martes, 2 de diciembre de 2014

Fated [Cap. 8]

Antes de que lean éste capítulo, tengo algo que decirles.
¡Muchas gracias por tanto apoyo y cariño!
Las personitas que me dejaron un comentario en mi entrada anterior lograron hacerme sonreír como hace mucho no lo hacía y sentir esa calidez en mi corazón que solo ustedes son capaces de hacerme sentir.
El saberme querida por gente que lee mis fics me hace feliz. Es por eso que escribo, porque me hace feliz y porque sé que alguien leerá lo que hago, aunque sea malo o este mal hecho. ¡Y de igual forma les digo que yo las quiero con todo mi corazón!
¡Gracias por todo!

Y ya para finalizar, debo agregar que el incentivo final y definitivo que necesité para correr a la computadora y abrir Word fue un libro. Una novela que habla de una chica que ama escribir fics y que para ella no hay nada más maravilloso. Aprendí mucho y recordé porque hago esto. Porque me gusta, porque creo un mundo en el que puedo vivir mientras siga escribiendo.

"La gracia de escribir fan fiction es que te mueves en el universo de otra persona. Reescribes las reglas. O las fuerzas. Te puedes quedar en ese mundo, ese mundo que adoras, todo el tiempo que quieras, en tanto sigas escribiendo nuevas historias" - Rainbow Rowell "Fangirl"

Si tienen la oportunidad de leer este libro ¡Haganlo! No se van a arrepentir :D
Sin más que decir, aquí tienen un capitulo de Fated ^^

Capitulo 8

En un aldea lejana el líder de aquel lugar, ubicado en el Norte, terminaba con sus deberes cuando de pronto un soldado entró apresurado, parecía que venía corriendo una larga distancia para comunicar algo realmente importante.
-¿Qué te ocurre?-
Preguntó el joven líder, con aproximadamente dieciocho años, en aquella época los lideres jóvenes no era algo de extrañarse, puesto que todos vivían expuestos a las sangrientas batallas para defender sus tierras o para conquistar otras. Este joven era alto, de mirada seria que reflejaba madurez y seguridad, además claro de ser bien parecido. Era un líder digno de confianza y respeto por su pueblo.
-Amo, las aldeas del Oeste y del Sur van a enfrentarse dentro de poco-
Al escuchar estas palabras, el líder del Norte frunció el ceño, después de todo una batalla era algo normal en aquella época de guerras y no parecía merecer importancia.
-¿Y es por eso que has venido corriendo hasta mi? Deberías prestarle atención a otras cosas-
Le dijo con voz seria mientras le daba la espalda, estaba por retirarse cuando uno de sus viejos consejeros lo detuvo.
-Disculpe, amo. Este soldado ha hecho bien en comunicarle ese acontecimiento-
Ante las palabras de aquel anciano, el líder se giró para verlo fijamente, no comprendía bien la razón de aquellas palabras por lo que se dispuso a preguntar.
-¿Qué quieres decir con eso? Explícate-
-Hace mucho tiempo, el antiguo líder de esta aldea, cometió un grave error, cegado por la avaricia y el poder llevo consigo la destrucción hacia esas dos aldeas tan pacificas-
Las palabras del anciano lograron atraer su atención.
-Tú tienes algo que contarme, ¿No es así?-
Aquel anciano asintió, suspiró y dijo.
-Permita que le cuente lo que sucedió hace algunos años, antes de que usted tomara el poder de esta aldea-
Fue así como el relato de aquel anciano dio inicio de la siguiente forma, revelando así el gran secreto que envuelve la tragedia vivida hace tiempo atrás.

