Capitulo 7
Todo alrededor estaba en silencio, a pesar
de que el viento llevaba consigo señales de guerra, para ambos no era así.
Se besaban de una forma diferente a la
habitual, con un sentimiento de deseo impregnado en cada poro de su piel. Al
separarse, se miraron a los ojos, como si así pudieran detener el tiempo,
incluso, partir a otro lugar mucho más lejano.
-Lo que está por comenzar lo olvidaré por
un instante, ahora solo quiero pensar y llenarme de ti, guardar este momento
para siempre en mi memoria-
Los ojos de Takaki se cristalizaron ante
las palabras del menor y sin más lo abrazó con fuerza, deseando que de alguna
manera tuviesen la oportunidad de vivir en un sitio lejos de conflictos.
-Tal vez entiendo tu sentimiento del deber,
de alguna manera yo también lo tengo, pero si tan solo pudieras hacerlo a un
lado y hacer lo que te digo entonces-
-No puedo-
Lo interrumpió Chinen con voz débil.
-Yo tengo un pasado, y por ende una deuda con
el padre de Yamada, no puedo abandonarlo, lo he jurado en su tumba…-
La voz de Chinen sonaba triste, sin embargo
solo se aferró al cuerpo de Takaki, tratando de transmitir con ese acto su
sentimiento de desesperación.
-Entiendo eso… pero… ¿Acaso comprendes lo
que significa? Si esto sigue así tu y yo tendremos que enfrentarnos hasta
morir… yo no soy capaz de hacerte daño, no a ti-
La desesperación en Takaki era tal que le
erizaba la piel a Chinen y un nudo se formaba en su garganta.
-No sé lo que vaya a pasar, no quiero
pensarlo ahora, lo único que quiero… es estar a tu lado, dejar esos
pensamientos a un lado y llenarme solo de ti. ¿Qué demonios me hiciste para que
me sienta así?-
Chinen pronunció estas últimas palabras
solo para después alejarse del cuerpo de Yuya y lograr besarlo. Aquello
significó tener que ponerse de puntillas para alcanzarlo. Yuya le respondió
aquel beso y al separarse, le acarició el rostro mientras lo miraba con
ternura.
-Es lo mismo que yo te pregunto, es curioso
que con tan solo haberte visto una vez este sentimiento despertara en mi
interior, deseo protegerte, tenerte a mi lado para siempre-
Fue entonces que Takaki lo besó, con
anhelo, desesperación y deseo, todo al mismo tiempo. Aquel beso fue respondió
de inmediato por Chinen, con el mismo sentimiento oprimiéndole el corazón.
Yuya rodeó con sus brazos la cintura de
Yuri, quería tenerlo así para toda la eternidad, si existía la posibilidad de
que esta fuera la última vez que podrían estar así, quería disfrutarlo, porque
sin lugar a dudas y muy a su pesar, ambos tenían un deber con sus respectivos
lideres, un lazo inquebrantable como guerreros.
Aquel beso tierno y anhelante se convirtió
poco a poco en algo más. Se besaron con intensidad, con amor. Un conjunto de
emociones los invadió y decidieron que solo por ese momento lo olvidarían todo,
su deber, su honor, su lealtad, absolutamente todo aquello que los convertía en
enemigos, tenían que hacerlo.
Las manos de Yuya acariciaban su
espalda por encima de sus ropas, Yuri disfrutaba de esa sensación, esos labios
tan húmedos, fríos y dulces lo hacían perder el control de si mismo a cada
minuto. Poco a poco sus brazos rodearon el cuello de Yuya, tomó un poco de
impulso para lograr juntar más su cuerpo al del mayor, quería sentir más de ese
calor tan único que solo se desprendía del cuerpo de Yuya.
Más besos, más suspiros e
incontables caricias. Ahora ambos estaban recostados sobre la fría hierba.
Takaki lo despojó de la parte superior de sus ropas, dejando su desnudo torso
al descubierto, el cual no dudo en llenar de besos y caricias. Aquella piel tan
suave, tan blanca y en apariencia tan frágil lo hacían querer tratarla con
cuidado, y eso hizo. Sus caricias eran delicadas, como si estuviese tocando el
material más frágil del mundo.
Chinen suspiraba al sentir los
labios de Takaki besar su piel desnuda, era una sensación única, especial y que
en definitiva lo volvía loco.
La temperatura en ambos comenzó a subir,
a pesar de la fría brisa de la noche, ambos estaban ardiendo desde el interior
de sus corazones, haciendo caso a esa voz que gritaba desde lo más profundo de
su ser, que deseaban.
Las manos de Chinen acariciaban la
piel de Takaki por debajo de sus ropas hasta que logró despojarlo de ellas.
