de compra y sin más se recostó sobre el tatami. 
-¡Que bien se siente!- 
-Me alegro de que te sientas cómodo- Le dije con sarcasmo mientras dejaba mi mochila en la pequeña habitación contigua. 
-¿Qué prepararás?- Me preguntó con verdadero interés mientras se enderezaba para quedar sentado. 
-No lo sé. Veré que tengo- 
Hikaru no dijo nada y espero paciente mientras yo preparaba algunos bocadillos con lo que tenía en el refrigerador y la alacena. En resumen; unos sándwiches de pepino, salchichas fritas y un poco de queso fresco cortado en cubitos. 
-¿A esto se limitan tus grandes dotes culinarios?-  
-No tengo nada más. Olvidé hacer la compra- Le dije con resignación mientras tomaba asiento frente a la mesita. 
Hikaru sacó las cervezas y los bocadillos de calamar que le había comprado. 
-Espero que no hayas gastado todo tu dinero en complacer mi capricho- Me dijo con un tono que reflejaba una pizca de culpa. Yo solo sonreí y tomé una lata de cerveza, la abrí y le di un buen trago. 
-¿Ahora si te preocupas por mi? ¿Qué pasó con tu tono demandante y autoritario? Comienzas a asustarme- Le dije en tono de broma. Sin embargo el me miró fijamente, después de unos segundos de parecer un poco serio, sonrió y abrió una lata de cerveza. 
-¡Salud!- 
Yo lo imité y bebí. 

Después de aquello pasamos toda la noche conversando. Fue entonces que logré enterarme de algunas cosas. Primero, tenía una hermana menor, sus padres no lo apoyaban con su sueño de dedicarse a la música pero aún así le enviaban dinero de vez en cuando, Yabu Kota resultó ser su mejor y único amigo. Bueno, ahora yo también era su amigo. 
Segundo; le gustaba hacer ejercicio de vez en cuando pero al parecer odiaba correr. Y tercero; aspiraba a trabajar con cantantes nuevos y así ayudarlos a triunfar.  
-Tienes metas muy claras- Le dije mientras dejaba la lata vacía sobre la mesa. A esas alturas ya me sentía un poco mareado, llevaba cuatro cervezas y no supe en que momento nos terminamos los bocadillos. 
-Ahora te toca hablar a ti, me has tenido contándote mi vida todo este tiempo y ya se acabo la cerveza- 
-¿Quieres decir que aún te apetece seguir despierto? Yo estoy muy cansado, sugiero que continuemos la charla otro día- 
Fue así como me dejé caer sobre el tatami y cerré los ojos. Tal vez era un efecto de la cerveza el sentirme tan relajado. 
No. 
Aquello era el efecto que producía estar tan cerca de él. 
Escucharlo hablar no significaba ningún problema para mi. Me gustaba el hecho de que quisiera contar conmigo para confiarme aquellas cosas, aunque a simple vista parecieran algo insignificantes. Para mi era maravilloso que él me permitiera conocerlo tan a fondo. 
-¿Acaso estás evitando a propósito el hablar de ti?- Me preguntó mientras se recostaba también en el tatami. Yo me quedé con los ojos cerrados y no respondí. 
Tenía razón. 
Yo no tenía grandes sueños como él. Había elegido la carrera por simple comodidad. Ni siquiera estaba seguro de ser bueno para eso. Solo tenía en la mente graduarme, conseguir un buen empleo y sobrevivir. 
-¡Ey! ¿Me estás ignorando?- Me preguntó en voz alta. Yo guardé silencio, tal vez sería buena idea fingir que ya estaba dormido. 
De pronto escuché como se levantaba y dando un par de pasos llegó hacía mí. Yo me esforcé en quedarme inmóvil. Incluso regulé mi respiración. Lo único que no pude controlar fueron los latidos de mi corazón. 
-¿Así que te has quedado dormido, no?- Lo escuché decir muy cerca de mi oído. No tenía idea de que pretendía, tan solo atiné a quedarme muy quieto. 
-Pues si ya te vas a dormir...- Había un tono muy peculiar en su voz. Sin embargo no me dio oportunidad de averiguarlo ya que enseguida sentí como me levantaba con gran facilidad.  
Me llevó cargando, como si fuera una chica, hacia la habitación contigua. Después me arrojó sobre la cama y fue entonces que decidí reaccionar. 
-¿Qué dem- 
-¡Si te vas a dormir mejor hazlo en la cama, Okamoto!- Dijo en un tono de voz elevado, mientras sonreía de un modo extraño. 
-¡Ahora ya no podré dormir! ¡Me has despertado, Yaotome!- Le respondí con la misma intensidad, solo que yo no sonreía. Yo no solía responder así ante nada. Seguramente era porque estaba algo ebrio. 
-¿Así que ya no te vas a dormir?- Esta vez bajó el tono de su voz. Fue tan bajo que parecía un susurro. Lo miré fijamente y observé como tomaba asiento al filo de la cama. 
-No me gusta que me ignoren, idiota- 
Tragué saliva con dificultad. Era evidente que él también estaba ebrio. Aquello no tenía una buena pinta. En lo absoluto. 
-No te estaba ignorando, solo que en verdad estoy muy cansado- 
-¿Entonces quieres que me vaya?- 
No sé porque me preguntaba aquello. Pero lo más notable fue el tono en que me hizo esa pregunta. Tal vez era mi imaginación pero parecía asustado. No lograba entender que lo llevaba a sentirse así. Hace un momento se encontraba tan alegre y conversaba tan tranquilo. ¿Por qué parecía temer por algo ahora? 
-No. No quiero que te vayas- 
-Entonces... ¿Puedo quedarme?- 
Por alguna razón sentí esa pregunta como algo más. Sentí que tenía otro significado. Yo solo pude sonreírle y responderle que si. Que se quedará.  
-Quédate todo el tiempo que quieras- 
Él me miró. Hikaru me miró y me sonrió. Sin poder evitarlo, le sonreí igual. Pero entonces noté algo; en su mirada, algo no estaba bien. 
No lucía como todas las veces anteriores que me había sonreído. Parecía estar ocultando algo. Quería preguntar, saber que podría ser aquello que ensombrecía su mirada. Pero no pude. 

