Quédate
-Tercera Parte-
Tercera parte. Quiero verte.
El despertador dio el primer
timbrazo y su mano presionó con fuerza el botón para apagarla. A penas había
logrado dormir un par de horas y lo único que le importaba era que un día nuevo
comenzase.
Salió
de la cama, entró al baño y lavó su rostro y dientes. Miró en el espejo su
reflejo y esa tonta sonrisa que desde el día anterior había invadido su rostro y
que al parecer no iba a desaparecer pronto. Pero eso no le importaba.
Tomó
su uniforme, se quitó la pijama y se vistió como de costumbre. Sin embargo,
ahora sus movimientos eran más cuidadosos, en esta ocasión sintió la terrible
necesidad de asegurarse de que su uniforme estuviese lo más pulcro posible.
Tenía el deseo y la intensión de lucir perfecto.
Tras
acomodar por cuarta ocasión el cuello de su camisa, tomó su maletín y decidió
bajar para tomar el desayuno.
Su
madre lo recibió con evidente sorpresa mientras le acercaba un vaso con leche.
-No puedo evitar sentirme
sorprendida. No sueles bajar tan temprano-
Daiki solo sonrió tranquilamente
mientras untaba un poco de mantequilla en su pan tostado.
-Hoy me siento con el ánimo de
comenzar el día desde muy temprano-
Aún sorprendida, su madre miró el
reloj, eran las siete de la mañana. Sabía bien que Daiki solía bajar a
desayunar a partir de las siete treinta. Deseaba saber el por qué del repentino
cambio de humor de su hijo, pero imaginó que éste no diría nada más, así que
mejor dirigió la conversación por otro rumbo más importante.
-¿Cómo vas con tus estudios? ¿Te
estás preparando adecuadamente para los exámenes de admisión? Aún no nos has
dicho que carrera tomarás-
Daiki terminó de tomar su leche y
tras limpiarse con lentitud, miró a su madre. Sabía bien que tarde o temprano
le preguntaría algo al respecto. Sin embargo él aún no tenía nada definido, así
que lo mejor era responder claramente lo que si sabía.
-Me estoy preparando bien. Como
podrás haber notado, estoy estudiando todos los días en una biblioteca que está
cerca del colegio. Cuando llegue el momento les informaré sobre la carrera que
estudiaré. Por el momento puedes estar tranquila, estoy estudiando arduamente-
Dicho esto, Daiki se puso de pie y recogió su plato de la mesa, junto con su
vaso. Tras depositarlos en el fregadero volvió a su lugar, tomo su maletín y
miró el reloj. Era bastante temprano, ideal para ir caminando al colegio, lo
cual le apetecía bastante, aún quería tiempo para seguir pensando en esos ojos
que lo capturaron, esa apariencia elegante, esa voz que lo dejo sin aliento,
ese chico que al parecer le había robado el alma y lo tenía completamente
hechizado.
-Debo irme, tengo algunas cosas que
hacer. Volveré tarde de nuevo, me iré caminando así que no te sorprendas si el
chofer te informa que he decidido irme por mi cuenta- Al decir esto, Daiki
observó como su madre fruncía un poco el ceño, pero al parecer no se encontraba
de humor para objetarle nada, así que lo dejo tranquilo. Detalle que agradeció
profundamente, ya que su día estaba comenzando de maravilla y no quería
arruinarlo con una discusión sin sentido.
-Esta bien, pero no olvides que
pasará por ti- Fue todo lo que su madre dijo.
Tal cual había asegurado, le indicó
al chofer que no era necesario que lo llevara al colegio, el cual terminó de
aceptar la indicación a regañadientes. Para Daiki resultaba incomodo tener que
lidiar con cosas como aquellas, pero tenía fe en que algún día eso cambiara y
pudiera ser libre de todo.
Sin
embargo, por el momento debía conformarse con la situación actual. Además,
tenía cosas más importantes en las que pensar. O más bien, alguien en quien
pensar.
Recordarlo lo hizo sonrojar y volver
a la sonrisa infantil y soñadora que tenía al despertar. Sentía mucha
curiosidad por saber más de aquel joven. En primer lugar estaba el misterio de
su nombre. Por más que pensaba en un sin fin de nombres, ninguno parecía
encajar con él. También quería saber a que se dedicaba, tal vez sería
estudiante de aquella universidad de artes, y de ser así, sentía curiosidad por
saber que tipo de carrera podría estar estudiando. Al imaginarlo, claramente
podría ser cualquier cosa; un pintor, un director de orquesta, un diseñador, un
violinista o…
-Un pianista- Se dijo en voz baja.