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Aquellos eran días pacíficos, tranquilos y felices para todos de cierta forma.. Las batallas siempre estuvieron presentes, pero no pasaban de que fueran por defender sus tierras de los bandidos o algún grupo de saqueadores.
En la aldea del Sur se encontraba el señor Arioka, un líder digno de admiración que basaba su mandato en la justicia y procuraba la harmonía de su pueblo. De igual forma cuidaba de su pequeño heredero, a quien le había elegido el nombre de Daiki por su frágil apariencia y noble sonrisa, sin embargo esperaba que se volviera fuerte con el tiempo pero sin perder su angelical mirada.
En la aldea del Oeste se encontraba el justo y orgulloso líder Yamada, quien no se detenía para ayudar a quienes lo necesitaran, en sus diversos viajes ayudaba a la gente, incluso les brindó un hogar a un par de hermanos después de ser testigo de su desgracia, para él todos eran bienvenidos en su aldea, les prometía protección y una vida tranquila. Su hijo Ryosuke siempre lo obedeció en todo, intentaba mostrarse fuerte, a la altura de su padre, sin embargo este conocía bien el bondadoso corazón de su hijo, el cual era capaz de arriesgarlo todo con tal de proteger a sus seres queridos sin importar nada, además de guardar cierta terquedad para ser ayudado en alguna situación.
Para ambos grandes lideres, su más preciado tesoro eran sus hijos, los cuidaban y protegían con su vida en caso de ser necesario, no hacían más que brindarles lo mejor que podían y enseñarles todo lo que sabían sobre la vida y las crueles batallas que en determinado momento tendrían que luchar.
Sin embargo, en la lejana aldea del Norte, su líder era diferente, sin hijos y sin nadie cercano para guiarlo, simplemente se dejaba llevar por su avaricia y deseo de poder, de alguna forma se las había ingeniado para silenciar o desaparecer a todo aquel que no siguiera sus ideales.
Sabía muy bien que las aldeas de Sur y del Oeste eran las más ricas y extensas. En pocas palabras deseaba ser el único gobernante de las cuatro aldeas, Norte, Sur, Este y Oeste, sin embargo estaba consiente de que su fuerza no era suficiente para atacar una por una, además de que los lideres de las aldeas del Sur y del Oeste eran los más poderosos y hábiles, sabía bien que sería un suicidio intentar atacar a alguno de ellos ya que el resultado era más que evidente, sin embargo deseaba el poder, así que valiéndose de su astucia ideó un plan, quería ver una guerra provocada por él y que esta arrasara con todo para que al final el pudiese adueñarse de aquellas tierras y ser el único soberano. Un plan en el cual no tendría que ensuciarse las manos y tan solo observar el final para después tomar su lugar como un guerrero astuto.

Un día partió sin decirle a nadie a donde se dirigía, sus pasos lo llevaron a un lugar que conocía bastante bien. La aldea de bandidos que se encontraba más allá de las montañas, ahí contrató a tan solo dos bandidos, los cuales al saber que les esperaba un jugoso pago aceptaron sin chistar. El plan era sencillo, uno se vestiría con las ropas de un soldado del Sur y atentaría contra la vida del hijo del líder, lo mismo haría el otro. Y es que aquel avaricioso líder del Norte descubrió que para ambos lideres no había nada más valioso e importante que la vida de sus herederos, por lo que se convirtieron en un blanco fácil para lograr su cometido.
Fue así como ambos bandidos partieron para cumplir con su misión, llevando consigo una carta de desafío para cada líder, sentenciándolos así a una inevitable batalla.
Cuando cada bandido cumplió con su cometido el cual era atentar contra la vida de los herederos de cada aldea y dejar aquel desafío, desaparecieron tras recibir el pago por parte del líder del Norte, quien se regocijaba de alegría al saber que su plan había resultado y que ahora ambos guerreros se enfrentarían a muerte. Era algo que ansiaba ver con sus propios ojos así que salió en su caballo rumbo al lugar de la batalla, era un espectáculo que no podía perderse ya que todo aquello había sido provocado por él.

Tras aquella amenaza, tanto el líder del Oeste como el del Sur decidieron partir al encuentro que supuestamente tenían, dejando en sus aldeas la promesa de volver victoriosos y con la intensión de hacer pagar al otro por cometer semejante ofensa. Nadie se imaginaba que podía ser una trampa, y que el mismísimo creador de ésta observaría la cruel batalla solo para sentirse satisfecho por sus actos.

Cuando ambos bandos llegaron al punto de encuentro se desafiaron a muerte y la sangrienta batalla dio inicio. Sin embargo no todo salió como el avaricioso líder del Norte había planeado, puesto que, mientras más extasiado se sentía al presenciar la masacre, fue descubierto por un soldado, quien ante su presencia se las ingenió para  desconcentrar a los combatientes y hacerles saber que había alguien más observando. El líder del Sur y del Oeste, quienes ya se encontraban gravemente heridos observaron al líder del Norte y sin más se cuestionaron la razón por la que él se encontraba ahí. Sin embargo éste aprovechó para burlarse de ellos, haciéndoles ver que habían caído en una trampa y que debían morir con mayor razón por haberlo descubierto. Evidentemente la locura había tomado el control de su ser, deseaba que su plan saliera tal cual lo había tramado, así que aprovechándose de que ambos estaban gravemente heridos, decidió atacar primero al líder del Sur, atravesando su pecho con su espada con un ágil movimiento de su espada, dándole una muerte instantánea. El líder del Oeste, quien se encontraba también gravemente herido y sangrando por todas partes, logró juntar la fuerza necesaria para atacar al líder del Norte y darle muerte, cortando su cabeza de un solo tajo, sin piedad. Con las pocas fuerzas que le quedaban intentó avanzar, anhelaba volver a casa pero su vida se apagó como el fuego de una vela, cayendo al suelo mientras se desangraba y moría sin remedio.
Fue así como la batalla terminó, todos muertos, de no ser por los soldados que llegaron después en apoyo no habrían descubierto el cadáver de sus lideres. Como resultado, la semilla de aquella venganza fue sembrada en cada uno de los herederos, quienes después de llorar la muerte de su padre prometieron hacer pagar al culpable, desconociendo el origen de todo.