Poco después, ambos estábamos recostados sobre la cama. Uno junto al otro, cubiertos por una delgada manta.  
Yo no podía dormir así que me quedé mirando al techo un buen rato, en cambio el dormía plácidamente. Totalmente despreocupado.  
Quise dormir de una vez, pensando que al día siguiente tendría que trabajar. ¿O acaso ya era el día siguiente? 
Intenté levantarme para mirar el reloj cuando noté que la luz de afuera seguía encendida, así que con cuidado logré pasar sobre Hikaru para llegar a la orilla. Mi cama estaba pegada a la pared y yo había quedado de ese lado. 
A penas logré sacar un pie cuando sentí unos brazos alrededor de mi espalda que me empujaron hacia abajo. 
-No te vayas- Dijo Hikaru con voz adormilada. Probablemente estaba soñando. Hice el esfuerzo para zafarme de sus brazos pero noté que me apretaba con fuerza, así que intenté decirle algo.  
-Tengo que ir a apagar la luz. Solo será eso y volveré- 
-No te vayas- Repitió con el mismo tono. Comencé a pensar que realmente estaba soñando y que no era consciente de lo que decía. 
-Tengo que apagar la luz. No tienes idea de lo que tendré que pagar si la dejo así toda la noche- Replique mientras hacia otro intento por zafarme. 
-Esta bien. Pero más te vale volver- 
Aquello me dejo perplejo. ¿Así que no estaba soñando? ¿En verdad era consciente de que me estaba... abrazando? 
Pensar en ello aceleró mi pulso y una sensación extraña inundó mi pecho. 
Al lograr salir de la cama, respiré profundo y me repetí mentalmente que debía tranquilizarme. No tenía idea del porque comenzaba a sentirme así. No quería darle muchas vueltas pero al parecer algo en mi mente si quería.  
Me estaba confundiendo. 
Para distraer mis pensamientos decidí recoger la basura y lavar los pocos platos que habíamos ocupado. Me encontraba secándolos tranquilamente cuando sentí unos brazos rodear mi cintura. 
Mi respiración se detuvo. Mis ojos se abrieron tanto que casi me dolían. Mi corazón palpitó con fuerza. 
Antes de poder decir o hacer cualquier cosa, su voz entro por mi oído derecho. Esa sensación me causo un cosquilleo extraño en el estomago. Sentir su cuerpo tan pegado al mío resultó ser agradable. Demasiado agradable. 
-Dijiste que solo apagarías la luz. Mentiroso- 
Lo único que logré hacer fue dejar el plato en el escurridor con movimientos lentos. Pensé que Hikaru podría ser sonámbulo o algo parecido. Tragué saliva con dificultad y respondí. 
-Lo siento. Tenía que limpiar un poco- 
-¿Y ya terminaste?- 
Asentí con la cabeza ante su pregunta. 
-Bien, entonces vámonos- 
Y una vez mas me tomó en sus brazos. Fue entonces que descubrí que no era sonámbulo. Hikaru estaba tan despierto como yo. 
En esa posición fui incapaz de decir algo. Solo sentí como sus brazos me sostenían como si yo no pesara. Pude observar como respiraba tranquilamente y como daba grandes pasos para llegar más rápido a la habitación. 
Justó llegamos a la mitad del camino cuando le dije en tono impaciente. 
-La luz- 
Me miró de pronto y me perdí en sus ojos. Encontré que había algo profundamente desconocido dentro de él. Era la primera vez que podía verlo tan de cerca. 
-Claro, la luz- Dicho esto se coloco justó debajo de la lámpara y me hizo una señal con la cabeza, la cual no comprendí del todo hasta que el dijo. -Apágala. Yo tengo las manos ocupadas- 
Con cuidado estiré mi brazo y tiré del cordón para apagar la luz. En la oscuridad pude percibir como el sonreía y sin darme cuenta yo lo hice también.  
Al llegar a la habitación me recostó con cuidado sobre la cama. Muy diferente a como lo había hecho antes. En ese momento me sentí tan indefenso que solo pude recorrerme hacia la pared y girarme para darle la espalda, al mismo tiempo que encogía mi cuerpo hasta casi pegar las rodillas al pecho. 
Escuché como él también se recostaba sobre la cama y con delicadeza se acercó a mi. Logró levantar mi cabeza con su brazo y con el otro me rodeó la cintura, pegándome así a su cuerpo. Yo seguía sintiéndome indefenso. 
-Buenas noches- Me dijo al oído. Después besó mi mejilla y se durmió. 
Yo en cambió no podía dormir. Me sentía ansioso. La forma en la que se acercaba a mí era tan natural. No lo pensaba dos veces para tocarme y sin embargo para mí era muy difícil responder. 
¿Por qué? 
Porque tenía miedo. A pesar de mi apariencia soy demasiado frágil. Tal vez él lo sabía y por eso me trataba así. 
Yo también quería tocarlo. Yo también quería tener esa facilidad para acercarme a él. 
Cerré mis ojos con fuerza, respiré profundo y con lentitud, llevé mi mano hacia la suya y la tomé. Era tan cálido. Una sensación agradable me inundó por completo. 
Él pareció no notarlo. Así que intenté ser más atrevido. Sin pensarlo dos veces, giré mi cuerpo lentamente y me acurruqué en su pecho. Estiré mis brazos y lo abracé con suavidad, temiendo que él pudiera alejarse. 
Pero no lo hizo. 
Tan solo me abrazó de vuelta y se acopló perfectamente a mi cuerpo. 
Al fin cerré los ojos y disfrute del suave aroma que desprendía su cuerpo. Además del olor a cerveza, había algo más. Jabón y un poco de loción mezclado con detergente. Aquello me resultó tan agradable que no supe en que momento me sumergí en el más profundo sueño. 