No pudo evitar en pensar en el piano de los martes y en lo mucho que amaba ese
sonido. Fue entonces que, mientras caminaba lentamente, comenzó a soñar en que
aquel joven fuese quien tocara aquellas hermosas melodías que siempre lo hacían
sonreír y que siempre le provocaba sensaciones diferentes, en especial el día
de anterior. No podía olvidar la maravillosa forma en la que el piano sonó
aquel día, tan profunda, desbordando un sentimiento tan poderoso que casi lo
conmovió hasta las lagrimas.
Con tan solo imaginar que aquel
joven pudiese ser aquel pianista, hacía que su corazón se regocijara de
felicidad y emoción. Sin embargo también pensó que, en caso de que no fuese
así, lo cual era probable, no se decepcionaría. Aquel chico no podía
decepcionarlo con nada, al menos no era capaz de imaginar algo de aquel joven
que fuese a decepcionarlo. Tampoco lo imaginaba perfecto, pero para Daiki
habían pocas cosas que podían decepcionarlo y algo le decía que aquel joven no
poseía nada de eso.
Sonriente miró al cielo, de un azul
cálido y con un viento refrescante. Aquella mañana parecía perfecta, así que
con la misma emoción revoloteando por todo su cuerpo, continuó con su camino.
Tenía tiempo de sobra, no había porque apresurarse.
Esa misma mañana, Inoo Kei no dejaba
de pensar, imaginar y de hacer planes. Todo mientras acomodaba cuidadosamente
sus apuntes de un importante trabajo que debía entregar esa mañana.
A
penas había logrado dormir unas horas y no sentía la necesidad de volver a la
cama, se sentía emocionado por vivir aquel día como el inicio de una vida
completamente nueva y la cual le tenía preparada algo especial. En algún
momento de su ensoñación, Kei se sintió absurdo, infantil e idiota, en pocas
palabras se convirtió en todo lo que odiaba, pero no podía culparse, aquel
chico de instituto tenía toda la culpa. Aún no lograba sacarlo de su mente, y
lo más alarmante era que no lograba aplacar a esas latosas mariposas que solo
le revolvían el estomago y lo hacían sentir como si caminara sobre nubes de
algodón. Algo totalmente cursi.
-Odio lo cursi- Se dijo en voz baja
mientras bebía el último sorbo de su café y miraba el reloj. Eran las siete de
la mañana con veinte minutos, el tiempo justo para ir a la universidad a pie si
así lo deseaba. Y vaya que lo deseaba.
Por
muy cursi que fuese, quería seguir sintiendo aquella sensación de ensoñación.
Una parte de él le recriminaba lo absurdo y estúpido que era, pero callaba esa
parte con el recuerdo de aquel chico, el sonido de su voz, su sonrisa, su
aroma, su presencia.
Fue
así que, tomando su cosas como de costumbre, salió de su casa y la sensación de
una radiante sonrisa dibujada en su rostro mientras daba los primeros pasos no
lo hizo sentirse avergonzado. Poco le importaba si alguien lo juzgaba de loco o
idiota.
Si,
era un lunático idiota enamorado de alguien a quien solo conocía de vista, de
quien ignoraba su nombre y a quien se moría por volver a ver pronto.
Alguna
vez, en algún momento de nuestras vidas todos nos preguntamos sobre el destino.
Si existe o no es algo que no podemos asegurar ni negar. Pero cuando suceden
cosas que te unen con ciertas personas o situaciones sin explicación aparente,
es cuando nos aferramos fervientemente a creer en el destino. Siempre que
decimos “Ha de ser cosa del destino”; o mejor aún “¡Era el destino!”; una parte
de nosotros se siente aliviada. A todos nos encanta pensar que una fuerza
desconocida y poderosa nos rige de alguna manera. Si no creyéramos en eso
seguramente estaríamos perdidos y amargados o infelices.
Así
que esa mañana, justo a la misma hora, el señor destino decidió ponerse a
trabajar un tiempo extra, ya que seguramente no suele trabajar tan temprano, y
pensó en unir los caminos de un chico de instituto sonriente y el de un
estudiante universitario que también sonreía.
Todo
sucedió así, con tal cantidad de coincidencia que ninguno de los dos podía
creerlo, a la fecha sigue siendo el momento más mágico de sus vidas. O tal vez
no tanto.
Daiki
caminaba tranquilo, tal cual había salido de casa y se detuvo en la esquina
esperando a que el semáforo cambiase de rojo a verde.
En
aquella esquina, poco después, Kei llegó y sin darse cuenta aún de nada, se
dedico a mirar a su alrededor, hasta que de pronto notó que de su lado
izquierdo, a unos cuantos centímetros, se encontraba de pie un chico tan
familiar que casi pensó que se trataba de un sueño.
De
igual forma, Daiki miró a su alrededor y al mismo tiempo notó que de su lado
derecho estaba un joven un poco más alto que él, con ese porte que tan bien
conocía ya y que lo miraba con la misma sorpresa con la que él lo observaba.