Yuya hizo lo mismo con Yuri.
Sin intensión de ocultarse y siendo
cálidamente iluminados por la luz de la luna, sus cuerpos ya desnudos se
unieron. Rodaron hasta que Yuya quedó encima de Yuri, lo miró a los ojos y pudo
percibir un leve sonrojo dibujado en sus mejillas, lo cual lo hizo sonreír,
acarició su rostro, lo beso con ternura y le dijo al oído.
-Eres tan hermoso-
Los ojos de Yuri se cristalizaron,
observó el sonriente rostro de Yuya y cerró los ojos al notar su cercanía,
besándose una vez más. Un beso profundo, de esos que encienden hasta la piel,
ya era el momento de dar el paso más importante y ambos estaban preparados.
-No quiero lastimarte-
Susurró Yuya con cierta
preocupación.
-No lo harás, confío en ti-
Fue entonces que Yuri separó ambas
piernas, deseaba sentir a Yuya por completo y esa fue la manera en que se lo
demostró.
Yuya se inclinó, le dio un beso en
la mejilla, acomodó su cuerpo y poco a poco su miembro, tras encontrar la
entrada del menor, comenzó a penetrarlo.
Yuri se aferró a la espalda del
mayor, esa sensación era por mucho diferente a lo que siempre pasaba con su
líder, pensó entonces que este debía de ser el verdadero placer, el verdadero
amor.
Cuando estuvo por completo en el
interior del menor, Yuya pudo sentir esa estrechez aprisionar su miembro, era
una sensación exquisita, quería moverse pero no quería ser brusco, así que
permaneció dentro un poco más. Miró el rostro de Yuri y con esos ojos llenos de
anhelo y deseo, comprendió que podía proseguir, el menor lo deseaba al igual
que él.
Los movimientos de Yuya eran tan
sutiles, delicados y cuidadosos. La respiración de Yuri se agitaba, el placer
lo ahogaba, necesitaba más, así que tomó el rostro del mayor, lo besó de una
forma apasionada, como nunca antes, aprovechó que el mayor se sorprendía y de
un rápido y ágil movimiento logró cambiar de posición, ahora Yuya se encontraba
recostado y Yuri encima de él, apoyando las manos en el pecho del mayor,
moviéndose de arriba hacia abajo, sintiendo ese infinito placer recorrer su
cuerpo como un escalofrío.
La mente de Yuya se quedó en
blanco, el placer que el menor de otorgaba era demasiado para él, creía que en
cualquier momento podría enloquecer y romperlo en pedacitos. Sin embargo eso no
iba a suceder, tan solo lo sujeto de la cintura y continuó sintiendo el placer
recorrer hasta la punta de sus cabellos.
Poco a poco los movimientos de Yuri
incrementaron, los gemidos de ambos se sincronizaron al igual que su
respiración. Antes de poder sentir aquello que tanto deseaban, Yuya logró
cambiar de posiciones rápidamente, sin perder el ritmo de las penetraciones,
volvió a tener a Yuri debajo de su cuerpo, el menor se aferraba a su espalda
con fuerza y rodeó su cintura con ambas piernas.
Embestidas descarriadas, gemidos,
besos y respiraciones entrecortadas, todo eso al mismo tiempo y de pronto,
llegó al punto máximo, sus cuerpos se tensaron, Yuri gimió con fuerza, sin
importar nada, incluso Yuya lo hizo.
Lo habían hecho, sonreían
satisfechos, con un brillo especial en la mirada y a pesar de su agotamiento no
se desplomaron al instante. Lentamente Yuya se separó de Yuri y se recostó a su
lado, tomándolo entre sus brazos. El menor lo abrazó de vuelta y hundió su
rostro en el pecho del mayor. Ahí, podía escuchar los latidos de su corazón,
tan alterado, emocionado, justo igual que el suyo.
Sonrió y levanto la mirada, ahí se
topo con la mirada de Yuya, ambos se sonrieron y se besaron.
-Sé que palabras debo decir ahora,
pero no quiero decirlas ahora-
Dijo Yuri con voz débil mientras
volvía a esconder su rostro.
-Deberías decirlas, puede que te
arrepientas-
De inmediato Yuri miró a Yuya con
alarmada reacción.
-¿Qué quieres decir?-
-Que mañana tal vez no tengamos
oportunidad-
Sin querer dijo esas palabras, a
pesar de que no deseaba que ese sentimiento regresara, tenía que hacerlo, era
su realidad.
-Sé que podré decirlas, habrá
tiempo, todo terminara y nosotros-
Yuya lo calló con un beso, sentía
que no tenía caso continuar hablando de eso, no ahora.