Una curiosa melodía invadió lentamente mi sueño hasta arrastrarme a la realidad. Era mi despertador. Con lentitud abrí los ojos y sentí un brazo rodear mi cintura mientras mi espalda se encontraba pegada a su pecho. 
"No fue un sueño" Pensé mientras me estiraba para lograr desactivar la alarma. Después me giré un poco y gracias a la luz del sol que entraba por la ventana pude observar mejor el rostro de Hikaru. Era la primera vez que lo veía así, tan profundamente dormido. 
Estuve a punto de despertarlo cuando sus ojos se abrieron lentamente y se cruzaron con los míos. 
-Buenos días- Dijo con voz ronca mientras luchaba para mantener los ojos abiertos. 
Yo me ruboricé. En serio me ruboricé. 
-Bu... bu... buenos... días...- Me sentí tan tonto de responder así. Pero no podía evitarlo. Estaba en verdad avergonzado. 
-Tal parece que tu cerebro sigue dormido- Dijo Hikaru y me sonrió como de costumbre. Al parecer a él no le molestaba el hecho de estar tan cerca de mi. A lo mejor no se había dado cuenta de que me estaba abrazando. 
-Si, creo que... creo que tengo que levantarme ya- Fue lo único que logré decir. Intenté levantarme pero Hikaru me sostuvo con fuerza, regresándome a la cama. 
-Sugiero que esperes un poco. Estoy muy cómodo y no quiero que te vayas- 
-¿Por qué?- Fue lo único que logré decir. En verdad me intrigaba descubrir la respuesta. Después de todo ya no podía seguir pensando que tal vez seguía ebrio. No habíamos tomado tanto. 
-Pues porque si- Me respondió mientras me pegaba más a su cuerpo. Sentí sus labios tan cerca de mi cuello que comencé a sentirme más y más extraño. 
-Yo... tengo que alistarme para ir a trabajar- 
-Rayos, olvidé que decidiste trabajar en tu único día libre. Si que sabes como arruinar las cosas, Okamoto- Aún así no me soltó. 
-No me llames así. Me da la impresión que cuando me llamas por mi apellido es porque estás molesto- 
-Estoy molesto- Respondió con la misma voz adormilada. 
-¿Por qué?- 
-Porque tengo que soltarte para que te vayas a trabajar. ¿Qué voy a hacer mientras?- 
Yo no sabía como interpretar sus palabras. A decir verdad no tenía ganas de darle muchas vueltas así que solo le seguí la corriente. 
-Si crees que con eso me harás faltar al trabajo, estas muy equivocado. ¿Qué no tienes algo que hacer también?- 
-Te lo dije ayer. Pensaba invitarte a algún lugar y así pasar el resto del día contigo. ¿Qué no me pones atención?- 
Claro que lo recordaba. Esa fue la razón por la que le tuve que comprar cervezas y bocadillos en forma de compensación. 
-Y por eso te compré cerveza y bocadillos. Creí que con eso estaba bien- 
-Pues no lo está- 
-Lo acabas de decidir, ¿verdad?- 
Sentí como asentía con la cabeza y respiraba profundo. 
-Lo siento, pero di mi palabra, no puedo faltar así nada más- 
-¿Y qué pasa conmigo? Yo quería estar todo el día contigo- 
Suspiré resignado. Se estaba comportando muy extraño, así que exigí saber la razón. Aunque tuve que preguntar con un tono lleno de calma, sentía que si me escuchaba molesto podría ofenderse o algo peor.  
-¿Puedo saber porqué?- 
Se quedó en silencio unos segundos. Sentí como pegaba su frente a mi espalda y dijo en voz suave. 
-Porque quería tomar tu mano, llevarte a algún lugar divertido, tomarnos fotos y... besarte- 
Yo me quedé sin aliento. Tarde unos segundos en procesar lo que acababa de escuchar. Una parte de mí decidió interpretar aquello como una broma. Seguramente de eso se trataba. 
-Eso suena a que querías tener una cita conmigo. ¿Qué soy? ¿Tu novia?- 
Me esforcé en sonar tan tranquilo como de costumbre. Pensé que le estaba siguiendo el juego. Pero el me respondió con seriedad. 
-Después de besarte, pretendía invitarte a serlo- 
Tragué saliva con dificultad mientras sentía mi rostro sonrojarse. 
-¿Qué? ¿Ser tu novia? Te recuerdo que soy hombre, no puedo ser tu novia- 
-Sabes a que me refiero- Dijo Hikaru, manteniendo el mismo tono suave y ligeramente avergonzado. 
-¿Quieres que tu y yo... seamos novios? ¿Quieres tener una relación amorosa conmigo? ¿De esas relaciones que implican abrazos, tomarnos de la mano, tener citas y... besos? ¿Quieres que te de un chocolate para san Valentín?- 
Solté todo esto en un ataque de nervios. Ni siquiera estaba consciente de todo lo que decía. 
-Me encanta el chocolate- Fue lo único que Hikaru dijo. 
-¿Te gusto?- Logré preguntarle mientras sentía mi rostro arder de vergüenza. 
-Obviamente- 
Y ya no pude decir nada. Mi corazón latía con fuerza, podía escucharlo resonar hacía mis oídos. Aquella extraña confesión me estaba haciendo sentir tan feliz. Extrañamente feliz. 
¿Acaso significaba que a mi me gustaba Hikaru?  
Con cuidado me enderecé hasta quedar sentado sobre la cama. Me gire para mirarlo. Él seguía ocultando su rostro. Era evidente que estaba igual de avergonzado que yo. 
-Dijiste que me preguntarías después de besarme. Aún no has hecho ninguna de las dos cosas- Me sorprendió escucharme decir esas palabras. Pero todo fluía tan natural dentro de mi. No tenía intensión de limitarme en nada. 
-El plan completo implicaba un día divertido- 
Hikaru también decidió sentarse. Fue así que terminamos sentados uno frente al otro. 
-Siempre puede existir un plan B. Ahorrémonos todas esas horas y pasemos a lo importante. Me sorprende que tú, siendo tan práctico, no lo veas así- 
Él me miro sorprendido. Yo tan solo le sonreí con naturalidad. 
-No creas que me conoces tanto- Me dijo mientras sonreía como de costumbre. Al fin volvía a la normalidad y esa sonrisa divertida volvía a su rostro. Sus ojos volvían a verse iluminados. Me agradó imaginar que se debía a que estaba a mi lado. 
Fue así como tomó mi rostro entre sus manos. Sus manos eran grandes y sus dedos tan huesudos. Me encantaban. 
Después se acercó lentamente a mi rostro. Yo solo fui cerrando lentamente los ojos, esperando a saber que sentiría. 
Su suave respiración acarició mi rostro y en un instante sus labios se posaron sobre los mío. Y el mundo cambió. 
La sensación de sus labios sobre los míos era maravillosa, a tal grado que deseaba permanecer así para siempre. O al menos el máximo tiempo posible. 
No pude evitar el responder a sus movimientos, abriendo lentamente mi boca para sentir como nuestras lenguas se entrelazaban lentamente. Sentir como su aliento se mezclaba con el mío. Como sus manos se deslizaban por mi nuca y sus dedos se hundían en mi cabello, atrayéndome más hacia él. 
Sentí como si el mundo desapareciera y tan solo existiéramos él y yo. Desde ese momento lo supe. Mi vida no volvería a ser la misma. 
Al separarnos, unimos nuestras frentes. Yo no pude evitar el sonreír. Me sentía feliz. Por primera vez en mi vida me sentía realmente feliz.  
-Y ahora, solo necesito saber algo. ¿Quieres salir conmigo? ¿Podemos abrazarnos, besarnos y tomarnos de la mano todo el tiempo? ¿Vas a darme un chocolate en San Valentín?- Hikaru me miraba a los ojos y yo me perdí en su mirada.  
-Si. Si, pero no tanto en público. Y si, pero tendrás que darme algo en el día blanco- 
Mi respuesta lo hizo reír. Y ese sonido fue demasiado agradable. Era la primera vez que lo escuchaba reír con tantas ganas. Con tanta felicidad. 
Saber que yo era la razón de que se sintiera así, tan feliz, me hizo sentir pleno. Me hizo sentir como si yo fuera alguien nuevo. 
Desde ese momento, Hikaru cambio mi vida. 

