Título: “No fue casualidad”
Parejas: Inoo Kei – Arioka Daiki [InooDai]
Género: Yaoi
Autora: Ayaa
Extensión: One-Shot
“No fue casualidad”
Caminaba por las calles de una ciudad
agitada, llena de gente que solo tiene en mente su propio mundo. El cielo nublado
respirando un aire congelado anunciaba la primera nevada de la temporada.
Con amargura miró al cielo y al
suspirar el vaho que exhalo nubló su vista por un segundo. Al llegar a la
siguiente cuadra pudo notar una librería nueva. Miró su reloj, tenía el tiempo
suficiente para pasar por ahí y descubrir algo nuevo, siempre tenía tiempo, era
lo que más deseaba perder.
Se detuvo en la entrada y curioso
echó un vistazo al interior. Estaba solo a excepción de un señor que se
encontraba detrás de una caja registradora mientras hacía anotaciones en una
vieja libreta.
-¿Está abierto?-
Preguntó aún sin entrar. El anciano
levantó la mirada y con seriedad señaló el letrero que estaba cerca de la
puerta el cual decía “Abierto”.
-Lo siento-
Se disculpó con torpeza y entró sin
hacer ruido.
Podía respirar aquel aroma peculiar
de los libros viejos, le gustaba. Se paseó por el primer pasillo y recorrió con
la mirada cada uno de los títulos. Estaba tan maravillado que no lograba
decidirse por uno, sentía que acababa de entrar a un lugar fuera de este mundo,
todas sus preocupaciones desaparecieron, ya no se sentía triste, ni siquiera
podía recordar la razón por la cual lo había estado, todos los malos recuerdos
desaparecieron como por arte de magia.
Recorrió un pasillo más hasta llegar
al tercero, fue ahí cuando se detuvo al ver a una persona sentada en el suelo,
le rodeaban tres pilares construidos por libros viejos, no podía distinguir si
se trataba de un hombre o de una mujer, si era joven o un anciano.
Dio un paso hacia el frente,
intentando no hacer el menor ruido, pero al parecer esa persona ni siquiera
notaba lo que sucedía a su alrededor.
Caminó sigiloso hasta que pudo
distinguir a un joven delgado, piel blanca y cabello negro un poco desalineado.
En sus manos tenía un libro tan grueso que le sorprendió el hecho de que tales
manos, tan finas y delgadas, fueran capaces de sostenerlo.
“-Es perfecto-“
Pensó mientras sentía que se perdía
al verlo. Observaba como sus ojos se movían de un lado a otro, leyendo sin
detenerse un segundo.
Instintivamente, tomó un libro, sin
siquiera notar que clase de libro era, lentamente se deslizó hacia abajo hasta
quedar sentado sobre el frío suelo, abrió silenciosamente el libro y aparentó
leerlo, abriéndolo desde cualquier página, pero en realidad sus ojos se
desviaban de ese montón de letras sin sentido aparente, hacia aquel joven, a
cada segundo descubría algo nuevo en él, y cada detalle lo hacían más perfecto.
Era una sensación que jamás había
experimentado en sus 22 años de vida, semejante enajenación hacia una persona
le parecía ridículo y sin embargo lo estaba viviendo. ¿En que momento había
ocurrido? ¿Acaso era cierto aquello que tantos afirmaban sobre “el amor a
primera vista?
Si bien era demasiado aventurado
afirmar que aquello fuese amor a primera vista, sin lugar a dudas ya era algo
especial.
Las horas transcurrieron y solo había
cambiado de pagina tres veces. De pronto, inesperadamente y de forma tan súbita
que casi lo asusta, aquel joven cerró el libro y se puso de pie, derribando sin
querer uno de los pilares de libros, los cuales cayeron sobre él.
-Ah, lo siento-
Lo escuchó disculparse mientras le
ayudaba a quitarse unos cuantos libros de encima.
-Descuida, estoy bien-
Lentamente se puso de pie y al fin
pudo mirarlo de frente. Fue algo impactante, no se lo esperaba, se quedó sin
habla.
-Siempre hago lo mismo, solo que esta
vez no esperé que alguien estuviese tan cerca de mi-
-Ah… es que por aquí estaba el libro
que buscaba y… por eso…-
Dijo nervioso mientras mostraba
torpemente el libro que tenía aún entre las manos.
-Vaya, lees textos en alemán, que
interesante-
-¿Eh?... Ah… si… me gusta…-
Era evidente que hasta ahora había
notado que era un libro en alemán, sin embargo se esforzó en aparentar lo
contrario.
-Bueno, debo irme, adiós-
Aquel chico estaba por alejarse, por
su mente pasó la idea de que jamás volvería a verlo, al menos existía esa
posibilidad, necesitaba hacer algo.
-¡Espera!-
Exclamó repentinamente mientras
dejaba caer el libro al suelo.
-¿Pasa algo?-
Preguntó aquel chico. Casi se queda
sin aliento al verlo girarse hacia el y mirarlo con esa expresión de sorpresa.
-Ah… no has puesto los libros en el
carrito…-
-Eso lo hace el señor siempre que me
voy-
Sonrío y estuvo dispuesto a seguir
con su camino, no podía dejar que se fuera así.
-¿Cómo te llamas?-
Preguntó sin más. Aquel chico se
detuvo en seco, se giró lentamente y le sonrió.
-¿No crees que deberías decirme tu
nombre primero?-
Sin pensarlo dos veces, casi gritó su
nombre.
-¡Daiki! ¡Arioka Daiki!-
Aquel chico le sonrió y se acercó un
paso.
-Inoo Kei, mucho gusto-
Daiki sonrió feliz, al menos ahora
sabía cómo se llamaba, ya no eran unos simples desconocidos, aquello debía ser
bueno.
-Ahora, si ya preguntaste lo que
querías, debo irme-
Dicho esto, Inoo se marchó a paso
lento. Daiki fue incapaz de moverse de su lugar, era como si sus pies se
hubiesen clavado en el suelo.
De pronto el encargado de la librería
se acercó y en silencio comenzó a recoger los libros y los ponía sobre el
carrito para después acomodarlos en su lugar.
Cuando estaba por levantar el libro
que Daiki había estado leyendo, aparentemente, lo detuvo.
-Espere, quiero comprar este-
El señor lo miró con indiferencia y
le dio el libro.
-¿Cuánto cuesta?-
-Llévatelo, eres mi segundo cliente
después de ese muchacho, tómalo como un regalo de bienvenida. Más te vale que
vuelvas más seguido-
Aunque la voz del señor sonaba mal
humorada, para Daiki fue como música para sus oídos.
-Gracias-
Fue así como caminó hacia la salida,
con el libro pegado a su cuerpo mientras lo abrazaba con fuerza.
Horas más tarde llegó a casa, como
siempre su llegada pasó desapercibida por todos, incluyendo a las sirvientas
que iban de aquí para allá limpiando cada partícula de polvo que llegaba a
cualquier mueble u objeto.
Pero claro, en esos momentos eso no
importó, su mente aún estaba en aquella librería, aún podía escuchar la voz de
aquel chico, Inoo, en su cabeza, resonando una y otra vez produciendo un eco
tan armonioso que inevitablemente lo hacía sonreír.
En cuanto llegó a su habitación se
dirigió al escritorio que estaba junto a un enorme ventanal, miró hacia el
nublado cielo y le pareció hermoso. Dejó aquel libro sobre el escritorio y lo
abrió, casi se pone a llorar al notar que no tenía idea que decía todo aquello.
Era evidente que no tenía idea de lo que era hablar e incluso leer alemán,
nunca pensó necesitarlo y ahora se arrepentía, recordando la voz de su madre
diciéndole una y otra vez “Necesitas aprender más idiomas” Pero era claro que
en ese momento no tenía interés en aprender un idioma más, sentía que con el
inglés tenía más que suficiente.
Ahora, aquel libro de idioma
desconocido y que seguramente jamás comprendería, era especial, significaba
aquel primer encuentro que seguramente jamás olvidaría sin importar la
trascendencia del encuentro, muy probablemente no lo volvería a ver jamás, y
sin embargo, muy a pesar de todo, Daiki se permitía soñar, ilusionarse,
suspirar y volver a soñar con un segundo encuentro, incluso se atrevía a querer
verlo al menos una tercera vez.
Pero tan pronto sus pies flotaban
sobre suaves nubes de algodón, un relámpago de dolorosos recuerdos se
encargaron de hacerlo aterrizar de la manera más abrupta posible, haciendo de
la caída mucho más dolorosa de lo que debía ser.
“Tu no puedes soñar así”
Dijo aquella voz interior que siempre
lo mantenía cauteloso y cerca de la cruel realidad.