-Duerme, olvida todo y duerme-
Y así lo hicieron, se abrazaron con
fuerza, cobijados con sus ropas y hundiéndose en un profundo sueño, en donde no
era necesario pensar en el mañana.
No había conseguido dormir en toda
la noche, la latente preocupación de la batalla le robó el sueño, pero no solo
eso, estaba el hecho de que Daiki se aferraba a participar, no podía impedírselo
y eso lo llenaba de coraje.
Deseaba poder amarrarlo y
encerrarlo en algún lugar para así evitar que el chico fuese a la batalla,
quería protegerlo a como diera lugar, pero tampoco podía hacer aquello, era su
líder y aquella había sido una orden, no podía hacer nada.
Impotencia. Eso era lo que sentía y
lo llenaba de rabia, pero también de dolor. Sin poder resistirse más, se puso
de pie y salió de aquella habitación.
Caminó sigilosamente por los
pasillos, silenciosos y fríos. Cuando al fin llego a aquella familiar
habitación corrió la puerta con suavidad y entro.
Al cerrar se acercó sigilosamente,
ahí estaba, dormido y despreocupado ante la emergencia y el peligro que
implicaba una guerra, como si no fuese consiente del todo de la situación.
Con delicadeza acarició su rostro y
le sorprendió notar que el menor despertaba. En cuanto lo vio su reacción fue
obvia.
-¿Qué haces aquí?-
Preguntó con voz ronca mientras sus
ojos se cruzaban con los de Inoo en medio de la oscuridad.
-No se, estoy desesperado y vine a
verte-
Le respondió con voz débil y suave.
-No lograrás convencerme de nada,
si es que has venido a eso-
Le dijo Daiki con un poco de
frialdad. Kei lo miró con cierta suplica, pero se resignó rápidamente.
-Espero que estés consiente de que
así pude que sea más complicado que cumpla con mi promesa-
-Aún así no cambiaré de opinión,
tienes que ser lo suficientemente hábil y fuerte para cumplir tu palabra, yo
haré lo mismo. Entiende que es mi deber, mi padre así lo hubiese querido, no
puedo seguir quedándome aquí tranquilo mientras todos luchan en mi nombre-
Kei tragó saliva, bajó la mirada
unos instantes, después miró a Daiki y tomó su rostro con manos temblorosas.
-Me asusta que hayas madurado así,
me alegra pero también me aterra. Voy a protegerte y te acompañaré por el
camino que elijas-
Si Daiki tenía intensión de decir
algo, no tuvo la más mínima oportunidad de hacerlo ya que al terminar de
hablar, Kei lo besó.
Pudo sentir el anhelo y la
desesperación en aquel acto, quería tranquilizarlo, así que lo acercó más a él
y lo abrazó con fuerza. Al separarse le dijo.
-Kei, todo va a salir bien, tengo
planeado que esta sea la ultima batalla con los de Oeste, quiero terminar con
todo de una vez y estoy seguro de que lo conseguiré-
Kei miró a Daiki con tristeza, ambos
se recostaron sobre el cálido futón y se abrazaron.
-Espero que así sea-
Le dijo a Daiki mientras lo
abrazaba, el menor hizo lo mismo y cerró los ojos, quedando completamente
consiente de que a partir del amanecer su vida podría cambiar para siempre.
Una noche inquieta fue también para
Yabu, que por más que cambiaba de posición el sueño no llegaba a él. Esa
extraña preocupación lo acosaba a cada segundo, le presentaba alucinaciones
espantosas y todas relacionadas con Ryutaro. Aquel niño que era tan leal a
Yamada y que estaba dispuesto a dar su vida a pesar de que jamás fuese
recompensado por ello.
-No… no… no-
Se decía una y otra vez. Sentía que
estaba tan cerca de la locura que de pronto actúo por impulso, cosa rara en él
pero no podía más con ello, sabía que necesitaba hacer algo y pronto.
No tardo mucho en estar de nuevo en
el bosque, recordaba bien el lugar donde había ocultado aquellas ropas, miró a
su alrededor, sabía que nadie podría verlo así que se cambió rápidamente. Con
el corazón latiendo rápidamente y un extraño dolor de cabeza, comenzó a
acercarse hacia aquella aldea, al oeste.
Mientras tanto, en aquella pequeña
casita vieja, Ryutaro decidió salir a caminar un poco, no tenía sueño, así que
lo hizo sigilosamente, teniendo cuidado de no despertar a su hermano, quien
dormía profundamente como de costumbre. Desde la visita inesperada de Yabu
aquel día no se quitaba la sensación de que lo vería de nuevo. Su corazón
estaba ansioso, lo cual intentaba opacar con otros pensamientos, pero era
inútil.