Con el paso del tiempo, cumplimos lo dicho; como caminar de la mano incontables veces, nos abrazamos en cada momento (incluso en el trabajo). Los besos también fueron incontables; en público de manera furtiva, en el trabajo mientras nos escondíamos en el almacén y, por supuesto, en cada ocasión que estábamos a solas. Conocí el departamento en donde vivía, me familiaricé con su amigo Yabu, a veces me quedaba ahí y otras veces él se quedó en mi departamento. Bebíamos juntos, yo le hacía de comer mientras él me ayudaba a limpiar. Salíamos de compras cada fin de semana. Me enseñaba las canciones que componía y solía tocar la guitarra para mi. No tardó mucho en querer enseñarme y,  para sorpresa de ambos, aprendí rápido. 
Me encantaba tocar la guitarra a dueto con él. Era una experiencia casi mágica. La música nos envolvía y nos permitía disfrutar de un mundo solo para los dos. 
Solo faltó una cosa. 
No pude darle chocolate en San Valentín.  
Todo terminó un mes antes. 
Es así como regreso al principio. Yo le dije que lo amaba. Entonces él desapareció al día siguiente, dejándome solo, asustado y con el corazón roto. 
Aún recuerdo lo que sucedió. 

Llevábamos seis meses de relación. Los mejores seis meses de mi vida. Sentía que era feliz y que él también se sentía igual, pero ahora no estoy muy seguro. Aún no tengo muy en claro lo que sucedió.  
Contaré despacio, desde el inicio de aquel día. 
Para ese entonces él ya no trabajaba en la librería, una semana antes había presentado su renuncia. Su sueño estaba en proceso de cumplirse; recuerdo bien cuando me contó que al fin habían logrado mostrar su trabajo ante un productor y que éste se encontraba realmente interesado.  
Yo decidí continuar trabajando ahí, aún no podía trabajar de otra cosa y no me apetecía cambiar de empleo. Todo en la universidad marchaba bien e incluso había logrado hacer nuevos amigos. 
Ese día, como de costumbre, esperó por mi afuera de la librería. Nos saludamos con normalidad y caminamos hacia la estación tomados de la mano. 
En cuanto me preguntó como había estado mi día, yo le conté un sinfín de cosas, para ese entonces ya me era bastante natural el hablar de mi con él. Sin embargo, cuando yo le hice la misma pregunta, se quedó callado unos segundos y terminó por decir que "todo iba muy bien". Eso fue todo. 
Quise que me diera más detalles, pero el evadió todas mis preguntas, lo cual me pareció aún más extraño. Después de mí el solía hablar y hablar; me contaba con detalle todo su día y sin darse cuenta me contagiaba de todo su entusiasmo. Pero ése día no fue así. 
Al llegar a mi departamento, me dirigí a la cocina y comencé a lavar unas cuantas verduras. 
-¿Qué prepararás hoy?- Me preguntó mientras se recostaba tranquilamente sobre el tatami. 
-Curry. No deberías recostarte ahí, estamos en pleno invierno y podría hacerte daño- 
-Descuida, nada puede hacerme daño- 
Por alguna razón sentí que su respuesta tenía otro significado. Pero decidí apartar esa idea de mi mente y concentrarme en preparar bien el curry. Sabía que era lo que más le gustaba y a mi me interesaba que quedara especialmente delicioso. 
A veces pensaba que debía ser extraño cocinarle a un chico. Pero después recordaba su expresión después de probar lo que le preparaba y mi pecho se llenaba de una calidez y felicidad que no podría describir del todo bien. 
Cuando termine, llevé los platos a la mesa y el sirvió un poco de té. 
-¡Luce delicioso! Estoy seguro de que lo preparas mejor que mi mamá- 
-No exageres- 
Hikaru no dijo nada más y comió con tal felicidad que me sentí satisfecho de tan solo verlo repetir plato tan rápido. 
-No comas tan rápido, no querrás enfermar del estomago- 
-No me enfermaré. Hoy solo quiero comer mucho del curry que has preparado para mi- 
Fue entonces que note algo extraño. En su mirada no estaba el brillo de siempre, había algo en él que lo opacaba. Algo lo estaba inquietando y, sin darme cuenta, lo alejaba cada vez más de mi. 
-¿Te ha pasado algo hoy? Estás algo extraño- Le pregunté sin más rodeos. 
-¡Para nada! Trabajé mucho y estoy hambriento, eso es todo- Respondió con tono relajado, parecía en que se estaba esforzando en ocultarlo.  
-¿Es algo malo? ¿Es algo que no puedes compartir conmigo?- Insistí. Después de todo llevaba a su lado el tiempo suficiente para leer a través de él. Sabía que algo andaba mal. Estaba seguro de que ocultaba algo importante. 
-En lo absoluto. Te estoy diciendo la verdad- Me miró fijamente a los ojos y eso me bastó para creerle, así que dejamos el tema de lado y continuamos con nuestra cena. 
Un par de horas más tarde, nos encontrábamos sumergidos en la pequeña tina del baño, disfrutando del agua caliente. Para los dos, ése era nuestro momento favorito del día. O bueno, nuestro segundo momento favorito. 
-¿Sabes? Hoy Kota me ha dicho que tiene tres canciones nuevas. ¡Tres! Y me ha amenazado con que quiere trabajar en las melodías y coros cuánto antes. ¿No te parece que eso es ser demasiado entregado?- 
Yo reí ante su comentario y levanté mi rostro para verlo mejor, ya que él me tenía abrazado por detrás. 
-No puedo creer que te estés quejando ahora. Tu dijiste que bien podrías con diez canciones al día. ¿A dónde se ha ido tu gran poder súper cool?- 
 -Esta claro que cuando dije eso no tenía idea de nada. Ahora me doy cuenta de que Kota es mucho más exigente de lo que parecía. A veces creo que no voy a poder seguirle el ritmo- 
Al escuchar eso me separé de él para girarme y así poder verlo de frente. 
-No puedo creer que hoy estés tan pesimista. ¡Claro que podrás seguirle el ritmo! Estoy totalmente seguro de que alguien como tu podrá incluso superarlo. Tienes que confiar más en tus capacidades, Hikaru- 
Me sonrió cálidamente al escuchar mis palabras y tomó mi rostro entre sus manos. 
-Me encantas- Me dijo en voz suave para después besarme tiernamente. Cada vez que me besaba así se erizaba mi piel. Era tan dulce que me sentía lo más preciado para él. 
-Y tu a mi- Le respondí después de terminar aquel tierno beso. Nos miramos fijamente y sin decir una sola palabra, salimos de la tina, nos secamos un poco y entre besos y caricias nos dirigimos a la cama. 
Ese si que era nuestro momento favorito del día. 