Todo
transcurrió en cuestión de segundos, se miraron y hablaron al mismo tiempo.
-¡Tu!- Exclamó Daiki.
-¡Tu!- Dijo Kei.
Y como unos tontos, se miraron y
después sonrieron. No había manera de que uno supiera que el otro pensaba en
que seguramente debía ser un sueño. Lo que si supieron fue que el gusto de
verse así, tan inesperadamente, saliendo por completo de la rutina, les
alegraba de verdad de una forma inexplicable.
-Así que no soy el único que ha
pensado que es un buen día para ir a pie a clases- Dijo Kei, poniendo mucho
esfuerzo para no demostrar demasiada alegría y entusiasmo del necesario. Porque
sabía muy bien que deseaba que aquel chico notara que le gustaba encontrarlo y
conversar con él, y más aún si esto se daba de una forma tan fortuita como
aquella.
-Pues, hay mucha gente que lo ha
pensado, solo mira a tu alrededor- Respondió Daiki con una sonrisa y señalando
con la mirada a la gente que también esperaban a que el semáforo cambiase para
poder continuar con su camino.
-¿Eso quiere decir que no sueles ir
caminando rumbo a la escuela?- Kei intentó no sonar tan curioso como lo estaba,
pero era inevitable no preguntar cualquier cosa que le revelara más sobre aquel
chico, estaba dispuesto a saber de él en cada pequeño encuentro que tuvieran de
ahora en adelante. Tal vez aquello era aventurarse de más, puesto que no estaba
seguro si podría seguir encontrándoselo así y más aún poder conversar con el de
cualquier cosa. Aún así, no era ese el momento para pensar negativamente, necesitaba
poner todos sus sentidos en disfrutar aquel momento sin importar nada más.
-No. Pero hoy me sentí con ganas,
además de que tengo tiempo de sobra- Daiki miró su reloj para confirmar lo que
decía, después sonrío y clavó su mirada al frente, deseando que el semáforo se
tardara mucho más en cambiar, la idea de poder conversar más con aquel joven
podía hacerlo brincar de emoción de un lado a otro, pero sin lugar a dudas
debía comportarse, aún no estaba listo para ponerse en tanto ridículo. Esta era
una oportunidad ideal para averiguar un poco más de él, pero habían tantas
cosas amontonándose en su cabeza por preguntar que no podía decidirse por una.
-Es hora de cruzar- Dijo la suave
voz de aquel joven y Daiki logro percibir al fin que la peculiar melodía del
semáforo ya indicaba el cambio de luz. Había desperdiciado tal vez sus últimos
segundos para saber algo, se sentía tan tonto por haberse quedado en blanco,
solamente hundido en sus fantasías.
Sin embargo, para Kei no era el fin
del encuentro.
-Aún no me has dicho cómo te llamas-
Agregó Kei mientras caminaba junto al joven sobre las líneas blancas del cruce
peatonal. Ya no podía seguir pensando en él como “el chico de instituto”,
necesitaba con urgencia saber su nombre. Algo le decía que al saberlo algo
cambiaría en las circunstancias.
-No lo he dicho porque no lo has
preguntado- Respondió Daiki con una sonrisa traviesa mientras se esforzaba por
mantener la vista al frente. Pero al mirar de reojo al chico que tenía junto a
él pudo notar que éste también sonreía. Aquello alborotó a unas traviesas
mariposas en su estomago.
-Pues lo hago ahora. ¿Cómo te
llamas?-
-Daiki. Arioka Daiki-
-Bonito nombre. Daiki. Tiene un
sonido muy agradable, como un conjunto de pequeñas notas que solo pueden hacer
sonreír a quien lo pronuncie-
Para Daiki aquello fue demasiado
poético y encantador, que su corazón se detuvo de golpe, su respiración se
acompasó y sus manos comenzaron a sudar. Era increíble lo que aquel joven era
capaz de hacerle sentir con unas simples palabras. Ahora, era momento de
también saber su nombre.
-¿Y el tuyo?- Preguntó mientras se
esforzaba por ocultar el rubor de sus mejillas.
-Inoo Kei- Respondió este con una
amplia sonrisa mientras continuaba caminando.
Sin darse cuenta, ambos caminaban
lentamente. Kei olvidó por completo que debía avanzar un poco más deprisa si
deseaba llegar a tiempo para su clase. Para Daiki era el tiempo perfecto y de
sobra para llegar a clase.
-Supongo que ahora ya no somos
desconocidos, ahora que sabemos nuestros nombres podremos llamarnos desde
cualquier lugar en donde nos encontremos, ¿No te parece?- Preguntó Kei mientras
miraba a Daiki de reojo, éste sonrió de vuelta y asintió con la cabeza.
