miércoles, 23 de julio de 2014

[MiniFic] Nocturne Part I

Título: “Nocturne”
Extensión: 3 Capítulos
Autora: Ayaa
Género: Fantasía, Yaoi-Lemmon
Pareja: TakaNoo
Notas: Es IMPORTANTE que primero lean el -PRÓLOGO- 
Espero que este fic fantasioso y extraño les guste ^^ Es la primera vez que intento algo así y no estoy muy segura del resultado, pero aún así me animé a publicarlo~



-Nocturne Part I-

Con tan solo dieciocho años de edad, cursando su último año de Instituto, Inoo Kei era un alumno promedio, tan solo sobresaliente en matemáticas y en las artes, pero nada que mereciera mención honorifica, un simple nerd más dentro de aquel mundo de estudiantes hambrientos por la perfección.
Le parecía extraño al principio, pero después de tres años terminó por acostumbrarse, al grado de ser absorbido por los movimientos de aquella escuela preparatoria. Todos excelentes estudiantes, prodigiosos, que no aceptaban una calificación tan mediocre por debajo de cien puntos. A veces pensaba que era un error, que él no debió entrar en aquella escuela, pero necesitaba cumplir con las expectativas de su abuelo, de no ser así seguramente terminaría viviendo en la calle como un vagabundo, sin un solo yen en la bolsa.
-No entiendo porque ese maldito anciano no se muere de una vez y me deja todo su dinero-
Refunfuñó mientras bebía un jugo de naranja. Su refugio era la azotea del edificio más alto, mientras todo el mundo se esforzaba por estudiar en el descanso, de resolver dudas con sus profesores en lugar de tomarse tiempo para desayunar. Odiaba eso, no deseaba ninguna especie de perfección, se mantenía al margen y cumplía con lo necesario para no ser mal mirado por sus perfectos compañeros de clase.
Entre las chicas tenía cierta popularidad, un apuesto príncipe de hielo, el sueño y anhelo de muchas pero inalcanzable al mismo tiempo, de tan solo escuchar todas las fantasías que circulaban a su alrededor le daban escalofríos y otras veces solo ganas de reír. El no era ningún príncipe, Inoo Kei era tan solo Inoo Kei, un heredero que no podía heredar nada a no ser que cumpliera con los extraños caprichos de su abuelo.
Este siempre le imponía diferentes actividades, todas fáciles de aprender pero demasiado aburridas, a excepción de la música, eso era algo que se le daba más que natural y lo relajaba muchísimo. Las matemáticas se encargaban de mantener su cerebro ocupado un rato, pero lo aburrían fácilmente, el resto de las materias le daban lo mismo, sacaba buenas notas pero no era un alumno estrella.
Odiaba los deportes, pero su abuelo insistía en que debía ser un chico atlético para mantener un cuerpo sano y atractivo para el mundo, cosa que le parecía una reverenda estupidez, pero aún así practicaba cuanto deporte le era impuesto.
No tenía amigos, los tenía prohibidos. Nadie le dirigía la palabra a excepción de cosas pequeñas, pero nadie era su amigo, nadie lo conocía de verdad y al parecer no tenían intensión alguna de cruzar esa línea.
El poderoso heredero del grupo Inoo no podía tener amigos, los grandes millonarios no podían tenerlos, siempre son traicionados y manipulados para conveniencia de otros. Para Kei eso no importaba, estaba acostumbrado a estar solo todo el tiempo, no conocía otro estilo de vida. Evidentemente el amor también estaba prohibido, a su debido tiempo su abuelo se encargaría de elegir a la mujer que fuese capaz de llevar el apellido de la familia y dar a luz a un heredero, pero eso tampoco le preocupaba a Kei, no conocía el amor y no le interesaba. Había leído incontables novelas que narraban cada detalle, cada experiencia, cada desastre y traición, así como cada final feliz, no le parecía nada interesante, al contrario, consideraba eso mucho más innecesario que la amistad. Por ese lado sentía que estaba de acuerdo con su abuelo, el amor era una verdadera tontería, un cuento de hadas o un melodrama exagerado, aburrido y estúpido.

La campana de inicio del segundo periodo se hizo sonar por todo el plantel, era hora de volver a aquel ambiente tan pesado y estresante. Con un suspiro apretujó el cartón del jugo y lo tiró en el contenedor de basura más cercano.
-Al menos toca matemáticas, no será tan malo-
Se dijo mientras bajaba las solitarias escaleras. En cuanto se dio cuenta que todos en aquella escuela estaban tan ocupados estudiando, le fue fácil encontrar un lugar alejado para relajarse y pensar en otras cosas, a veces solo para maldecir a su abuelo y otras solo para pensar cualquier tontería.
-Cuando todo sea mío entonces haré lo que se me dé la gana-
Murmuró antes de doblar a la izquierda para tomar el pasillo que lo llevaría a su salón de clase.

