Capitulo 21 - Final-
Entró a la habitación de Yabu, escoltado
por una criada, al cerrar la puerta caminó lentamente hacia la cama miró a su
alrededor y sin más se dejó caer sobre el suave colchón. Pudo percibir el aroma
del mayor al hacerlo, lo cual le trajo un poco de tranquilidad.
Sin embargo, en esos momentos lo último que
Daiki podía sentir era tranquilidad, no cuando ahora Yabu se encontraba
hablando con Inoo.
-Por favor… que esto termine rápido-
Se dijo mientras cerraba los ojos y sentía
que su cuerpo se hundía un poco más en el colchón.
“-Es tu culpa-”
Pensó. Sus ojos se abrieron lentamente y su
mirada se clavó en el techo, si tan solo hubiese sido sincero en aquel tiempo,
si tan solo hubiese notado sus sentimientos mucho antes, tal vez esto no estaría
pasando. Pero el “hubiera” no existe, todo estaba hecho tal cual y no había más
que afrontarlo, hacerle frente. Yabu estaba siendo el primero, sin lugar a
dudas pronto sería su turno.
Suspiró y sus ojos volvieron a cerrarse,
recordándolo todo, desde el primer día en que conoció a Yabu, siendo tan
pequeños.
---
Unos cuantos años atrás…
-¡Papá! ¡Quiero ese!-
Señaló el niño mientras caminaba junto a su
padre.
-Daiki, eso es una manzana. ¿Quieres una?-
Ante la gentil pregunta de su padre,
asintió emocionado.
-Aquí no le vendemos a gente como usted-
Dijo la señora que vendía en aquel puesto,
lucía enojada. El pequeño Daiki, a esa corta edad, no comprendía que
significaba aquel comentario.
Y aún así, su padre se esmero en que no le
afectara, llevándoselo lejos, mostrándose tranquilo y sonriente, como si en
verdad todo estuviera perfectamente.
Después de caminar un poco, llegaron frente
a un gran árbol.
-¿Ves eso de ahí?-
Señaló su padre, ante lo cual el pequeño
Daiki levanto la cabeza para mirar los frutos que colgaban de las ramas de
aquel frondoso árbol, eran manzanas.
-Cuando estén listas, caerán al suelo, es
entonces cuando podrás tomar una-
Daiki miró a su padre, éste le sonreía.
-Pero yo quiero uno ahora-
-¿Te parece si volvemos a casa? Tal parece
que tu madre te ha preparado tus galletas favoritas-
Fue así como el pequeño Daiki volvió a casa
de la mano de su padre, mirando de vez en cuando hacia aquel árbol, deseando
poder tomar una de esas manzanas rojas.
Los días pasaron, jugaba solo por los
alrededores, cuando astutamente se alejó sin que nadie lo notara. Corrió lo más
rápido que pudo, aún recordaba el camino perfectamente. Todo era tan excitante,
un juego demasiado divertido y sin temor alguno. Fue así que llegó frente a
aquel árbol, sus ojos se llenaron de aquella emoción que tan solo se
experimenta cuando se tiene tan cerca algo deseado, aunque no lo conociera del
todo, era divertido, emocionante.
-Ahora solo debo alcanzar uno de esos-
Se dijo mientras comenzaba a dar saltos,
imaginando que tal vez sería capaz de dar un gran salto y llegar hacia una de
esas manzanas, pero evidentemente era imposible, por lo que pronto se cansó y
decidió descansar un poco.
Sin ganas de darse por vencido, volvió a
ponerse de pie y lo intentó una vez más. Sin embargo vio delante de él una
manzana, alguien se la estaba dando. Tímidamente levantó la mirada y pudo ver a
un chico un poco más alto que él, quien le extendía la manzana mientras le
sonreía amablemente.
-¿Querías una, verdad?-
Escuchar aquella voz amable lo hizo sentir
tan tranquilo. Así que sin más, le sonrió ampliamente y tomó la manzana.
-Gracias-
-De nada-
Daiki tomó asiento de nuevo y aquel chico
lo hizo también.
-¿Puedo quedarme contigo?-
-¡Claro! Podemos jugar en cuanto termine de
comer esto-
-¿Te gustan mucho las manzanas?-
-¡Son muy bonitas! Debe ser deliciosa-
Aquel chico sonrió y observó a Daiki comer
alegremente.
-¿Cómo te llamas? Yo soy Kota, Yabu Kota-
-Mi nombre es Daiki, Daiki Arioka-
Kota le sonrió amablemente.
-Mucho gusto-
Fue así, de una forma tan simple e
inocente, como la amistad surgió entre ellos.
Los años pasaban, eran inseparables,
siempre estaban juntos, hasta que de pronto, una tarde mientras Kota leía
cómodamente en la sala, escuchó como un par de sirvientes llegaban, parecían
alarmados.
-¡Los del pueblo están locos!-
Exclamó uno de ellos. Curioso, Kota se
acercó para escuchar.
-¡Están golpeando a un pobre niño!-
Volvió a decir.
-¿Qué cosas dices? ¿Por qué golpearían a un
niño? Si fuera así, ¿Por qué no hiciste algo?-
-Era imposible, son demasiados-
-Seguramente era uno de esos ladronzuelos,
le deben estar dando su merecido-
El sirviente dudó un momento y dijo.
-Tal vez es mi imaginación pero… estoy
seguro de que ese niño era el joven Daiki…-
Los ojos de Yabu se abrieron alarmados,
entonces interrumpió la conversación.
-¿Qué dijiste?-
-Amo Kota…-
-¡Repite lo que acabas de decir!-
Gritó Yabu con desesperación.
-Que… me pareció que el niño al que
atacaban era el joven Daiki…-
-¡¿Y sabiendo eso no hiciste nada?!-
Kota estaba molesto, angustiado y muy
asustado.
Todo comenzó ese día que decidió salir
solo, ignorando las advertencias de su madre. No tenía idea de lo que pasaba
afuera, solo tenía algo en mente, salir y comprar algo para Yabu, pronto sería
su cumpleaños y quería regalarle algo bonito.
Para él fue fácil escabullirse, su madre
estaba ocupada escribiendo una carta y su padre, como siempre, encerrado en su
estudio.
Cuando llegó al pueblo y comenzó a caminar
por los alrededores, podía sentir miradas extrañas, trató de no prestarle importancia,
pero aún así resultaba incomodo.
En su recorrido, paso por una tienda de
juguetes artesanales, todos estaban hechos a mano, observó todos y el que más
llamó su atención fue un caballo de madera, de inmediato pensó que ese sería el
regalo perfecto. Sin embargo, tan solo dio un paso dentro de la tienda, cuando
el dueño estrepitosamente se acercó a él y con enojo lo empujó fuera de la
tienda.
-¡Aquí no puedes entrar! ¡Vete!-
Conmocionado y confundido, observó como el
dueño le cerraba la puerta y le ponía seguro.
-¿Por qué?-
Se preguntó mientras se ponía de pie y
sacudía el polvo de sus pantalones, en ese momento, sintió que el ambiente se
tornaba tenso. Con cuidado se giró y miró a su alrededor. Poco a poco la gente
se reunía y lo miraban de una forma acusadora, enojados, como si el pequeño
Daiki les hubiera hecho algo malo.
-¿Qué sucede?-
Preguntó sintiéndose cada vez más
atemorizado por todas esas miradas que cada vez estaban más cerca de él.
-Tú y tu padre deberían irse de este lugar,
aquí nadie los quiere-
Dijo una señora mientras levantaba una
piedra del suelo; Daiki la miró asustado y sin más, comenzó a correr.
Pero claro, las piernas de los adultos son
más largas, además de que eran demasiados, no pudo huir lejos puesto que lo
acorralaron y despiadadamente, comenzaron a lanzarle piedras.
-¡Tu padre es un hereje!-
-¡Lo que hace es algo del demonio!-
-¡Si va a continuar con eso mejor váyanse
de aquí!-
Las piedras golpeaban en diferentes partes
de su cuerpo, causando un dolor mucho más profundo de lo que deberían. Le dolía
ver más la expresión de toda esa gente, llena de odio. ¿Por qué lo odiaban? Su
padre no hacía nada malo, solo estudiaba formas para curar enfermedades, eso no
tenía nada que ver con el demonio, pero entonces… ¿Por qué esta gente no podía
comprenderlo? ¿Por qué lo odiaban?
Ignorancia. Esa fue la respuesta que llego
años más tarde.
En ese momento, Daiki no quería ver más la
expresión de toda esa gente, por lo que optó por cubrirse el rostro, mientras
continuaba recibiendo piedra tras piedra, golpeándolo sin piedad.
Estaba sangrando, podía sentirlo, más
cuando el sabor a hierro tan particular de la sangre llegó a su boca. ¿Acaso
pensaban matarlo así?
No, no quería morir, no ahora. Tenía que
regresar con Yabu, seguir pasando momentos divertidos a su lado, le encantaba
estar con él y en aquellos momentos él era lo que lo mantenía fuerte.
De pronto, se escuchó un grito que a penas
fue audible para él.
-¡¡Deténganse!!-
Era él, Kota.
-¡¿Qué creen que hacen?! ¡¿Acaso son unos
salvajes?!-
Temeroso, levantó la mirada y observó como
el chico se abría paso entre la multitud con ayuda de unos hombres, seguramente
eran sus sirvientes.
-¡Daiki!-
Le gritó. Pero en ese momento, a penas pudo
sonreír, aliviado, cuando todo se tornó obscuro a su alrededor y sin más se
sumergió en aquella obscuridad, sintiendo como su cuerpo dolía por todas
partes.
Tuvo un sueño, en el que Yabu tomaba su
mano y caminaba a su lado. Fue tan agradable, después pudo sentir un cálido
abrazo, como si el mayor lo rodeara con sus brazos, podía respirar aquel aroma
tan particular, seguramente no era un sueño, pero aún así no deseaba despertar.
Entonces, una sensación extraña lo hacia
volver, algo cálido y húmedo estaba sobre sus labios, quería abrir los ojos
pero no pudo. Lo hizo después de que aquella sensación desapareció. Fue así
como decidió abrir los ojos, encontrándose con el rostro de Kota, el cual, al
ver que abría los ojos no pudo evitar el abrazarlo.