Respiró con pesadez, cerró aquel
libro y se levantó de su asiento, tenía razón, sus miedos eran demasiado
grandes como para olvidarlos tan pronto, las heridas aún sangraban y resultaban
difíciles de olvidar siendo así.
Arrastrado los pies, salió de la
habitación y atravesó el largo pasillo que lo llevaría a las escaleras, las
bajó y después de un largo recorrido que le pareció fantasmal, llegó al jardín.
Todas las flores se habían ido,
dejando solo ramas tristes y olvidadas, al igual que los enormes troncos de los
antes frondosos árboles que rodeaban el bello jardín. Ahora todo lucia seco,
sin vida alguna, aquello solo significaba la llegada del cruel invierno, que no
hace más que traer montones de nieve y frio todo el día, nada hermoso ni
agradable para él. Sin embargo, reflexionando un poco, ese jardín jamás había
sido de su agrado, pero no solo el jardín, toda esa enorme mansión le parecía
horrible, la odiaba.
Antes, para Daiki aquello no
significaba nada, el invierno era solo una estación del año, incluso disfrutaba
de las nevadas, pero todo cambia y el lo hizo, ahora no lo odiaba, pero tampoco
lo disfrutaba, ya llevaba meses sin disfrutar algo de verdad.
-Joven amo, su madre pregunta si
cenará con ella-
Irrumpió sigilosamente el mayordomo
con su peculiar voz educada y reservada llena de respeto y devoción.
-No-
De igual forma como llego, silencioso
como un felino, el mayordomo desapareció, Daiki miró a cielo, de nuevo podía
sentir aquel frío gélido que anunciaba nieve, poco faltó cuando el primer copo
descendió del cielo y cayó sobre su frente, al fin comenzaba a nevar.
Tomó un copo con las manos desnudas y
pudo sentir como se derretía lentamente.
“-Ojalá que así se derritiera esta
soledad-“
Pensó mientras más y más copos caían
sobre la tierra, cubriendo todas las superficies lentamente de blanco.
Al entrar de regreso en aquella
sombría mansión, un sonido peculiar salió de su bolsillo, era su teléfono
móvil. Lo tomó y leyó el mensaje de texto que acababa de recibir.
“¿Jamás volverás a clase?” Decía.
Suspiró y volvió a guardar el aparato en el bolsillo para después continuar con
su camino directo a la puerta.
El mayordomo se interpuso en su
camino y le preguntó con seriedad.
-¿Saldrá a algún lugar en especial?-
-Si, llegaré tarde-
-¿Desea que prepare el auto?-
-No, quiero estar solo. No iré a la
escuela por si a mi madre le interesa saber-
El mayordomo reflejó incomodidad en
su rostro, pero a pesar de eso, Daiki pudo notar que su madre escuchaba lo que
decía, aquello le pareció ridículo.
-Desde aquella vez me quedó muy claro
que no puedo tener verdaderos amigos, gracias a todos ustedes-
Dicho esto, Daiki miró la espalda de
su madre, la cual pareció tensarse un poco, pero no dio la cara y tan solo se
marchó. El mayordomo se hizo a un lado y Daiki se marchó.
A dónde iría y para qué, no lo tenía
decidido, tan solo quería salir de ese lugar que solo lo asfixiaba y lo llenaba
de malos recuerdos.
Sus pasos lo llevaron una vez más a
aquella librería, pero ya estaba a punto de ser cerrada, lo dedujo al ver al
señor abrigarse cuidadosamente y salir.
-¿Venías por más libros?-
Le preguntó el señor, Daiki solo negó
con la cabeza.
-Solo pasaba por aquí-
El señor, indiferente, cerró la
librería y Daiki se quedó ahí, afuera, con nieve cayendo sobre sus hombros y
sin un abrigo que lo protegiera.
-¿Qué haré?-
Se preguntó mientras miraba curioso
al interior de la librería, como si así fuese capaz de verlo de nuevo, aunque
solo fuese el recuerdo.
Fue entonces que todo desapareció de
nuevo, los malos recuerdos, los pensamientos tristes todos se esfumaron con tan
solo recordarlo. Suspiró y empañó un poco el cristal, lo limpió con su mano y
una voz lo sorprendió.
-Ya está cerrado-
Miró el reflejo y se quedó inmóvil,
¿Cómo podía ser posible? ¿Estaba soñando? ¿Era una ilusión provocada por la
nieve? Bueno, dudaba que la nieve produjera alucinaciones, pero en esos
momentos no podía pensar en algo más.
Con torpeza y lentitud se giró solo
para comprobar que era real, él realmente estaba ahí, de nuevo lo tenía frente
a frente.
-Ho… Hola-
Saludó Daiki con una sonrisa
nerviosa. Inoo le sonrió de vuelta.
-¿Qué haces aquí si ya cerraron?
¿Acabas de salir?-
-No, pasaba por aquí y quería ver si
en verdad estaba cerrado-
Vaya, una mentira más, no solía
hacerlo pero no quería quedar como un tonto.
-Pues si el letrero dice “Cerrado” no
debe caber duda de que lo está-
Daiki bajó la mirada avergonzado y
comenzó a tiritar de frío. Al verlo, Inoo lo cubrió con su sombrilla.
-La temperatura comenzara a
descender, ¿Cómo es que has salido sin abrigo?-
-Lo dejé en casa-
Respondió Daiki con cierta expresión
sombría.
-Te resfriarás si te quedas así, te
invito un café ¿Qué dices?-
Ante la amable sonrisa de Inoo, se
sintió extrañamente feliz y emocionado, podía ponerse a brincar de un lado a
otro en ese mismo instante y gritar, pero se contuvo, después de todo esta era
la segunda vez que lo veía, no podía darle tanta importancia a esa sensación
nueva.
Entraron en un pequeño lugar, cálido y
con un poco de gente acomodadas en diferentes mesas. Inoo se acercó a la barra
y Daiki lo siguió mientras contemplaba un poco el lugar.
-¡Yabu!-
Lo escuchó gritar y poco después un
chico alto y extremadamente delgado, pero con porte elegante se acercó a ellos.
-¡Vaya! ¡Hasta que te dignas a
visitarnos!-
Daiki observaba con atención.
-Lo siento, he estado algo ocupado-
Se disculpó Inoo con una sonrisa, la
cual Daiki no dudo en capturar con la mirada, a cada segundo le parecía más
perfecto.
-Si claro, encerrado en la librería
de aquel anciano, es lo único que sabes hacer-
-Claro que no es lo único, también
trabajo, que no se te olvide-
-Un trabajo nocturno no es la gran
cosa-
En ese momento los ojos de Daiki se
abrieron de par en par, y al parecer Yabu e Inoo lo notaron.
-¿Quién es él? ¿Viene contigo?-
-¡Ah! Si, es un chico que conocí hoy
en la librería, sabe alemán-
Daiki sonrió nervioso, sabía que eso
no era verdad, pero era su propia mentira así que no tenía porque negarlo por
ahora. Sin más, decidió presentarse.
-Mucho gusto, me llamo Arioka Daiki-
-Vaya, no luces como alguien que sabe
alemán, pero bueno, las apariencias engañan-
Dijo Yabu, diciendo esto ultimo
mientras miraba a Inoo de forma acusadora.
-Mi nombre es Yabu Kota, mucho gusto
Daiki-
-Esa mirada no me gustó nada, Yabu-
Dijo Inoo aparentando ser serio.
-Si te lo tomas personal no es mi
problema, ahora, ¿Pedirán algo?-
-Yo quiero un café americano-
-Si, eso ya lo sé, siempre lo pides-
Daiki observó y sonrió al verlos.
-¿Tú Daiki?-
Le pregunto Yabu, era extraño que
alguien a quien acababa de conocer lo llamara tan rápido por su nombre, pero no
lo hizo sentir incomodo en lo absoluto, hace tanto que no sentía un poco de
confianza con alguien, y los dos chicos le brindaban esa sensación, sin embargo
pensó que no debía confiarse demasiado.
-Ah… yo quiero un café con leche, por
favor-
-Bien, trabaja un café con leche y un
americano-
Fue así como Yabu desapareció y se
fue al otro extremo de la barra en donde estaba la cafetera y todo lo necesario
para preparar la orden de los dos.
-¿Son amigos?-
Preguntó Daiki con curiosidad.
-Si, ahora lo somos-
La respuesta de Inoo lo dejó
intrigado, quiso preguntar pero él continuó.
-Hace un tiempo solíamos salir, tu
sabes… teníamos una relación, pero terminó y ahora solo somos buenos amigos-
Daiki se quedó impresionado.
-Vaya… que sorpresa-
-Ahora el tiene novio-
En ese momento la puerta se abrió y
entró un chico alto, de piel un poco morena y cabello castaño.
-Es él-
Terminó Inoo mientras ambos
observaban a aquel joven.