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El relato de aquel anciano termino y la respiración del actual líder del Norte se detuvo por un instante, no podía creer lo que escuchaba.
-¿Y como te enteraste de todo esto?-
Preguntó con seriedad mientras procesaba todo aquello dentro de su cabeza.
-Porque yo estuve junto a él en el momento en que ideó su plan, siempre estuve callado a su lado, siendo testigo de todo lo que anhelaba, jamás imaginé que esto tuviera semejante repercusión en los herederos de ambas aldeas y ahora que sé que van a enfrentarse a muerte considero correcto revelar la verdad de lo sucedido en el pasado-
El líder del Norte se cruzó de brazos y meditó la situación.
-¿Por qué si sabias de esto no lo dijiste antes?-
El anciano pareció afligido, pensó muy bien en lo que iba a decir ante su amo.
-No tenía el valor suficiente para hacerlo, no imaginé que esto llegase a estos extremos-
Tras escuchar aquello, el líder del Norte tomó una decisión.
-No podemos dejar que esto trascienda, el viaje será largo pero tenemos que impedir ese enfrentamiento y dejar las cosas claras, no tengo relación con el antiguo líder pero el nombre de este pueblo esta implicado y hay que solucionar todo esto, prepara mi caballo, tu vendrás conmigo-
Aquel anciano se apresuró a cumplir las ordenes de su amo, no había tiempo que perder.

En las lejanas tierras del Sur ya todos estaban preparados, con los primeros rayos del sol Arioka salió portando su armadura y su espada, montó su caballo y miró a sus hombres.
-Este día iba a llegar tarde o temprano, no podemos permanecer ajenos a las provocaciones del enemigo, así que hoy los atacaremos y pondremos fin a esta guerra. Cuento con cada uno de ustedes para vengar la muerte de mi padre-
Miró a cada uno de sus soldados, incluyendo a los cuatro más cercanos. Inoo, quien se encontraba casi a su lado, solo pudo cerrar fuertemente sus puños mientras trataba de alejar los malos presentimientos de su mente.
Fue así como las tropas iniciaron su camino rumbo al Oeste. Kei iba justo detrás de Daiki, observándolo fijamente, preparando su mente y corazón para protegerlo sin importar nada más.
Hikaru caminaba sonriente, ansioso de poder luchar, podía escuchar los latidos desesperados de su corazón, incluso sentía su sangre hirviente transitar por sus venas, deseaba llegar pronto. Lamió su espada antes de guardarla en su funda, deseando que por ella corriera la sangre que tanto anhelaba.
Yabu montó su caballo, miró fijamente al frente, tan solo pensaba en la forma en la que cumpliría lo que le dijo a Ryutaro, debía protegerlo de aquella batalla y mantenerlo a salvo, necesitaba tener cuidado de no ser descubierto. Aún así, con todo eso en su cabeza, su corazón no encontraba tranquilidad, no podía alejar esa preocupación.
Por ultimo, Yuya. Completamente consciente de que no había marcha atrás, de que la batalla era inevitable y aún así el dolor en su pecho no desapareció, daría todo por poder evitar ese momento, de que todo cambiara drásticamente antes de tener que enfrentarse a muerte con el ser que más amaba. Con melancolía miró al cielo y recordó claramente su deber como guerrero, sin lugar a dudas lo cumpliría, muy a pesar de todo, pero también estaba dispuesto a morir protegiendo a la única persona que tanto amaba, sin importar nada.

Al Oeste todo estaba tranquilo, sin embargo el viento enviaba señales de peligro. Con los cálidos rayos del sol, Ryosuke logró despertar poco a poco, mientras tomaba conciencia de lo que había ocurrido notó algo diferente y de inmediato se sintió lleno de felicidad. De pronto los protectores brazos de Yuto que lo rodeaban gentilmente lo hicieron sentir completo, al fin, después de tanto tiempo de anhelar aquel momento no podía concebir semejante sentimiento, de pronto sintió que todo podía ser tan solo un sueño más, pero de pronto la suave voz de su acompañante le hizo ver que no era un sueño, no más.
-Buenos días-
Ryosuke sintió un ardiente sonrojo inundar su rostro, sin embargo hizo un esfuerzo por mantenerse firme y saludar con naturalidad a Yuto.
-Buenos días-
Ambos se levantaron y acomodaron sus ropas, después de estar listos Ryosuke abrió la puerta para salir, necesitaba ir a lavar su rostro, cuando de pronto se cruzó en su camino Okamoto, quien al parecer esperaba a que saliera.
-Okamoto… ¿Qué haces aquí?-
Le preguntó con cierta rigidez. Nakajima salió justo después y ver a Keito lo sorprendió bastante.
-¿Ocurre algo?-
Keito observó a ambos, se sintió un poco confundido pero de pronto pareció comprender la situación así que decidió no comentar nada al respecto, después de todo el asunto que lo había llevado ahí era más importante que cualquier amorío recién conciliado.
-Las tropas del Sur se acercan, van a atacarnos, debemos estar listos rápidamente-
-¡¿Qué estás diciendo?!-
Exclamó Yamada, quien de inmediato miró a Nakajima con desesperación.
-Regresa y ponte tu armadura, yo iré por los consejeros. Okamoto, ayúdame a reunir a los soldados, no hay tiempo que perder-
Keito se marchó rápidamente a cumplir con las indicaciones.
-Gracias por estar aquí-
Le dijo Ryosuke a Yuto después de que éste reaccionara tan rápidamente.
-No debes preocuparte, yo voy a protegerte. No nos vencerán, no pierdas más tiempo y entra a alistarte, iré por los consejeros para que puedan idear algo juntos, yo estaré contigo si quieres-
Ryosuke sonrió levemente, era imposible sonreír con total alivio en semejante situación. Miró a Yuto fijamente y le depositó un beso fugaz en los labios, después retornó a sus aposentos y buscó su armadura.
Yuto tardo unos segundos en lograr reaccionar, no era el momento de soñar sino de ponerse alerta, así que se dirigió rápidamente hacia donde los consejeros se encontraban.