-¿Cómo debería llamarte? Es evidente
que eres mayor que yo así que debería ser algo como “Inoo-san” pero no se… no
me convence- Dijo Daiki mientras gesticulaba una curiosa mueca de desagrado y
burla. Aquello hizo reir a Kei.
-He de confesar que no me gusta que
me digan “Inoo-san” ya que eso me hace sentir algo viejo. Podrías intentar usar
el “chan” ó en todo caso el “sama”. Siempre es bueno inspirar más respeto en
los demás, aunque sean desconocidos-
Kei dijo esto último como una broma
y Daiki no pudo evitar el soltar una carcajada que para el mayor sonó tan
hermosa que con toda seguridad quería escucharla una vez más.
-Inoo-chan será- Sentenció Daiki
mientras lo miraba de reojo una vez más.
-Bien, me parece justo entonces que
yo te llamé… veamos… Dai… ¡Dai-chan!- Exclamó Kei después de pensarlo un poco y
al final el triunfo se reveló en su rostro, sin lugar a dudas estaba satisfecho
de poder llamarlo así y el menor no objetó en lo absoluto.
-Bastante justo, Inoo-chan-
-Razonable, Dai-chan-
Ambos se miraron, sonrieron y
continuaron caminando, con la sensación de que al fin no eran extraños,
conocían sus nombres y con toda seguridad, si se encontraban de nuevo, podían
hablarse y conversar un poco más.
Cuando llegaron a una interjección,
Daiki se detuvo y no muy animado tuvo que decir, señalando a la izquierda.
-Yo debo ir por éste camino-
Kei miró el reloj, tenia menos de
diez minutos para llegar a su clase, pero no tenía deseos de darse prisa en
alejarse.
-Oh, claro, chico de instituto-
Bromeó Kei mientras señalaba el camino que Daiki debía tomar.
-No por mucho, éste es mi último año
y después seré un universitario como tú-
Kei pudo sentir el orgullo en la voz
de Daiki y eso lo hizo sonreír.
-Seguramente serás un universitario
ejemplar. Ahora, éste universitario tiene que irse para seguir siendo ejemplar
o seré protagonista de una tragedia familiar-
Daiki lo miró fijamente, intentando
descubrir si aquello era una broma o hablaba en serio. Kei notó esto y sonrió
para relajarlo.
-Bromeo, solo tengo que ganar un
concurso por mantener mi orgullo de ser el mejor, nada grave en verdad- Kei se
sonrió con Daiki y a éste se le iluminó ligeramente la mirada, fue entonces que
recordó su extraño presentimiento, tenía que preguntarle si de casualidad
tocaba el piano en aquella universidad de artes, tenía que aprovechar la
oportunidad.
Pero justo en ese momento, Kei miró
de nuevo su reloj, tenía cinco minutos para llegar a su clase y si no lo hacía
tendría serios apuros.
-Bueno, ahora debo salir corriendo o
perderé mi clase. Te veré más tarde, Dai-chan. Cuídate- Y tras guiñarle el ojo y regalarle una
sonrisa, Kei se fue corriendo tan rápido que Daiki quedó ligeramente
impresionado. A pesar de que lucía torpe al correr, se notaba que estaba
decidido a hacerlo lo más rápido posible para llegar a tiempo a su clase.
Cuando lo perdió de vista, un suspiró
salió desde lo más profundo de su pecho, sonrió para sí mientras resonaba en su
cabeza la forma en la que él había dicho “Dai-chan” y después sintió una ligera
punzada de arrepentimiento al no haberle podido preguntar si acaso él tocaba el
piano.
-Tendré que preguntárselo la próxima
vez que lo vea-
Sus
clases transcurrieron con normalidad, después de haber llegado dos minutos
tarde a su primera clase, en general no había tenido más contratiempos. Estaba
esperando en la cafetería por su turno para ordenar cuando su profesor de piano
se acercó a él con ese peculiar ceño fruncido que significaba que tenía en
mente algún regaño o indicación nada divertida.
-Escuché que llegaste tarde ésta
mañana, Inoo-
-Fueron solo dos minutos- Respondió
con una sonrisa relajada.
-Espero que se deba a que has estado
practicando hasta desfallecer de cansancio- Insinuó el profesor mientras
arqueaba su ceja derecha y lo miraba fijamente.
-¡Que espartano ha sonado! Si he
estado practicando, de eso no tiene que preocuparse- Aseguró Kei mientras se
decidía por el menú que incluía karaage y sopa miso.