-Ya-Yabu-
Lo llamó con voz débil, sentía que si
hablaba más fuerte su pecho estallaría.
-No digas nada, tranquilo. Ya todo terminó,
estarás bien. Solo tienes pequeñas heridas, nada grave, te vas a poner bien-r
Tal vez Yabu mintió en ese momento, el dolo
que sentía en todo su cuerpo se lo decía, y sin embargo decidió creer en él.
En ese momento, los rostros de aquellas
personas regresaron a su cabeza, tan furiosos y dispuestos a matarlo, tal vez,
no podía asegurarlo, pero tenía miedo, mucho miedo.
-Tengo miedo…-
Dijo con lagrimas en los ojos y sin más, se
aferró a Yabu, puesto que sentía que el mayor podía protegerlo.
-No temas… yo estoy aquí para protegerte-
Y así fue, Yabu se encargó de visitarlo a
diario mientras se recuperaba, le llevaba dulces, manzanas, galletas, libros.
Todo lo necesario para hacerlo sonreír de nuevo. Para Daiki, mientras Yabu
estuviese con él, no había nada que temer, pero cuando se encontraba solo el
miedo lo invadía, tenía sueños horribles, después de todo era difícil olvidar
la expresión de esas personas, todo el dolor.
Aún así, los días pasaron y un año se
cumplió al fin. Ya no había heridas en su cuerpo, corría por entre los árboles,
jugando con Yabu, sonreía, Daiki era feliz, completamente.
Sin embargo, no podía durar para siempre.
Al atardecer, mientras ambos estaban recostados sobre el pasto, mirando el
cielo, Yabu se puso de pie.
-Daiki… hay algo que debo decirte-
Su voz, era tan baja y triste que de
inmediato lo hicieron preocupar.
-¿Qué sucede?-
Preguntó, pero Yabu no dijo nada, lo abrazó
con fuerza y cuando se alejó de él le dijo.
-Es hora de volver a casa-
Una débil sonrisa se dibujo en su rostro y
ambos se marcharon. Daiki intentó preguntar pero fue inútil, para Yabu “Todo
estaba bien”.
Pasaron unas cuantas semanas y Yabu le
presentó a un chico. A simple vista era apuesto; piel blanca, cabello negro,
finas facciones y una sonrisa encantadora, su nombre era Inoo Kei.
-Mucho gusto-
Saludó Daiki después de que Kota los
presentara.
-Igualmente-
Fue así que los tres se reunían para jugar
un rato, aunque Kei no podía ir tan seguido con ellos.
-¿Por qué Inoo-chan casi no viene?-
Preguntó Daiki mientras lanzaba unas
cuantas piedras al río.
-Es complicado, a pesar de ser tan chico
tiene muchas responsabilidades-
Le respondió Yabu. Fue así como los dos
continuaron pasando la tarde juntos, pero para Daiki, algo no andaba nada bien,
Yabu estaba demasiado extraño.
-Daiki-
Lo llamó mientras caminaban de regreso a
casa aquella tarde.
-Hay algo que debo decirte-
Daiki se detuvo y miró a Kota fijamente.
-¿Sucede algo malo?-
-N-no es algo malo…-
Respondió Yabu con dificultad.
-Verás… ha llegado el momento de separarme
de ti-
Daiki abrió sus ojos con sorpresa, no sabía
como reaccionar, poco a poco los ojos le ardían, las lagrimas se acumulaban en
sus ojos, sin embargo no dijo nada, necesitaba escuchar lo que Yabu tenía que
decirle.
-Tengo que marcharme, mañana al amanecer…
mis padres han decidido que debo estudiar en un lugar lejano…-
La voz de Yabu sonaba entrecortada, y los
ojos de Daiki se llenaron de más lágrimas.
-¿Te irás? ¿En serio te irás?-
Yabu asintió con la cabeza, incapaz de
decir algo más. Por otra parte, Daiki sentía un nudo en la garganta, quería
llorar, más sin embargo no lo hizo.
-¿Volverás algún día?-
-¡Claro que volveré!-
Le respondió Yabu con rapidez.
-Entonces, no es una despedida definitiva…
¿verdad?-
Daiki observó a Kota asentir con la cabeza
y le sonrió.
-Debes estudiar muy duro, ¿De acuerdo?-
Kota volvió a asentir con la cabeza, no
podía decir nada. Daiki decidió sonreír, como siempre lo hacia, tan radiante,
deseando que su amigo pudiera marcharse sin preocupaciones. Esa fue la primera
vez que sintió lo que es tragarse esa tristeza en forma de nudo en la garganta,
ocultar los ojos llorosos y fingir que todo estaba bien.
Al caer la noche, Daiki se arropó en su
cama e intentó dormir, pero era imposible, no podía imaginar como serían sus
días sin su buen amigo Kota, no quería que se fuera, pero tampoco podía decirlo
así nada más.
Las horas pasaban y Daiki no lograba
conciliar el sueño, hasta que se levantó de la cama y miró por la ventana, el
amanecer estaba cerca. Sintió ganas de verlo por última vez, así que aún en
pijama, salió de su habitación a toda prisa y salió corriendo, directo a casa
de Yabu.
Cuando llegó, los carruajes ya estaban
listos, el equipaje y todo en su lugar. Fue entonces que vio al joven salir de
su casa, bien abrigado.
-¡Kou-chan!-
Le gritó, el chico volteó y al verlo su
sorpresa fue evidente.
-Daiki, ¿Qué haces aquí?-
Cuando Daiki llegó hacia donde estaba Kota,
tomó aire y dijo.
-Vine a despedirme de ti, tienes que
cuidarte mucho, ¿De acuerdo?-
Daiki le sonrió y Yabu hizo lo mismo.
-Ya verás que voy a regresar, mientras, tú
también debes cuidarte-
Yabu le alborotó los cabellos y tras el
llamado de su madre, subió al carruaje, no podía soportar mirar al pequeño por
más tiempo puesto que si lo hacia terminaría por arreglárselas para no tener
que irse, pero aquello era imposible, fue entonces que le dedicó una última
sonrisa mientras cerraba la puerta del carruaje, el chofer tomo las riendas y
comenzó a tomar su camino, emprendiendo así un largo viaje que podría tardar
demasiado en terminar.
Daiki solo pudo observar como se alejaba
cada vez más, esperando que el día en que volviera, no fuera tan lejano.
---
-Cuatro años… fue el tiempo que estuve sin
ti…-
Dijo para si mientras abría los ojos
lentamente.
-Pero volví-
Sorprendido, se levantó de inmediato y pudo
ver a Yabu cerrando la puerta y caminando lentamente hacia él.
Quería preguntar, deseaba saber, pero el
solo ver la expresión en el rostro de Yabu era suficiente para guardar silencio.
Entonces, Daiki se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia él, hasta poder
abrazarlo con fuerza.
Abrazo el cual Yabu correspondió
rápidamente, después de todo lo necesitaba.
-Perdón por la tardanza-
-¿Lo dices por ahora o por el tiempo que
estuviste lejos?-
Preguntó Daiki sin alejarse de Kota.
-Por ambas cosas-
La voz de Yabu, tan suave, tan relajante,
entraba por sus oídos y le provocaban un sentimiento único, creando una
perfecta armonía dentro de su cerebro.
-Todo va a estar bien ¿Verdad?-
Preguntó Daiki mientras hundía su rostro en
el pecho de Kota.
-Si, algún día todo volverá a la
normalidad, solo hay que esperar-
Con esa simple respuesta, Daiki pudo
comprender la situación y no pudo hacer nada más que aferrarse con más fuerza
al cuerpo de Yabu.
Poco tiempo paso y se separaron, se miraron
y sonrieron débilmente.
-Luces cansado-
-Lo estoy un poco-
Dijo Yabu ante la observación de Daiki. Fue
entonces que el menor lo guió hacia la cama.
-Será mejor que descanses, yo me iré-
Yabu no iba a dejar ir a Daiki, no ahora
cuando más lo necesitaba, así que lo tomó del brazo y lo sentó en la cama,
junto a él.
-No te vayas-
Ante la suplica de Kota, no podía negarse,
por lo que sonrió y ambos se recostaron sobre la suave cama, abrazados,
deseando que el tiempo pasara lento para que no tuvieran que separarse jamás,
quedando sumergidos en un cálido y tranquilo sueño.
Yuri tocó la puerta y al escuchar respuesta
entró en la habitación de Yuya.
-Vengo a recoger la ropa sucia-
Yuya se desvestía y pudo observar su desnudo
torso, sin embargo ver aquello lo llenó de preocupación. Acercándose
lentamente, buscó la mirada del mayor y después miró su ahora delgado cuerpo.
-Estas más delgado… ¿Por qué?-
Preguntó Yuri con preocupación.
-No le prestes atención, debe ser porque
estoy creciendo-
Intentó bromear Yuya mientras se cubría.
-¿Fue tu madre?-
Yuri pudo sentir un nudo en la garganta y
al mismo tiempo un sentimiento de rabia e impotencia acumulándose en su pecho,
sin embargo tan solo bajó la mirada, se sentía triste por no haber estado en
momentos aparentemente difíciles para su amo.
-No digas tonterías-
Sin embargo esta respuesta no era
suficiente.
-Ya lo sé todo, sé que tu madre vino para
casarte con alguien y que te negó toda atención, nadie podía alimentarte o
servirte de alguna manera… ¿Por qué no me lo dijiste antes?-
Ver los ojos llenos de lágrimas de Yuri fue
conmovedor, aquello solo le demostraba cuanto se preocupaba el menor por él.
-¿Cómo lo supiste?-
Preguntó con curiosidad, sin dejar a un
lado su tono amable.
-Los demás trabajadores me lo han contado,
es de lo único que se habla en esta casa. Incluso tu padre está aquí… ¿Por qué
soy el único que se mantuvo ajeno a todo? Yo debí estar aquí para cuidarte…-
Las lágrimas en el rostro de Yuri estaban
por salir, pero enseguida sintió las cálidas manos de Yuya tomar su rostro, quien
lo miró con dulzura, como siempre.