Ryutaro se encontraba desayunando junto a su hermano cuando alguien abrió precipitadamente la puerta, le enfureció descubrir que se trataba de Keito.
-¿Qué acaso no sabes tocar?-
-No es momento de ser educado, los del Sur se dirigen a la aldea, van a atacarnos y necesitamos estar listos lo más rápido posible, ven a reunirte con los demás-
Sorprendido, Ryutaro dejó caer los palillos con los que comía, fue rápidamente por su espada y se dispuso a salir cuando su hermano lo detuvo.
-Hermano… no vayas…-
Ryutaro pudo sentir la preocupación de Shintaro, ante lo cual tan solo le sonrió y acariciando su cabeza le dijo con ternura.
-Voy a estar bien, regresaré. Tengo que protegerte, busca rápidamente un refugio lejos de aquí, en cuanto todo termine yo te buscaré-
Las lagrimas estuvieron a punto de salir de los ojos de Shintaro, pero pensó que no tenía caso llorar, así que mostró su mejor sonrisa y dejó que su hermano saliera a cumplir con su deber.
Ryutaro se apresuró a reunirse con los soldados, ahora comprendía la razón por la cual Yabu lo había buscado y porqué quería llevárselo lejos, sin embargo no podía escapar, tenía que proteger a su líder, no, no solo a su líder, también a su hermano, eso era lo más importante para él en esos momentos, no podía dejar que los soldados del Sur ganaran, debía darlo todo en aquella batalla y estaba dispuesto a hacerlo. Aún así, sabiendo todo aquello, las palabras de Yabu no dejaban de darle vueltas por la cabeza.
“-No importa lo que pase, yo voy a protegerte, así que más te vale ser tan fuerte como dices y lograr sobrevivir mientras llego a tu lado-“
Tras recordar aquello, su corazón latió con fuerza, de alguna manera se sentía ansioso por verlo una vez más, a pesar de las circunstancias.

Keito terminó de afilar su espada, observó fijamente el filo que ahora tenía y no pudo evitar sonreír, estaba ansioso de que el enemigo llegase, pasaría por encima de quien fuese con tal de llegar a Hikaru y entonces pelear con él a muerte.
-No puedo esperar más, así que más te vale que llegues pronto-
Murmuró mientras miraba por ultima vez su espada antes de guardarla en su funda.

La situación parecía critica, no tenían tiempo de confirmar la información que había dado Okamoto, sin embargo Yamada estaba seguro de que el pelinegro jamás bromearía con algo relacionado a alguna batalla, así que mientras contemplaba los rostros sorprendidos y pensativos de los ancianos, la incertidumbre lo invadía poco a poco, temiendo lo peor.
-Esto es algo que no contemplábamos, no imaginé que el hijo de Arioka se atrevería a atacarnos por sorpresa-
Comentó uno de ellos mientras no dejaba de mirar el desgastado mapa que se encontraba debajo de todos.
-Aún así, ya habíamos organizado algunas estrategias, solo hay que reforzar los puntos defensivos en esta parte y estaremos bien-
Dijo uno de ellos mientras señalaba una parte del mapa. Ryosuke los observaba con cuidado, tratando de comprender lo que decían y confiar plenamente en ellos, justo como su padre lo hubiese hecho.
-Bien, me gusta esa idea. No tenemos mucho tiempo así que hay que comenzar a alistarnos lo antes posible. Tratemos de evitar muertes de los aldeanos, sugiero que los refugiemos en esta región-
Dijo Ryosuke mientras señalaba una región montañosa a no mas de un kilometro de la aldea.
Los ancianos lo observaron maravillados, sin lugar a dudas ya no era el mismo de antes y si en alguno de ellos aún había alguna duda, con esto quedaba disipada.
-Igual que tu padre. Bien, enviemos una tropa especial para salvaguardar a los aldeanos, los demás soldados comenzaran a preparar la estrategia de defensa y el grupo especial preparara el ataque junto con la tercera tropa-
Dijo uno de ellos con unas sonrisa.
-Definitivamente no perderemos-
Declaró otro anciano y con una sonrisa confiada, todos se retiraron a organizar lo que les correspondía. Ryosuke se quedó solo unos instantes, respiró profundo y justo antes de salir, entro Yuto.
-Los cuatro estamos listos-
Evidentemente refiriéndose a Okamoto, Chinen, Morimoto y él mismo.
-Bien, aquí también ya esta todo listo, solo-
Estaba por decir algo pero le fue imposible continuar ya que Yuto lo abrazó repentinamente, estrechándolo cálidamente y susurrándole al oído.
-Tranquilo, yo voy a protegerte-
Ryosuke cerró los ojos con fuerza y dijo.
-Eso es lo que me asusta, si tu mueres yo-
De nueva cuenta Yuto no permitió que el mayor siguiera hablando, lo besó rápidamente y después junto su frente con la de Ryosuke. Sonrió despreocupado y le dijo.
-No pienses cosas de más, necesitas estar concentrado en la batalla que se acerca. Vamos, ve por tu espada, los demás esperan por ti-