-¡Claro que me preocupa! Tienes que
estar listo para esa competencia y algo me dice que aún hay movimientos que no
has mejorado-
-¡¿Pero que dice?! Usted mismo me
felicitó ayer por mi gran interpretación-
-Si, pero sabes muy bien que tienes
que ser aún mejor que eso si es que quieres ganar. Así que tendremos una
lección más esta tarde, ¿De acuerdo?-
Kei quiso negarse, decirle que ya se
encargaría él de practicar en casa, pero tenía que aceptar que más que otra
cosa en el mundo, deseaba ganar esa competencia, así que solo asintió con la
cabeza mientras tomaba la bandeja con su almuerzo. Se sentía frustrado ya que
quería aprovechar la tarde para poder ver a Daiki más tarde, pero por ahora
debía concentrarse en aquel concurso. “Una prioridad a la vez” se dijo
mentalmente mientras escuchaba a su profesor que le decía que lo vería a la
hora de siempre en el aula de siempre.
Fue así que, muy a su pesar, Kei
hizo a un lado todo pensamiento relacionado con Daiki, y mientras comía su
almuerzo escuchando vagamente lo que un grupo de estudiantes de diseño hablaban
sobre unos carteles, buscó sus audífonos y buscó en su reproductor de música la
melodía que practicaba y así, escuchando con atención mientras masticaba cada
bocado, repasaba cada movimiento en su cabeza.
Al
llegar la tarde, Daiki salió del salón de clase mucho antes que sus compañeros
debido a un pequeño examen sorpresa que su profesor de química había planeado.
Gracias a sus interminables horas de estudio en aquella biblioteca, Daiki tenía
todo dominado y terminó mucho antes que todos por lo cual pudo salir antes.
Para su sorpresa, el automóvil de costumbre ya estaba esperando por él.
-Buenas tardes, joven Daiki. ¿Lo llevaré
a la biblioteca de nuevo?-
-Si, como siempre-
Y mientras el chofer le abría la
puerta, éste se atrevió a decirle en voz baja antes de que Daiki subiese al
auto.
-A su madre le haría bien que
llegara temprano a casa de vez en cuando-
Daiki sonrió con ironía, sabía que
el chofer hablaba por hablar, quien llevara el tiempo suficiente trabajando
para ellos sabría que a la madre de Daiki le interesarían otras cosas que pasar
tiempo con su hijo.
-Sabes bien que ella debe estar con
alguna de sus amigas haciendo no se que tantas cosas y para eso no me necesita.
Así que solo llévame a donde te pedí y no hagas comentarios absurdos. Si
quieres conversar conmigo solo tienes que decirlo, no lo intentes sacando temas
tontos como éste- Y así, Daiki subió al auto, el chofer se reverenció después
de cerrar la puerta y poco después ya estaban avanzando rumbo a la biblioteca.
Al llegar al lugar, Daiki sintió
cierta emoción. La universidad de Inoo estaba cerca, cabía la posibilidad de
encontrarlo y volverlo a ver. Escuchar de nuevo su voz, conversar y reír de
nuevo con él…
Pensar
aquello lo hizo sonrojar en cuanto caminaba hacia su lugar habitual de estudio,
después de abrir su libreta de apuntes, no podía dejar de pensar en él, en
verlo de nuevo. Aquello estaba complicando demasiado su rutina de estudio,
necesitaba concentrarse de una vez por todas, después de todo aún tenía una
prioridad y aquel examen de admisión se encontraba cada vez más cerca, no podía
permitir que su buen ritmo decayera tan fácilmente.
Pocos minutos después de haber
logrado concentrarse, como ya era costumbre, comenzó a escuchar las melodías
que practicaban diferentes estudiantes. Daiki sintió como si con aquello le
dijeran muy sutilmente “Estamos aquí para ayudarte a estudiar mejor, así que ánimo.”
Y con una sonrisa dibujada en el
rostro, Daiki continuó leyendo, tomando apuntes, repasando temas que se le
complicaban, resolviendo enormes ecuaciones, leyendo interminables fechas y
acontecimientos históricos, entendiendo reacciones y sustancias químicas y una
variedad más de materias que debía repasar.
Cuando menos se dio cuenta, los
diferentes instrumentos musicales que había estado escuchando cambiaron a uno
en especial que casi le pasa desapercibido. No tenía idea de la hora que era,
pero en cuanto aquellas peculiares notas musicales sonaron y entraron en su
cabeza, el ritmo de su pluma que se deslizaba sobre el papel fue volviéndose
más y más lento. Hasta que de pronto lo supo, era él.
El piano de los martes.
Dejo de escribir, un suspiro salió
desde lo más profundo de su pecho y se sintió bien. Mejor que bien. De reojo
miró el reloj, eran las siete en punto, justo como el día anterior.
Daiki intentó preguntarse la razón
por la cual últimamente tocaba en días diferentes y tan consecutivos. Era
imposible pensar que podía tratarse de otra persona, aquel sonido, el
sentimiento que transmitía, la forma en la que las notas llegaban a su alma,
solo lo provocaba aquel piano y estaba seguro de que no se equivocaba.