Caminaba por la aldea silenciosa
hasta que de pronto escuchó un ruido, miró a su alrededor y estudió su entorno,
si era algún intruso debía saberlo a tiempo para poder atacar.
El ruido parecía provenir de entre
los arbustos en los alrededores, de nueva cuenta la idea de que tal vez podría
tratarse de Yabu lo hizo sentir un extraño anhelo.
Se acercó más y más hasta que vio
una sombra, había alguien ahí.
-¿Quién es?-
Preguntó con rudeza, pero no hubo
respuesta. Desenvainó su espada y se acercó un poco más.
-Te hice una pregunta. ¿Quién
eres?-
Se acercó un poco más hasta que
aquella persona habló.
-Guarda eso, no te va bien-
Conocía esa voz, la había escuchado
hasta en sus sueños más profundos. Pudo sentir un extraño nerviosismo
apoderarse de él, no supo que decir, simplemente se quedó congelado ahí.
-Soy yo-
Le dijo al acercarse más a él.
-¿Qué diablos haces aquí? Te
advertí que si te veía de nuevo-
-Eso no importa ahora-
Lo interrumpió Yabu con tono serio.
-Recoge lo más importante, ve por
tu hermano, te sacaré de aquí-
-¿Qué tonterías estás diciendo?-
Preguntó Ryutaro algo exaltado, no
se esperaba escuchar algo semejante.
-Lo que escuchaste, no hay tiempo
que perder-
Al parecer Yabu no bromeaba, pero
entonces… ¿A que se debía aquello?
-No voy a hacer lo que tu digas,
vete de aquí-
Le respondió Ryutaro con frialdad
mientras se daba media vuelta, sin embargo Yabu no iba a dejar las cosas así.
Lo tomó del brazo y sin pensar lo abrazó por la espalda.
-Tienes que hacerme caso, no puedo
explicarte, solo tengo que sacarte de aquí lo más rápido posible-
La respiración de Ryutaro se detuvo
por un segundo, sus ojos se abrieron de par en par hasta casi dolerle, no
entendía, quería hacerlo, también quería alejarlo y salir huyendo de ahí, pero
simplemente era incapaz de moverse.
-Suéltame-
Le ordenó con voz débil, perdía
fuerzas, estaba siendo vencido por algo tan simple, pero ni siquiera podía
sentirse mal por ello.
-No lo haré, haz lo que te digo,
rápido-
Le dijo Yabu muy cerca al oído,
estaba desesperado, necesitaba que el menor accediera, sabía muy bien que si le
daba detalles más se negaría, quería protegerlo…
-No se que es lo que piensas, pero
no voy a hacer lo que dices-
La voz de Ryutaro fue firme y suave
al mismo tiempo, tomó las manos de Yabu, las apartó de su cuerpo y se alejó
unos pasos, después se giró para verlo.
-No voy a irme, si no quieres morir
será mejor que te vayas-
En los ojos de Ryutaro había temor,
Yabu lo percibió y sin embargo supo que sería inútil tratar de convencerlo de
buena manera.
-¿Por qué no dejas de hacerte el
niño fuerte? Entiende que esto no es para ti-
La voz de Yabu se quebró un poco,
estaba desesperado.
-No soy un niño débil, sé pelear a
la altura de alguien como tú. No me subestimes-
No había más que hacer, no iba a
poder convencerlo. Resignado, se cruzó de brazos, caminó en círculos y después
dijo con fastidio.
-¡Está bien! ¡Como quieras!-
Tras exclamar aquello retrocedió
unos pasos, pero antes de marcharse lo miró fijamente y le dijo.
-No importa lo que pase, yo voy a
protegerte, así que más te vale ser tan fuerte como dices y lograr sobrevivir
mientras llego a tu lado-
Ryutaro lo miró extrañado, quiso
preguntar pero entonces Yabu se marchó rápidamente, dejando su aroma impregnado
en el aire.
Confundido, emprendió el camino de
regreso a su pequeña casa, en donde su hermano aún dormía tranquilamente. Un
mal presentimiento le apuñaló el pecho, pero aun así decidió dormir un poco,
tal vez así lograría despejar aquellos pensamientos.
-¿Qué habrá querido decir Keito con
eso? ¿Algo va a ocurrir pronto? ¿Qué?-
Se cuestionaba mientras caminaba de
un lado a otro.
-¿Qué demonios te sucede? ¿Qué
acaso no tienes nada mejor que hacer?-
Era la voz de Yamada quien lo sacó
de sus pensamientos, lo miró con asombro y le preguntó.
-¿Qué haces despierto?-
-Eso no te incumbe, deja de
merodear por ahí y ve a hacer algo, o ve a dormir, lo que sea pero sal de mi
vista-
En esos momentos las frías palabras
de Ryosuke no lo hicieron sentir mal, su preocupación era más fuerte que eso.