Las tropas del Sur avanzaban poco a poco, Daiki lideraba las tropas, mientras avanzaba trataba de despejar su mente y concentrarse en lo que realmente importaba, el objetivo de aquella batalla. Justo antes de continuar se detuvo, todos lo hicieron igual, se dio media vuelta montado en su caballo y mirando a todos con seriedad les dijo.
-¡Que quede claro que esta batalla es para saldar de una vez por todas la cuenta pendiente con los del Oeste, no venimos a saquear o a robar, concéntrense en la batalla por el honor y memoria de mi padre!-
Todos gritaron un sí al unísono, Daiki giró de nuevo y volvió a emprender el paso. Mientras tanto, Kei lo observaba, admirado por la valentía del menor pero consciente de que eso era lo que más le aterraba. Al darse cuenta de que su mente se encontraba desconcentrada en la batalla, sacudió la cabeza y trato de no pensar más en eso, aun pareciendo algo imposible, después de todo la persona que más amaba estaba por poner su vida en alto riesgo, de ninguna forma podía sentirse tranquilo o concentrado, aún así intentó hacer un esfuerzo.

Cuando por fin se acercaban a la aldea del Oeste, Arioka lograba divisar algo a lo lejos, no estaba seguro de que podría ser así que lo consultó con Inoo, quien se encontraba andando a su lado.
-¿Qué es eso? ¿Son soldados?-
Inoo agudizó la vista y pudo comprobarlo.
-Así es, deben ser las tropas enemigas-
Arioka sonrió de lado. Aunque con aquello una ligera punzada se hizo presente en su pecho, ahora ya no había marcha atrás.
-Nos han ahorrado algo de camino. ¿Cómo se han enterado de nuestro plan?-
Preguntó Arioka con asombro, Inoo lo pensó detenidamente y trató de pensar. De repente su mirada se dirigió a Takaki, quien avanzaba junto con Yabu a unos pasos detrás de Arioka.
-No sé como se habrán enterado, pero supongo que será una pelea limpia-
Concluyó Inoo, tratando de no especular demasiado sobre la forma en la que los del Oeste se habían enterado y habían contando con tiempo suficiente para prepararse.

Ya en posiciones, Yamada y sus guerreros se encontraban observando como los del Sur se acercaban cada vez más, era cuestión de tiempo para que la batalla iniciara y con ello vengar la muerte de su padre.
-¿Estás listo?-
Le dijo Nakajima en voz baja mientras continuaba de pie a su lado. Yamada, quien montaba su caballo, bajó un poco la mirada y sonrió con astucia.
-He esperado esto desde hace mucho tiempo, es hora de que termine-
No muy lejos de Yamada se encontraba Chinen, quien por primera vez sentía que sus manos temblaban, intentaba ocultarlo aferrándose a la empuñadura de su espada. Deseó desde lo más profundo de su corazón que el tiempo se detuviera, o que algo impidiera aquella batalla. A pesar de todo era consiente de que desear aquello era un verdadero disparate, una tontería, no había manera de detener la batalla, era su destino pelear y enfrentar a quien se pusiera en su camino y atentara con la vida de Yamada, ese era su deber. Con un gran esfuerzo tragó saliva y continuó observando como las tropas del Sur estaban cada vez más cerca.

Después de un avance lento, las tropas del Sur se detuvieron, justo a unos cuantos metros de distancia de las tropas del Oeste. Al fin, Arioka y Yamada se miraron fijamente.
-¡Es momento de terminar con todo esto! ¡Aquí no habrá más trampas como las que sueles usar para atacarnos! ¡Será una lucha justa!-
Gritó Arioka desde su extremo. Yamada lo escuchó con atención y le respondió.
-¡No se a que trampas te refieras Arioka, pero estoy de acuerdo en que todo deberá terminar hoy! ¡Es momento de que la muerte de mi padre sea vengada!-
Ambos lideres liberaron un fuerte grito que se origino desde lo más profundo de su pecho, aquel grito que llevaba consigo el llamado a la batalla, el inicio de la guerra, la realización de su venganza.