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-Esto no esta bien, no puedes permitir que siga encerrado, ya es hora de que salga a la luz como todos, la gente podría pensar cosas que no son-
Dijo una voz femenina con preocupación.
-Lo que diga la gente no es importante, por lo que sé aún no esta listo para salir-
Respondió la voz de un hombre con tono grave y calculador.
Mientras tanto, detrás de aquella gran puerta, un joven alto, delgado, de cabellos castaños y de rostro serio, escuchaba atento, esperando el momento indicado para salir a defenderse un poco.
-Su cuerpo ya no es tan débil, además siempre regresa sano y salvo cuando sale de cacería, necesita integrarse a la sociedad lo antes posible-
Justo eso era lo que deseaba escuchar, sonrió de lado y abrió la puerta abruptamente.
-Madre, creo que mi Padre no necesita saber más detalles, solo déjenme salir de una vez, estoy listo para lo que sea que exista afuera, puedo acercarme perfectamente a los humanos sin que noten que soy diferente, lo he comprobado-
Escuchar aquellas palabras provenientes de su hijo lo alteró.
-¿Qué quieres decir? ¿Acaso has salido a escondidas?-
-Te equivocas, en mis salidas nocturnas, como todo hijo de la Luna, he conocido a la especie femenina de los humanos, las cuales resultaron ser bastante inofensivas-
El rostro de su padre enrojeció de furia y caminó directo a él dando grandes zancadas.
-¡Yuya! ¡No puedes subestimar a los hijos de la Tierra! ¡Muy pocos saben de nuestra existencia! ¡Tal parece que has olvidado toda nuestra historia!-
-Una historia bastante vieja y aburrida, ya son muy pocos los humanos que saben de nosotros y de los otros. ¿A que le tienes miedo?-
Su padre parecía estar a punto de golpearlo, pero se contuvo a pesar de todo y habló con voz ligeramente más calmada.
-No puedes tomar a la ligera nuestra situación, nosotros por ser hijos de la luna no podemos andar con facilidad debajo del sol, nuestros sentidos se ven afectados, sin embargo eso no sucede con los hijos del sol, ellos pueden ser fuertes tanto de día como de noche, y eso es porque la luz de nuestra luna se debe al sol, somos dependientes de su energía para vivir y aún así no podemos vivir libremente bajo sus rayos. No puedes ser tan descuidado y andar por ahí tomándote esto a la ligera, no solo puede costar tu vida, si no la de todos nosotros-
Takaki Yuya observó fijamente el rostro de su angustiado padre, lucía cansado, sin lugar a dudas el echo de que fuese de día le afectaba, no tenía la misma fortaleza que de costumbre.
-De acuerdo, perdón por mi comportamiento Padre, pero entiende que estoy desesperado, yo también quiero conocer el mundo de día, no es que odie la noche, no puedo odiarla porque es parte de mi, pero quiero saber que hay debajo de los rayos del sol-
Su madre, quien se había mantenido ajena a la platica, de pronto se hizo participe y habló con voz ronca.
-No será sencillo, en cuanto pongas un pie debajo de los rayos del sol tus energías bajarán de inmediato, anhelaras la llegada de la luna para recuperar energías, te será necesario alimentarte más seguido, y recuerda que nuestras cacerías no son tan constantes, además tu cuerpo es débil...-
Yuya miró a su preocupada madre, le sonrió ampliamente y le dijo.
-Puedo hacerlo, me alimenté muy bien la última vez que salí, tengo energías de sobra, si siento que el primer día fue muy pesado prometo no salir en un tiempo hasta sentirme mejor-
Ambos adultos se miraron, sabían que era inevitable, ellos también tuvieron que enfrentarse a aquello así que no tenían otra alternativa.
-De acuerdo, arreglaré lo necesario, te transferiremos a otra escuela y tomarás clases por la mañana, como tanto anhelas-
Yuya sonrió ampliamente, estaba satisfecho, emocionado, deseaba conocer tantas cosas y experimentar en carne propia aquello llamado luz solar.

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En aquella lujosa mansión se planeaba cuidadosamente una reunión importante, seguramente la más importante del siglo.
-Las invitaciones han sido enviadas-
-Los hijos de la Luna y los hijos del Sol se reunirán una vez más, es un honor que aún viva para esto-
Dijo aquel anciano mientras se apoyaba en su fino bastón.
-¿El joven Kei estará presente?-
-Por supuesto, es mi heredero, ya es hora de que le cuente el legado que caerá sobre sus hombros en cuanto yo muera-
-Entonces, en cuanto regrese le comunicaré sobre esto-
-No, envíalo directamente conmigo, seré yo quien se lo diga todo-

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Después de un pesado día en aquella escuela, subió al elegante automóvil que lo esperaba para llevarlo a casa. En el transcurso del viaje bajó la ventana y disfrutó del aire, de la luz del sol, de una tranquilidad que por poco que pudiese durar, le gustaba.
Justo al llegar a aquella gran y elegante mansión, fue recibido por la servidumbre, en especial por el mayordomo de su abuelo.
-Joven Kei, su abuelo desea hablar con usted-
-¿Ahora que quiere? ¿Imponerme algo extraño de nuevo? Dile que iré después de cambiarme-
Le indicó al mayordomo con un ligero fastidio, aún así al parecer este no aceptaría esa clase de respuesta, por lo que insistió.
-El amo pide verlo ahora mismo-
Kei notó la peculiar insistencia en el "ahora", que no le quedó más alternativa que aceptar ir.
-Esta bien, llévame con él “ahora" mismo-
Dijo estas últimas palabras con cierto tono de burla y fastidio. Odiaba ser controlado de esa forma, pero no le quedan alternativas, simplemente debía obedecer.