-Yuri-
Hizo una pausa y limpió el rastro de
aquellas lágrimas.
-Eso ya no importa, ella se ha ido y no
volverá, espero y comprendas la razón por la cual decidí alejarte, solo
intentaba protegerte. Si no te dije nada fue para que no te preocuparas y
estuvieras tranquilo, al final yo no pude solucionar nada y sin embargo mi
padre está aquí gracias a tu madre que de alguna manera supo guardar el secreto
para que no te enteraras. Para mi, lo más importante era mantenerte a salvo,
así que no te sientas mal que yo me sentiré peor al verte llorar-
Yuri miró atento a su amo y en cuanto este
terminó de hablar, no pudo contener el impulso de abrazarlo con todas sus fuerzas.
-No vuelvas a alejarme de ti de esa forma-
Suplico el menor mientras las lagrimas
corrían por su rostro enrojecido, ya era imposible contenerlas por más tiempo,
se sentía culpable de alguna manera.
-Lo siento, te aseguro que no volverá a
ocurrir, a partir de ahora ya no habrá más secretos, lo prometo-
Yuya acarició con ternura la cabeza de Yuri
y lo abrazó con ternura mientras el menor continuaba sollozando.
-No puedo creer que incluso mi madre
supiera de la situación…-
-Ya no pienses más en eso, yo prácticamente
ya lo olvidé, así que tu deberás hacerlo también-
En ese momento Yuri se separó del cuerpo de
Yuya y fue inevitable no mirarlo con un poco de resentimiento, el cual
desapareció en el instante en el que el mayor le regaló una cálida sonrisa, despreocupado
y tranquilo como siempre.
-Creo que ya has trabajado suficiente,
necesitamos salir un poco-
Yuya se alejó, caminó hacia la cama y tomó su camisa, después caminó hacia el
ropero en donde estaba su abrigo y se lo puso, estaba a punto de decir algo
cuando la puerta se abrió un poco y por ahí se asomó su padre.
-Hijo, ¿Estás ocupado?-
Rápidamente, Yuri limpió su lloroso rostro
y tomó la ropa sucia que estaba botada en el suelo, se acercó a la puerta y con
la cabeza agachada dijo en voz baja.
-Con permiso, amo-
El padre de Takaki se hizo a un lado para
dejarlo pasar.
-Con cuidado Chinen-kun, no queremos que te
caigas por ir mirando al suelo todo el tiempo-
Era el mismo tono de voz amable con el que
Yuya solía hablarle.
-¿Qué te trae por aquí? Creí que volverías
pronto a donde quiera que sea que hayas estado-
-Es por eso que he venido, es hora de
despedirme, no puedo dejar por más tiempo mis pendientes así que debo regresar
ya, pero prometo que pronto volveré para estar una temporada contigo-
-¿Una temporada? ¿Cómo unas vacaciones?-
Ambos rieron.
-¿Te parece mal?-
-Para nada, estaré esperando para pasar más
tiempo contigo, padre-
Yuya sonrío y se acercó a su padre para
abrazarlo fraternalmente.
-Gracias por haber venido cuando más te
necesitaba-
-A decir verdad, debiste comunicarme de
inmediato y no intentar luchar por tu cuenta, ya conoces a tu madre-
La voz de su padre sonó preocupada.
-Espero que esta vez se vaya para siempre-
-Tiene que hacerlo, se ha dado cuenta que
no tiene nada más que sacar de aquí, seguramente debe estar tomando un tren que
la llevará muy lejos-
La mirada de su padre se tornó sombría y
Yuya lo notó de inmediato.
-¿La amabas demasiado verdad?-
Solo obtuvo una amarga sonrisa como
respuesta.
-Al menos me dejó algo bueno, y fue un buen
hijo-
Yuya sonrió, a pesar de que no compartían
los mismos lazos sanguíneos lo sentía como su único y verdadero padre.
-Ten un buen viaje, escribe más seguido-
-Lo haré, y tu deberás cuidarte, estás muy
delgado y eso no es buena señal-
-Me recuperaré pronto, lo prometo-
Ambos se sonrieron y sin más salieron de la
habitación, Yuya deseaba escoltar a su padre.
Cuando llegaron a la puerta, el carruaje ya
estaba listo.
-No traje demasiado equipaje por lo que la
carga será ligera-
-Cuídate-
Se abrazaron una vez más, se miraron y su
padre subió al carruaje.
-Nos veremos pronto, hijo-
Fue así como cerró la puerta y el carruaje
se puso en marcha, alejándose al paso de los caballos.
Yuya lo miró hasta que desapareció en el
paisaje, sin darse cuenta Yuri estaba a su lado.
-Es un buen hombre-
Miró de reojo al menor y le sonrió.
-Es mi padre, así que obviamente lo es-
Yuri le sonrió a Yuya y tomó su mano.
-Me alegro de estar a tu lado otra vez-
-Y así será, para siempre. No pienso
dejarte ir jamás, aunque tu quieras irte no lo permitiré. Te tendré como
prisionero si es necesario-
Ambos se miraron y Yuri sonrió.
-No creo que eso sea necesario-
Lentamente se acercaron, Yuya se inclinó
para tener el rostro de Yuri más cerca y sin que nadie fuese capaz de mirarlos,
se besaron con ternura, sujetándose de la mano, sellando así aquel lazo que los
uniría por siempre.
La noche
llegó acompañada de una fría ventisca, sentir aquello hizo que sus ojos se
abrieran lentamente, a pesar de que su cuerpo estaba rodeado por aquellos protectores
brazos, sentía un poco de frío.
Solo le
bastó mirar hacia la ventana para darse cuenta que ya era tarde, tenía que
volver a casa antes de que su madre enloqueciera de preocupación. Fue así que
se reincorporó poco a poco, tratando de no despertar a Yabu, quien continuaba
dormido.
-Te veré
mañana-
Le
susurró antes de salir sigilosamente de la habitación. Al parecer nadie notó
que salía de la casa lo cual le ahorró tener que dar alguna explicación tonta.
Cuando
estuvo afuera, miró la luna, tan radiante en el estrellado cielo nocturno,
llenando su cabeza de tantas emociones, recuerdos, sentimientos. Suspiró y
emprendió el camino.
Andar
solo por aquel camino lo hizo reflexionar sobre la situación, era evidente que
no podría presentarse ante Inoo ahora, pero Yabu lo había hecho, tan valiente,
dispuesto a enfrentar lo que fuera.
-Yo
también tengo que hacerlo-
Antes de
dar un paso más miró su reloj de bolsillo, no era tan tarde y sabía
perfectamente que aún lo encontraría despierto, así que tomó otro rumbo y siguió
caminando.
Por su
cabeza todo daba vueltas, luchaba por ignorar aquel impulso de volver y esperar
más tiempo, necesitaba ser valiente, afrontar la situación. Mucho tiempo
resultó ser fácil huir, depender de la protección de los demás y no esforzarse
lo suficiente. Ya no era un niño pequeño, además era importante. Estaba a pocos
metros de distancia de aquella casa tan familiar que lo recibió siempre con los
brazos abiertos que ahora temía que fuese diferente, temía ser recibido con
rencores, con miradas llenas de odio, como hace tiempo aquella gente en el
pueblo lo había mirado.
Un
escalofrío recorrió su espalda, estaba demasiado asustado ahora. ¿Por qué
siempre tenía que ser así? ¿Por qué tenía que ser tan débil?
No. Esta
vez tenía que ser diferente, tenía que cambiar. Con decisión dio un paso al
frente y una voz familiar lo hizo detenerse.
-¿No cree
que dos golpes el mismo día sea demasiado cruel para él?-
Se giró
un poco y ahí estaba Ryutaro, con su mirada recelosa en aquellos profundos y
misteriosos ojos negros. No supo que responderle.
-El joven
Yabu ya habló con él y sin embargo esta muy dolido como para perdonar en este
momento, no creo que sea bueno que lo vea ahora. ¿Podría tener un poco de
consideración?-
Daiki lo
miró fijamente y todo fue claro, al fin Ryutaro no ocultaba en lo absoluto sus
sentimientos y aquellos llegaron a Daiki.
-Hasta
que al fin lo demuestras abiertamente, Ryutaro-
El menor
intentó desviar la mirada, ocultando su enojo.
-Siempre
tuve una ligera sospecha, pero no podía estar seguro, no hasta ahora. Tu… ¿Lo
quieres?-
Ryutaro
volvió a mirarlo fijamente, aquello fue lo único que bastó para saber la
respuesta.
-De
acuerdo, no hablaré con él hoy. Me iré con la esperanza de poder hacerle frente
algún día y espero que cuando llegue el momento al menos tú no me recibas con
odio-
Daiki
sonrió melancólicamente, estuvo por dar media vuelta cuando Ryutaro habló
rápidamente.
-Yo no lo
odio, sé que en algún momento sus sentimientos hacía él fueron sinceros y
también sé que usted fue lo que más necesitó en cada momento que compartieron
juntos, fue su apoyo aunque usted no estuviese al tanto de todo, estoy seguro
de que nadie más podría haberle brindado tanta felicidad en esos momentos como
usted lo hizo. Así que estoy agradecido-
Ryutaro
se reverenció con respeto. Daiki estaba asombrado.
-Al menos
me siento tranquilo de saber que pase lo que pase, tu estarás ahora a su lado y
que no estará solo jamás-
Ryutaro
le sonrió por primera vez y le dijo con firmeza.
-De eso
puede estar seguro-
Ambos se
sonrieron.
-Cuídalo-
-No es
necesario que me lo diga, siempre lo he cuidado y lo haré hasta que muera-
La
seguridad y firmeza con la que Ryutaro hablaba lo hizo sentirse aliviado de
alguna forma.
-Creo que
inconscientemente, tú siempre fuiste su prioridad, muy por encima de mi o de él
mismo-
Daiki
observó como las mejillas de Ryutaro se tornaban rojas y aquello le resultó
inesperadamente tierno.