Hikaru me llenaba el cuerpo de caricias y besos. Toda mi piel le pertenecía. En momentos así me reafirmaba que yo era suyo y que era lo más preciado para él. Sus caricias siempre iban acompañadas de delicadeza, nunca con brusquedad o impaciencia. Siempre se tomaba su tiempo para explorar cada rincón de mi cuerpo, como si así intentara guardarlo en su memoria. 
Yo me perdía en el momento en que su boca tocaba mi parte íntima. Sentir como su lengua se deslizaba, en como jugaba con la punta y lo introducía de nuevo por completo. Me volvía loco. 
Cuando me corría, el sonreía y me besaba. Dándome a probar mi propia esencia. Entonces yo tomaba el control y, al igual que él, también me tomaba mi tiempo para explorar cada parte de su cuerpo. Lo besaba, lo acariciaba, lo guardaba en mi memoria y lo sentía con cada fibra de mi ser. 
Yo también lo volvía loco. 
Cada vez que introducía su miembro en mi boca, el gemía y se retorcía mientras tomaba mi cabeza e intentaba guiarme a su ritmo. Pero yo ya lo conocía tan bien que eso no era necesario. 
Justo antes de correrse, él me pedía detenerme y entonces volvíamos a cambiar de lugar. Mi cuerpo reaccionaba instintivamente ante cada mínimo gesto de él. Cuando uno de sus dedos entraba en mí, yo abría las piernas y mis caderas se movían a un ritmo, pidiendo más. 
Él sabía bien cuando ya estaba listo. Y entones introdujo su erecto miembro y yo me retorcí de placer. Nuestros gemidos no hacían más que intensificar el placer que experimentaban nuestros cuerpos. 
Cuando mordía mi labio inferior, él se acercaba y lo mordía también; después me besaba y comenzaba a moverse a un ritmo cada vez más acelerado. 
Hikaru se movía cada vez más rápido y no dejaba de repetir mi nombre. 
-Keito, Keito, Keito...- 
Y mientras, yo me aferraba a su espalda y me dejaba embriagar en tanto placer. 
Cuando al fin terminamos, con un gemido de placer al unísono, yo solté aquellas palabras que habían estado atoradas en mi garganta desde hace tiempo. Con nuestros cuerpos bañados en sudor, nos abrazamos, yo lo besé y le dije al oído. 
-Te amo- 
Yo esperaba, en verdad deseaba, que él respondiera lo mismo. Anhelé con todo mi corazón escuchar esas palabras que no logré asimilar del todo su respuesta. 
-Gracias- 
Y eso fue todo. 

Al día siguiente él no estaba. De alguna manera ya me lo esperaba. No sé explicar bien el porqué pero sabía que no lo encontraría. 
Sin embargo, no estaba listo para sentirme solo tan rápido y tan repentinamente. Al despertar y no sentirlo a mi lado como de costumbre, el sentir de pronto la cama demasiado grande y el frio invernal colándose por la ventana me hizo sentir abandonado. 
Él acababa de abandonarme. 
Y lloré.  
Lloré hasta quedarme sin lagrimas ese día. Grité y maldije todo lo que pude. Pero yo sabía que eso no lo haría volver. 

Durante una semana lo llame incontables veces. Lo busqué en su departamento pero descubrí que se había mudado. Intenté localizar a su amigo Yabu pero tampoco lo encontré. 
No tenía idea de donde más podía buscarlo. Recorrí la ciudad en un día y no logre dar con él. 
Se había desvanecido. 
Por una semana mi cabeza se llenó de ideas de todo tipo. Pensé que tal vez se había escapado con su amigo Yabu, a quien seguramente amaba en realidad. Después pensé que tal vez había tenido que volver con sus padres y que tal vez se sentía tan avergonzado que había preferido irse sin decir nada. También imaginé que tal vez todo había sido un sueño, un sueño muy largo. 
Pero la verdad es que después de un tiempo me cansé de imaginar o de pensar posibles respuestas. Aquello no cambiaba la realidad. Él se había marchado. Hikaru había decidido dejarme solo, abandonarme.  