En cuanto llegaron a la biblioteca, en donde su abuelo se encontraba, el mayordomo se retiro sin decir palabra, dejándolos solos.
-¿A que se debe la urgencia de verme?-
Preguntó mientras permanecía de pie frente al gran escritorio, su abuelo lo miró y suspiro mientras giraba su silla un poco para lograr ponerse de pie.
-Es momento de que te cuente una historia-
-¿Una historia? ¿En serio? ¿Ahora? Ya no tengo diez años...-
Kei no estaba de humor para escuchar historias, pero su abuelo ignoró por completo aquello. No lograba comprender la repentina idea de su abuelo, pero algo en su interior le decía que debía quedarse.
-Es hora de que sepas tu verdadero origen y de que te quites la idea de que eres un hijo de la Tierra-
Dijo su abuelo con voz firme mientras se acercaba a una de las repisas, de donde tomó un gran libro viejo.
-¿Hijo de quién? Espera un segundo... no estoy entiendo nada. ¿Que quieres decir con mi verdadero origen y eso de hijo de la Tierra? Si van a contarme un cuento para niños no es necesario, lo pensaste demasiado tarde-
El anciano no respondió y dejó aquel libro sobre el escritorio, justo frente a Kei, después regreso a su asiento y le dijo.
-Ábrelo-
Extrañado por la orden de su abuelo, y sin más por hacer ya que la mirada de su abuelo lo intimada un poco, abrió aquel viejo libro. En él pudo observar unas ilustraciones extrañas que claramente representaban al Sol y a la Luna, desconocía por completo en que lengua estaba escrito todo pero continuó observando, eran imágenes muy hermosas.
-¿Qué es todo esto?-
-El origen de nuestra especie, como hijos del Sol-
Aquello le pareció una broma muy infantil y absurda, sin embargo dio vuelta a la pagina y se encontró con una nueva imagen, esta era de la Tierra en medio del Sol y de la Luna.
-Nosotros fuimos creados hace mucho tiempo, milenios diría para ser exacto, nuestro propósito era acompañar a los hijos de la tierra, los humanos, sin embargo no somos los únicos-
Al dar vuelta a la página se encontró con dos figuras extrañas, una llena de luz dorada y la otra con luz plateada, detrás de cada uno estaban el Sol y la Luna.
-Los hijos de la Luna también fueron creados al mismo tiempo y habitan este planeta-
Kei miró a su abuelo con demasiada confusión. Comenzaba a temer que su abuelo estuviera enloqueciendo, la seriedad con la que contaba aquello solo hacia notar que creía en su propio cuento. Aquello simplemente no podía ser cierto.
-¿A que viene este relato tan fantasioso? No comprendo a que quieres llegar y me estas dando un poco de miedo...-
-Nosotros somos descendientes de los hijos del Sol-
Respondió su abuelo con firmeza.
-¿Qué?-
A cada minuto aquello le parecía una verdadera locura, seguramente su abuelo ya estaba delirando, debía estar volviéndose loco. No tenía sentido para él lo que su abuelo le estaba diciendo. Quiso reír pero no pudo. Entonces su abuelo suspiró y le preguntó firmemente.
-¿Por qué te imaginas que tus padres murieron?-
-Ellos murieron en un accidente de avión, tu me lo dijiste. ¿Por qué debería imaginar algo diferente?-
La voz de Kei dejaba percibir cierto temor, nunca antes su abuelo había tenido la necesidad de mencionar a sus padres. Durante el tiempo que llevaba viviendo con él, que era prácticamente toda su vida, nunca los había mencionado y Kei aprendió a no hacer preguntas sobre ellos.
-Murieron cumpliendo su deber, protegiendo a los humanos-
-¿Qué significa eso?-
Preguntó Kei a su abuelo, quien lo miró fijamente.
-Nosotros no podemos morir tan fácilmente, mírame, tengo más de cien años y parezco de cincuenta. Eso nos hace diferentes a la especie humana, además de que la luz del sol nos tranquiliza, nos brinda paz y energía. Tus padres murieron al proteger a unos humanos que estaban por morir, unos niños inocentes que habían sufrido un accidente, les regalaron su vida-
La voz del anciano se debilitó al pronunciar aquellas palabras. Al parecer le dolía recordar aquello.
-Tal vez pensaron en ti, quien a penas eras un bebé, cuando decidieron hacerlo-
-¿Por qué me lo dices hasta ahora? ¿Qué es eso de que "regalaron" su vida?-
Preguntó Kei mientras su cerebro procesaba lo que su abuelo acababa de explicarle, aún era tan confuso e irreal que seguía siendo un cuento fantástico, necesitaba pruebas.
-Tenemos la habilidad de dar nuestra energía vital a los humanos que deseemos salvar, eso fue lo que tus padres hicieron. De no haber sido así con toda seguridad ahora seguirían aquí. Nosotros tratamos de vivir lo más posible como humanos, nuestros antepasados así lo decidieron, yo pensaba contártelo más adelante, cuando fueses un adulto, sin embargo un gran evento se acerca y necesito que estés presente-
La voz de su abuelo no perdió jamás esa fuerza y seriedad, aún le costaba creer que éste afirmaba tener más de cien años. ¿Cuántos tendría exactamente?
-¿Qué evento?-
-Dentro de unos días, los hijos del Sol y de la Luna se reunirán, tengo el privilegio de auspiciar esa reunión por parte de nuestra especie, será la primera que veas. Ahí te convencerás de que todo lo que te he contado es real-
Kei suspiro, no tenía forma de negarse, de alguna manera tenía una infinita curiosidad por comprobar lo que su abuelo decía, sabía bien que cabía la posibilidad de que solo se reuniera con un montón de viejos de su edad y no terminaría por ser más que una prueba de su demencia senil. No perdía nada con aceptar.
-Esta bien, te apoyaré en lo que necesites con esa reunión importante-
El anciano pareció percibir aún cierta incredulidad en la mirada de su nieto, pero prefirió no decir nada más.
-Bien, yo te informaré los detalles más adelante, por ahora ya puedes irte-
Y así lo hizo, quería hacer más preguntas, pero el solo pensar decirlas era como aceptar todo ese cuento fantástico y tal vez comenzaría a volverse igual de loco que su abuelo, así que salió a paso apresurado de aquella biblioteca y fue directo a su lujosa habitación, necesitaba tiempo para reflexionar toda esa información acerca de la muerte de sus padres y tratar de darle sentido a todo.

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Al día siguiente, sus actividades fueron exactamente las mismas, como cada mañana bajó a desayunar y frente a él se encontraba su abuelo. Observó bien la comida, fue inevitable no recordar aquel extraño relato y preguntó con cierto sarcasmo, aún no se creía ni una palabra de lo que su abuelo había dicho.
-Oye, si somos seres provenientes del Sol y todo eso, ¿Por qué podemos comer tranquilamente comida normal?-
Su abuelo rió un poco y respondió divertido. Al parecer no había notado el sarcasmo de Kei, o si lo había hecho decidió pasarlo por alto. 
-Estos alimentos han podido crecer gracias a la energía del Sol, no pasa nada si no los comes puesto que nuestra principal energía la obtenemos de él, ¿Por qué crees que podemos vivir tanto? Aún así es bueno que comas, te brinda energía extra para los días nublados-
¿Días nublados? Kei meditó una vez más en silencio y pareció encontrarle poco a poco sentido a todo lo que había escuchado. De pronto recordó algo particular que antes no le había interesado demasiado, pero que tal vez ahora si debía ser así.
-Por eso… cuando esta nublado me siento tan desganado… es porque no recibo rayos de sol… ¿cierto?-
Su abuelo asintió con la cabeza y continuo comiendo. Era una verdadera locura, acababa de crear una teoría basada en las tonterías que su abuelo le había contado. Pero sin darse cuenta todo dejaba de parecer un simple cuento, algo en su interior le pedía creer en lo que escuchaba. No encontraba explicación para eso y deseaba entender más la situación.
-Si en ese tiempo no te hubieses alimentado como ahora, tal vez te hubieras quedado en cama todo ese tiempo. Puedes intentarlo un día si no me crees-
De nuevo se puso a reflexionar aquello, que su abuelo lo retara a intentarlo lo intrigaba aún más, pensó un poco y se dio cuenta de que poco a poco todo tenía algo de sentido para él, pero aún no podía creerlo como una verdad absoluta.
-Bueno, tengo que irme al colegio, te veré en la tarde-
Fue así que al terminar el último trago de su jugo de naranja, se levanto de la mesa y salió directo a la salida, en donde el chofer ya lo esperaba. Sabía que si se quedaba más tiempo charlando con su abuelo terminaría más confundido, necesitaba tiempo a solas para pensar mejor.