-Volveré
algún día, pero descuida, solo vendré a ofrecerle una última disculpa, después
de todo hay alguien por quien quiero volverme igual de fuerte como lo eres tú
ahora, te admiro, Ryutaro-
Sin más
por hacer, dio media vuelta y se alejó, tenía que volver a casa. De alguna
forma sentía que había hecho lo correcto, no tenía porque apresurar las cosas,
necesitaba crecer más en ese aspecto y era momento de comenzar a trabajar en
ello, poco a poco.
Se
revolvió un poco entre las cobijas cuando de pronto un ruido llegó a sus oídos.
Era un “toc” constante, una y otra vez. No quería abrir los ojos, quería seguir
durmiendo, pero el ruido no se detenía, cada vez era más claro y sonaba más
fuerte.
Molesto,
se levantó de la cama y se dio cuenta de que alguien lanzaba pequeñas piedras
hacia su ventana. La abrió de golpe, pensando en que se encontraría con algún
niño travieso que se había escapado de casa, pero no fue así.
-¿Qué
demonios haces? ¿Qué harás si rompes el vidrio? ¡Ya no eres un niño Nakajima!-
El chico
alto que lo observaba fijamente mientras tiraba a un lado el resto de las
piedritas le sonrió ampliamente, como si aquello no le importara.
-Tan solo
vengo a informarte que mañana es necesario que renuncies, ha llegado la hora-
Yamada
aún estaba un poco dormido, por lo que se talló los ojos y preguntó confundido.
-¿De que
rayos estás hablando?-
Yuto le
sonrió.
-Ven-
-¿Qué?-
Preguntó
Ryosuke aún más confundido.
-Salta,
yo te ayudo-
Sin mas
que hacer, y sabiendo que no había peligro alguno, saltó por la ventana y sus
pies cayeron sobre el frío pasto.
-¿Qué
pasa?-
Sin
embargo Yuto no le respondió, tan solo tomó su mano y comenzó a guiarlo lejos,
si la orientación de Ryosuke no le fallaba, se estaban dirigiendo a la estación
del tren.
-El
primer tren sale a las seis de la mañana, ¿Te parece si tomamos el de las
ocho?-
Preguntó
Yuto.
-¿Y para
que vamos a tomar un tren?-
Ante la
ingenua pregunta de Ryosuke, Yuto solo se acercó a él, le revolvió los cabellos
ya despeinados y le besó la frente.
-Al fin
he encontrado nuestro nuevo hogar-
Los ojos
de Ryosuke se abrieron con sorpresa, estaba tan feliz de escuchar aquello que
de inmediato se lanzó sobre Yuto, abrazándolo con fuerza.
-¿Lo
dices en serio?-
Le
preguntó con tanta ilusión mientras se aferraba a la espalda de Yuto, quien lo
abrazó de vuelta.
-Muy en
serio, ya tengo suficiente dinero ahorrado, además el amo me ha ayudado un poco,
mañana me despediré del joven Kota, tu deberás hacer lo mismo-
Yamada
asintió mientras abrazaba con más fuerza a Yuto, la felicidad que experimentaba
en esos instantes era inmensa, al fin estaría junto a la persona que más amaba
todo el tiempo, solo ellos dos.
No quiso
preguntar detalles, el hecho de saber que el día había llegado era suficiente,
con el resto confiaba plenamente en la decisión de Yuto.
-Mañana
hablaré con el joven Kei y me despediré de Ryutaro-
-Bien,
paso por ti a las siete, ten listas tus cosas para que no perdamos tiempo-
Ambos se
miraron sonrientes, se podía sentir aquella emoción, aquel anhelo por al fin
emprender ese camino que tanto deseaban, no importaba pensar en las posibles
dificultades, estaban seguros de que estando juntos ya encontrarían solución
para cada situación, de eso no cabía duda alguna.
-¿Siempre
te duermes tan tarde?-
Preguntó
Hikaru mientras intentaba no bostezar.
-Lo
siento, tenía que terminar de escribir esto, pero ya está listo. No tenías
porque esperarme-
Keito le
sonrió amablemente.
-Bueno…
como me dijeron que tengo que estar contigo todo el tiempo pensé que era
literal todo el tiempo-
Hikaru
intentó ocultar el leve sonrojo que apareció en su rostro.
-Bueno,
ya puedes ir a dormir, yo haré lo mismo, tu habitación esta junto a la mía-
Dicho
esto, Keito se levantó y tomó el candelabro que estaba sobre la mesa, se acercó
a la puerta y la abrió.
-Vamos-
Hikaru
asintió y caminó detrás de él.
-Espero
que no estés molesto conmigo por lo sucedido con el herrero-
-¡En lo
absoluto!-
Se
apresuró a decir Hikaru.
-Ese
viejo se merecía unas cuantas palabras más, pero tu respuesta fue elegantemente
correcta y eso esta bien, estoy agradecido contigo por eso-
La leve
risita de Keito lo hizo sonrojar un poco más.
-Espero
que te adaptes pronto, y si en determinado momento te sientes incomodo y
prefieres irte puedes hacerlo, no te detendré-
Tras lo
que dijo Keito, ambos se detuvieron frente a una puerta.
-Está
será tu habitación-
Keito
abrió la puerta y le sonrió.
-Gracias-
Respondió
Hikaru mientras desviaba la mirada y entraba en aquella habitación.
-Hasta
mañana. Buenas noches-
Se
despidió Keito, caminó hacia su habitación que estaba a unos cuantos pasos de
distancia cuando escuchó la respuesta de Hikaru.
-Descuida,
creo que terminaré por acostumbrarme a estar aquí, a usar esta ropa extraña y a
decirte “amo” y todas esas cosas, siempre y cuando quieras que permanezca aquí
así lo hare… buenas noches-
Dicho
esto, Hikaru cerró la puerta y dejó a Keito un poco sorprendido, pero con una
sonrisa en el rostro que no desapareció incluso después de quedarse dormido.
Después
de haber hablado de esa forma con Daiki, de alguna forma el resentimiento que
tenía hacia él desapareció, no sabía como explicarlo pero ya no sentía que lo
odiaba o algo parecido, tal vez en el fondo lo comprendía un poco. Cuando se
ama a alguien con todo lo que se tiene, es inevitable resistirse y querer estar
a su lado, a él le había pasado y ahora solo tenía que ser paciente, esperar a
que su día llegara. Así tomara años, él estaría ahí para Kei siempre, lo podía
jurar con sangre si fuese necesario.
Caminó
hacia su pequeño dormitorio y notó que había luz dentro, era extraño, no
recordaba haber dejado alguna vela encendida, por lo que seguramente Yamada
estaría ahí esperándolo, fue lo único que pudo imaginar.
Abrió la
puerta y se llevó tremenda sorpresa, no era Yamada quien estaba ahí, sino Inoo.
Sentado sobre la cama, mirando al suelo. Lucía preocupado.
-¿En
donde estabas?-
-Ah… yo…
salí a caminar un poco… a veces lo hago antes de dormir-
-¿No
crees que es un mal habito hacerlo cuando ya es tan tarde?-
Ryutaro
bajó la mirada, era lo único que podía hacer.
-¿Me
buscaba para algo?-
En ese
momento olvidó que ahora debía hablarle de manera informal y se sintió torpe.
Inoo observó la expresión apenada de Ryutaro y tan solo le sonrío.
-Bueno,
ya se me olvidó para que te buscaba así que solo te daré las buenas noches-
Se
levantó, caminó hacia él y besó su frente.
Ryutaro
enrojeció rápidamente.
-Duerme
bien-
Le
revolvió los cabellos, le sonrió y salió de la habitación con el pequeño
candelabro en la mano para iluminar su camino.
Solo en
su habitación tan pequeña, miró lentamente a su alrededor, la luz de la luna
era suficiente para iluminar un poco a su alrededor, de pronto visualizó algo
sobre su cama, se acercó y notó que era ropa. Un par de pantalones a su medida,
camisas de algodón y una boina, todo nuevo, estaba finamente acomodado. Ver
aquello lo hizo sentirse extraño, no cabía duda de que Kei se lo había dejado
ahí para él. Tomó aquellas ropas y las abrazó con fuerza, después las dejó
sobre su pequeña mesa de madera. Segundos después Ryutaro se dejó caer sobre la
cama, con el corazón palpitándole tan rápido que temía que este explotara en
cualquier momento, se sentía inmensamente feliz. Con un gran esfuerzo cerró sus
ojos hasta que poco a poco el cansancio lo venció y se quedó dormido.
A la
mañana siguiente despertó debido a que alguien tocaba a la puerta. Un poco
confundido logró reincorporarse, notar que Daiki no estaba ahí lo hizo
preocupar, pero de inmediato intuyó que era probable que este hubiese vuelto a
casa antes de preocupar a su madre.
-Adelante-
Dijo con
voz ronca mientras se levantaba de la cama. La persona que entró fue su fiel
sirviente, Yuto.
-Buenos
días, joven Kota-
-Buenos
días-
Le
respondió Yabu, estuvo por decir algo más pero observó que el joven había
dejado tras de sí una maleta un poco grande.
-¿Pasa
algo?-
-Me
gustaría hablar un poco con usted, ¿Puedo?-
Preguntó
mientras señalaba un pequeño sillón.
-Claro,
adelante y toma asiento. ¿Sucede algo malo?-
-No
exactamente-
Ambos
tomaron asiento, estaban frente a frente.
-Hace
tiempo que tengo planes de… de tomar mi propio camino y en las ultimas semanas
he estado ocupado en ello, no quise comentárselo debido a que al parecer no
tenía cabeza para estas cosas-
Yuto
sonrió y Yabu comprendió que seguramente se refería a lo ocurrido con Daiki.
-De
acuerdo, he estado un poco… confundido y extraño los últimos días. Pero ahora
puedes decirme lo que sea, estoy mucho mejor ahora-
-Lo sé.
Es por ello que vengo a despedirme, tomaré el próximo tren. Mi trabajo a su
servicio a terminado, ya hablé con sus padres con anterioridad y dieron su
autorización-
Yabu
sonrió.
-No creo
que vengas expresamente por mi autorización ¿Cierto?-
-Bueno…
yo-
-Confío
en que lo que hagas, lo harás bien. Eres una persona bastante capaz de hacer
muchas cosas, eso sin contar que estoy seguro de que aprendiste mucho el tiempo
que estuvimos fuera, ¿No es así?-
Yuto
asintió con la cabeza.