Y ahora aquí estoy, dos meses después, recogiendo los pedazos que quedaron de mi. Dejé de trabajar en la librería y decidí dar clases particulares de inglés. Desde pequeño se me daban bien los idiomas y tenía el inglés perfectamente dominado. Me iba bien, incluso me pagaban mejor. 
De vez en cuando salía con mis amigos de la universidad y bebía poco. Nunca me atrajo la idea de ahogar mis penas en alcohol. Me concentré en mi carrera, en mi nuevo trabajo y en la guitarra. Lo único que tenía a mi alcancé para desahogarme era eso, la guitarra. 
A veces la tocaba con furia, otra veces con tristeza y otras más con alegría. Descubrí que era la mejor terapia que pude haber encontrado. Me hacia bien. Por medio de la guitarra podía expresar mi estado de ánimo. A pesar de que la mayor parte del tiempo me hacía pensar en él. 
Lo único que podía desear era que estuviera bien. Donde quiera que estuviera, haciendo cualquier cosa, en compañía de cualquier ser humano; yo solo deseaba que se encontrara bien, a salvo, feliz. 
Yo aún lo amo. A pesar de todo.  
Porque ésa es la forma en que lo amo; total y completamente, con todo lo que soy. Hikaru cambió mi mundo, me transformó y sacó lo mejor de mi. 
No puedo odiarlo. No quiero odiarlo. 
Porque ésa es la forma en que lo amo; sin rencor, con nostalgia, con anhelo. Deseando cada día el volverlo a ver. 
Quiero que vuelva. 
Espero a que vuelva. Y mientras, seguiré amándolo. 
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Epílogo 

Yo no quise dejarte.  
En verdad sentía algo por ti. No. 
Me estoy expresando mal. 
En verdad siento algo por ti. Algo grande. Mucho más grande que yo. 
Me odio por haber sido tan egoísta. Por preferir mis sueños antes que tus sentimientos. 
En cada momento, desde aquel día, tus palabras han resonado en mi cabeza una y otra vez. Han sido mi consuelo. Mi impulso. Mi pena y mi fuerza. 
"Te amo" dijiste.  
Yo solo te di las gracias. Porque era lo único que podía decir. 
Tenía que dejarte. Para seguir con mi sueño no encontré otra alternativa. 
Ahora, el tiempo ha pasado y yo solo he podido pensar en ti. Ojalá y tu me hayas olvidado. 
Merezco ser olvidado por ti. 

Tres años después 

-¿Escuchaste la nueva canción de Goose House?- 
-¿La de "Humming Bird? ¡Si! ¡Es tan hermosa!- 
-La letra es de Mr. S.C. Al parecer es un compositor nuevo- 
-¡No es nuevo! Había estado trabajando con alguien más pero hace poco decidieron separarse y ahora él compone canciones. Hasta hace poco trabajaba desde Los Ángeles, pero al parecer ha regresado a Tokio- 
-¿Y como sabes tanto?- 
-Porque soy fan de Goose House y me puse a investigar todo sobre ése compositor desde que supe que trabajaría con ellos- 
-¡Vaya! ¡Eres impresionante!- 
Y las risas estallaron en aquel grupo de adolescentes. Detrás de ellas se encontraba un chico alto, de cabello corto, vestía un traje formal y llevaba consigo un pequeño maletín que combinaba con el color de su traje. 
"Pero que cosas tan absurdas dicen" Pensó al escuchar la divertida conversación de aquellas jovencitas. Enseguida el semáforo cambió de color y al fin pudo cruzar. Mientras caminaba, repasaba en su cabeza el nombre de aquella canción. Ahora tenía curiosidad y quería escucharla. 
-¡Keito-chan! ¡Por aquí!- 
Lo llamó un chico un poco más bajo de él. Su nombre era Ryosuke Yamada, y a pesar de su evidente atractivo, no era ningún modelo o artista. Era un simple estudiante de derecho al igual que él. 
-Yamada-san, has llegado muy temprano- Lo saludó con sorpresa. 
-¡Te dije que olvidarás el "san"! Tenemos la misma edad, no intentes hacerme sentir más viejo o en serió me voy a enojar- 
Keito tan solo sonrió y emprendió el camino rumbo a la universidad junto a aquel joven, el cual no dejaba de presumir que lo acaban de abordar personas de una agencia de modelaje. Ryosuke jamás dudaba en presumir su atractivo. Eso y su evidente felicidad con su nuevo novio. 
-Hoy Yuto me ha hecho un desayuno delicioso, apuesto a que nadie es capaz de desayunar algo tan delicioso como yo- 
Keito pudo ver el brillo de felicidad en su mirada y sintió que lo comprendía un poco. Después de todo, en algún momento él también había sido feliz. 
-Me alegra que tengas a tu alrededor a alguien que te consiente mucho. Lo malo es que si continua alimentándote así, pronto estarás tan regordete que en lugar que te aborden de agencias de modelaje, de rodearán señoras extrañas que solo querrán apretujar tus mejillas- 
El rostro de Ryosuke se llenó de terror en ese momento. Seguramente estaba imaginando claramente lo que Keito acababa de decirle. 
-¡¡¡CALLATE IDIOTA!!!- Le gritó mientras se adelantaba rápidamente. 
A Keito le divertía verlo molesto de vez en cuando. Aunque debía admitir que a veces se le pasaba un poco la mano. 

Estando en el salón de clases, esperando la llegada de su profesor, Keito recordó la platica de aquellas jovencitas y decidió buscar en internet el nombre de aquel grupo. 
Encontró varios blogs llenos de información e imaginó que alguno debía pertenecer a la chica que dijo ser fan de ellos. Después buscó el nombre del compositor que también había mencionado. 
Sin equivocarse escribió: "Mr. S.C."  
Enseguida aparecieron un sinfín de enlaces, entre los destacados había una nota que decía: 
"Mr. S.C. es la abreviación de Mister Super Cool. Pseudónimo que el joven compositor decidió ponerse desde su estancia en Los Ángeles. A pesar de su creciente fama y reconocimiento, podemos describirlo como un chico sencillo y muy bromista. Encontrarnos con él ha sido una experiencia única, nos ha mostrado que realmente posee talento y amor por la música. 
En nuestra platica, le preguntamos sobre su verdadero nombre, el cual se reservó, diciendo que prefería guardarlo como un secreto.  
Sobre la reciente canción que compuso para el grupo Goose House, nos comparte que no solo se encargo de la melodía, sino que también estuvo a cargo de la letra y que ésta salió desde el fondo de su corazón. 
"Esta canción la escribí mientras pensaba en alguien muy especial. Alguien a quien dejé atrás hace tiempo pero que aún permanece en mi corazón." 
Ante tal revelación tan romántica, quisimos preguntar la razón de la separación de su colaborador y mejor amigo, ante lo cual respondió "Ambos necesitamos crecer por nuestro lado. Hemos aprendido mucho el uno del otro y es momento de emprender el camino por nuestra cuenta." 
Keito dejó de leer ya que el profesor había entrado al aula. Su clase estaba por iniciar. Sin embargo había detalles que no podía apartar de sus pensamientos. 
"Un chico muy sencillo y bromista", "Mister Super Cool"  "… alguien a quien deje atrás hace tiempo pero que aún sigue en mi corazón." 
De pronto su corazón dio un brinco y una extraña opresión no lo dejaba en paz. ¿Qué era aquello? ¿Significaba algo? 