Los soldados corrieron para enfrentar al enemigo y cumpliendo con su propósito de defender a sus lideres con su vida.
Arioka descendió de su caballo, desenfundó su espada y miró fijamente a Yamada, quien aparentemente esperaba su ataque. Él era su objetivo, así que abriéndose paso entre los soldados que peleaban, comenzó a avanzar.
Yamada hizo lo mismo, descendió de su caballo y miró fijamente a Arioka, su objetivo era pelear contra él, con nadie más. Caminó con pasos decididos, abriéndose paso entre los soldados y eliminando fácilmente a los enemigos que se ponían en su camino con un ágil movimiento de su espada.
Después de tanto tiempo de odio, de sed de venganza y de sufrimientos en silencio, al fin estaban frente a frente mientras a su alrededor los soldados seguían peleando. Los ríos de sangre no tardaron en aparecer, ambos bandos contaban con guerreros formidables, el sonido de las espadas chocando unas contra otras se mezclaba con los gritos de la pelea y los gemidos de la muerte.
-Al fin esto terminará, Yamada. Esta vez no podrás ocultarte detrás de nadie, esta vez solo somos tu y yo. Definitivamente vengare la muerte de mi padre y honraré su memoria con la victoria del pueblo del Sur-
Yamada río con las palabras de Arioka y dijo.
-Arioka, esta vez nadie va a protegerte, como bien has dicho solo somos tu y yo, espero que estés preparado. Seré yo y mi pueblo quienes resulten victoriosos de esta batalla y el honorable nombre de mi padre quedará en alto y así su muerte quedara vengada. Más te vale estar preparado para morir-
Ante la sonrisa burlona de Yamada, Arioka no pudo más que endurecer aún más su expresión, tomó posición de batalla al igual que su contrincante y el primer movimiento se dio, ambas espadas chocaron y la batalla entre ambos lideres dio inicio.

Como una señal de alarma, Inoo logró escuchar el sonido de las espadas perteneciente a ambos lideres. Buscó con la mirada y encontró a Arioka peleando con Yamada, la preocupación y su sentido protector se activo sin más. En un rápido y desesperado movimiento se deshizo del par de soldados que lo rodeaban y avanzó directo hacia donde su líder se encontraba, debía protegerlo a toda costa, no podía permitir que la astucia de Yamada terminara con la vida de su líder, de su amado.
Avanzó con dificultad, venciendo a unos cuantos soldados que se interponían en su camino, hasta que uno en especial se colocó frente a él.
-No voy a permitir que des un paso más-
Inoo lo miró fijamente, creía saber de quien se trataba.
-¿Tú eres Nakajima, cierto?-
El otro chico no respondió, pero una sonrisa burlona le indicó a Inoo que estaba en lo correcto.
-No creo que sea el momento ni el lugar adecuado para presentaciones, Inoo-
Le dijo Nakajima con burla mientras tomaba su posición de ataque.
-No te metas en mi camino si quieres seguir vivo-
Amenazó Inoo mientras recordaba su necesidad de estar cerca de Arioka.
-Si deseas dar un paso más vas a tener que pasar sobre mi cadáver, lo cual parece que no te resultará sencillo-
Ambos, Inoo y Nakajima, se miraron fijamente y sin más comenzaron a pelear, compartiendo así, sin saberlo, esa necesidad de proteger a la persona que más amaban.

En el mismo campo de batalla se encontraba aquel alto y en extremo delgado soldado que no hacía más que dejar inconscientes a sus contrincantes, con el temor latiente de matar a la persona equivocada, ése era Yabu. Los enemigos llegaban uno tras otro, eufóricos y desesperados por matar a su oponente, de alguna manera comprendía ese sentir, pero su desesperación por encontrar a Ryutaro no hacia más que aumentar. Necesitaba encontrarlo y llevárselo lo más lejos posible. Así pues, mientras esquivaba mortales ataques y propiciaba unos cuantos golpes su mirada buscaba con desesperación a aquel pequeño ser, rogando que no se encontrase herido o… muerto.
Para su gran fortuna y alivio, lo segundo no había ocurrido aún. No muy lejos de donde se encontraba esquivando unas cuantas espadas y cuchillos, estaba Ryutaro, el cual combatía con gran astucia y determinación, simplemente algo digno de admirarse para alguien de su edad.
De pronto Yabu notó que se hundía en una torpe ensoñación al ver al menor, tras lograr esquivar por pura suerte un ataque directo, golpeó a su contrincante y se dirigió corriendo hacia donde estaba Ryutaro. Entre más cerca estaba más notaba los detalles que no había logrado percibir. El menor se encontraba ligeramente herido, aparentemente nada de gravedad pero ver aquellas heridas en sus brazos, piernas y rostro fue suficiente para que la energa ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ellas heridas en sus bciente para que la energerido, aparentemente nada de gravedad pero ver aquellas heridas en sus bía recorriera todo su cuerpo y corriera más deprisa para llegar a él.