-No voy a
negar que me resulta difícil tener que dejarte ir, pero aún así-
Yabu se
puso de pie y le dijo mientras le extendía la mano.
-Deseo
que te vaya muy bien en tu viaje, mi buen amigo Yuto-
El menor
sonrío, se puso de pie y estrechó su mano con la de Yabu.
-Así será-
Tras
aquel acto, Yuto caminó hacia la puerta, tomó de nuevo su maleta y antes de que
la abriera, Yabu le dijo.
-La
próxima vez que te vea, deberás presumirme tus logros. Y ya no como tu amo,
sino como tu amigo-
Yuto
asintió sonriente, enseguida abrió la puerta y se marchó.
No tenía
demasiadas pertenencias por lo que todo cupo en un pequeño costal, el cual
amarró con una soga.
-Así que
te irás hoy, vaya sorpresa-
Miró
hacia la puerta y ahí estaba Ryutaro. Algo había en él que le indicaba que no
era el mismo de siempre, incluso su ropa parecía nueva.
-Bueno,
pensaba decírtelo con tiempo pero sucedió de forma algo precipitada, creo-
Yamada
tomó su pequeño equipaje y caminó hacia la puerta.
-¿Te vas
con el sirviente del joven Kota?-
-Si,
tenemos ciertos planes-
La
radiante sonrisa de Yamada lo hizo sonreír inevitablemente.
-Bien, si
algo sale mal, aquí estaré para escucharte-
-¿Eh? ¿Tu
diciendo algo así? ¡Vaya sorpresa!-
Ryutaro
desvió la mirada y se cruzó de brazos.
-Solo
decía para-
-Gracias-
Lo
interrumpió Yamada.
-Tengo
que despedirme del joven Kei de la forma correcta, ¿Me acompañarías?-
Ryutaro
le sonrió.
-Claro-
Antes de
dar un paso fuera de la habitación, Yamada abrazó con fuerza a su buen amigo
Ryutaro.
-Gracias
por estar conmigo tanto tiempo, aunque ya no esté no significa que no te deseé
suerte, ¿Sabes a lo que me refiero verdad?-
Ryutaro
se sonrojó un poco y antes de poder decir algo, Yamada se separó de él.
-Bien,
tengo que hacer esto rápido o se hará tarde-
Fue así
como salieron de aquella pequeña habitación y se dirigieron al comedor, en
donde Inoo ya tomaba su desayuno como de costumbre.
Ryutaro
tocó la puerta solo para llamar su atención ya que esta se encontraba abierta.
-Buenos
días, joven Kei-
Dijeron
al mismo tiempo los dos chicos mientras se reverenciaban.
-Buenos
días-
Los
saludo Kei de vuelta.
-Me
gustaría hablar con usted un poco-
Kei
terminó de tomar su jugo y miró a Yamada.
-Claro,
adelante-
Yamada
entró al comedor con pasos torpes, era evidente que estaba un poco tenso, se
detuvo a un par de metros de distancia de Inoo.
-Amo, he
venido a despedirme. Muchas gracias por haberme dado trabajo durante todo este
tiempo-
Yamada se
reverenció. Inoo lo observó fijamente y se puso de pie.
-Así que
has decidido marcharte, ¿Todo está bien? Si tienes algún problema yo puedo-
Yamada se
reincorporó rápidamente y dijo.
-¡Todo
esta perfecto!-
Inoo se
sorprendió al escucharlo hablar tan enérgicamente.
-Bien,
pues entonces solo queda algo por hacer, espera aquí un segundo-
Inoo
salió del comedor y un minuto después estuvo de vuelta con una pequeña bolsita
en la mano.
-No
puedes irte sin esto, gracias por tu buen trabajo aquí, Yamada-kun-
Le puso
la bolsita en las manos y Yamada lo observó fijamente.
-Pero ya
he recibido mi pago de este mes…-
-Lo sé,
pero esto es un agradecimiento por tanto tiempo de servicio, espero y te sea de
ayuda-
Yamada
sonrió emocionado y volvió a reverenciarse.
-¡Muchas
gracias!-
-Cuídate
y si algún día necesitas algo, siempre puedes acudir a mi-
Le dijo
Inoo con amabilidad, Yamada volvió a reverenciarse y a sonreír.
Cuando al
fin salió de la casa, miró a Ryutaro por última vez, quien no había dejado de
acompañarlo.
-Tal
parece que el destino a cambiado, ¿No es así?-
Ryutaro
no comprendió muy bien las palabras de Yamada y aquello se reflejó en su
expresión.
-Tienes
que persistir hasta el ultimo segundo, Ryutaro-
Dicho
esto, le dio una palmada en la espalda, le sonrió y adelantó su camino.
-Hasta
aquí esta bien, debes regresar o comenzara a buscarte por toda la casa-
Ryutaro
se sonrojó un poco, después sonrío y le dijo.
-Buen
viaje, Ryosuke-
Este le
sonrió y le dijo.
-Te
escribiré en cuanto pueda-
Fue
entonces que Ryutaro vio llegar a Yuto, quien llevaba una maleta más grande que
el pequeño equipaje de Ryosuke. Sin más que mirar, se dio media vuelta y
emprendió el camino de regreso a la mansión.
-¿Todo
listo?-
Le
preguntó Yuto.
-Si-
Respondió
Ryosuke con emoción. Ambos se tomaron de la mano y caminaron rumbo a la
estación del tren.
Estando
ahí fue Yuto quien compró los boletos y en cuanto el tren arribó, ambos
subieron en el, mirando por última vez aquel pequeño pueblo lleno de tantos
recuerdos.
-Hay que
volver algún día, solo para saludar a los viejos amigos, ¿No te parece?-
Dijo
Ryosuke mientras se sentaba mirando hacia la ventana mientras el tren emprendía
su marcha lentamente.
-Claro
que volveremos, algún día-
Se
miraron tiernamente y aprovechando que nadie los miraba, se besaron mientras el
tren se alejaba de aquella estación, de aquel pueblo en donde crecieron y
vivieron tantas cosas, conocieron gente y se enamoraron. Ahora su camino a
penas comenzaba.
-Un año
después-
El tiempo
transcurrió a su ritmo, a veces lento, a veces rápido y a veces indiferente.
Pero así se cumplió un año. Tiempo en el que las heridas del cuerpo y del alma
sanaron, un corazón encontró esperanza de nuevo y otros más continuaban llenos
de felicidad y armonía.
En un año
Daiki no visitó a Kei, ni siquiera lo había visto a lo lejos en alguna reunión
o en el pueblo, comprendió que no era momento de acercarse a él de nuevo, pero
ya había transcurrido el tiempo y creía que ya era hora de hacerle frente.
Una tarde
mientras descansaba en los desnudos brazos de su amante, Yabu, lo besó en la
mejilla y le dijo.
-Creo que
ya es tiempo de ver a Kei-
Aquel
comentario tan repentino sorprendió a Yabu.
-Creí que
lo habías olvidado, aunque me alegra que no sea así-
Kota
acarició su rostro y besó su mejilla.
-Quiero
ir mañana, creo que ahora puede ser diferente-
-Si
quieres puedo acompañarte, de todas formas yo también debo verlo, creo que será
una buena idea ir juntos ¿No te parece?-
Daiki
asintió mientras se revolvía entre las sabanas.
-Bien,
iremos mañana, juntos-
Un beso
más y continuaron abrazados, disfrutando de aquel íntimo momento mientras los
últimos rayos del sol acariciaban sus rostros, de alguna forma se sintió como
una buena y cálida señal.
Un nuevo
día llego y como de costumbre tomaba su desayuno, pero esta vez no se
encontraba solo.
-¿Has
terminado de leer el libro que te deje?-
Preguntó
Inoo con seriedad mientras bebía un poco de café.
-Ya
casi…-
Respondió
un tímido Ryutaro, el cual ya no vestía como un sirviente más, sus ropas eran
más elegantes pero discretas, y en su cabeza ya no había una pequeña boina,
ahora estaba tan bien peinado que parecía todo un joven de buena familia.
-No sé
que te detiene para terminar de leerlo, llevas una semana con ese libro, no
puedes atrasarte más en tus lecciones-
Ryutaro
respiró profundo y de un trago terminó su leche.
-Bien,
iré a terminar ese libro ahora mismo-
Se
levantó del comedor y antes de salir, la voz de Kei lo detuvo.
-Ahora
no, quiero salir a caminar un poco y quiero que me acompañes-
Las
mejillas de Ryutaro enrojecieron y asintió, regresando lentamente a su lugar
mientras Kei terminaba su desayuno.
Poco
después, ambos estaban por salir del comedor cuando el mayordomo entró.
-Joven
amo, tiene visitas-
Aquello
sorprendió a ambos chicos, quienes se miraron confundidos.
-¿Quién
es?-
-Es el
joven Arioka y el joven Yabu, lo esperan en la sala-
Un
extraño escalofrío recorrió su espalda, miró de reojo a Ryutaro, quien lo
observaba preocupado.
-Esta
bien, iré enseguida-
Así, el
mayordomo se retiró y volvió a dejarlos solos.
-Todo va
a estar bien, seguramente vienen a saludar como en los viejos tiempos-
Ryutaro
le sonrió, transmitiéndole así tranquilidad.
-¿Podrías
esperar un poco en el jardín? No creo tardar mucho-
-Toma el
tiempo que necesites, estaré en la biblioteca terminando ese molesto libro de
geografía-
Kei
sonrió y no pudo evitar el abrazarlo con fuerza.
-Gracias,
no tardaré-
Ryutaro
lo abrazó de vuelta y le dio unas palmadas de apoyo en la espalda. Después se
separaron y caminaron fuera del comedor, antes de tomar caminos separados,
Ryutaro le sonrió dándole ánimos. Kei le sonrió de vuelta y emprendió el camino
hacia donde estaban sus viejos amigos.
-El
desayuno está servido-
Le indicó
una criada mientras entraba a su habitación para recoger la ropa sucia.
-Quiero
desayunar aquí, trae dos raciones por favor-
Ordenó
Yuya sin salir de la cama, la criada se reverenció y salió de la habitación sin
decir nada.