“Tal vez se prepara para algo” Pensó
Daiki mientras terminaba de hacer lo que sería sus últimos apuntes del día.
Leyó lo que acababa de anotar, cerró su libreta y el libro de física que estaba
consultando. Dejó todo de lado, se recargó por completo en el respaldo de la
silla y mientras escuchaba aquella suave melodía que comenzaba a transformarse
en algo diferente, en algo más fuerte, cerró sus ojos y comenzó a relajarse por
completo.
Sus brazos yacían extendidos en el
escritorio, con las palmas hacía abajo y de vez en cuando sus dedos tamborileaban
sobre la mesa, como si intentaran seguir el ritmo exacto de lo que escuchaba. También
estiró completamente sus piernas por debajo de la mesa y su respiración se
volvió suave. Estaba completamente relajado y feliz.
De vez en cuando le parecía un poco
tonto o incluso absurdo el hecho de sentirse feliz por escuchar el sonido del
piano y que además era tocado por alguien que no conocía y que era poco
probable que conociera. Pero aún así lo era y no podía evitarlo. Nada ganaba
con juzgarse de esa manera. Solo tenía que disfrutarlo.
Con el mismo entusiasmo y
concentración, Kei terminó de tocar el último movimiento y una vez más recibió
los buenos comentarios de su profesor. Solo le corrigió un par de cosas
insignificantes, pero Kei sabía que ese par de cosas que a simple vista no
tendrían importancia, si que la tenían, así que tomo nota mental de cada una y
se decidió a practicar y mejorar aquello una vez llegado a casa.
-Bien, estamos muy cerca así que seguiremos
con las lecciones intensivas. ¿De acuerdo?-
-Aunque le diga que no, de igual
forma lo hará y de igual forma vendré- Respondió Kei con su habitual sonrisa
burlona y no pudo evitar el reír un poco. Su profesor tan solo le dio una
palmada en la espalda y salió antes del salón.
Mientras caminaba por los pasillos
solitarios, su mente volvió a llenarse con recuerdos y anhelos hacia una sola
persona. Volvió a desear volver a verlo. Pensó en la oportunidad que pudo haber
tenido de volver a encontrarlo en la biblioteca y ya no observarlo desde lejos,
sino esta vez acercarse a él con total naturalidad. Porque ahora se conocían.
Porque ahora conocía su nombre. Porque ya no eran más desconocidos.
Una sonrisa apareció en su rostro y
sus pasos cambiaron a un ritmo más agitado, ligeramente alegre, impaciente,
deseoso de poder volar de ser posible. Cuando pasó frente a la biblioteca se
detuvo un poco, miró su reloj y vio que eran las ocho con quince minutos. Era
poco probable que aún siguiera ahí y aún así deseaba que así fuera, no dejaba
de pensar en lo genial que sería encontrarlo de nuevo y compartir con él su
practica de piano. Aunque tal vez a él no le interesaría mucho aquel tema, o
tal vez si ya que parecía disfrutar de la música clásica mientras la escuchaba.
“Ojalá pudiese escucharme tocar el
piano” Pensó Kei mientras aún miraba hacia la biblioteca. Estaba a punto de
volver a mirar al frente y continuar con su camino, cuando la puerta se abrió y
se escuchó una lejana voz que al parecer se disculpaba por algo.
Kei parpadeó y sus ojos enfocaron un
poco mejor y así logró distinguir de quien se trataba. Y su corazón dio un giro
de felicidad dentro de su pecho, sin importarle que podía morir de un paro
cardiaco si lo hacía con más intensidad. A Kei tampoco le importaba aquello.
Una sonrisa se dibujo en su rostro y
lo observó avanzar hacia él. La forma en la que sus miradas se encontraron y
como él también sonreía. Daiki también estaba sonriendo. Al parecer también le
agradaba verlo. Y de pronto deseó que le agradara tanto como le hacía a él.
-¡Hola!- Saludó Daiki una vez que
estuvo a un par de pasos de distancia.
-¡Hola de nuevo!- Saludó Kei,
intentando volver a la realidad y enfocarse en lo que estaba ocurriendo justo
frente a él.
-¿Saliendo de clases?- Preguntó
Daiki mientras señalaba con la cabeza en dirección a la universidad.
-Si, algo así-
-Yo me he quedado un poco… abstracto
y se me ha hecho un poco tarde. Al darme cuenta guardé mis cosas tan
ruidosamente que me han llamado la atención más de una vez- Confesó Daiki
mientras un ligero rubor aparecía en sus mejillas.
-Es por eso que te disculpabas-
Concluyó Kei en voz alta. Daiki solo lo miró y le sonrió torpemente.
-Así que… ¿Ya tienes que volver a tu
casa?- Preguntó Kei para cambiar de tema.