Al terminar la clase, buscó la canción de inmediato y la reprodujo después de haberse colocado los audífonos. La letra entro suavemente por sus oídos, transportándolo a otro mundo, a otro tiempo. Haciendo surgir aquellos sentimientos que había decidido mantener guardados, a salvo de cualquier daño. 
Primero escuchó el suave sonido de una guitarra. Enseguida la voz de una joven que cantaba: 

"Vamos a cantar de nuevo hoy, 
Las canciones de amor que he escrito para ti. 
Espero que puedan llegar a tu corazón. A través del mar. 
La fuerza para creer en lo invisible. ¿Por cuánto tiempo permanecerá en mi? 
Aún sabiendo que estás tan lejos, sigo pensando en ti. 
Volaré hacía ti. 

Quiero confesar que te amo, por ser tú. 
Quiero abrazarte y jamás dejarte ir. 
Después de mil noches, volveré a verte. 

Las noches sin ti me han hecho perder la voz. 
Eres como las hojas de arce, acercándote silenciosamente.  

Quiero tocarte, sin pretensiones, entregándote todo de mi, 
Habrá un final, pero no desaparecerá. 
Después de mil noches, voy a verte. 

Hay muchas canciones de amor en éste mundo, 
Pero yo solo cantaré aquellas que logren llegar a tu corazón. 

Las lágrimas recorrieron sus mejillas sin parar. Hace tanto tiempo que había dejado de llorar con aquel sentimiento que tal vez todo se había acumulado. 
No podía parar. 
Era él. Esta canción era de él. 
-Hikaru- Sollozó en silencio mientras la canción se repetía, pero no volvió a escucharla. 
Guardó rápidamente sus cosas y salió corriendo del edificio. Olvidó por completo todo lo que tenía por hacer. Tan solo quería dirigirse a un lugar. 
Tenía esperanza. Anhelo. Rogó con todas sus fuerzas que su deseo se volviera realidad. No tenía idea de a qué o a quién debía rezarle, tan solo concentro sus sentimientos en imaginar claramente lo que quería. 
Quería verlo de nuevo. 

¿Por qué había vuelto? ¿Por qué después de tres años? ¿Desde cuando había vuelto? ¿Por qué no sabía nada al respecto de su carrera?  
En su mente se acumulaban estas y más preguntas. Quería verlo y obtener respuestas. No estaba seguro de si él aceptaría responder, pero al menos tenía que intentarlo. 
Llegó rápidamente a aquel edificio que hace tanto tiempo no visitaba, subió las escaleras y se detuvo frente a la puerta. Antes de tocar el timbre notó que el pequeño letrero con su nombre seguía ahí. 
O más bien, lo habían vuelto a colocar. 
"Hikaru Yaotome" 
¡Había vuelto! ¡En verdad había vuelto! 
Respiró profundo y después de unos segundos, al fin tocó el timbre. Esperó unos segundos en completo silencio, con la esperanza de escuchar movimiento, el ruido de unos pasos acercándose a la puerta. Lo que fuera. 
Y eso ocurrió.  
Se escucharon unos pasos y el sonido del seguro desbloqueando la puerta. Con emoción se hizo a un lado para dejar espacio a la puerta y todas sus ilusiones se volvieron realidad. 
Ahí, frente a él, apoyado en el marco de la puerta se encontraba Yaotome Hikaru. 
Hikaru. Hikaru. Hikaru. 
-Tú... ¿Keito?- Preguntó el mayor con perplejidad mientras sus ojos se abrían como platos de la sorpresa. 
-¡Idiota!- Le gritó y sin más lo golpeó con fuerza en la quijada. Tirándolo al suelo de golpe. 
-¡Eres un maldito idiota, Yaotome! ¡No hubieras regresado!- 
Le gritó con un nudo en la garganta. Dio media vuelta y se marchó con pasos torpes y muy grandes. 
Aún sorprendido y aturdido, Hikaru se puso de pie y se llevó la mano a la quijada. Sabía que eso dejaría marca si no le ponía hielo rápidamente. Sin embargo, por primera vez hizo a un lado sus intereses y salió detrás de Keito lo más rápido que pudo. 
-¡Espera! ¡Okamoto!- Le gritó al tomarlo del brazo justo antes de que éste girara y tomara las escaleras. 
-No puedes aparecer y golpear a las personas sin más. ¿Qué acaso tus clases de Derecho no te han enseñado nada?- 
-¡Cállate! ¡No tienes derecho a decirme eso! ¡Vete! ¡Desaparece! ¡Ve a escribir canciones para alguien más! ¡GRANDISIMO IDIOTA!-  
Sin más, las lágrimas brotaron de sus ojos, tan furiosas que sentía que no podría detenerlas jamás. 
-Sí, soy un grandísimo idiota- Dicho esto, Hikaru lo abrazó con fuerza. Había extrañado tanto la sensación del cuerpo de Keito entre sus brazos que sintió un nudo formarse en su garganta. 
Keito intentó luchar para separarse de él, pero sus emociones lo vencieron y terminó por aceptar el contacto como algo que había estado anhelando desde hace mucho tiempo. 
-Soy un idiota, egoísta. Y te amo. Te amo tanto- 
Las palabras de Hikaru detuvieron su llanto de golpe. Pensó que no había escuchado bien. Tal vez estaba teniendo un sueño de nuevo, como tantos otros en donde soñaba que él regresaba. 
-Te amo. Te amo. Te amo- Repitió Hikaru mientras su voz se quebraba y las lágrimas salían ardientes de sus ojos. 
-No debí dejarte. Nunca debí alejarme de ti. Pero fui egoísta. Sabía que debía marcharme y no quería despedirme de ti. Elegí mis ambiciones e ignoré tus sentimientos. Fui un idiota. Ni un momento logré ser feliz, siempre pensaba en ti, lloraba por ti. Pero sabía que si regresaba sin lograr nada, entonces no habría valido la pena. Esa noche debí ser sincero contigo, decirte las palabras correctas. Te suplico, por favor, perdóname. Te amo... jamás lo diré las veces necesarias para compensar el tiempo perdido. Pero es lo que siento. Por favor, perdóname- 
Keito podía sentir las lagrimas de Hikaru mojar su hombro. Aquello era real. Estaba sucediendo en verdad.  
Y lo amaba. 
Hikaru lo amaba. 
-No debiste dejarme. Nunca. Destrozaste mi corazón, no tienes idea de cuánto. Te esperé como un idiota, siempre he esperado a que volvieras. Me la pase deseando que al menos fueras feliz. Y en todo este tiempo no logré deshacerme de mis sentimientos. Te amo, idiota. Te amo demasiado- 
Keito lo abrazó con fuerza. 
Ambos lloraron y repetían las mismas palabras una y otra vez. 
"Te amo. Te amo. Te amo." 
Como si así recuperaran el tiempo perdido, sanando las heridas. Recuperando la felicidad perdida. 
Sin decir más, se miraron al fin a los ojos y se besaron. Fue un beso cargado de anhelo, de deseo por romper con la tristeza. Un beso lleno de amor. 