-¡Siento llegar tarde!-
Se disculpó mientras pasaba al otro
lado de la barra e intentaba recuperar el aliento, al parecer había llegado
corriendo.
-Descuida, tengo todo bajo control-
Dijo Yabu, apareciendo de repente y
dejando ambos cafés sobre la barra. Daiki pudo observar como Yabu y aquel chico
se miraban, sin lugar a dudas había algo especial entre los dos.
-Mira quien se ha dignado a
visitarnos-
Señaló Yabu a Inoo, el cual sonrió
con naturalidad, ante lo cual Daiki solo decidió observar.
-El es Hikaru-
Lo presentó Inoo, Daiki le sonrió
tímidamente.
-¿Un nuevo amigo?-
Preguntó Hikaru mientras se quitaba
el abrigo.
-Mucho gusto, soy Arioka Daiki-
-Ah, Yaotome Hikaru, mucho gusto,
perdón que no me quedé a platicar pero hay cosas que hacer en la cocina-
Dicho esto, Hikaru les sonrió a ambos
y entró de prisa a la cocina, detrás de él fue Yabu quien le decía.
-Te dije que tengo todo bajo control-
Su voz se perdió y ambos volvieron a
quedarse solos.
-¿Los dos son tus amigos?-
Inoo asintió mientras tomaba un poco
de café.
-Vaya… interesante-
-¿Interesante?
Preguntó Inoo mientras dejaba su taza
y miraba curioso a Daiki.
-Bueno, tu salías con Yabu-san, y
ahora él sale con Yaotome-san, y los dos son tus amigos, eso es bastante
curioso e interesante-
Inoo sonrió un poco y mientras
recargaba ambos brazos sobre la barra, dijo mientras miraba al frente con la
mirada perdida y una sonrisa en el rostro.
-Lo que pasó entre Yabu y yo quedó
atrás hace mucho tiempo, no hubo problemas entre nosotros y terminamos mediante
un acuerdo mutuo. Su relación con Hikaru ahora es algo que me hace feliz,
porque ambos merecen serlo, no es algo que me afecte ni me haga sentir mal-
Daiki escuchó atento y el asombro se
hizo presente sin poder ocultarlo.
-Aún así me parece increíble, supongo
que así han de ser los amigos-
Inoo se giró a mirar a Daiki y
preguntó incrédulo.
-¿Supones? ¿Acaso no tienes amigos?-
Daiki bajó la mirada y tomo la taza
con ambas manos, mientras sentía su calor intentaba opacar los malos recuerdos.
Inoo esperó una respuesta pero solo pudo observar como Daiki tomaba de su café.
Desvió la mirada por un segundo y
luego lo miró, Daiki hizo lo mismo. Estuvo a punto de decir algo cuando una
sonrisa se dibujó en el rostro de Inoo para después reír un poco más fuerte.
-¿Qué pasa?-
Preguntó Daiki mientras se sentía un
poco incomodo.
-Lo siento…-
Dijo Inoo mientras intentaba no reír
más. Daiki intentaba comprender que sucedía, hasta que Inoo le ofreció una
servilleta.
Al parecer no entendía bien el
mensaje, Inoo se dio cuenta, así que optó por hacerlo él mismo. Daiki tenía
leche alrededor de los labios, detalle que lo hizo ver por un instante como un
niño pequeño. Inoo le limpió los labios y dejó la servilleta a un lado.
-Lo siento, no quise reírme así, es
solo que te veías un poco gracioso, pero también tierno-
La amable sonrisa de Inoo hizo que
olvidara ese momento incomodo y le sonrío de vuelta.
-Por un momento pensé que estabas
loco o algo parecido-
-¿Loco? ¿Por reírme así?-
Daiki asintió ante la expresión de
sorpresa que se dibujó en el rostro de Inoo.
-Vaya, hasta tú piensas que estoy
algo loco, todo el mundo conspira en mi contra-
Inoo tomó un poco de café mientras
Daiki lo observaba fijamente, era inevitable no sonreír al verlo, dado que se
sentía tan tranquilo y cómodo a su lado.
-Entonces, ¿No tienes amigos?-
La sonrisa de Daiki se borró en un
segundo, no tenía mucho que decir así que bajó la mirada y negó con la cabeza.
-Supongo que no quieres hablar mucho
de ese tema, así que no voy a preguntar más-
Inoo le sonreía para transmitirle
tranquilidad, entonces sintió que podía volver a sonreír y sentirse tranquilo.
Por alguna extraña razón, Inoo se
sentía capturado por esa sonrisa y esa mirada tan cambiante, podía parecer
feliz y en un segundo triste. Le intrigaba, pero consideraba prudente no
preguntar más, después de todo a penas y lo conocía, no lo pensó que fuese
correcto.
Las horas transcurrieron lentas pero
entretenidas, conversaban y reían, en determinado momento Hikaru y Yabu se
unieron a la platica y los cuatro reían. A pesar de que Daiki no aportaba
mucho, se estaba divirtiendo como nunca lo había hecho.
-Es hora de cerrar-
Interrumpió Hikaru de pronto tras ver
el reloj, fue entonces que Daiki sintió curiosidad por la hora y preguntó.
-¿Qué hora es?-
-Las once y media-
Le dijo Hikaru, en ese momento el
rostro de Daiki se tornó pálido ¡Ya era muy tarde! Y aún debía regresar a casa,
no era un camino corto, le tomaría al menos una hora llegar.
-¿Estás bien?-
Le preguntó Inoo al notar su
expresión.
-Ah… yo… tengo que hacer una llamada,
ya vuelvo-
No tenía opción, tenía que pedir que
lo recogieran, no se atrevería a caminar solo de regreso, era, en ese aspecto,
demasiado miedoso para hacerlo.
Cuando se alejó del resto, tomó su
teléfono y marcó a casa, le respondió el mayordomo rápidamente.
-Necesito que envíes el auto, se me
hizo tarde-
-De acuerdo joven, como usted ordene,
¿A dónde debo pasar-
En ese momento se escuchó un ruido, y
pudo escuchar la voz de su madre.
-¿En donde estás?-
Sonaba fría y severa. A Daiki se le
erizó la piel, no esperaba que su madre tomara el teléfono de esa forma.
-Se me hizo tarde, quiero que alguien
venga por mi-
-Te hice una pregunta, responde-
Daiki respiró profundo y dio señas de
donde se encontraba, debido a que la dirección exacta no la conocía.
-¿Con quien estás?-
-Estoy solo-
Mintió. Después de todo no tenía la
confianza de decir que había conocido a gente nueva, no a su madre.
-De acuerdo, llegaré por ti en unos
minutos, no te muevas-
Dicho esto, colgó. Daiki se quedó
temblando, tal vez por coraje, tal vez por miedo, no lo sabía a ciencia cierta.
Aún así intentó tranquilizarse y regreso con los chicos.
-¿Todo bien?-
Le preguntó Inoo una vez más al verlo
regresar.
-Si, ya debo irme-
Nervioso, miró la hora de su teléfono
móvil, su madre llegaría en máximo cuarenta minutos.
-Nosotros también estamos por irnos,
espera mientras cerramos-
Le dijo Yabu amablemente, sin embargo
Daiki estaba nervioso, quería irse sin que notaran nada.
-Ah, tomen su tiempo, no hay prisa…-
Dijo con una sonrisa nerviosa mientras
tomaba asiento de nuevo. Sin embargo, Inoo lo miró fijamente, definitivamente
Daiki estaba extraño y todo debido a esa llamada que tuvo que hacer, era
inevitable no sentir curiosidad.
Los minutos transcurrieron, Hikaru y
Yabu terminaban de limpiar el lugar con ayuda de Inoo cuando Daiki recibió un
mensaje.
“Ha llegado el auto por ti”
Nervioso, dejó de limpiar la mesa y
se acercó a los chicos.
-Debo… debo irme ya, gracias por
todo-
Con una sonrisa tímida y una
reverencia, se marchó rápidamente. Todos se miraron perplejos, no entendían el
porque el cambio tan drástico en la actitud de Daiki.
-¿Le pasará algo malo?-
Preguntó Hikaru mientras se apoyaba
en la escoba.
-No lo se-
Le respondió Yabu.
-Es tu amigo, deberías saber algo
¿No?-
Dijo Hikaru dirigiéndose a Inoo.
-A penas lo conocí hoy-
Respondió sin dejar de limpiar una de
las mesas. Después se quedó pensando, ¿Acaso se iba a regresar completamente
solo? Eso no estaba bien.
Rápidamente dejó de limpiar y salió
de prisa, miró hacia ambos lados pero Daiki no se veía cerca. Era imposible que
caminara tan rápido ¿o no?