-¿Vas a dormir ya?-
Le preguntó con gentileza mientras
lo observaba alejarse.
-Eso tampoco de incumbe-
Respondió Ryosuke, entró a sus
aposentos y cerró la puerta.
Yuto se quedó ahí parado un poco
más, intentaba despejar su mente, deseando que el presentimiento de Keito
estuviese equivocado. Por muy preparado que pudiese estar Ryosuke, aún no era
suficientemente fuerte, ni mental ni físicamente, para afrontar una batalla,
seguía siendo de mente débil a pesar de su aparente fortaleza exterior.
En cuanto entró en sus aposentos,
Ryosuke se dejó caer sobre el futón, estaba cansado, había dado el paso más
importante para ganarse de nuevo la confianza de sus soldados y demás gente que
aquello había significado más esfuerzo mental de que se imaginaba. Aún así se
sentía bien, al fin tenía la sensación de estar haciendo lo correcto.
Cerró sus ojos y sin más, se hundió
en un profundo sueño, un sueño en el que Ryosuke podía volver a su mundo de
antes, su vida tranquila y pacífica, en donde había dejado los recuerdos más
significativos. Los sueños era el único lugar en donde se sentía seguro de
recordar y añorar aquellos días, porque definitivamente la realidad era tan
diferente para él, tenía ahora una gran responsabilidad y a penas la estaba
afrontando debidamente, no tenía tiempo de otras cosas, no podía permitírselo.
El tiempo transcurrió y esa
inquietud no desaparecía, estaba preocupado y no había forma de apaciguar ese
sentimiento. Sin deseos de darle más vueltas en su cabeza, emprendió el camino
rumbo a la habitación de Ryosuke, quería expresarle sus inquietudes y
cerciorarse de que el menor pudiese estar al menos preparado para alguna
emergencia.
Al llegar a los aposentos de Yamada
abrió lentamente la puerta y dijo.
-¿Puedo pasar? Es importante-
Pero no hubo respuesta.
-Por favor, prometo que no voy a
molestarte con cosas sin sentido, solo necesito hablar contigo de algo-
Y continuó sin escuchar nada, así
que tomó la iniciativa de abrir la puerta y entrar, mentalizándose de que
tendría que atenerse a las consecuencias por lo que estaba haciendo. Sin embargo
Ryosuke estaba profundamente dormido, aquello lo tranquilizó. Los pasos de Yuto
fueron sumamente sigilosos, se sentó cerca de él y acarició su rostro con
ternura, tal vez así el menor podría despertar, y así lo hizo.
-¿Qué haces aquí?-
Le pregunto aún medio dormido y
tratando de abrir los ojos.
-Siento despertarte, solo quería
hablar contigo de algo… importante-
Parpadeó con fuerza y poco a poco
se reincorporó hasta sentarse sobre el futón, miró a Yuto con el mismo
semblante de siempre y le pregunto un poco golpeado.
-¿De qué quieres hablar ahora?-
Yuto suspiró, tragó saliva y dijo.
-Hoy Keito me ha dicho algo que no
me deja tranquilo-
La expresión de Ryosuke empeoró,
ahora lucía más molesto, sin embargo permitió que Yuto continuara hablando.
-Sabes que él es muy intuitivo a
cuanto peleas se refiere y esas cosas, además de que tiene una extraña
fascinación por luchar y por la sangre-
Ryosuke suspiró con fastidio.
-¿Has venido a hablar de tu extenso
conocimiento sobre Okamoto? Porque si es así puedes mejor largarte, no me
interesa-
Yuto continuó hablando.
-Lo que dijo es que es probable que
una batalla se aproxime, que algo va a suceder-
Ryosuke miró a Yuto con el mismo
fastidio.
-¿Y eso que tiene que ver conmigo?-
-Tiene que ver en el aspecto de que
si nos atacan, tenemos que estar preparados-
-Y lo estamos-
Dijo Ryosuke rápidamente.
-No del todo y lo sabes, a penas
hoy hiciste planes pero no están completamente organizados, el hecho de que
hayas dado el primer paso no quiere decir que estés preparado para cualquier
cosa-
-¿A qué quieres llegar?-
Yuto respiró profundo.
-Pase lo que pase, vas a tener que
continuar manteniéndote firme, dejar que los demás te apoyen-
-Eso ya lo sé-
Ryosuke parecía fastidiado.
-Entiende que no vengo a decirte
esto para molestarte, necesito sentirme seguro de que harás lo posible por
mantearte a salvo-
-Para eso estás tú, ¿O no?-
Había una pizca de sarcasmo y burla
en su voz, Yuto lo notó y no pudo evitar el responderle lo más serio que pudo.