-Si. Siempre vuelvo a la misma hora
y bueno… voy un poco retrasado. Aunque eso no me traerá problemas.-
-Entonces no te importará si
caminamos juntos hacia la estación de autobús-
Daiki asintió con la cabeza y
después de ver la sonrisa en el rostro de Kei, él sonrió de igual forma. Fue
así que ambos terminaron caminando juntos por segunda vez en aquel día.
Mientras caminaban, Daiki tenía
muchas ganas de hacer preguntas, sobre todo la gran pregunta sobre qué
estudiaba en la universidad. Pero se contenía porque sentía que tal vez sería
demasiado imprudente o entrometido, después de todo no tenía más de doce horas
desde que se habían presentado formalmente, no quería parecer un chico metiche
o con malos modales.
Por otro lado, Kei no tenía
intensión de quedarse callado ni de guardarse nada, así que para acabar con
aquel silencio que, a pesar de que no era incomodo, no era lo que quería.
-¿Qué tal tu día?-
-Bien, solo tuvimos un examen
sorpresa en la última hora pero ha salido bien y no tengo de que preocuparme.
He estado estudiando diario en esta biblioteca así que estaba preparado y sigo
preparado para lo que sea-
Kei percibió el orgullo y confianza
en la voz de Daiki y aquello le gustó. Le atraía esa actitud y quería más de
eso, así que continuó.
-¿De verdad estudias aquí todos los
días?- Preguntó mientras señalaba hacia atrás, en dirección a la biblioteca y
trataba de fingir sorpresa, como si en verdad no supiera que Daiki estudiaba
todos los días ahí. Aquello confirmaba que Daiki no había notado su presencia
en todas las ocasiones en las que Kei lo había observado en aquel lugar.
-Justo cuando mis clases terminan me
dirijo a este lugar. No tengo nada más que hacer y no me apetece estar mucho en
casa- Confesó Daiki, sorprendiéndose de la facilidad con la que había soltado
aquello. No era algo que solía compartir con sus compañeros de clase y mucho
menos con personas que acababa de conocer. Sin duda había algo en Kei que le
agradaba y que además le inspiraba confianza. Llegar a esa conclusión lo hizo
sentir bien, aún más relajado.
-Supongo que tienes algo por lo cual
te estás esforzando tanto. Algo así como un sueño- Daiki pensó que Kei
preguntaría la razón por la cual no deseaba estar en casa, pero le alivio
escuchar estas palabras.
-Todos tenemos sueños. Los cuales se
hacen más fuertes cuando te esfuerzas y los conviertes en metas, en algo que
puedes alcanzar y que a cada paso que das estás más cerca-
-Supongo que tu ya estás acercándote
a esa meta ¿Me equivoco?-
-Bueno, estoy decidido a alcanzarla-
-Tienes decisión y coraje.
Seguramente alcanzaras todo aquello que te propongas. Mientras ese brillo en tu
mirada no desaparezca, no habrá imposibles para ti- Le dijo Kei mientras
sonreía y continuaba andando con paso tranquilo y relajado.
-Supongo que tú también tendrás
algo, ¿No?- Preguntó Daiki con cierta timidez.
-Si, supones bien. Quiero llegar a
todos los rincones posibles, inspirar, hacer soñar, robar suspiros, lagrimas,
sonrisas, todo lo que la música provoca-
Daiki se sintió victorioso. Ahora
estaba seguro de que Kei estudiaba algo relacionado con la música. Al repasarlo
mentalmente, algo en su interior se sacudió y tuvo una pequeña esperanza de que
fuese quien tanto esperaba. Aunque si no lo era, se prometió una vez más no
decepcionarse, después de todo eso no lo cambiaria en lo absoluto. Seguiría
siendo Inoo Kei, el chico que lo hacía sonreír y soñar.
-Eso suena ambicioso. Me gusta-
Dicho esto, Daiki miró a Kei con una sonrisa llena de satisfacción y el corazón
de Kei se detuvo durante un par de segundos.
-Bueno, la música siempre ha estado
en mi vida y ahora estoy en camino para que sea por completo mi vida. Tengo que
ponerle un poco de ambición para que todo funcione como quiero- Declaró en
cuanto logró calmar sus emociones y su agitación.
-¿Eso quiere decir que te gustaría
ir al extranjero?-
-No lo sé. Me gusta estar aquí. He
tenido oportunidades de marcharme, incluso podría estar ahora mismo estudiando
en Viena, pero los rechacé-
Daiki se impresionó bastante con
aquella confesión y le fue imposible detener sus preguntas.
-¿Los rechazaste? ¿Cómo se rechaza
una oferta así? Debes tener una muy buena razón para haberlo hecho o pensaré
que eres un idiota- Daiki soltó esta última palabra sin pensarlo y de forma tan
natural que Kei solo pudo reír al escucharla, no tuvo oportunidad ni intensión
de sentirse ofendido y estaba claro que Daiki no tenía la intención de
insultarlo realmente.