Echó un último vistazo y solo pudo
divisar a lo lejos un auto doblando en la esquina, de ahí en fuera no había
rastro alguno de Daiki.
-Solo espero y se encuentre bien-
Dijo para sí mientras regresaba a la
cafetería.
No había dormido muy bien, estaba
preocupado. Le parecía absurdo estar preocupado por alguien a quien a penas
conocía, pero no podía evitarlo, simplemente así se sentía.
Si bien ya había estado “enamorado”
antes, esto era diferente sin duda. Y es que aún lo recordaba tan bien que le
parecía una locura, esa mirada tímida, esa sonrisa tan radiante y llena de luz.
Su voz, su risa, su mirada, todo resultaba por provocarle algo extraño,
diferente. Ese momento en la librería, la primera vez que levantó la mirada
para verlo, sabía bien que no leía nada y eso lo intrigaba, deseaba saber
porque alguien de repente se quedaría ahí, fingiendo leer mientras lo observaba
en secreto. ¿Por qué?
No lo sabía y deseaba hacerlo, desde
ese momento aquel chico de nombre Daiki resultó intrigante e interesante,
demasiado interesante.
Salió de la cama y se dio una ducha,
al salir se arregló, tomó su abrigo y sombrilla puesto que había probabilidad
de una segunda nevada y salió de su departamento, solo tenía la idea de volver
a la librería, tal vez, solo tal vez, podría volver a verlo.
-Estás loco-
Se dijo mientras caminaba por la
calle. Unos minutos después llegó a la librería y saludó al señor, que como
siempre solo se limito a mirarlo y a continuar con sus asuntos.
Después del desayuno se retiró del
comedor y fue a su habitación. Mientras arreglaba sus cosas, alguien tocó a la
puerta y sin esperar respuesta entró, era su madre.
-¿Irás a la escuela?-
-No, solo voy a salir-
Respondió sin mirarla.
-¿Hasta cuando te dignarás a volver?
No puedes seguir atrasándote-
-Sabes bien que estoy tan adelantado
que podría titularme ahora mismo, no voy a volver a esa escuela, yo mismo
buscaré un lugar para estudiar-
Su madre rió intentando ocultar su
enojo.
-No es posible que sigas enojado
conmigo cuando solo he procurado tu bienestar-
-¿Tú has procurado mi bienestar? No
me vengas con esas tonterías ahora, no después de lo que hiciste-
Dicho esto, Daiki tomó su abrigó y
salió de su habitación sin cerrar la puerta.
-¿Aún crees que puedes tener amigos?
¿Tú?-
Ante las preguntas de su madre, se
detuvo en seco y se giró para mirarla.
-Cualquiera que se entere de tu
posición económica intentará aprovecharse de ti, no puedes juzgar lo que hice-
-¿Qué no puedo? ¿Acaso crees que sobornar
a esas personas para que fueran mis amigos esta bien? ¿Qué clase de madre
eres?-
-¡Todo hubiera salido bien si no-
-¿Si no que? ¿Lo sabes cierto? ¿Y
ahora que harás? ¿Pagar a una chica para que sea mi prometida? ¿Evitar un
escandalo en la familia? Descuida, se bien que todo fue falso, en especial en
esa persona, así que no tienes porque preocuparte-
Las lagrimas amenazaban con salir
furiosas, pero luchó por contenerlas.
-Jamás contemplaste que pudiera
desarrollar esa clase de sentimiento por alguien, felicidades, tu plan no salió
como querías, sin embargo, fue bueno que descubriera todo a tiempo, estaba a
punto de cometer el peor error de mi vida-
Sin deseos de seguir viendo el rostro
de su madre, salió corriendo del lugar.
Una hora transcurrió, bajó del
autobús y secó el rastro de sus lagrimas, aquel recuerdo seguía tan fresco aún,
tan doloroso como el primer día. Y una vez más se encontraba caminando por las
calles sin rumbo, simplemente quería alejarse de todo aquello que le había
hecho daño, de todo.
Pasó frente a la librería, estuvo a
punto de seguir su camino pero entonces sintió algo, no podía explicarlo,
simplemente fue ese impulso que lo llevó a entrar y cuando menos se dio cuenta
ya era recibido por la fría e indiferente mirada del anciano.
-¿Ahora que vas a comprar?-
Le preguntó con tono malhumorado,
pero Daiki intuía que ese era su modo habitual de hablar.
-No lo sé, creo que miraré por ahí-
Dicho eso, se alejó y caminó por
entre los estantes, pensando de nuevo, recordando y sintiendo el mismo dolor.
De pronto, chocó contra alguien y
unos libros cayeron a sus pies. Avergonzado se inclinó para levantar algunos.
-Lo siento, no estaba prestando
atención-
Se disculpó. Fue entonces que sus
ojos se abrieron con sorpresa, no se esperaba verlo de nuevo, Inoo estaba justo
frente a él ahora.
-Descuida, yo tampoco te vi-
Inoo pudo sentir un alivio extraño,
como si de pronto todas sus ansias se hubiesen apagado, ahora tenía a Daiki
frente a él de nuevo, inevitablemente sonrió.
-Por alguna razón sabía que te
encontraría aquí de nuevo-
Daiki sonrió y le entregó un par de
libros que había levantado del suelo.
-Bueno yo… no tenía planeado entrar
pero… bueno, no tengo mucho que hacer así que-
-Viniste a leer un rato ¿Cierto?-
-Algo así-
Inoo le sonrió y caminó al fondo del
pasillo, se recargó en la pared y se deslizo para sentarse sobre el suelo.
Depositó con cuidado la pila de libros y tomó el primero.
-¿Quieres? Este es mi favorito-
Daiki lo tomó. Sus dedos rozaron
ligeramente los de Inoo y solo por ese instante su corazón se detuvo. Tragó
saliva intentando pasarlo por alto, tomó asiento junto a él y antes de siquiera
ver el titulo de aquel libro, miró a Inoo con curiosidad.
-Si es tu libro favorito ¿Por qué no
lo has comprado?-
-Ese anciano no me deja, dice que si
lo compro probablemente dejaré de venir, al parecer soy su único cliente. O al
menos lo era-
Inoo le dirigió una sonrisa traviesa.
Daiki sonrió de vuelta un poco avergonzado.
-Dime… ¿Cuántos años tienes?-
Preguntó Daiki sin despegar la mirada
de Inoo, quien de igual manera lo miraba.
-Veintitrés-
-Yo tengo veintidós-
Se apresuró a decir Daiki, ante lo
cual Inoo parecía sorprendido.
-¡No es verdad!-
Daiki parpadeó confundido.
-Es verdad…-
Ante semejante confusión, Inoo soltó
una carcajada.
-Creí que tenías unos dieciséis….
Vaya… que sorpresa-
Daiki desvió la mirada y se sonrojó
un poco, no era la primera vez que le decían algo semejante.
En ese instante se hizo el silencio,
Daiki miraba fijamente sus propias manos mientras pensaba. En cambio Inoo lo
observaba, como si lo pudiera analizar, después de unos instantes no pudo
resistir más y habló.
-Anoche te fuiste muy rápido, salí
para acompañarte pero no encontré rastro tuyo-
Daiki se sorprendió y bajó más la
mirada.
-Soy rápido-
Respondió tímido.
-¿De verdad?-
Preguntó Inoo curioso. Daiki solo
asintió con la cabeza.
De nueva cuenta se hizo el silencio,
solo duró unos segundos dado que Inoo habló de nuevo.
-Algo te ocurre, ¿Verdad?-
Lentamente Daiki levantó la mirada,
fue una gran sorpresa toparse con la mirada preocupada de Inoo, era la primera
vez que lo veía así y aquello causó un revoltijo en su estomago al igual que un
pequeño dolor en el pecho.
-Tal vez no ayude mucho, pero puedo
escucharte-
Daiki continuo mirando a Inoo un poco
más, como si esa mirada, esa sonrisa, todo él pudiera transportarlo a un mundo
diferente. ¿Acaso era posible aquello?
Sin darse cuenta, Daiki comenzó a
contar.
-Hace tiempo, creí tener una vida
normal, tranquila y sin preocupaciones. Viniendo de una familia acomodada que
tantas preocupaciones podría tener.
Pero un día, todo lo que yo creí que
era mi mundo se desmoronó en pocos segundos, yo creí tener buenos amigos, pero
resultó ser una mentira. Incluso la persona que sin querer chocaba conmigo en
el pasillo de la escuela era falsa.
¿Por qué?
Ni yo mismo estoy seguro, no entiendo
nada de lo que me rodea. Tal vez no hubiese sido tan duro el golpe de no ser
porque una de esas personas, a quienes creí sinceras, decía quererme, quererme
de verdad.
Le creí.