-Ya
puedes salir, aunque ya sabe que estoy contigo, se quedó mirando hacia acá un
buen rato-
De entre
las sabanas salió Chinen, tomando una gran bocanada de aire.
-Creo que
todos imaginan lo que hacemos juntos…-
Yuya sonrió
y le revolvió los cabellos.
-Bueno,
creo que eso explica porque algunas criadas se han marchado algo… indignadas.
Pero no les prestes atención, eso no tiene importancia para mi, si alguien te
dice algo no dudes en decírmelo-
-Nadie me
dice nada, solo me ven raro-
Yuya lo
abrazó y besó su frente.
-Ya te
dije que no tienes que hacer más esos deberes de limpieza, con que estés
conmigo es más que suficiente, pero eres demasiado terco-
Chinen
sonrió y besó la mejilla de Yuya.
-Tampoco
me dejas hacer mucho así que no te quejes-
En ese
momento alguien tocó a la puerta y Chinen volvió a ocultarse rápidamente debajo
de las sabanas.
-Aquí
está el desayuno-
Entro una
criada con una gran bandeja, la cual contenía dos platos de fruta fresca, dos
vasos con jugo y una taza de café.
-Si
necesita algo más vendré enseguida-
-Descuida,
es todo, puedes irte-
Yuya se
levantó de la cama mientras la criada salía, se puso su bata de ceda color
blanco y se acercó al pequeño comedor que había instalado en la habitación.
-Anda, es
hora del desayuno-
Tímidamente
Chinen salió de entre las sabanas, buscó su ropa y cuando se hubo vestido se
acercó a la mesa para tomar asiento frente a Takaki.
-Ayer
recibí una carta de mi padre, dice que pronto vendrá a pasar una temporada por
aquí, eso no quiere decir que debas alejarte e ignorarme, ¿Entendiste?-
Chinen
bebió un poco de jugo.
-Lo se,
me lo has repetido muchas veces desde que leíste la carta. ¿Cuándo volverá?-
-Imagino
que estará aquí la próxima semana, no lo sé bien. Por lo mientras, hoy iré con
Kei, aprovecha para visitar a Ryutaro mientras yo platico con él-
Chinen
sonrió y comenzó a comer su fruta.
Cuando
Inoo apareció, de inmediato se pusieron de pie, Daiki intentó mantener la
mirada firme pero era difícil, a pesar del tiempo que había transcurrido.
-Hola-
Saludó
Yabu primero.
-Que
inesperada visita, hace mucho que no los veía, creí que habían desaparecido o
algo parecido-
Intentó
bromear Inoo mientras tomaba asiento. Daiki y Yabu hicieron lo mismo.
-Estábamos
ocupados con algunas cosas y bueno, queríamos darte tu espacio también-
Inoo
sonrío un poco ante el comentario de Yabu, fue entonces que su mirada se
dirigió a Daiki, quien aún lucía ligeramente asustado y mantenía la mirada
baja.
-¿A que
se debe su visita?-
Preguntó
sin más.
-Bueno,
creemos que-
-¡Lo
siento mucho! ¡No sabía como hacerte frente en todo este tiempo! Hasta ahora…-
Interrumpió
Daiki a Yabu.
-Bueno,
si has estado, perdón, si han estado preocupados por mí puedo asegurarles que
no hay rencores, ya pasó un año, no podemos guardar rencores para siempre,
además de que ustedes son mis amigos. Creo que no es necesario perder el tiempo
desenterrando el pasado, estoy consiente de que entre ustedes hay un lazo muy
fuerte, más que cualquier otra cosa y yo lo respeto-
Daiki
levantó la mirada y observó aquella sonrisa relajada y segura que hace mucho
tiempo no veía. Las palabras de Inoo fueron expresadas con tanta suavidad y
gentileza, como siempre solía hablarle. Aquello lo hizo sentir aliviado y fue
inevitable sonreír, mientras miraba de reojo a Yabu, quien al parecer
experimentaba el mismo sentimiento.
-Mejor
recuperemos el tiempo perdido. ¿Cómo han estado? ¿Qué han hecho?-
Inoo se
dirigía a ellos como si nada hubiese pasado, podía sentirse sinceridad en sus
palabras y su mirada, por primera vez después de un largo tiempo podían
platicar cómodamente de nuevo, como en los viejos tiempos.
Transcurrió
cerca de una hora, Ryutaro al fin había terminado de leer aquel libro, aún
tenía unas cuantas dudas las cuales no dudó en anotar en una hoja de papel para
que se las explicaran después.
Al
parecer no había pasado nada extraordinario, sin embargo estaba curioso por
saber que sucedía allá afuera, seguramente las visitas seguían ahí. Con cuidado
abrió la puerta y se acercó a la sala, sin ser visto. La imagen que se le
presentó fue tan conmovedora, fue como si hubiese viajado en el tiempo. Yabu,
Inoo y Daiki conversaban como antes, reían plácidamente. Se percibía un
ambiente armonioso, tranquilo y relajado. No pudo evitar sonreír al ver tal escena,
le alegraba ver que todo podía ser igual que antes, y que al fin Inoo tenía a
los amigos que tanto había extrañado, porque nadie mejor que él sabía bien lo
mucho que los había extrañado, olvidando aquello que sucedió en el pasado.
Y ahí
seguían, conversando, poniéndose al día de cualquier cosa que se hubiesen
perdido.
-Pronto
tendré mi primera presentación oficial con el piano-
Se
atrevió a presumir Inoo.
-¿De
verdad? ¿Tu padre está de acuerdo?-
Preguntó
Yabu con bastante sorpresa.
-Tuve que
hablar con él, no fue fácil pero… bueno, digamos que encontré la fortaleza que
tanto necesitaba-
Daiki
pudo notar como Kei se sonrojaba un poco y no pudo sentirse más feliz por él.
-Así que
al fin Ryutaro ha logrado que te armes de valor para enfrentar a tu padre y
seguir el camino que tanto has deseado-
Dijo Yabu
con una sonrisa burlona mientras Inoo intentaba aparentar que aquello no era
verdad, pero era malísimo fingiendo, todo en él lo delataba y aquello terminó
en más risas entre los tres.
-Joven
amo, tiene otra visita-
-¿Quién
es?-
-El joven
Takaki y su sirviente-
-¡Vaya!
Déjalos pasar y trae té para todos-
Fue así
que el mayordomo se alejó con una reverencia y poco después estuvieron ahí
Takaki y Chinen.
-Pero…
¿Cómo es esto posible?-
Preguntó
Takaki con una sonrisa en el rostro, después de todo había esperado por aquel
momento durante todo este tiempo.
-Ya todo
ha vuelto a la normalidad si esa es tu pregunta-
Le dijo
Yabu mientras le sonreía. Takaki se acercó más a ellos y tomó asiento junto a
Inoo, quien al ver a Chinen lo saludó.
-Hola
Chinen-kun, Ryutaro debe estar en la biblioteca, si quieres ir con él no hay
ningún problema-
Chinen
agradeció con una sonrisa y dejo a los cuatro amigos solos, al fin reunidos.
-Parece
que no los he visto en mucho tiempo, es como si todos hubiésemos estado de
viaje en algún lugar lejano y ahora todos volvemos a casa-
Comentó
Takaki con cierta emoción.
-Lo sé,
después de lo de tu madre no supe mucho de ti-
Le dijo
Yabu.
-Bueno,
sucedió lo que tenía que pasar y ya no tengo porqué preocuparme por esa mujer,
¿Ustedes en donde han estado metidos todo este tiempo?-
Yabu y
Daiki se miraron sonrientes y continuaron la platica mientras les servían a
todos un poco de té.
-Creí que
estabas en la biblioteca-
Dijo
Chinen al ver que Ryutaro estaba no muy lejos de ahí.
-Estaba,
solo vine a echar un vistazo-
-¿Estabas
preocupado, verdad?-
Ryutaro
desvió la mirada y dijo.
-No hay
motivos para preocuparse, ¿Quieres acompañarme a la biblioteca?-
Chinen le
sonrió y lo siguió. Ambos sabían que era momento de dejarlos solos, disfrutando
de su reencuentro como cuatro viejos amigos de la infancia.
Aquella
fue una tarde como hace mucho no vivían, todo lo malo que pudo haber sucedido
entre los cuatro quedó en el olvido, tan solo podían hablar de los buenos
momentos, sueños y demás.
Mientras
cenaban, Inoo compartió con todos la fecha y lugar en donde se presentaría para
tocar el piano, sería en un teatro en una ciudad un poco alejada, pero todos
prometieron asistir.
Takaki
compartió su experiencia con su madre y en como había terminado gracias a la
llegada de su padre. Yabu platicó un poco de los planes de su familia y de cómo
ayudará en ellos. Daiki se sintió orgulloso de decir que al fin los esfuerzos
en la investigación de su padre estaba dando resultados y estaba siendo
aprobado en otras ciudades. Al fin, después de una larga temporada, todos
podían sonreír tranquilos y dejar todo como viejos recuerdos.
Antes de
que llegara la hora de despedirse, Inoo pidió hablar con Daiki a solas unos
minutos.
-Daiki,
¿Puedo hablar contigo? Será rápido-
El menor
miró de reojo a Yabu, inconscientemente buscando su aprobación, ante lo cual
recibió una sonrisa. Después de todo, no estaba mal el escuchar lo que Inoo
tuviese que decirle, tenía que aceptar.
Así pues,
mientras Takaki y Yabu caminaban hacia la salida, Daiki y Kei se quedaron solos
en la sala.
-Quiero
que sepas una cosa, esta será la primera y última vez que mencione el tema así
que presta mucha atención-
Daiki
pudo percibir un ligero nerviosismo en la voz de Kei, pero después pensó que
sería un reflejo de su propio nerviosismo.
-Esta
bien-
Respondió.
-Me
alegra el hecho de que ahora sea Yabu quien esté a tu lado, tuve tiempo para
reflexionar y terminé por darme cuenta de que tú en realidad jamás te olvidaste
de lo que sentías por él y por ello era de esperarse que regresaras a su lado
en cuanto él volvió, no te culpo ni nada. De alguna forma, me alegra saber que
a pesar de todo, podemos seguir siendo amigos-
Ante las
palabras de Kei, Daiki quedó impresionado, se sentía diferente, como si con
solo esas palabras le hubiese quitado el peso que llevaba cargando desde hace
un año por lo sucedido.