Mientras iba en el auto no pudo evitar el seguir cuestionándose tantas cosas.
-Si no soy un humano, ¿Por qué rayos tengo que ir a la escuela? No tiene sentido, simplemente debería darme todo su dinero y dejar que haga lo que quiera... Pero eso no creo que pase nunca...-
Se dijo mientras miraba por la ventana, trató de animarse un poco así que bajó el vidrio y sintió los cálidos rayos matutinos acariciar su rostro, haciéndolo sentir, tal cual su abuelo le había dicho, relajado y lleno de energía.
Sin pensarlo, estiró su mano y pudo sentir el calor de los rayos solares sobre su palma, los miró maravillado de tan hermosa luz y después pensó.
“-El viejo mencionó a los hijos de la Luna. ¿Cómo serán?-“
Cerró su puño como si pudiera atrapar aquella hermosa luz, el auto siguió su camino hasta que llegaron al instituto, en donde varios alumnos también iban llegando. No logró darse cuenta que en verdad comenzaba a creerse todo aquello.

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A Takaki le había costado trabajo levantarse, estaba acostumbrado a dormir hasta tarde y solo salir de noche, pero de tan solo recordar que ese día saldría, que al fin conocería los rayos del Sol, su corazón se aceleró y se puso de prisa su nuevo uniforme. Las influencias de su familia eran grandes, la mayoría de las familias de su especie lo eran, así como también los hijos del Sol gozaban de esos privilegios.
-Al fin veré más humanos-
Se dijo entusiasmado mientras se miraba en el espejo, cuidando que su uniforme luciera perfecto, ni una sola arruga, ni un botón fuera de su lugar, todo en perfecto orden.
Al salir de su habitación se encontró a su madre.
-El desayuno esta listo Yuya, debes comer algo-
-No estoy acostumbrado a la comida humana, sabes que casi no me gusta-
Le dijo a su madre con cierto fastidio mientras caminaba detrás de ella.
-Esta vez la vas a necesitar, hoy saldrás a la luz del sol y esto te ayudara a no perder el conocimiento. Si te sientes mal sabes que podrás llamarnos e iremos por ti. Pero bueno, por ahora come el desayuno que preparé para ti-
Cuando llegó al comedor solo estaba servido para una persona, seguramente su padre seguía dormido.
-Gracias-
Dijo sin más al sentarse y observar la comida, no tenía mal aspecto así que debía saber bien.

Una vez desayunado tomó sus cosas y se despidió.
-Nos vemos más tarde-
Su madre se acercó a él y lo abrazo.
-Cuídate mucho, tal vez regreses muy cansado así que esta noche saldrás de cacería, investigué un poco y podrás hacerlo sin problema-
-Gracias madre, nos vemos-
-Trata de no estar mucho tiempo bajo el sol, de preferencia busca la sombra-
-Si mamá, no te preocupes tanto por mi, sé lo que debo hacer-
Dicho esto se marchó.
Justo al atravesar la puerta y sentir aquel cálido resplandor sobre su cuerpo se sintió extraño, recordó las palabras de su madre y las comprendió.
-Eres más fuerte de lo que esperé, pero no vas a vencerme-
Dijo en voz baja mientras miraba al cielo. El corazón de Takaki seguía entusiasmado, así que subió al auto y el chofer lo llevó hacia su nueva escuela.

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Caminó por los pasillos como de costumbre, no notaba aquella diferencia que, según su abuelo, lo hacían ser diferente, algo que le indicara que en verdad no era un humano. Había vivido dieciocho años como un adolescente normal, sin cuestionar su fantástico origen o si en verdad era un humano. Pero sin lugar a dudas ya miraba el mundo de otra forma, o al menos se esforzaba en hacerlo.
Justo antes de llegar a su salón, alguien a quien jamás había visto pasó a su lado, se miraron por un segundo que pareció ser mucho más largo. Algo había en aquel chico que llamaba su atención a sobremanera, su aroma, su mirada, su apariencia perfecta y… esa extraña aura llena de tranquilidad que despedía, ni él mismo podía explicarse como había llegado a esa extraña conclusión, pero lo sentía y aquello era suficiente.
Pasó y no pudo evitar seguirlo con la mirada.
¿Quién era?
¿Por qué parecía tan… diferente?
Kei no era de los chicos que se la pasa observando a los demás, pero estaba completamente seguro de que a ese chico jamás lo había visto.
Justo antes de retomar su camino, escuchó a un par de chicas conversar en voz baja.
-Es el nuevo alumno, de tercer año. Se llama Takaki, te dije que era apuesto-
-Lo es, tiene un aura llena de misterio al igual que el príncipe de la clase B-
-¿Te refieres a Inoo-kun?-
-Pues claro, ¿a quien más?-
Inoo las miró de reojo al pasar cerca de ellas y aparentó no haber escuchado lo último. Ahora sabía al menos el nombre de aquel muchacho, aunque aquello no tenía porque ser relevante para él.