Comenzaba a dejarme llevar, a sentir
algo, pero que no duró mucho. En el preciso momento en que mi madre descubrió
aquello, reveló todo, ella decidió bajar el telón de semejante escenario creado
por ella.
Todo era falso, absolutamente todo.
Las personas, amigos, todo aquel que entablaba una conversación conmigo ya
estaba comprado. En pocas palabras, se encargo de construir un mundo entero
solo para mi.
Fue cuando descubrí que yo no sabía
lo que era tener un verdadero amigo, todos aquellos que me rodeaban sonreían
con hipocresía, en el fondo me odiaron todo el tiempo y yo jamás lo supe hasta
ese día.
Desde entonces soy incapaz de volver,
no piso un lugar que sea conocido por mi madre, tengo miedo de que desde las
sombras siga controlando todo lo que pasa. Incuso, ahora, no puedo estar seguro
de que tu seas real.
-Soy real-
Dijo Inoo, interrumpiendo y mirando a
Daiki con firmeza.
-No tengo forma de garantizar
aquello-
Daiki sonrió con melancolía.
Entonces, en ese instante, Inoo
levanto su mano, apartándola de aquel libro viejo que sostenía. Acarició la
mejilla de Daiki y dijo.
-Te demostraré que soy real. Que
nadie me manipula para hacerte sonreír de verdad-
Sin pensar con mucha claridad y solo
dejándose guiar por el mero instinto, Inoo acercó su rostro al de Daiki.
Lentamente cerró sus ojos y entones, lo besó.
Ese suave contacto sobre sus fríos
labios lo hizo salir por completo de la realidad. Todo a su alrededor se llenó
de un brillo diferente, podría jurar que ya se encontraba en otro mundo, un
mundo lejos de todo aquello que lo hizo sufrir, lejos de su madre, era el mundo
que Inoo le brindaba en ese instante.
No sabía que hacer, jamás lo habían
besado. Era emocionante, inquietante y agradable. Al sentir más aquel contacto
tan delicado, solo atinó a cerrar los ojos e imaginar una vida diferente.
Justo en el momento en que cerró sus
ojos, Inoo tomó su cuello con la otra mano y lo acercó más a él, de esa manera
el beso se profundizo y abrieron un poco más sus labios.
Daiki alucinaba, claramente podía
verlo. Amanecer, una relajada tarde, el silencioso anochecer, sonrisas,
lágrimas, lugares aún por conocer, todo, absolutamente todo junto a él.
Justo en ese instante lo anhelaba, a
pesar de estar ahí, besándolo, lo anhelaba más. Fue así como sus palmas se
despegaron del frío suelo y buscaron su calor.
Inoo pudo sentir como las manos de
Daiki se aferraban con torpeza a su suéter,
quería cuidar de esa frágil existencia crecida en un mundo falso. No
concebía que tal sonrisa, tan llena de luz radicara en un lugar tan obscuro. No
lo conocía pero podía imaginarlo, de alguna manera se reflejaba en la
profundidad de los ojos de Daiki.
Inoo deseo salvarlo, protegerlo,
llenarlo de amor.
Los minutos parecieron eternos, podía
asegurar que el tiempo se había detenido, pero no fue así, a su alrededor todo
seguía su curso.
Al separarse se miraron, los ojos de
Daiki estaban cristalinos, tal vez demasiado conmocionados. Inoo le sonrió y
acarició su mejilla una vez más al mismo tiempo que unía su frente con la del
menor.
-Ven conmigo-
Sus ya sonrojadas mejillas incrementaron
su tono al escuchar esa voz tan tranquila y de sentirlo aún tan cerca.
-¿Eh?-
Fue lo único que fue capaz de decir.
-No me des una respuesta ahora,
piénsalo-
Inoo se separó de él, le sonrió y
alborotó sus cabellos.
-Debo irme, aquí podrás encontrarme
más tarde-
Le dijo mientras le regalaba una
tarjeta. Daiki no la miró, solo la tomó y siguió observando como Inoo se ponía
de pie.
-Te veré luego-
Sonrió una vez más, y con la misma
elegancia de siempre, se alejo a paso lento hasta salir de la librería.
Daiki tomó el libro que Inoo le había
dado y lo abrazó con fuerza. Sus mejillas seguían rojas. De pronto el anciano
pasó cerca con el carrito, dispuesto a recoger los libros cuando Daiki le dijo.
-¡Me llevo este!-
El anciano lo miró curioso.
-De acuerdo, esta vez tendrás que
pagar por ese-
Daiki sonrió emocionado, asintió y se
puso de pie al mismo tiempo que sacaba su cartera del bolsillo.
Las horas transcurrieron y no estaba
dispuesto a volver a casa, no ahora. Miró su reloj y volvió a echarle un vistazo
a aquella tarjeta.
“Café-Bar Wish
Inoo Kei
-Pianista-
Horario: 19hrs”
Suspiró y miró al cielo.
-Faltan cuatro horas…-
Miró la dirección, jamás había ido
ahí pero podría investigar, después de todo tenía el tiempo suficiente.
Se detuvo en una esquina y observó a
un policía, tal vez sería buena idea preguntarle como llegar, así que se
acercó. Tras mostrarle la tarjeta, el policía le indicó la ruta más viable,
incluso le dibujó un pequeño croquis.
Daiki agradeció y se marchó, deseaba
que el tiempo pasara rápido para poder verlo, cuatro horas debía esperar, ¿Qué
podía hacer?
Fue entonces que una idea cruzó por
su cabeza y emprendió el camino, sabía bien a donde debía ir.
Recordaba bien el camino, abrió la
puerta y fue recibido por un suave aroma a café que relajó a su corazón.
-Bienvenido-
Lo recibió aquel chico alto y
delgado, Yabu.
-Vaya, pero si es el pequeño Daiki-
-Hola-
Saludó tímido mientras se acercaba a
la barra.
-¿No viene Inoo contigo?-
Preguntó Yabu, curioso.
-No, dice que debe trabajar-
Respondió Daiki con naturalidad, Yabu
soltó una carcajada y dijo.
-Trabaja cuando se le da la gana, no
creas que es así de responsable. En fin, ¿Te sirvo algo?-
-Un americano, por favor-
Yabu lo miró intrigado y notó que
llevaba un libro consigo.
-Si quieres leer, por allá
encontraras un lugar más cómodo-
Daiki miró al rincón que Yabu
señalaba, ahí se encontraba un cómodo sillón junto a una pequeña mesa.
-Puedes sentarte ahí-
-Gracias-
Daiki sonrió y se dirigió a ese
lugar. Tomó asiento y abrió el libró, leyó el titulo “Alicia en el país de las
maravillas”
Aquello lo sorprendió, no se esperaba
que ese fuera el libro favorito de Inoo. Una vez más el recuerdo de aquel beso
llegó a su mente y sus mejillas se tornaron ligeramente rojas.
-Aquí tienes-
Lo interrumpió Yabu, quien le servía
su café.
-Gracias. No había notado esta parte-
Comentó Daiki.
-Bueno, no todos lo hacen dado que
esta un poco escondido, a decir verdad este lugar es propiedad de un cliente
algo especial que solo viene a leer y tomar café por horas-
-¿Ah si? Debe ser una persona mayor-
Yabu le sonrió y lo dejó solo. Daiki
observó como se alejaba, después miro su café y tomó un poco, era delicioso.
Volvió a tomar el libro y leyó la primera página y así continuo sin detenerse.
Las horas transcurrieron sin que lo
notara, la gente entraba y salía, platicas iban y venían pero él continuaba
ahí, sentado, abstracto en su lectura, hasta que de pronto la voz de Yabu lo
regresó al mundo real.
-¿Quieres otro?-
Daiki alejó su vista del libro y miró
a Yabu.
-Ah…-
Antes de responder, miró su reloj,
eran las ocho de la noche.
-Creo que no… tengo que irme-
Dijo mientras buscaba su cartera para
pagar.
-Gracias por venir-
Le dijo Yabu después de que Daiki
pagara y saliera rápidamente del lugar sin decir más. Mientras caminaba
sostenía fuertemente el libro con una mano y con la otra sostenía el croquis.
Entro al metro, contó las estaciones,
salió y miraba cada una de las calles, debía asegurarse de aprender el camino
por si se perdía.
Después de unos minutos al fin
encontró el lugar, era pequeño y el letrero con las letras “Wish” alumbraban
ligeramente la calle.
Entró y fue recibido por un elegante
mesero. Miró a su alrededor, podía escuchar una agradable melodía, no sonaba
como la música de cualquier restaurant, podía asegurar que era música en vivo,
además, era un piano . Continuó mirando hasta encontrarlo, no fue difícil
verlo, justo en medio del lugar, vestido con un elegante pantalón y saco negro
a juego, una camisa blanca con los primeros dos botones desabrochados, ahí
estaba Inoo Kei.