-Por supuesto. Yo soy capaz de dar
mi vida por la tuya en cualquier circunstancia-
De nueva cuenta la mueca de
fastidio apareció en el rostro de Ryosuke.
-Y ya te dije que eso no me importa
en lo más mínimo, haz lo que quieras, tu vida no me interesa y si mueres me
dará igual-
Esas palabras dolieron, fueron peor
que un puñetazo en la cara, era como si alguien le hubiese clavado una daga
directo al corazón y aún así era incapaz de morir por ello.
-¿Por qué eres así conmigo?-
Preguntó Yuto con la mirada baja,
tratando de controlarse.
-Eso no te incumbe. Ahora, si ya
terminaste de hablar será mejor que te largues, quiero dormir-
Pero Yuto no se movió ni un
centímetro, parecía estar juntando fuerzas pero era imposible moverse. Ryosuke
lo observó y antes de poder decirle que se fuera una vez más, Yuto se lazó
sobre de él, tirándolo sobre el futón y presionando con fuerza sus hombros con
las manos.
Ryosuke miró asustando el rostro de
Yuto, el cual quedaba ligeramente oculto por sus cabellos. Con voz temblorosa
comenzó a decir.
-Me queda claro que me odias y qué
lo que yo pueda hacer o no hacer por ti no te importa. Lo que no me queda claro
es la razón de tu actitud, siempre te he dado todo lo que tengo, te he
entregado hasta mi alma y todo lo que eso implica. Mi amor, mi más profundo
amor es enteramente tuyo y lo ha sido siempre. Aún así tu te has empeñado en
desecharlo como si fuera cualquier insecto, me pisoteas a pesar de estar
muriendo, no dejas de hacerlo y tal parece que no te detendrás hasta que en
verdad me veas muerto a tus pies. ¡¿Cuál es tu maldito propósito?! ¡Si esto
pensabas hacer desde el primer día que aceptaste mis sentimientos mejor no lo
hubieras hecho! ¡No quiero pensar que todo lo que pasó entre nosotros fue
mentira, un juego para ti!-
La voz de Yuto sonaba fuerte, pero
al mismo tiempo quebrada y temblorosa, parecía estar conteniéndose aún más para
no gritar más cosas. Ryosuke lo miró sorprendido y asustado, jamás se imaginó
ver a Yuto así.
-¿Crees que eres el único que está
sufriendo?-
Preguntó con una amarga sonrisa
mientras desviaba la mirada.
-¡¿Qué tanto puedes estar sufriendo
cuando el origen de todo eres tú?!-
Yuto parecía no notar la mirada de
Ryosuke.
-¡Tú no sabes nada! ¡Crees que con
amor puedes solucionarlo todo! ¡Que con tu amor puedes hacerme fuerte! ¡Que con
eso todo va a estar bien aunque mi padre haya muerto y yo esté ocupando su
lugar! ¡Tu no sabes absolutamente nada de mi!-
Ahora era la voz de Ryosuke la que
temblaba. Gritaba con dolor y Yuto pudo sentirlo, sabía que continuar gritando
no iba a solucionar nada, así que respiró profundo, se tragó el doloroso nudo
en su garganta y le dijo.
-¿Por qué piensas eso? ¿Es que
acaso mi amor no es suficiente para ti?-
Para Ryosuke comenzaba a ser
difícil respirar, algo pesado le oprimía el pecho, necesitaba sacarlo, ya no
había escapatoria.
-Tu piensas que hago esto para
hacerte sufrir… cuando todo lo que quiero es mantenerte a salvo…-
Yuto se quedó sin aliento, su
cerebro no terminaba de procesar correctamente aquellas palabras. Ryosuke
continúo hablando.
-Es verdad que de cierta manera
sentí que Keito te apartó de mi lado, pero yo hice la mayor parte-
Las palabras parecían salir solas,
aún no estaba del todo consiente de lo que estaba haciendo.
-Keito jamás me apartó de tu lado,
eso es absurdo-
Murmuró Yuto mientras sentía que
las fuerzas se le iban.
-Lo sé, pero fue la excusa más
cómoda que encontré para apartarte de mi lado-
La voz de Ryosuke se quebró más,
sus ojos ardían y el dolor en su pecho no disminuía.
-Mis sentimientos por ti, en su
momento, fueron sinceros, jamás pretendí engañarte o divertirme-
-Entonces explícame que significa
tu actitud, si no me lo dices yo-
-¡Tan solo quería protegerte!-
Gritó con la poca voz que le
quedaba, sus ojos no pudieron contener más las lágrimas y estas comenzaron a
brotar desesperadamente.