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“-Mi primer día y ya me encontré con uno de los hijos del Sol, esto se va a poner interesante-“
Pensó Takaki mientras continuaba su camino hacia la clase D, intentando no mirar de nuevo hacia atrás.
Aquel chico le pareció más… diferente de lo que creía que sería ver a uno de los hijos del Sol. Sus padres y amigos tan solo le habían contado anécdotas, era la primera vez que se encontraba con uno y lo había tenido tan de cerca. Sin duda la energía que este desprendía era maravillosa. Sabía bien que los hijos de la Luna suelen sentirse atraídos por aquel hermoso resplandor, pero ninguno había intentado acercarse más de lo debido.
-Tal vez sea el primero-
Se dijo mientras se recargaba en la pared, debía esperar al que sería su nuevo tutor para poder presentarse ante la clase. Mientras lo hacía, no dejaba de pensar en aquel chico, en su piel blanca, el color de su cabello y ojos, pero sobre todo, en ese suave aroma a naranja y esa cálida aura que lo hacían sentirse tan inesperadamente... feliz.

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Las horas de clase solían pasarse lentas y aburridas para Kei, pero esta vez fue demasiado, no podía soportarlo más. Quería salir de aquel salón, las ansias de buscar a aquel chico se estaban apoderando de él de forma excesiva. No lograba comprender aquello, no lo conocía y sin embargo… no lo sacaba de su mente.
Mientras dibujaba garabatos en su libreta no dejaba de pensarlo, imaginando como sería su voz, su risa, su tacto.
¿Qué?
¡Eso era una locura!
Necesitaba calmarse, respirar aire fresco, seguramente estaba enloqueciendo. Sentirse así por alguien a quien ni siquiera conocía, a quien solo había visto una vez y que por encima de todo era un chico… ¡Un chico!
Algo no andaba bien en él, si bien nunca había tenido interés en una chica jamás imagino que llegase a tener interés en un chico, de tan solo pensarlo se le erizaba la piel y le daban escalofríos. Pero tal vez aquello tenía cierta lógica, no era humano, según su abuelo. Si eso era cierto entonces tal vez no tenía nada de malo… ¿O si?
Ahora se sentía estúpido por creer que esa historia fantástica tenía algo que ver, tal vez la locura era hereditaria y el ya tenía los síntomas, pronto terminaría igual de loco que su abuelo.

El timbre que anunciaba el final del primer periodo se hizo sonar por cada rincón de aquel instituto, se levantó de prisa y fue el primero en salir del salón. Miró a su alrededor, no tenía idea de en dónde podía encontrarlo, pero lo que le pareció peor fue darse cuenta de que buscaba a aquel chico muy a pesar de su anterior razonamiento interno.
¿Acaso eso estaba bien?
No lo creía, se resignó e hizo a un lado para dejar a los demás alumnos pasar, se recargo en la pared cerca de una ventana y suspiró. Miró por última vez hacia ambos lados y lo vio. Ese instante fue demasiado extraño, fue como si el resto de los alumnos hubiesen desaparecido y en aquel pasillo solo estuviesen él y aquel chico llamado Takaki. De extremo a extremo, observándose fijamente. Como esperando algo, una señal, una sonrisa, lo que fuese.
De pronto Inoo enrojeció al darse cuenta que no dejaba de mirarlo, como pudo desvió la mirada y dirigió sus pasos hacia las escaleras más cercanas. Comenzó a subir sabiendo bien a donde se dirigía, quería estar a solas, reflexionar más a fondo sobre sus actos y sobre aquel torrente de emociones que se acababa de desbordar por su estomago con tan solo mirar a aquel chico.
Takaki, ese era su nombre. Lo había memorizado demasiado rápido, no salía de su mente. Aquella sensación le asustaba, necesitaba despejar sus ideas, volver a ser el mismo Kei de siempre, apartar todos esos pensamientos que no dejaban de surgir en su cabeza.

Al estar en la azotea se dirigió al barandal, respiró profundo el aire fresco mientras cerraba sus ojos. Miró al cielo y sintió los rayos del sol acariciar su cuerpo por encima de la ropa. Fue relajante. Por un segundo encontró la paz que tanto necesitaba.
Sin embargo no todo dura para siempre y una voz, tan extraña y peculiar, resonó por cada rincón de su cabeza. Aún sin haberla escuchado jamás ya la conocía, la había estado imaginando durante las pasadas dos horas en su clase de historia.
Debía aceptar que era exactamente igual a como se la esperaba, se alegró y avergonzó de inmediato de esa sensación que invadía sus oídos, quería voltear, mirarlo de frente una vez más, pero no era tan valiente ni tan atrevido.
-Te encontré-
Le había dicho el tal Takaki. Dos sencillas e insignificantes palabras que ya causaban revuelo en su estomago. Aclaró su garganta y aún sin mirarlo le dijo con toda la naturalidad que era capaz de aparentar.
-¿Acaso me estabas buscando?-
Lo escuchó reír, en ese momento fue inevitable y por mero impulso se giró. Ahí estaba, aquel chico alto, castaño y apuesto, sonriéndole con cierta timidez.
-No precisamente, no creí que me encontraría con un hijo del Sol en mi primer día de clase-
¿Qué había dicho? ¿Acaso él también conocía el loco cuento que su abuelo le había dicho?
Fue inevitable no hacer a un lado todo aquello que había sentido, ahora se sentía intrigado y deseoso por preguntar, por saber.
-Tu sabes… ¿Tú conoces ese cuento extraño también?-
-¿Cuento extraño? ¡No me digas! Entonces, ¿Es cierto que a los hijos del Sol les hacen creer que son humanos durante los primeros años de vida? Creí que era un rumor extraño, ahora me doy cuenta de que es real. ¡No puedo creerlo!-
A Inoo no le agrado en lo absoluto aquel comentario y mucho menos la carcajada que Takaki acaba de soltar, tan estruendosa y bochornosa que no supo que responder.
-¿Quién eres y por qué sabes todo eso?-
Preguntó indignado, odiaba sentirse atacado con burlas.
-¿No lo adivinas? Soy lo opuesto a ti, soy descendiente del astro opuesto al tuyo-
Inoo escuchó atento y recordó aquel dibujo que había visto en aquel viejo libro, el relato de su abuelo, aún le parecía una tontería pero… ya no tanto como al principio. 
-Hijo de la Luna…-
Murmuró en voz baja mientras miraba fijamente a Takaki, el cual esbozaba una amplia y triunfadora sonrisa.
-¡Bingo!-
Exclamó el castaño mientras se acercaba lentamente a Inoo, clavando su firme mirada sobre él. Intimidándolo, acosándolo e interesándose en él a cada paso.
-¿Me dirás tu nombre, hijo del Sol?-
-Inoo Kei-
Le dijo con voz temblorosa mientras tragaba saliva con dificultad, no tenía idea de que iba a hacerle, tal vez lo atacaría de alguna forma o intentaría matarlo.
Pero nada de eso pasó.
Cuando Takaki estuvo lo suficientemente cerca de Inoo, se arrodilló y como los antiguos caballeros solían hacerlo, con una mano en la espalda y la otra en el corazón, se presentó.
-Mi nombre es Takaki Yuya, hijo de la Luna. Encantado de conocerte, Kei-
Al pronunciar su nombre levantó un poco la cabeza para mostrar esa mirada tan íntima y provocadora.
El corazón de Inoo dio un vuelco al igual que su estomago. No estaba preparado para afrontar una situación así, de echo, jamás se había imaginado conocer a alguien así. Aún le parecía un extraño cuento de hadas, mismo que comenzaba a infiltrarse en su realidad.