-Quiero una mesa cerca del piano-
Pidió Daiki sin apartar la mirada.
-Por supuesto, por aquí-
El elegante mesero lo guió a una mesa
cercana. Tomó asiento y disimuló ver la carta, lo que en realidad hacía era ver
a Inoo, era fascinante. Tocaba con una elegancia fuera de este mundo, además de
que su técnica era más que perfecta, simplemente maravillosa.
-¿Desea ordenar algo?-
Le preguntó el mesero. Daiki miró
rápidamente la carta y pidió.
-Un café, americano-
No solía tomar mucho café, y mucho
menos americano, pero le apetecía tomarlo de nuevo mientras disfrutaba del
espectáculo.
Al terminar la primera pieza, los de
alrededor aplaudieron. Inoo se puso de pie y se inclinó ante ellos agradecido,
después volvió a tomar asiento y miró a su alrededor, se detuvo justo hasta
encontrarse con la mirada de Daiki. Le sonrió.
El corazón de Daiki dio un salto,
aquello fue un perfecto saludo que decía “Te esperaba”
Se acomodó mejor en su asiento y
espero ansioso por la siguiente melodía. La cual comenzó suave, como una
canción de cuna, era increíblemente relajante. Daiki cerró los ojos por un
segundo y pudo sentir que en aquel lugar solo existían él e Inoo.
La pieza continuo, haciéndose de
sentimientos únicos, alegría, tristeza, melancolía, felicidad, soledad y amor,
todo en ese orden. Era una melodía que jamás había escuchado y que poco a poco
se quedaba grabada en su cerebro como si este fuese una cinta de cassette.
Cuando hubo terminado, los aplausos
fueron más eufóricos que la vez anterior, incluso Daiki aplaudió más
enérgicamente. Inoo se reverenció y se alejó del piano, lo miró y con la mano
le hizo una señal como diciendo “Te veo por allá”
Para su suerte, el mensaje fue tan
claro que de inmediato pidió la cuenta y pagó, aunque no hubiese terminado su café.
Salió del lugar y espero un poco más hasta que de pronto Inoo salió, vestía
normal como en la tarde.
-Ya no te ves elegante-
Comentó Daiki sin darse cuenta que lo
decía en voz alta.
-No es muy cómodo andar por ahí en
traje, todos me miran raro y no me gusta-
Inoo estiró ambos brazos y miro a
Daiki.
-Gracias por venir, en verdad quería
que vinieras-
-Bueno, valió la pena, he descubierto
que tienes un talento maravilloso para tocar el piano, incluso para componer
tus propias melodías-
Inoo suspiro, Daiki lo miró y ambos
comenzaron a caminar.
-A decir verdad, hace mucho que no
lograba componer algo. Todo esto salió de forma espontanea, sonará extraño pero
en el momento en que te vi ahí sentado, observándome, la melodía llegó sola y
mis dedos se movieron libremente sobre las teclas-
Daiki sonrió mientras intentaba
ocultar su sonrojado rostro.
-Si que es extraño-
-¿Quieres ir a algún lugar?-
Inoo observó a Daiki con cierta
emoción.
-¿Ya terminó tu trabajo?-
-Si-
-Entonces puedo ir a donde tu
quieras-
Las mejillas de Inoo se sonrojaron
levemente, a cada instante Daiki le provocaba sensaciones que jamás había
experimentado.
Antes de sugerir algo, notó que el
chico llevaba aquel libro consigo.
-¿Lo has leído?-
Daiki miró el libro que llevaba bajo
el brazo y respondió sonrojado.
-Aún no lo termino, pero… me gusta-
Decir aquello significó más de lo que
pensaba, incluso sin notarlo se estaba confesando.
-No tengo idea de adonde podemos ir,
¿Quieres que te acompañe a casa?-
Sugirió Inoo mientras miraba su
reloj, ya era un poco tarde para ir de paseo por las calles.
-Ah… yo… no quiero volver-
Daiki bajó la mirada y trató de
ocultar su rostro. Fue entonces que Inoo recordó su platica de esa tarde. Dio
un paso al frente y acarició ligeramente la cabeza del menor y dijo con voz
amable.
-No llores-
Se hizo el silencio por unos
segundos, Daiki lo miró, aún con los ojos cristalinos podía apreciar bien
aquella sonrisa.
-Te pedí que vinieras conmigo, ¿Acaso
esta es tu respuesta?-
La mente de Daiki dejó de funcionar
correctamente, en un instante todo en ella se llenó de Inoo, absolutamente
todo. Su voz, su sonrisa, su mirada, su suave aliento, su aroma, su calidez,
todo. Quería dar ese paso, olvidarse del miedo.
¿Por qué no?
-Si-
Respondió en voz baja.
-Creo que no escuché bien-
Bromeó Inoo, disfrutando del rostro
sonrojado de Daiki.
-Quiero ir contigo… ¡Quiero ir
contigo!-
Exclamó con fuerza mientras un
impulso lo invadía por completo y al instante saltó para colgarse del cuello de
Inoo y abrazarlo con fuerza.
Este lo abrazó de vuelta, no estaba
seguro de lo que acababa de hacer pero, le gustaba, era feliz.
El camino fue corto, al menos así lo
sintió Daiki, tal vez porque esperaba poder caminar más tiempo junto a Inoo, en
aquel ambiente solitario y frío que les brindaba esa privacidad que
necesitaban, ese espacio que hacían suyo a cada paso, caminando tomados de la
mano con los dedos entrelazados, deseando que aquello jamás se destruyera.
Al entrar al departamento, Daiki no
dejaba de apreciar cada rincón.
-¿Tienes hambre? Ah… creo que tengo
algo por aquí-
Ofreció Inoo mientras entraba en la
cocina. Daiki caminó hacia la sala y se sentó en el sillón.
-Es pequeño-
Dijo en voz baja, pero Inoo lo
escuchó.
-¿Te parece? Es lo más grande que
puedo pagar-
El departamento contaba con una sala,
comedor, cocina, balcón, tres habitaciones en la cual estaba incluido el baño,
otra era el cuarto de lavado y la última era la habitación de Inoo.
Junto a la sala se encontraba un
escritorio y un gran librero. Daiki observaba maravillado, aquel lugar sin
dudas era mucho más acogedor que su propia casa.
-Está bien, me agrada-
Inoo sonrió y tomo asiento a su lado.
-¿En verdad puedo quedarme aquí?-
Preguntó Daiki con inseguridad.
-Si no fuera verdad no te lo hubiese
propuesto desde el principio, si en tu casa no eres feliz, aquí puedo prometer
que hare lo posible para que las cosas sean diferentes-
La mirada de Daiki se iluminó al
escuchar tales palabras, tan amables y suaves. Inoo se acercó a el y lo abrazó,
haciendo que la cabeza del menor quedase recargada en su hombro.
-No sé que sea, tampoco tengo ganas
de cuestionarlo-
-No me conoces ni yo a ti, sin
embargo yo… desde que te vi por primera vez sentí algo… no se explicarlo-
Confesó Daiki.
-¿Sabes que me has dicho dos veces
que te gusto sin que te hayas dado cuenta?-
Preguntó Inoo mientras una sonrisa se
dibujaba en su rostro. Daiki se alejó un poco y lo miró sorprendido mientras
sus mejillas se tornaban escandalosamente rojas.
-Y eso sin contar el beso-
A Daiki le sorprendió que Inoo
pudiese llegar a semejante conclusión, sin embargo no lo podía negar, ni
siquiera quería hacerlo, era verdad, totalmente. Asintió torpemente con la
cabeza y recargó su cabeza sobre el pecho de Inoo.
-Ahora me lo confirmas, y yo no puedo
hacer nada más que sonreír, ¿Sabes que significa?-
Daiki negó con la cabeza, seguía sin
ser capaz de articular palabra.
-Que también me gustas, incluso puede
ser algo tan fuerte que ni siquiera se lo que es en este momento, pero que sin
duda puedo descubrir, siempre y cuando te quedes a mi lado, ¿Lo harás?-
Inoo tomó el rostro de Daiki entre
sus manos y éste asintió con la cabeza. Se miraron una vez más, como si
desearan detener el tiempo. De pronto Daiki se alejó un poco y no pudo evitar
el preguntar.
-¿Estás seguro de que puedo quedarme…
para siempre?-
Inoo sonrió y acarició su rostro.
-Para siempre es mucho tiempo, así
que será mejor que te acostumbres-
Daiki sonrió junto con Inoo, ambos
unieron sus frentes y por ultimo se abrazaron, disfrutando del calor mutuo que
se brindaban en aquella fría noche de invierno.
De pronto, Daiki sintió que algo
vibraba en su bolsillo, sabía bien que significaba así que se alejó un de Inoo
y lo miró fijamente.