-¡El hecho de que mi padre muriera
significaba que yo tomaría su lugar, que tendría que hacer todo por proteger
esta aldea y vengar su muerte, debería pelear y morir si era necesario, acepté
eso pero hay una sola cosa que no soy capaz de aceptar nunca!-
Se quedó en silencio, las lagrimas
no lo dejaban hablar, el nudo en su garganta seguía provocándole dolor. Respiró
profundo y juntó fuerzas para continuar, mientras los ojos de Yuto lo
observaban expectantes, sorprendidos y cristalinos.
-Si yo peleaba eso significaba que
tú también tendrías que hacerlo y entonces me pregunte que pasaría si morías. Fue
aterrador, no pude soportar la idea así que hice todo lo que pude para
mantenerte lejos de mi, hacerte ver que no tenías razón para quedarte aquí,
esperaba que te marcharas lejos, me abandonaras e hicieras tu vida en otro
lugar, así yo podría pelear sin temor alguno… pero no ha resultado, todo lo
contrario, te la pasas a mi alrededor, mirándome con tristeza, rogando por mi
atención, preocupándote por mi, salvando mi vida e incluso jurando que morirás
por mi…-
Se detuvo, no podía hablar más, el
llanto lo ahogaba. Yuto lo observó, jamás se imaginó que todo aquello pasara
por la mente de Ryosuke a cada momento.
Conmovido hasta los huesos, tomó al
menor con fuerza y lo abrazó. Sentía que con mayor razón debía protegerlo,
cuidarlo, amarlo.
Así, ambos estaban sentados sobre
el futón, Yuto abrazándolo con fuerza mientras le acariciaba la cabeza,
consolándole, le dijo al oído.
-¿Por qué te obligaste a sufrir
todo esto tu solo? Eres lo más importante que tengo y aunque me trates como la
peor escoria aún así seguiría a tu lado-
Ryosuke no pudo decir nada, tan
solo abrazó de vuelta a Yuto, se aferró a él como tanto había deseado hacerlo
desde la muerte de su padre. Continuó llorando en sus brazos mientras Yuto le
hablaba.
-Si es por proteger tu vida, puedo
luchar al doble y continuar con la mía solo para permanecer a tu lado-
En ese momento, Ryosuke se alejó de
Yuto y al fin pudo mirarlo a los ojos.
-¿Luchar al doble? No bromees, no
eres tan fuerte-
Su voz sonaba más relajada, igual
de infantil que al Ryosuke que había conocido años atrás.
-Claro que soy fuerte, solo que no
me has prestado la suficiente atención-
Le dijo Yuto con una sonrisa, le
acarició el rostro y limpió el rastro de las lagrimas que aún quedaban. Se
acercó a él y sin más, lo besó tiernamente, como si fuera la primera vez que lo
hacía.
Para Ryosuke fue como estar dentro
de uno de sus tantos sueños, no parecía real, al menos hasta que Yuto quiso
profundizar el beso, entonces cerró por completo los ojos, dejo que su cuerpo
respondiera por si solo y rodeó su cuello con ambos brazos. En verdad había
anhelado demasiado tiempo vivir un momento así que no terminaba por creérselo.
Al separarse, Yuto acarició de nuevo
su rostro.
-No vuelvas a intentar alejarme de
ti, jamás-
Ryosuke bajó la mirada.
-Quédate conmigo-
Le dijo con un poco de vergüenza,
sin embargo Yuto asintió y se acomodó sobre el futón. Ryosuke hizo lo mismo y
buscó el cuerpo del menor solo para acurrucarse a su lado.
-No importa si mañana mismo debemos
pelear, creo que al fin mi mente está tranquila-
Susurró Ryosuke, no supo si Yuto lo
escuchó o no. Cerró sus ojos y se sumergió en un profundo sueño.
Sus presentimientos eran cada vez
más fuertes, podía sentirlo en el ambiente, pronto habría una gran batalla y no
había nada que lo emocionara más. Aún así, Keito se daba el lujo de pasear por
el bosque, jugando con su espada mientras cortaba algunas ramas.
Caminó y caminó sin darse cuenta
del rumbo que tomaba, hasta que de pronto el sonido de unas ramas lo detuvo,
miró a su alrededor y de un gran árbol descendió una persona.
-Vaya, vaya, pero si es Okamoto
quien ha venido a jugar un rato-
Esa voz la recordaba perfectamente,
se giró y se encontró con Yaotome.
-Vaya, hasta que al fin te veo, no
me di cuenta de que ya había llegado a tu territorio. Me disculpo por eso-
-No tienes que ser educado conmigo,
el que llegaras justo ahora me hace pensar que mi suerte será buena, de alguna
forma esperaba verte pronto, pero no tanto-
-Creo que podemos jugar un rato-
Dijo Keito con emoción mientras
desenvainaba su espada y lamía sus labios.