-Tal vez
no hice las cosas de la forma correcta, pero te agradezco que me brindes tu
amistad a pesar de todo. Eres alguien a quien realmente admiro. Gracias por
toda la felicidad que me brindaste-
Ambos
sonrieron, de alguna forma el ciclo entre ambos se había cerrado. Y ahora
comenzaba uno nuevo.
En el
camino de regreso a casa, Yabu iba muy callado, lo cual le pareció extraño a
Daiki, aunque de alguna forma se imaginaba la razón así que decidió adelantarse
en hablar sobre el tema.
-¿No vas
a preguntar de que quería hablar Kei conmigo?
Yabu
pareció sorprendido y tardo en responder.
-B-bueno…
si tu me lo quieres contar, no tengo objeción-
Daiki rió
ante la respuesta de Yabu.
-Me ha
perdonado, en verdad lo ha hecho y quiere que de ahora en adelante sigamos
siendo amigos-
Yabu miró
de reojo a Daiki y al ver esa sonrisa se relajó al instante.
-Al fin
podrás estar relajado, no creas que no me daba cuenta de lo angustiado que
estabas-
Daiki se
sonrojó un poco ante las palabras de Yabu. Aquello significaba que lo observaba
a detalle todo el tiempo, además de que lo conocía tan bien que se daba cuenta
de aquellos detalles. Eso lo hizo feliz.
-Tú
también lo estabas, sentías que lo habías traicionado, lo sé bien-
Ambos se
miraron fijamente y sonrieron, por primera vez se sentían completamente libres.
Sin nadie
por los alrededores, se tomaron de la mano, entrelazando los dedos y caminando
a pasos realmente lentos, deseando que el camino fuese de kilómetros y
kilómetros y no tan solo a unos cuantos metros.
-Es bueno
saber que todo vuelve a la normalidad, ¿Verdad?-
Le
preguntó Chinen mientras llegaban a la casa.
-Si, me
agrada que Kei haya tomado con madurez la relación de Kota y Daiki, al final
así tenía que ser-
Takaki
estaba por subir las escaleras cuando se detuvo al notar que Chinen no lo
seguía.
-Te veo
mañana temprano, descansa-
Se
despidió Chinen con una sonrisa, dio media vuelta y comenzó a marcharse rumbo a
su habitación. Pero solo logró dar unos cuantos pasos cuando sintió los brazos
de Takaki levantarlo con demasiada facilidad.
-Nada de
eso, tu vienes conmigo-
Las
mejillas de Yuri se sonrojaron alarmantemente mientras Yuya lo cargaba en
brazos y subía las escaleras rumbo a su habitación.
-Pero…
seguramente alguien nos verá y-
-Que
digan y hagan lo que quieran. Sabes bien que eso me tiene sin cuidado. Desde
que te mantuve lejos de mi te añoré a cada instante y cuando al fin pudiste volver
prometí que te mantendría a mi lado a cada segundo, y eso haré te guste o no-
Con
agilidad, Yuya abrió la puerta de su habitación. Estaba completamente obscuro,
a excepción de la poca luz de luna que lograba entrar por las delgadas
cortinas.
-No es
que no me guste…-
Murmuró
Yuri mientras Yuya lo bajaba al fin el suelo firme.
-No
quiero escuchar excusas absurdas, si a alguien no le parece el hecho de que
pases conmigo todo el tiempo, puede ir buscando otro trabajo-
Yuri
sonrió, no podía ver con claridad su rostro pero estaba seguro de que en él
estaba ese puchero infantil que solo salía cuando estaban solos. Lentamente lo
atrajo jalando de su elegante abrigo y lo besó en los labios.
Con
cierta sorpresa, Yuya tardó en reaccionar ante lo que acababa de suceder, no se
lo esperaba, sin embargo aquello no quería decir que le resultara desagradable.
En cuanto el menor lo soltó, lo abrazó con ternura y volvió a cargarlo hasta
llevarlo a la cama.
No hubo
necesidad de decir palabra alguna, sus manos sabían bien que parte hacía
estremecer al otro, mientras sus labios se unían en suaves y apasionados besos
una y otra vez. Estando juntos, nada más podía importar, nada.
Cuando
todos se fueron le preguntó a una de las criadas si había visto a Ryutaro, la
cual respondió que no mientras recogía la mesa y limpiaba un poco.
-No creo
que siga en la biblioteca-
Se dijo
mientras caminaba rumbo a ese lugar. Abrió la puerta y en efecto, él no estaba
ahí. ¿En donde pudo haberse metido?
Miró las
hojas que estaban sobre el escritorio y reconoció de inmediato la letra del
menor. Le causo cierta ternura ver la forma en la que todo estaba redactado,
tan detallado y claro, su letra era tan legible, una caligrafía perfecta, al
menos para Kei así era.
Volviendo
a recordar que lo estaba buscando, dejó las hojas en su lugar y salió de la
biblioteca, lo buscó por diferentes sitios hasta que llegó a la habitación en
donde se encontraba el piano.
-¿Por qué
siempre te encuentro aquí?-
Se
preguntó mientras lo veía ahí, sentado en un rincón con un libro abierto en las
piernas. El chico dormía profundamente. Aquel cuadro era cautivador, tal parece
que esa era la habitación favorita de Ryutaro, y no iba a negarlo, también era
la suya.
Con
cuidado de no despertarlo, lo cargó en sus brazos, le sorprendió notar lo
ligero que era a pesar de que no lo parecía. El libró cayó al suelo pero
aquello no fue suficiente para despertar al menor.
Sonriente,
Kei caminó fuera de aquella habitación y comenzó a andar. Fue fácil subir las
escaleras y a pesar de la poca iluminación no tuvo problema en llegar a su
destino, aunque claro, abrir la puerta representó un gran reto, pero no
imposible. Cerró con un ligero empujón y caminó despacio hacia la cama, en
donde recostó a Ryutaro con suavidad.
Se alejó
de la cama y salió de la habitación, después de unos minutos volvió con un
pequeño candelabro el cual colocó cerca de la cama, en un buró.
Mientras
lo observaba dormir, recordó la primera vez que durmió con él entre sus brazos,
aquella fue la primera vez en años que logró dormir profundamente. Tenía que
admitir que la presencia y compañía de Ryutaro le provocaba tanta paz interior,
tanta tranquilidad y sobre todo, lo hacía feliz.
-Y yo que
tenía tantas ganas de contarte algunas cosas y estas así, profundamente dormido
sobre mi cama sin intención de despertar. Eres todo un caso-
Le habló
en voz baja, pero ni así el menor despertó.
Con
cuidado le quitó los zapatos y lo arropó con las cobijas. Sonrió al ver que el
menor se acurrucaba y suspiraba, parecía estar sumergido en un profundo sueño
del cual no regresaría hasta el amanecer.
Sin hacer
ruido, Kei se quitó la ropa y se puso su pijama de seda, después entró también
en la cama y antes de recostarse apagó la vela. Miró a Ryutaro y le acarició el
rostro. Lentamente se fue acomodando hasta tenerlo entre sus brazos. Como si
fuera algo natural, el menor se acomodó y su rostro descansaba en el pecho de
Kei. Le pareció maravillosa la forma en la que ambos encajaban, era perfecto.
Cerró los
ojos y con un ultimo suspiro se sumergió en un profundo sueño, sin dejar de
sentir el cálido cuerpo de Ryutaro entre sus brazos.
Ambos
detuvieron sus pasos frente a la casa de Daiki.
-Entra,
me iré en cuanto lo hagas-
Le dijo
Yabu, pero ambos seguían sin soltarse de la mano.
-Creo que
mi madre ya estará dormida…-
Yabu miró
hacia otra dirección y dijo con voz tímida.
-Mis
padres… no están, regresarán hasta mañana por la tarde-
Daiki
parpadeó un poco incrédulo, pero no tardo en responder a aquel comentario.
-Mi
madre… seguramente no notará si llego o no esta noche-
Yabu bajó
la mirada y le sorprendió ver aquel brillo en la mirada de Daiki. Las mejillas
de ambos se sonrojaron un poco y presionaron más sus manos. Sin necesidad de
decir más, ambos comenzaron a caminar, esta vez rumbo a casa de Yabu. El corazón
de Daiki latía con fuera, estaba nervioso y experimentaba una extraña emoción.
Intentó respirar profundo para ver si así se calmaba, pero no parecía
funcionar.
Llegaron
sin contratiempos a casa de Yabu, entraron sigilosamente para evitar ser
notados, después de todo ninguno de los dos se encontraba con ánimos de dar
alguna excusa tonta.
Aún
tomados de la mano y caminando sigilosos, llegaron a la habitación de Yabu, y
tan solo bastó cerrar la puerta para que al fin se sintieran completamente
seguros e íntimos.
Lentamente
se soltaron al fin y el silencio los invadió. Pero hablar no era necesario, una
mirada bastaba para comunicarse, sabían lo que deseaban, se necesitaban
mutuamente y aquello era más que suficiente.
La
habitación estaba obscura, sin embargo Daiki pudo distinguir la delgada silueta
de Yabu a través de la obscuridad. Solo bastó dar un paso al frente para
sentirlo cerca. Levantó suavemente los brazos hasta que estos se vieron
enredados en el cuello del mayor, tenía tan bien calculada la altura de Yabu
que no le resulto complicado llegar a él, incluso podía hacerlo con los ojos
cerrados.
En forma
de respuesta, pudo sentir como Yabu terminaba por acercarlo más al abrazarlo
por la cintura. Ambos cuerpos estaban juntos, pegado uno al otro. Su respiración
se agitaban poco a poco, ambos podían sentir ese cálido respirar del otro.
Se
besaron. Cierta torpeza se reflejó en los movimientos de Daiki, lo cual era
evidente ya que estaba nervioso, ansioso y no podía controlar ninguna de sus
emociones.