-Espera un segundo, ya vuelvo-
Inoo observó como Daiki se levantaba
y salía del departamento. Le intrigó un poco pero se imagino que debía ser una
llamada de su casa, así que no lo siguió.
Poco después volvió con la mirada
baja.
-¿Pasa algo malo?-
Daiki lo miró, tragó saliva y le dijo
en voz firme.
-Necesito salir… si no llego en una
hora… llámame-
Inoo parpadeó, respiró profundo y se
puso de pie.
-¿Todo bien?-
Daiki bajó la mirada unos segundos,
después miró a Inoo y este pudo apreciar cierta decisión en él.
-Esta bien, no insistiré en que me
digas que pasa, entonces dame tú número ¿De acuerdo? Si algo pasa, dime en
donde puedo encontrarte-
Inoo acarició la cabeza de Daiki,
este le proporcionó su número y la dirección de su casa.
-Solo te doy una hora, no más
¿Entendido? Si no has regresado para entonces, iré por ti y pasaré por encima
de quien sea-
Daiki no pudo evitar el sonreír, de
alguna forma aquellas palabras lo hacían sentir el valor suficiente para ir y
enfrentarlo todo.
En todo el camino no hizo más que
pensar en lo que podía ocurrir, aún así estaba decidido, ya no quería seguir
viviendo en ese lugar, lo detestaba. Si por alguna razón no fuese a pasar el
resto de su vida con Inoo… bueno, ya pensaría en algo después, por ahora solo
tenía que dar ese paso, estaba decidido.
Atravesó las puertas de la gran
mansión y subió las enormes escaleras, ignoró todo como siempre. Entró a su
habitación y cogió una pequeña maleta, no planeaba más que llevarse lo
meramente esencial.
Guardó ropa, un par de zapatos,
papeles, libros, objetos de uso personal, sus ahorros. Cerró la maleta y miró a
su alrededor, además de cerciorarse de que no olvidaba nada importante se
despidió de aquel lugar tan significativo, de alguna manera fue su refugio del
mundo exterior, y ahora lo dejaba.
Suspiró, tomó su maleta y abrió la
puerta de su habitación, la cerró detrás de si y caminó a paso firme por el
pasillo.
Al bajar las escaleras se encontró
con su madre, la cual lo observaba fijamente, como si no comprendiera lo que
estaba sucediendo. Esta vez Daiki no se alteraría, después de todo era su
intensión enfrentarla de una vez por todas.
-¿Qué haces?-
Le preguntó con seriedad. Daiki
continuó bajando los escalones tranquilamente, cuando quedó frente a ella le
dijo.
-El juego termino, madre-
Los ojos de la señora se abrieron con
tal sorpresa que casi salen de su orbita.
-¿Qué quieres decir?-
Fue entonces que miró la maleta que
Daiki llevaba consigo.
-No, no estás viendo mal-
Le dijo Daiki al notar como su madre
miraba la maleta y parecía no comprender.
-¿Te marcharás?-
Preguntó con la boca seca.
-Si. No puedo vivir en un mundo en
donde ya no puedo confiar en nadie. Si tienes que decirme algo hazlo ahora,
puesto que no volveré jamás-
-No puedes hacerlo, eres nuestro
único hijo, el heredero de esta familia, de ninguna manera puedes marcharte-
Daiki pudo observar como las manos de
su madre temblaban, en ese momento la compadeció.
-Ese no es mi problema, y no puedes
obligarme. He tomado una decisión y no pienso retractarme-
Su madre tartamudeo y no logró decir
nada, solo sonidos extraños salieron de sus labios.
-Si eso es todo, entonces me voy. Se hace
tarde-
Pasó de largo junto a su madre, pero
justo antes de llegar a la puerta, esta habló.
-No puedes irte… ¡No puedes irte!-
Daiki se giró para verla, lucía
desesperada, al parecer el hecho de quedarse sin heredero era lo que más le
pesaba.
-Claro que puedo, y no lo evitarás-
La seguridad con la que hablaba era
impulsada por el anhelo de ver a Inoo una vez más, quería estar con él lo más
rápido posible.
Su madre respiro profundo, estaba
molesta, demasiado. Sin embargo hizo todo lo posible por mantenerse firme, como
de costumbre.
-Bien, si te vas a ir olvídate de que
tienes familia, si cruzas esa puerta no quiero volver a verte o saber de ti. No
te daré ni un centavo así que más te vale dejar las tarjetas de crédito. Seré
buena al dejarte llevar esa maleta, pero no podrás volver por más así que
espero que lleves todo-
-¿Eso es todo?-
Su madre le dio la espalda, solo
quedaba una cosa por decir.
-A pesar de lo que digas y de lo que
yo pueda sentir al respecto, eres mi madre y lo serás siempre-
Dicho esto, abrió la puerta y salió
al fin, era libre. Se sentía tan bien que deseaba correr, pero antes de hacerlo
miró la casa, no la extrañaría, sin embargo no pudo evitar el despedirse.
-Hasta nunca-
Dijo para si, emprendió de nuevo el
camino cuando de repente se detuvo. Estaba tan sorprendido que no sabía que
hacer.
-Vaya… si que es grande-
Daiki lo miró fijamente y dudoso miró
su reloj.
-No ha pasado una hora…-
Inoo le sonrió con torpeza mientras
rascaba su cabeza.
-Lo siento, me quedé preocupado, pero
por lo que veo todo fue rápido-
-Más rápido de lo que imaginé-
Daiki miró de nuevo hacia la gran
mansión y desde una de las ventanas pudo observar a su madre asomándose desde
una de las ventanas.
Sin más, le sonrió y caminó hacia
Inoo, quien también la había notado.
-¿Está todo en orden?-
Daiki le sonrió y dijo.
-Parece que si, podemos irnos-
Fue así como ambos comenzaron a
caminar juntos, alejándose más y más de aquella casa tan grande y llena de
malos recuerdos. Lo cuales se disolvían a cada paso, dejando la oportunidad de
hacer nuevos y buenos recuerdos junto a Inoo, quien no dudó en tomar su mano.
Daiki se sorprendió al principio,
pero le agradaba la calidez del mayor así que entrelazó sus dedos con los de él
y continuó caminando a su lado.
Esa noche Inoo no le permitió
desempacar, en cuanto llegaron al departamento lo cargó con semejante facilidad
que Daiki pensó que en verdad Inoo era completamente diferente a todo lo que
aparentaba.
Entraron a la habitación y se
recostaron sobre la suave cama. Bajo la suave luz de la lámpara, Inoo no dejaba
de contemplar el sonrojado rostro de Daiki.
-¿Eres feliz?-
Le preguntó mientras acariciaba su
mejilla. Daiki asintió y no dejó de mirarlo.
-¿Tu lo eres también?-
Inoo sonrió ante la pregunta del
menor, lo acercó a su cuerpo y lo abrazó con ternura.
-Lo soy-
Daiki se aferró al cuerpo de Inoo.
Era tan cómodo, relajante y cálido. Se sentía protegido, como si ya nada más
fuese a importar.
Inoo besó su frente y le dijo con voz
suave.
-Daiki-
La forma en que lo llamó fue tan
especial, tan única, que sintió como algo revoloteaba sin control por todo su
cuerpo.
-Kei-
Lo llamó por su nombre, era la
primera vez que Daiki lo llamaba por su nombre y ya era especial, en extremo
especial.
Se abrazaron un poco más y la noche
siguió su curso, dejando que ambos disfrutasen de aquel momento, único y
privado, comenzando así el primer capitulo de toda una vida juntos.
A la mañana siguiente, Daiki se
despertó temprano. Salió de la cama sin hacer ruido y se vistió, se dirigió a
la cocina y miró curioso, tenía hambre.
Después de buscar un poco, se
conformó con un vaso con leche y un pedazo de pan. Se dirigió a la sala y tomó
su libro, tenía ganas de leer un poco, sentía que a partir de ahora su vida
sería más tranquila, relajante pero también llena de sorpresas. Estaba listo
para afrontarlo todo, pero sobre todo, estaba dispuesto a no guardar sus
sentimientos por Inoo, no ahora que se volvían poco a poco más fuertes.
Terminó un capitulo más, cerró el
libro y caminó hacia la terraza con su vaso de leche entre las manos. Miró la
ciudad, todo lucía diferente, incluso el cielo, que a pesar de estar nublado
lucía con más color. El frío que sentía por su piel lo hacían sentir vivo.
No pudo evitar en pensar lo rápido
que tal vez estaba sucediendo todo, sonrió al recordar el día en que lo había
visto por primera vez.
-Vaya casualidad-
-No fue casualidad-
La voz de Inoo detrás de él lo
sorprendió. Daiki lo miró acercarse y sintió como lo rodeaba entre sus brazos
una vez más.