Con un ágil movimiento de su espada derribó a su contrincante y buscó al siguiente, su respiración estaba acelerada al igual que su corazón y el resto de su cuerpo. Ryutaro estaba entregándolo todo en aquella batalla.
De reojo logró ver a un soldado del Sur y se dispuso a atacarlo, movió sus piernas con agilidad y entre más se acercaba más reconocía aquel delgado cuerpo que no parecía querer atacarlo. No esperaba encontrarlo tan pronto, es más, ni siquiera estaba listo para verlo frente a frente en aquella situación, en la cual solo importaba matar al enemigo.

Ambos se miraron fijamente. En los ojos de Yabu había desesperación y alivio. En los ojos de Ryutaro había confusión y algo que ni él mismo sabía que era.
Atacar o no atacar. ¿Qué podían hacer ahora?
Yabu sabía lo que tenía que hacer, pero estaba consiente de que no sería fácil, así que para distraer a Ryutaro tomó su espada, por primera vez desde que la batalla inició, y se colocó en posición de ataque.
Ryutaro no esperaba que Yabu estuviese dispuesto a atacarlo, pensó en que tal vez se ignorarían hasta que ya no fuera posible. Ryutaro no deseaba aquello. Pero no le quedaba alternativa, su oponente estaba en posición y el debía responder.
Con una sonrisa fingida empuñó su espada y sin esperar a que Yabu atacará, el se dispuso a hacerlo primero.
Yabu estaba preparado, y cuando vio a Ryutaro acercándose a él, listo para pelear, respiró profundo deseando que todo saliese de acuerdo al plan.
Las espadas chocaron, la mirada de Ryutaro se endureció. Yabu frunció el ceño, no esperaba que el menor fuese tan fuerte. Pero aún así le faltaba mucho entrenamiento para lograr vencerlo, así que con un movimiento ágil de su espada logró despojar a Ryutaro de la suya.
Aprovechó de inmediato la conmoción del menor y con la empuñadura de la espada le dio un fuerte golpe en el estomago y para dejarlo inconsciente le dio otro golpe en la cabeza con el antebrazo. Aquella maniobra fue tan rápida que Ryutaro ni siquiera tuvo oportunidad de reaccionar y en un segundo todo se tornó obscuro para él.
Su primer objetivo estaba cumplido. Moviéndose lo más rápido que podía, Yabu tomó a Ryutaro, lo subió a su espalda y corrió lejos, evitando ser visto por el enemigo.
Sabía bien a donde dirigirse, sentía cierta culpabilidad por abandonar así la batalla, pero primero necesitaba poner a Ryutaro a salvo, aquello era su prioridad y la estaba cumpliendo.

Por otro lado, un soldado sediento de sangre no dudaba en decapitar a quien se interpusiera en su camino, de puro milagro lograba distinguir si eran enemigos o aliados, casi le daba igual.
Keito necesitaba encontrar a Hikaru, su sangre hervía por todo su cuerpo con el latente deseo de pelear contra él, de probar su sangre, de sentir la satisfacción de derrotarlo.
Mientras daba un paso hacia delante, asesinaba a cualquier soldado que se interpusiera en su camino y buscaba a su adversario ideal.
Hasta que lo encontró.
Justo Hikaru acababa de cortar la cabeza de un soldado enemigo, tenía sangre por todo el cuerpo, incluido el rostro, pero una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su rostro ante la satisfacción de vencer a uno más. De pronto miró al frente y ahí estaba Keito, mirándolo con una sonrisa sádica, al igual que la suya.
-El momento que tanto he esperado-
Dijo para si mientras empuñaba la espada y relamía sus labios con placer. Estaba deseoso. Estaba excitado.
Keito se acercó lentamente, disfrutando del momento culminante. En su camino se atravesó un soldado enemigo y lo eliminó de un solo movimiento de su espada.
Hikaru lo observó fijamente y cuando al fin estuvieron a un metro de distancia, le dijo.
-Te esperaba-
Keito sonrió.
-Te mataré-
Al escuchar esto, Hikaru soltó una carcajada.
-Inténtalo, pero seré yo quien acabe contigo, justo ahora-
Y así, sin más, el primer movimiento se dio. Hikaru se abalanzó en contra de Keito, este detuvo el ataque con facilidad y con la misma rapidez atacó de vuelta.
Los soldados que lograron ver como peleaban no se atrevieron a acercarse, era evidente que ese par se encontraba a un nivel mucho más alto que el resto. Así que tuvieron todo el espacio que necesitaban, sin interrupciones. Y la danza de ataques no se detendría hasta que uno cayera muerto.