Sin
embargo, para Yabu no resultó molesto, al contrario, era adorable y de cierta
forma lo incitaba a continuar, quería sentir más de aquel nerviosismo infantil
que Daiki expresaba, amaba esa parte de él, que fuera tan delicado y que solo
él supiera resaltar aquello sin ofenderlo.
Los besos
que Yabu le proporcionaban calentaban su cuerpo a una velocidad que no podía
creer. Era imposible resistirse, aunque en realidad no pensaba en ello. Muy
pronto las manos de ambos deseaban explorar más allá de aquellas ahora
estorbosas ropas.
Soportar
aquello no duró demasiado, sin dejar de besarse, ambos se encargaban de
terminar con el problema. Las torpes manos de Daiki no lograban desabotonar de
forma ordenada la camisa de Yabu, pero aquello no importaba porque al parecer
las manos del mayor estaban igual de temblorosas.
Antes de
quedar completamente desnudos, con tan solo sus pantalones puestos, caminaron
abrazados hacia la cama. Daiki repartía pequeños y tímidos besos en el torso de
Yabu mientras este se encargaba de devorar su cuello, tratando de contenerse en
dejar alguna marca.
Cuando al
fin estaban recostados, fue Daiki quien terminó encima de Yabu. Detuvo sus
movimientos solo para mirarlo a los ojos. La mirada de ambos resplandecía en
medio de aquella obscuridad. Daiki sonrió y supo que Yabu también lo había
hecho. Lo besó en los labios y al separarse le susurró suavemente.
-Te amo
tanto-
Antes de
que Yabu pudiera responder, Daiki volvió a besarlo. Una vez separados de nuevo,
el mayor acarició su rostro con suma ternura, como si estuviese tocando una
pieza de vidrio tan delicado que podría romperse con un movimiento brusco. Con
la yema de sus dedos recorrió los labios de Daiki mientras que con la otra mano
lo tomaba de la nuca.
-Yo te
amo más-
No tuvo tiempo
para replicar, ya que con un solo movimiento Yabu volvió a besarlo, suave y
delicado. Pero ese ritmo no duró mucho, ambos necesitaban más, lo deseaban, así
que una vez más se dejaron invadir por aquella pasión antes iniciada.
Se
llenaron de incontables besos por cada parte de su cuerpo, ahora se encontraban
totalmente desnudos, ambos bajo la blanca sabana de aquella elegante cama
individual.
Giraban
cuidadosamente uno encima del otro, hasta que Yabu terminó encima de Daiki.
Ambos podía sentir aquella excitación en cada poro de su piel, se deseaban y no
había nada que pudiera detenerlos.
Lenta y
cuidadosamente, Yabu dejo que su erecto miembro entrara en la cavidad de Daiki.
Sentir aquella cálida opresión por todo su miembro le pedía a gritos moverse lo
antes posible, pero aún en ese estado su prudencia seguía presente. No deseaba
lastimarlo, así que se quedó inmóvil unos segundos mientras escuchaba la agitada
respiración de Daiki, quien al parecer intentaba oprimir sus gemidos.
-¿Duele
mucho?-
Preguntó
Yabu. Daiki abrió los ojos lentamente, no quería hablar, sentía que con tan
solo abrir la boca los gemidos saldrían y no podría detenerlos, por lo que solo
abrió más sus piernas y con estas rodeó la cintura de Yabu, al mismo tiempo que
rodeaba su cuello con ambos brazos, atrayéndolo aún más, dándole a entender que
podía continuar y que el dolor no importaba, aún así quería sentirlo hasta lo
más profundo de su ser.
El
mensaje fue fácil de codificar para Yabu, quien apoyó con más fuerza sus brazos
sobre el colchón y comenzó a moverse lentamente. Entrando y saliendo, con un
acompasado vaivén, mientras la estrechez de Daiki lo embriagaba de un placer
inigualable.
Poco
faltó para acelerar el ritmo, está vez era Daiki quien pedía sentir un poco más
de aquello. Movía sus caderas a un ritmo acelerado, esperando que Yabu hiciera
lo mismo.
Aquel
placer era tal que no sabía si eran sus movimientos o los del mayor, creía que
podía enloquecer en cualquier momento al sentir que todo su cuerpo vibraba en
respuesta a tanto placer proporcionado por el mayor.
Se
aferraba con más fuerza al cuerpo de Yabu, enterrando las uñas en la delgada
espalda de este, mientras sentía que llegaba al clímax. El ritmo de ambos
cuerpos, el sudor que desprendían perlándose y brillando en aquella obscura
habitación, ese ritmo agitado se detuvo al mismo tiempo, tensándose mientras
dejaban escapar el único gemido placentero que podían expresar.
Sus
respiraciones continuaban agitadas, aun podían sentir pequeños choques
eléctricos por todo su cuerpo.
Cansado,
Daiki dejó que sus piernas cayeran de regreso al colchón y sus brazos también.
Poco a poco Yabu salió del interior del menor y con un último esfuerzo logró
dejar caer su cuerpo justo a un costado del de Daiki.
Continuaban
respirando acompasadamente, poco a poco recuperaban el aliento. La sabana se
pegaba a sus cuerpos bañados en sudor. Se miraron una vez más y el brillo
continuaba ahí, intacto. Daiki se giró y logró acurrucarse junto a Yabu, quien
lo recibió con los brazos listos para rodearlo con ternura. El mayor besó su
frente y Daiki lo abrazó con la poca fuerza que le quedaba. Poco a poco el
sueño los venció y quedaron así, abrazados, aún desnudos, con una sonrisa en el
rostro mientras se dejaban llevar dentro de un sueño aún más maravilloso.
Esto era
por lo que habían esperado tanto tiempo, sin culpas, sin resentimientos, sin
pensamientos extraños ni remordimientos del pasado. Por primera vez pudieron
dejarse llevar por aquel sentimiento que tanto deseaba salir. Se pertenecían,
seguramente desde antes de nacer. Nada podía importar ya. De ahora en adelante
tan solo quedaba continuar por el camino que les deparaba, aunque no estuviese
del todo claro, una cosa si lo estaba y esa era que estarían juntos a pesar de
todo. Tal vez el camino no sería fácil, tal vez podrían encontrar dificultades,
adversidades y complicaciones. Pero estaban consientes de que mientras
estuviesen juntos todo daba igual. La forma en la que recorrerían ese camino,
esa sería otra historia.
5 comentarios:
qué sensación, siento un cosquilleo en el cuerpo XD se ha esperado por este fic para que fuera continuado. Me ha encantado el capítulo, cada situación y personaje fue acomodándose a lo que le continuaba, un final muy apropiado.
Me encantó el TakaChii *w*!! es mi favorito, cómo los amo <3 <3 Yuya, delgado? de dónde xDDD??? esa parte fue lol para mí, pero que bueno que la madre no logró su cometido y que va a estar un poco más en contacto con su papá. Y lo de la cama, Chii tratándose de esconder de la más servidumbre, como si ese fuera posible y la última parte cuando Takaki se lo llevó a su habitación y luego a la cama *Q*!!!
y qué decir de Ryutaro~ e Inoo!! o Yabu y Daiki, goshhh. Mi personaje favorito aquí fue Ryutaro, por sus atenciones y tenacidad; pero Inoo no se queda atrás, un personaje muy íntegro que siempre fue sincero con sus emociones.
El HikaTo!! que bueno que al final sí los hayas incluido en el fic, su participación fue placentera de leer.
El yamajima, esos dos son especiales y el uno para el otro <3
Me hubiera gustado leer un poco más sobre la evolución de Daiki, eso de ser más seguro de sí mismo y valiente, ya será para otro fic :333 ohh~ y gracias por no dejarnos con la duda de qué fue eso que había pasado en el pueblo, por favor! qué gente D:!! miren que apedrearlo ><!!! qué gran final!!
Me encantó este fic, le diste el final perfecto a todas las parejas, Takachii♥ genial, son tan lindos.
No tengo palabras, fue emocionante leer este capitulo, mil gracias por continuarlo ^^
Yuko "I LOVE JUMP"
Kyaaaaa!!-grita de felicidad –estubo hermoso *O* me encanto >w<-rueda por el suelo llorando- TuT nooo porque acabo tan rápido ;;-;; pero fue sorprendente me facino como mi amada pareja <3 yamajima <3 se quedaron juntos wuuaaaa fue tan hermos que emprendieran una vida juntos, y a mi inoochan con tanto sufrimiento pero al final sabia que terminaría enamorándose de Ryutaro, ame la forma tan madura y relajante que Inoo tomo las cosas sin rencores ni nada esa hermosa gentileza que lo rodea es lo que me hace amarlo mas <3 <3 <3 <3 juro que ame este fic hermoso uno de mis favoritos *O* >n< ame cuando Inoo quizo hablar con mi pingüinito hermoso *-* sentí como si volviera a renacer eese amor pero no fue asi u.u xDDD awww entregándose yabu y daiki uno al otro fue tan bello me facinoooo!!!!!!!!!!!! Gracias ayaa-sama te amoadoroquiero!! *u*
--Yuto Nakajima-- ^o^ Gamabatte!
*o* no lo puedo creer, pro fin todo se pone en su lugar, me alegro que este Kei no tenga rencor de todos modos ya tiene a su alguien especial
ese YabuDai y TakaChii son unos calenturientos ♥
Siento algo extraño al ver este fic terminado *^* Recuerdo qe este fic empecé e leerlo por casualidad porque en el otro blog no estaba el enlace para leerlo a Livejournal, investigué y lo encontré y ahora... Está terminado *^*
Estaba preocupada por Inoo!!!! Menos mal que todo terminó bien, todos amigos de nuevo *^* La madre de Yuya que se vaya a Rusia en tren (?) Bien lejos! El amor Takachii de este fic me encanta~
Entonces .. Inoo se queda con Ryu? */////* No me gusta el Inootaro pero el de este fic sí!!!! *////*
Asdasdasdasd como siempre y cosa que me alegro, en el último cap no puede faltar un buen lemon~ Es de los pocos Yabudai que he leído y lo he amado, muhisimo!!!!
Que sepas que creo que es el único fic serial que me separa el Inoodai y que me ha gustado tanto *----* un 10, como siempre <3
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