Poco a poco Takaki se puso de pie, no había pasado mucho tiempo de estar bajo el sol y ya se sentía  ligeramente mareado. Así que sin decir nada se giró para alejarse, buscando refugio bajo la sombra del edificio de enfrente.
-Disculpa que no pueda disfrutar a tu lado la radiante luz de tu Sol, pero yo no puedo soportarlo por mucho tiempo. A decir verdad, debo confesarte que este es mi primer día saliendo de día, yo suelo salir por las noches-
Aquello intrigó a Inoo, así que se acercó a él y preguntó.
-¿Por qué? ¿Acaso no puedes salir de día?-
-¿Quieres saber si los hijos de la Luna no podemos salir de día?-
Inoo asintió torpemente. Takaki sonrió y suspiró.
-Si podemos, todos lo hacen. Pero yo soy diferente, mi cuerpo es más débil de lo normal, no sé bien a que se deba. El anciano de la familia recomendó que no saliera de día hasta que mi cuerpo pudiera soportarlo, pero gracias a ello aprendí a cazar mucho mejor que cualquier otro de mi especie-
-¿Cazar?-
Preguntó Inoo con cierta alarma. No podía imaginarse a Takaki cazando animales para comer o… humanos.
-Para nosotros no es suficiente con alimentarnos como ustedes, con comida de la tierra. La luz de Luna tampoco es suficiente, aunque si ayuda. Nosotros debemos cazar energía extra para sobrevivir-
Takaki explicó aquello con tanta normalidad que parecía que hablaban de la cosa más normal y natural del mundo. Para Inoo aquello no dejaba de ser fascinante y demasiado fantástico, aún así no se contuvo y pregunto, deseaba saber más.
-Pero… ¿Qué cazan? ¿Humanos? ¿Animales?-
-¡Jamás! ¡Eso es horrible!-
Exclamó Takaki con sorpresa y cierta expresión de asco. Inoo se sintió aliviado de saber que al menos no tenía a su lado a un sanguinario guerrero.
-Entonces ¿Qué cazan?-
-Estrellas-
Ante la respuesta de Takaki se sintió estúpido, como si no hubiese escuchado bien, le sonaba tan disparatado que necesitó preguntar de nuevo.
-¿Estrellas? ¿Cómo… cómo lo hacen? ¿Qué significa?-
Takaki sonrió. Para él era un tema tan natural que le parecía divertida la expresión de Inoo, así que se dispuso a explicar.
-Las estrellas tienen un periodo de vida, ¿Lo sabes, cierto?-
Inoo asintió con la cabeza.
-Cuando estas mueren, caen de su lugar, las famosas estrellas fugaces, esas son las estrellas que podemos comer-
Los ojos de Inoo brillaban con asombro, no lograba creer lo que escuchaba pero aún así le parecía increíble. Trató de imaginarse a Takaki en medio de la noche buscando estrellas fugaces. Parecía algo demasiado hermoso y de pronto comenzó a desear verlo con sus propios ojos.
-¿Comen estrellas fugaces?-
Takaki asintió con la cabeza.
-Antes de poder salir tuve que cazar muchas, de no haberme alimentado de esa forma ahora estaría muerto, aunque yo no puedo morir de día-
-¿No? ¿Por qué?-
Inoo estaba ansioso por saber más, por conocer más. Takaki suspiró y explicó.
-Porque la Luna es lo último que vemos antes de morir, es así como nuestra alma puede volver con ella y renacer. Ninguno de nosotros jamás ha muerto de día, siempre es de noche-
-Todo esto para mí es tan fantástico, como un cuento, no entiendo porque mi abuelo jamás me dijo nada, ¿Por qué me dejó crecer como un humano más si no lo soy?-
Ante la pregunta desesperada de Inoo, Takaki tenía una respuesta.
-Porque los hijos del Sol aman tanto a los hijos de la Tierra que desean vivir como uno de ellos por un tiempo, a todos ustedes, en los primeros años de vida, se les educa y trata e incluso mezcla con los hijos de la Tierra, es solo para que cuando sepan la verdad puedan seguir amándolos y estén dispuestos a protegerlos. Al menos eso me han contado de ustedes-
Inoo suspiró profundo y una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro.
-Todo esto me parece tan romántico y fantasioso que me es difícil de creer. Pero ahora que te tengo frente a mi, contándome todo esto, tal vez deba empezar a convencerme de la verdad-
-Y debes hacerlo, muy pronto habrá una reunión de ambas especies y seguramente estarás ahí-
Era sorprendente que Takaki supiera incluso eso.
-¿Tú también irás?-
Preguntó Inoo con cierta timidez, cosa que le parecía extraño puesto que nunca se había mostrado tímido delante de nadie.
-Claro, es deber primordial de toda mi familia estar ahí. Supongo que tarde o temprano iba a conocerte, aunque pienso que fue mejor haberte conocido así, aparte de todo lo que somos y lo que ello significa. Jamás había conocido a alguien como tú y siento que jamás lo haré. Dime, ¿Qué sientes tú al respecto de este encuentro?-
Inoo miró a Takaki y quedó atrapado en aquellos profundos ojos negros, tan hermosamente alargados, esa media sonrisa comenzaba a serle enteramente familiar y personal.
Pudo sentir su cercanía y no quiso alejarse, al contrario, comenzó a necesitar más de su presencia, a querer percibir aquel aroma tan suave un poco más. Le sonrió y confesó sin temor alguno.
-Me siento extraño. Esto jamás me había pasado, jamás había mirado a alguien y sentido esto que me revuelve el estomago y todo lo que hay en mi. ¿Acaso me has hecho algo? Porque creo que funciona y estoy cayendo en tu trampa-
Las palabras fluyeron solas, sin tener que pensarlas previamente, solamente las dejó salir de su boca. Con voz suave y anhelante.
Sin que ambos se dieran cuenta, sus cuerpos se atraían cada vez más, acercándose poco a poco bajo aquella sombra rodeada de luz.
-Entre más te miró te encuentro más perfecto. Dime, hijo del Sol, ¿qué harás si te entrego todo lo que soy?-
Aquella pregunta resonó suave en su cabeza, la respuesta fue rápida, a tal grado que le sorprendió la naturalidad con la que habló.
-No puedo más que entregarte también todo lo que soy, supongo... ¿Tienes alguna objeción?-
Takaki negó con la cabeza y sonrió. Ambos estaban tan cerca que sus respiraciones chocaban. Sus narices se rozaron con suavidad y sus manos buscaban tocar el cuerpo del otro.
Aquella atracción tan mágica, impredecible y fuerte los envolvió, encerrándolos en un mundo que era enteramente suyo. Nada ni nadie podía invadirlo.
Nada.
A excepción de la estruendosa campanada que anunciaba el fin del descanso y el inicio del segundo periodo.
-Maldición-
Dijo Takaki mientras perdía toda concentración debido a semejante ruido. Inoo sonrió torpemente y sus mejillas enrojecieron de inmediato. Al darse cuenta de la situación en que se encontraba, se puso de pie rápidamente y con nerviosismo empezó a decir,
-Hay que volver a clase, tal vez no lo sepas pero aquí se manejan las cosas de manera muy estricta, llegar tarde es lo último que desearás hacer mientras estudies aquí-
Ingenuamente, Inoo trataba de mirar a cualquier dirección menos hacia Takaki, lo cual no dio resultado al notar que este se ponía de pie.
-Esto-
Dijo Takaki mientras tomaba su rostro y lo miraba fijamente.
-No se va a quedar así-
Fue así, con tan sutil y encantadora amenaza, como Takaki se alejó, no sin antes sonreírle y murmurarle un “Hasta luego”.
Después de aquello Inoo se llevó una mano al pecho y pudo sentir como algo latía tan rápidamente que justo en ese momento fue consciente de que tenía un corazón.