-Oh, nada me encantaría más que
eso, justo acabo de afilar mi espada-
Sonrió Hikaru de vuelta mientras se
acercaba a Keito.
-Pero es demasiado pronto, no seas
impaciente que pronto tendremos mucha acción y te dejare, literalmente,
extasiado de placer hasta que mueras-
Keito se sorprendió ante tales
palabras y pudo sentir sus mejillas arder. Aún así ignoró aquello y acercó su
espada al cuello de Hikaru.
-¿Te vas a negar a jugar conmigo?-
Hikaru sonrió una vez más, de un
movimiento rápido desarmó a Keito, haciendo que este bajara su espada, lo tomó
por ambos hombros y lo recargó en el tronco de un árbol con un brusco
movimiento, que sin embargo no causó dolor en el menor.
-No es que me niegue, es solo que
me reservo para el momento especial que vendrá al amanecer-
Sabía bien que tal vez estaba dando
información de más, pero eso no le importaba.
-¿Van a atacar al amanecer verdad?-
Preguntó Keito con tranquilidad
mientras sentía la respiración de Hikaru muy cerca de su cuello, aquello lo
excitaba, no podía negarlo.
-¿Tu intuición es muy buena o te
gusta espiar?-
-Lo dejaré a tu imaginación-
Le respondió Keito con una sonrisa
burlona. Hikaru lo miró más de cerca y la misma sonrisa también se dibujó en su
rostro.
-Eres muy interesante, más te vale
que me demuestres todo lo que tienes-
-No hace falta que lo digas, lo
haré y espero que tu hagas lo mismo, no quiero que después de matarte me sienta
insatisfecho-
Hikaru soltó una carcajada.
-Bueno, yo te mataré primero así
que tal vez te ahorre el sentimiento-
Keito mantuvo esa sonrisa, bajó la
mirada y observó detalladamente cada facción del mayor hasta detenerse a mirar
sus labios, los deseaba. No se contuvo, ni siquiera quería hacerlo, lo jaló de
sus ropas y al acercarlo rápidamente tomó posesión de sus labios, besándolo de
una forma salvaje. Hikaru no se sorprendió, de alguna forma se lo esperaba, el
hecho de que Keito hiciera el primer movimiento le ahorro el hecho de empezar
él.
Se besaron apasionadamente unos
instantes, después se separaron y se sonrieron.
-Nuestro próximo encuentro será en
el campo de batalla, más te vale estar preparado-
Dicho eso, Hikaru se alejó hasta
desaparecer entre los árboles.
-Tenlo por seguro-
Fue así como Keito emprendió el
camino de regreso, Hikaru le había proporcionado cierta satisfacción y
motivación para pelear en serio, cosa que jamás había sucedido. Estaba
emocionado, deseoso de que el amanecer llegara.
Las horas pasaron, el amanecer
estaba cerca. Sus ojos se abrieron y observó a la persona que dormía a su lado.
Acarició su rostro y sigilosamente se levantó, se vistió y besando sus labios
una vez más, se despidió de él, esperando con todo su corazón que todo terminara
bien y no tener que tomar su vida.
Con paso veloz y silencioso, como
era su costumbre, se fue de aquel hermoso lugar, con el cálido recuerdo tan
fresco en su memoria e impregnado en su piel, jurando en ese momento que
encontraría la manera de cambiar el destino, de alguna u otra forma.
Instantes después Yuya despertó, se
encontraba solo, el sentimiento de vacío lo invadió aunque de cierta forma ya
se lo esperaba.
-Es hora de volver-
Se dijo tras haberse vestido, miró
de nuevo aquel lugar, guardó aquel sentimiento tan profundo y regresó a la
aldea, con la esperanza de ser capaz de hacer algo hasta el último minuto.
Sabía bien que era imposible detener la batalla, pero lo que si podía hacer era
salvar la vida de Yuri y eso, lo haría sin lugar a dudas.
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Un capitulo más, creo que no quedó muy bien pero reservé la pelea para el siguiente.
Ya le queda realmente poco a este fic, si no termina en el próximo de seguro será en el nueve, no más.
¿Les ha gustado? Espero que si, igual espero y me lo hagan saber de alguna forma ^^ ya saben que también recibo señales cósmicas~
Tarde muchísimo en actualizar este fic (lo cual no es nada raro en mi -w-) pero asdasd ya saben, cosas de la vida~
Ahora solo me falta ponerme a trabajar en los demás y a ver que más sigue xD
Nos leemos en la próxima publicación :D