Al separarse volvieron a mirarse fijamente a los ojos. Hikaru fue el primero en romper con el silencio. 
-Así que... ¿escuchaste la canción?- 
Keito asintió con la cabeza. 
-Eres lento. La canción salió hace tres días. ¿Qué acaso no escuchas música? ¿No te enteras de nada?- 
-Entre las clases y el trabajo en el despacho no he tenido oportunidad de prestar mucha atención. Además, dejé de esperar noticias tuyas hace un año- 
Con la respuesta de Keito, Hikaru lo besó en la frente y acarició su rostro. 
-¿Me perdonas?- 
-Tal vez lo haga si te arrodillas- Bromeó Keito. Sin embargo Hikaru se lo tomó bastante en serio. Solo que la forma en la que se arrodilló fue bastante especial. 
Con una rodilla en el suelo, una mano sobre el corazón y la otra extendida hacía él. Lo miró fijamente y dijo. 
-¿Me perdonarías para pasar el resto de tu vida a mi lado?- 
Keito dijo lo primero que se le vino a la cabeza. 
-Creí que me pedirías matrimonio-  
Y Hikaru se sonrojó violentamente. 
-Va implícito, idiota- 
-¿Quieres... matrimonio... conmigo? ¿Eh?- 
-Bueno, tal vez no de manera tan formal, solo vive conmigo hasta que seamos ancianos y llegue nuestro último aliento- 
Keito soltó una nerviosa carcajada. Algo que había extrañado de Hikaru era eso, su sentido del humor con romanticismo oculto. 
-Bueno, pero no usaré vestido y tú pagarás la mudanza- 
Hikaru sonrió, se puso de pie y levantó a Keito con la misma facilidad de antes. Cargándolo con elegancia. 
-Al menos esto si lo puedo hacer, ¿verdad?- 
-Idiota- Le dijo Keito mientras rodeaba el cuello de Hikaru con ambos brazos. 
-Y cocinaremos los dos. No pienso ser el único que cocine, ¿entendido?- 
-Si, lo que tu digas. Primero abre la puerta. Tengo las manos ocupadas- 
Y así ambos entraron a aquel departamento. Cerrando la puerta para dar inicio a una vida nueva. Una vida juntos. 
Y esta vez si sería para siempre. 
Hasta su último aliento. 

Porque esta es la manera en que lo amo; apasionadamente, real y verdadero.  
Porque jamás dejé de amarlo y jamás lo haré. 

F I N 





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¿Qué tal?
¿Les gustó?
Espero que lo hayan disfrutado. Yo me divertí y me emocioné un montón mientras lo escribía. Incluso me decidí a crear una lista de reproducción que a partir de ahora será universal para el HikaTo. Es gracioso ver que le he puesto "Canciones que inspirarán cualquier fic HikaTo" xD
Si, soy algo rara .__.
Me quedó muy largo, pero no quise cortarlo en dos partes para evitar que quieran matarme. Espero que no les sea muy pesado ;3; (aunque acepto que 32 páginas ha sido demasiado) Aún así, tomen el tiempo que necesiten para leerlo todo *--*
Espero saber pronto que les ha parecido el fic ^^

 ¡Gracias por leer! 


6 comentarios:

Unknown dijo...

Oh por Dios! Oh por Dios! OH POR DIOS!!!! *O* Fue Hermoso!!! (puse la canción de fondo y fue lo doble de hermoso!)
Me encanta Goose house! y también el Hikato! Conclusión: estoy gritando como fangirl xD
Este Fic va directo a mis favoritos *w*

Gracias por el fic Ayaa *3*

Anónimo dijo...

Casi me pongo a llorar por como sufría Keito, pensé que Hikaru fue un poco egoísta pero también sufrió al dejarlo, este fic me hizo emocionar mucho y el final me encanto, te quedo genial ^^

Yuko "I LOVE JUMP"

Fuyumi Ichinose dijo...

Ay, yo si lloré ~ Una hora leyéndolo y quería más! Jajaja, está bien lindo y perfecto porque es HikaTo, me encantó, definitivamente lo volveré a leer después, me encantó casi llegó a pensar que de verdad no iban a quedar juntos al final jaja,te quedó genial.

Natarashi dijo...

Amo el Hikato <3
Al principio quería matar a Hika por dejar a mi Keito pero despues lo perdone, te quedo muy lindo este Hikato gracias por este lindo fic
Me alegra que regreses y con una de mis parejas favoritas

Yojhannah dijo...

Dios esta muy bueno, ustedes quieren que me cuelgue de algún puente o algo así, dios mio estaba esperando tu regreso ;-; esto fue mas que hermoso, estare esperando por más.
El hikato tuvo tn toque de todo, enojo, tristeza asdfghjkl

HikaMiya dijo...

Que bonito me encanta el HikaTo
Me angustie mucho por Keito al principio crei que todo iria mal pero me alegro el final.

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