---

Las clases terminaron, Kei salió de aquel instituto aparentando que nada sucedía, que se encontraba tan normal como de costumbre. Subió al auto y se marchó a casa.
En el transcurso del recorrido rutinario no dejaba de pensar en las palabras de Takaki, a pesar de que no dejaban de sonarle como un cuento, tenía la necesidad de saber más y solo había una persona que podía confirmárselo una vez más, su abuelo. Así que en cuanto llego a la lujosa mansión se dirigió directamente a la biblioteca en donde siempre estaba el anciano.
-¿Puedo hablar contigo?-
Pregunto desde el umbral. Su abuelo apartó los documentos que leía y asintió con la cabeza.
-¿Ocurre algo malo?-
Le preguntó mientras observaba como Kei se acercaba a pasos lentos.
-Lo que me contaste ayer, todo ese cuento del sol y la luna… ¿En verdad son ciertos?-
Su abuelo sonrió divertido ante la pregunta de su nieto.
-Por supuesto. Es normal que sientas que todo esto no es más que un cuento fantástico, a mi me pasó igual.-
-Pero, si todo esto es verdad ¿Por qué contármelo hasta ahora? Según sé a los hijos de la Luna no se les oculta nada de esto-
Los ojos de su abuelo se abrieron con sorpresa, tragó saliva y se recargo por completo en el respaldo de su silla.
-¿Conociste a un hijo de la Luna?-
Kei asintió con la cabeza.
-Se transfirió hoy al instituto-
-Vaya, debe ser el hijo de los Takaki, ningún otro hijo de la Luna podría ir a ese instituto. Creí que tenía un cuerpo débil, al parecer ha mejorado-
La sorpresa en Kei fue más que evidente. ¿Cómo es que su abuelo conocía a la familia de aquel chico?
-Lo sé porque así como nosotros somos la familia más prestigiosa dentro de la descendencia solar, ellos lo son del otro lado. Son los hijos de la Luna más prestigiosos-
-¿Cómo es que hay “prestigio” entre ambos?-
Preguntó Kei de inmediato, tal vez sin pensarlo y aún pareciéndole un tema extraño.
-En el transcurso de los años, las familias entre ambas especies se formaron y habitaron el planeta de forma natural. Cada quien se encargo de crear su patrimonio y bienestar a su manera. La familia de nosotros es la más sobresaliente desde hace muchos siglos, además del poder económico tenemos liderazgo sobre los demás, es por eso que aquella reunión importante se llevará acabo en esta mansión-
-¿Pasa lo mismo con los Takaki?-
-Así es-
Para Kei, las sorpresas no paraban de llegar una tras otra.
-¿Hay alguna forma de que me compruebes de que todo esto es real?-
Al fin soltó la pregunta más importante que había en sus pensamientos. Observó intrigado la expresión de su abuelo, la cual era de sorpresa mezclada con diversión.
-Por supuesto-
-¿Tenemos algún poder sobrenatural?-
Su abuelo soltó una estruendosa carcajada y lo miró con cierta ternura.
-Claro que no, además de que vivimos entre doscientos y trescientos años, hay algo más-
Mientras decía estas palabras su abuelo se acercaba a el, lo miró con una sonrisa y comenzó a caminar hacia la puerta. Kei lo siguió y fue así como terminaron frente a un gran espejo que se encontraba colgado en el recibidor.
-Mira bien tu reflejo. Obsérvate con atención-
Kei obedeció, seguía pareciéndole algo extraño pero aún así lo hizo. Al observarse en aquel elegante espejo, con un marco bañado en oro y un gran sol coronándolo, pudo ver algo fascinante. Todo su ser brillaba con una cálida luz dorada. En especial sus ojos, lo cuales parecían haber cambiado de color. Un poco asustado se frotó los ojos y volvió a mirarse, estos seguían siendo de color dorado.
-Mis… mis ojos… ¿Cómo?-
-Este espejo ayuda a que veamos nuestra verdadera apariencia, desde que estamos en la Tierra un glamur especial cubre todo esto, así los humanos no podrán saber quienes somos-
-¿Nos ocultamos de los humanos y aún así damos nuestra vida por ellos?-
Su abuelo asintió y se giró para regresar a su escritorio, Kei lo siguió de cerca, aún consternado por haberse visto de esa manera.
-Así son las cosas, con el tiempo lo entenderás. Por ahora solo quiero que estés al corriente de la importancia de esta reunión y de cómo deberás comportarte-
Pero Kei tenía más preguntas.