-Conocerte no fue casualidad Daiki,
no lo creo-
Dijo Inoo con voz relajada mientras
suspiraba.
-Lo sé, de alguna manera sucedió. Tal
vez era inevitable-
Daiki miró al cielo un la nieve
comenzó a caer suavemente sobre la ciudad. En ese momento hasta la nieve lucía
diferente. Le gustaba, todo.
-¿Tienes hambre?-
Preguntó Inoo, ante lo cual asintió
rápidamente.
-Vamos, hace frío y hay que preparar
el desayuno-
Ambos entraron. De pronto Daiki
sintió que algo faltaba… claro, su maleta ya no estaba. Comenzó a mirar
nervioso a su alrededor, Inoo pudo darse cuenta y se adelantó.
-No busques tu maleta, a menos que te
quieras ir no creo que la necesites. Puedes echarle un vistazo al closet-
Los ojos de Daiki se abrieron
sorprendidos, dejó el vaso sobre la mesa de centro y corrió hacia la
habitación, abrió el closet y encontró su ropa perfectamente acomodada, incluso
su ropa interior estaba en un solo cajón.
¿En que momento? No lo sabía, pero se
sentía bien.
-Lo hice mientras dormías, quería
sorprenderte-
Le dijo Inoo, quien lo contemplaba
desde el umbral.
-¡Gracias!-
Exclamó Daiki mientras se lanzaba
sobre de él, colgándose de su cuello y abrazándolo con fuerza. Inoo lo abrazó
de vuelta.
Después de un rato, Daiki se separó
de él y sorpresivamente lo besó. Para Inoo fue impactante, no se lo esperaba
así que tardo un poco en reaccionar. Pero no fue demasiado, puesto que se las
ingenió para cargar a Daiki de forma que las piernas de este rodearan su
cintura.
Continuaron besándose un largo rato,
como si ese fuese su desayuno.
-Creo que tengo más hambre-
Le dijo Inoo en tono travieso. Daiki
se sonrojó y sonrió.
En definitiva, los días serían
diferentes a partir de ahora, tal vez no perfectos, pero estaba dispuesto a
experimentar de todo un poco. Si Inoo estaba a su lado nada más importaba
demasiado.
Tal vez, el conocer a alguien no es
simple casualidad, podemos creer una vez más en las travesuras del destino y
que pase lo que pase, esa persona está esperando por nosotros en algún lugar,
tal vez sufriendo, tal vez no, pero de alguna forma la vida se las ingeniará
para que ese momento ocurra y siga su curso sin importar que tal difícil se
encuentre el camino, al final siempre encontraremos lo que necesitamos para ser
felices.
F I N
-------
Vaya! Hasta que termino algo LOL
Siento la demora, mi vida ha estado algo agitada pero poco a poco encuentro un balance y me hago tiempo para escribir, aunque aquello signifique dormir menos xD
Espero que este InooDai les haya gustado, siento que el final no fue lo mejor pero aaah! Hubo cierta imagen que se llevo todas mis neuronas OwO
Ya saben, esa imagen InooJima que publiqué en la página de FB
En fin! Espero y lo hayan disfrutado. Ya estoy preparando más cosas ^^
Gracias por esperar a leer algo mío ;3;
15 comentarios:
Aww Aya :'D después de haber odiado y golpeado
al Inoodai con fics angst de ellos en mal estado[?]
Llegas tu con un hermoso fluff que me hace enamorarme
más de ésta pareja y me hace sentir que lo bueno existe u3u
Gracias por darle paz a mi alga ;w;♥
Está hermoso... cómo se encuentran y cómo Daiki reacciona!
La manera de ser de Inoo que quiere cuidarlo y todo uwu
Gracias por escribir♥
*UUUUUUUUUUUUU* Este fic me enamoro y por completo de inoo-kun!!!! agsadsdfgasd tambien el inoodai me facina!! que importa si nio tiene sexo por ahi XDDD okee no ya *la patean* pero valla Daichan es bien macho irse de la casa asi DDD: me encanto!!! ~
por cierto Aicia *U* es mi favorito lol XD jajajajaajaja sin duda me encanta como es esta pareja~ Ayaa sigue asi ^^///
¡OH! ¡Es completamente hermoso! Inoo me ha encantado por completo ♥ como quiere proteger a Dai-chan ;w; ♥ y él, pobre... su madre lo hace sufrir </3 Terminan viviendo juntos *A* ♥♥♥ ~
ME gustó la historia, sin prisas, todo tan askdlskan hermoso ;u; ♥
Muchas gracias por escribir ~ ♥
*o* ame est Inoodai gracias Aya
Daiki alfinal su pudo confiar en Kei ♥
me alegra mucho que por fin pudo encontrar
el amor verdadero y no el que su madre le creo
fue tan tierno como se conocieron
ahhh ya muero por leer ese Inoojima *¬*
Animo Aya, me alegro que te puedas organisar :D
aaa de verdad que a estado perfecto!!
no me e podido dejar de emocionar en ningún momento.
de verdad que tienes un talento increíble. ^^
bueno, no he leído muchos fics recientemente, pero mis últimos ID Daiki es frágil y vulnerable ;-;
jajajajaj Inoo desde un principio no se creyó que Daiki supiera alemán xD
me encanta que hubiera Inoobu implicito y un poco de Yabuhika, yo sé que cuando fueron a la cocina fue para darse cariñito y chuus
Inoo todo profesional con sus tarjetas de presentación owo
al final me alegró que Daiki pudiera cambiar el rumbo de su vida, estoy segura que con Kei vivirá hermosamente una nueva vida, llena de color, aunque sea invierno xD
amé la pic que elegiste
que bueno que ya hayas podido publicar
hermosoooooooooooooooooooooooo inoodai!!!! omgomgomgomg!!
inceriblemente hermoso...me encanto.. esos dos son amors!!
WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ME ENCANTA!!!!!!!!!!! *-------------*
Me alegra de que ya pudieras escribir algo, tus fans esperábamos lo que fuera con tal que fuera tuyo y, como siempre, no nos has decepcionado, por algo eres la mejor escritora del mundo *----* <3
Inoo es amor, es el único que puede hacer feliz a Daiki en esa situación, arrrg, la madre de Daiki me da asco ¬¬
Awww, es muy dulce y hermoso, me encantó *---*
Apenas tuve tiempo de leerlo y ME ENCANTO ^^
Es tan lindo este Inoodai, todo el sufrimiento de Dai-chan fue recompensado al conocer a Inoo =3
Que bueno que Inoo si se dio cuenta de la persona especial que es Dai-chan y ahora lo va a cuidar para siempre, es tan romantico y tierno =w=
Sigue escribiendo asi de genial =)
Yuko "I LOVE JUMP"
kyaaaa como siempre amo lo que escribes, y como no amar lo que escribes si eres mi sempai, jejejeje ok no, bueno si pero en fin me encanto InooDai es una de mis parejas predilectas jejejejejje yo quiero que escribas mucho y muy pronto jejeje mientras tanto esperare paciente
ammm waoooo lo ame
Soy nueva aqui xD creo que estoy como animo no me dejan entrar :( Soy tu fan
Fuyumi-chan
anonimo* por ciero lei estoy el mismo dia que lo publicaste pero no me dejaban comentar xD
Simplemente hermoso, no siempre tengo el agrado de publicar un comentario, eh de confesar, simplemente me encanta como escribes! cada vez que entro, veo si has actualizado, has de escucharlo con mucha frecuencia , pero me encanta a desquiciar, vale, eso sonó un poquitín exagerado~ pero si me encantas, digo , lo que escribes~ ya, mejor hasta aquí~ sigue escribiendo, por favor~ por favor por favooooooor <3
waaaaaaa me encanto estuvo super genial a un que al principio senti feito por daiki pero inoo waaa amo el inoodai <3
pido permiso para anunciar algo por favor :)
bueno me gustaria si podrian visitar mi blog bueno solo tengo un fic y es yamajima apenas lo estoy empesando asi que no soy muy buena escribiendo pero pido apoyo bueno eso es todo espero y me apoyen
http://fanficsfresitasdeamor.blogspot.mx/
♥♥♥♥♥♥♥~ /se emocionó pensar que había InooBu / ... que dulce todo. ¿Soy solo yo o realmente has progresado mucho en tu redacción? se siente más detallado y se agradece ^-^
Ganbareee~
Publicar un comentario
Lo has leído y... ¿Te gusto? ¿No? ¿Sientes que algo faltó?
¡Me encantaría saber tu opinión sobre lo que acabas de leer! ^O^ Así que no dudes en hacérmelo saber, así podré mejorar un poquito más :3
De igual forma: ¡GRACIAS POR LEER!