El odio era el protagonista en aquella batalla. Leves heridas sangraban en los cuerpos de ambos lideres y aún así seguían luchando.
Yamada atacaba con todas sus fuerzas, el deseo de vencer a Arioka eran tan grande, deseaba que aquello terminara pronto. Miraba de reojo y veía a Yuto pelear con alguien, no distinguía bien de quien se trataba pero se daba cuenta que a duras penas el menor se mantenía de pie. Necesitaba terminar con todo. Por él, por Yuto, por su padre, por todos.
Arioka estaba agotado, sus brazos temblaban bajo el peso de la espada, pero aún así estaba decidido a continuar. Quería acabar con todo cuanto antes. Sabía que Inoo se encontraba peleando también y a cada segundo temía por su vida, más que por la suya.
Esquivaba con dificultad los fuertes ataques de Yamada, las heridas repartidas en sus brazos y piernas le ardían pero aún así sabía que tenía que continuar. No sabía por cuanto tiempo pero esperaba que no fuera demasiado. Deseaba poder volver a casa.

Yuya no estaba concentrado en nada, a penas lograba esquivar los ataques de sus oponentes, ya tenía ligeras heridas pero nada grave. Mientras intentaba fijarse en el rostro de su oponente buscaba aquel rostro que tanto amaba. Necesitaba verlo, aunque fuese un instante y comprobar que se encontraba a salvo.
Un ataque más y Yuya dudo un segundo antes de dar el golpe final a un enemigo, no quería matar a la persona incorrecta, no quería matar a Yuri.
Los oponentes sentían que Yuya era débil, que podía ser sencillo derribarlo si lo atacaban al mismo tiempo.
Y eso fue lo que hicieron.
Con un gesto rápido, tres soldados se pusieron de acuerdo con tan solo una mirada fugaz, se repartieron en diferentes direcciones y se dispusieron a atacar.
Yuya derribaba con dificultad a sus oponentes hasta que de pronto logró esquivar, por suerte, el ataque de una espada, pero ese no fue el primero.
Uno y luego otro y el último. Una sensación extraña le hormigueó el pecho, la adrenalina recorría sus venas pero la vista comenzaba a borrársele lentamente, aún así siguió buscando a su alrededor mientras su cuerpo luchaba contra aquellos tres enemigos.
Logró matarlos.
Pero comenzaba a perder fuerzas.
Lo habían herido.
Y aún no lo sentía.
Necesitaba ver a Yuri. Cuanto antes.

Con más cuidado que antes, Yuri se fijaba bien en su oponente, si este no resultaba ser quien temía, lo ejecutaba sin más. Pero era lento, muy lento.
Buscaba entre los combatientes. Quería verlo. Quería estar con él. Deseaba escapar con él lejos de todo. Deseaba que no fuera demasiado tarde.
El olor a sangre comenzaba a asquearlo, pero inconscientemente seguía derribando a sus enemigos. De pronto no pudo más.
Un soldado enemigo lo ataco, Yuri reaccionó por mero instinto y lo decapitó.
La sangre fluyó en todas direcciones, salpicándole el rostro, el cuerpo e inundando el suelo a su alrededor.
Recuerdos, dolorosos recuerdos acudieron a su mente. De nuevo el olor de la sangre, de la muerte.
Sintió terror, estaba más que asustado.

Y comenzó a gritar, desesperado, mientras su pasado se lo tragaba, envolviéndolo en obscuridad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quede impactada, que historia tan genial, es que la reacción de todos es asombrosa, me he emocionado un montón leyendo este capitulo que no quería que terminara, pero Takaki y Yuri son los que mas me reocupan, ojala y no les pase nada grave.

Me da mucho gusto saber que estas mejor y que sientes motivación para escribir, tus historias son tan fantásticas y geniales, me hace muy feliz leer tus excelentes fics ^^

Yuko "I LOVE JUMP"

Carol~ dijo...

*corre en círculos, corre en círculos, corre en círculos, corre en círculos*

Ayaa!! qué felicidad tenerte de vuelta *___________________________* gracias por la actualización.

claro ¬¬ tenía que haber un tercero, metiche, mente malévola y manipuladora, autor de toda esta tragedia sangrienta!!!
Me muero de la curiosidad de saber quién es el actual líder del Norte, fuiste cuidadosa y no diste su identidad y ahora sigue siendo un misterio, solo espero llegue a tiempo >_____< y con ese a tiempo, me refiero después de la muerte de Inoo y Yuto, sí, sigo imaginando que ellos dos van a morir, pero no me imaginé que se estuvieran enfrentando en combate, eso fue una gran sorpresa!!
y es que desde que inició la narración del combate de cada pareja, mi corazón no dejaba de latir rápido, me haces sufrir!! Yuri y Yuya jkdshfljashfkljashfashjlasdkfhjklash no puedo con ellos, Yuri ;---;

AmiS dijo...

Waaaaaaat?!?!?!?!?!??!??!!?

O.o

Mas... mas!!

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