-Espera abuelo. Solo para recapitular un poco. Soy un descendiente de una especie que viene del Sol, el deber de esta especie es proteger a los humanos de lo que sea, supongo que si un día me topo con un humano agonizando debo ayudarlo, pero ¿Cómo? Ayer dijiste que mis padres dieron sus vidas por otros humanos… ¿Debemos llegar a tales extremos?-
Su abuelo suspiró y lo miro fijamente.
-Así es, es nuestra naturaleza. Si llegas a encontrar a un humano en peligro de muerte, actuarás sin pensarlo-
Kei reflexionó sobre estas palabras.
-Entonces, supongo que los hijos de la Luna hacen lo mismo, ¿no es así?-
Se hizo un breve silencio, aquello no le daba buena espina pero aún así esperó a que su abuelo hablara. Cuando al fin lo hizo, esto fue lo que escuchó.
-El origen de los hijos de la Luna es diferente, ellos no odian a los humanos pero tampoco están dispuestos a dar su vida por ellos, tienen otros propósitos-
-¿Qué propósitos?-
Deseaba saber, con tan solo pensar en los hijos de la Luna podía imaginar a Takaki, anhelaba conocer mucho más solo con eso.
-Ni yo los comprendo aún, son todo un misterio. Nuestra historia se ha perdido con el paso de los años y hay detalles que quedaron inconclusos, lo que sé de los hijos de la Luna es lo mismo que sabrá cualquier hijo del Sol. Solo ellos podrán darte una respuesta, pero te recomiendo que no le preguntes a cualquiera, y menos en la cena, pueden molestarse y no queremos otra guerra-
Kei miró a su abuelo, estaba aún más intrigado.
-¿Guerra?-
-Hace muchos años los clanes del Sol y de la Luna entraron en una despiadada guerra, nos reunimos cada siglo para recordar que esa guerra no nos llevo a nada y que debemos vivir en paz-
-¿Qué fue lo que originó tal guerra?-
-No lo sé, como ya te expliqué, hay detalles de nuestra propia historia que se han perdido, han sido olvidados y nadie se molestó en dejarlos para las futuras generaciones. Tal vez no se esperaba que viviéramos tanto tiempo, que nuestras especies prevalecieran tanto, así que por eso hay cosas que desconocemos de nosotros mismos-
Kei trató de comprender, de imaginar todo aquello. Poco a poco dejaba de parecerle un relato fantástico, comenzaba a creer en todo aquello, pero aún había otra duda, necesitaba saber pero no se sentía seguro de preguntar.
-Y… sobre los hijos de la Luna… ¿Nosotros podemos…-
Se detuvo, la mirada inquisitiva de su abuelo lo hizo dudar, tal vez adivinando la respuesta, así que decidió cambiar la pregunta.
-¿Podemos recibirlos solo de noche? ¿Por eso la cena?-
-Es más conveniente para ellos y por nosotros no hay problema. No suele gustarles mucho la comida de los humanos, pero han aprendido a soportarla-
Kei sonrió.
-Bien, entonces será mejor que vaya a alistarme para esa importante cena, creo que ya hice suficientes preguntas-
-Las preguntas jamás son suficientes, pero me da gusto saber que lo has asimilado bien-
Kei miró a su abuelo, le sonrió y dio media vuelta para dirigirse a su habitación.
Mientras caminaba por los interminables y lujosos pasillos de la mansión, aquella pregunta que no pudo formular seguía presente en su cabeza: “¿Nosotros podemos amarlos?”

Aún no comprendía porque sintió que no sería buena idea preguntarlo, pero se alegró de no haberlo dicho. 
Ya encontraría él mismo la respuesta.

Continuará...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho. Pero que adorable es Yuya, ahí todo hombre seductor e Inoo parece una dama inocente.
Jo jo jo, espero la continuación con ansias.

Bye bye~

Natarashi dijo...

*o* Me encanta por primera vez después de tantos millones de años un hijo del sol se enamoro de un hijo de la luna kyaaa ahora me gustaría saber que pasará, me encanto este fic ya muero por saber como terminará. Animo Ayaa~san, amo como escribes

Anónimo dijo...

Genial historia, yo también quiero ver como Yuya sale a cazar estrellas, en serio este fic es tan fantástico, con solo un vistazo Inoo se enamoró, me encanta *3*

Ayaa-chan que bien que te animaste a publicarlo =)

Yuko "I LOVE JUMP"

Mao dijo...

Como no pude ver esto antes, me encanto <3 esa atracción casi mágica la adore me encanto la parte donde casi se besan fue hermosa, continualo :c llorare si no lo haces <3

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