-Cada uno somos libres en cada
decisión que tomamos. Si tu decides estudiar cada tarde en la misma biblioteca,
es tu libertad. Así ejercí la mía. No tenía interés alguno de dejar el país y
algunas otras razones que estoy seguro que si comparto contigo me señalaras
como raro y completamente idiota-
Daiki miró a Kei y se sintió un poco
avergonzado por haberlo llamado “idiota”, pero aquello desapareció en el
momento en que ambos llegaron a la parada del autobús. No quería que la
conversación terminase, quería saber más y más sobre él.
-Bueno, supongo que después podrás
contarme aquellas otras razones y estar seguro de que no te juzgaré como
“completamente idiota”. Solo es cuestión de tiempo para que te convenzas-
En cuando Daiki dijo esas palabras,
a Kei no le quedó duda de que podía seguir encontrándose con él durante mucho
más tiempo del que era capaz de imaginar en el pasado. Aquello lo hizo querer
saltar de felicidad alrededor de la pequeña parada, pero tuvo que esforzarse en
no hacerlo y seguir actuando lo más natural posible. Aunque le fue inevitable
dejar salir una sonrisa de satisfacción.
-Ya veremos-
Ambos se miraron y sonrieron. Justo
en ese momento el autobús llegó y ambos subieron. Esta vez, en lugar de quedar
por separado, tomaron asiento juntos, ambos sabían que debían aprovechar
aquellos últimos minutos para conversar un poco más.
-¿Y ya sabes a que universidad
aplicaras examen de admisión?- Le preguntó Kei mientras lo miraba con mucho más
detalle, grabando en su cerebro cada parte que lograba observar de su pequeño
rostro.
-Justo a la universidad de artes que
se encuentra cerca de la biblioteca-
-¡Vaya! Así que si todo sale bien,
podremos ser compañeros-
Daiki sonrió y asintió con la
cabeza. Sabía que era el momento adecuado para preguntarle, al fin podría salir
de dudas. Tenía que hacerlo, era sencillo.
Pero algo continuaba deteniéndolo, y
esta vez no fue su temor de parecer demasiado entrometido, sino más bien se dio
cuenta de que la próxima parada era la suya. Al parecer Kei también lo sabía
puesto que se puso de pie para dejarlo pasar y lo acompaño lentamente hacia las
puertas de salida.
-Duró muy poco nuestra conversación.
Supongo que guardamos lo mejor para otra ocasión- Dijo Kei mientras observaba
como Daiki intentaba observarlo y al mismo tiempo estar alerta para presionar
el botón que indicaba la parada.
-Aún podemos vernos mañana, ¿No lo
crees?- Preguntó Daiki mientras presionaba el botón y el autobús disminuía la
marcha para detenerse.
Kei se sorprendió de escuchar
aquello, no sabía si sentirse feliz o incrédulo. Tal vez estaba escuchando mal
o estaba teniendo una alucinación. Pero aquello quedó despejado al ver la
mirada curiosa de Daiki y su sonrisa. Esa sonrisa que lo hacia perder el
control y querer contemplarla por siempre.
-Claro, siempre podemos encontrarnos
mañana- Le dijo Kei al momento en que el autobús se detuvo. Se abrieron las
puertas y Daiki descendió. Y justo como ya había pasado antes, una vez fuera
del autobús, Daiki se giró y le sonrió, despidiéndose de él. Y Kei tuvo un
impulso. Tenía que hacerlo. No podía seguir controlándose.
Justamente unas personas aún estaban
abordando el autobús, así que descendió los dos escalones, sin tocar el
asfalto. Daiki lo miró fijamente, tratando de comprender lo que estaba por
suceder. Rápidamente Kei tomó el rostro de Daiki entre sus manos y sin más unió
sus labios con los de él en un beso tierno, frío y delicado.
Fueron segundos eternos para ambos.
Daiki cerró instintivamente sus ojos y respondió al suave contacto de la mejor
forma que pudo. No tenía mucha, o más bien ninguna, experiencia besando. Pero
aquello no importaba en ese momento. Solo podía sentirse flotar y ser llevado a
un mundo enteramente suyo, solo con Kei ahí, besándolo tiernamente y tomando
sus rostro con sus frías manos, entrelazando sus largos dedos en su cabello,
cerca de su oreja.
El momento fue interrumpido por un
leve pitido que indicaba que las puertas se cerrarán pronto, así que Kei se
separó de Daiki, lo miró fijamente y justo cuando las puertas se cerraron,
articulo un “Te veré mañana” después le sonrió y el autobús retomó la marcha.
Y Daiki permaneció ahí, observando
como el autobús se alejaba, repasando lo que había entendido a la perfección
decir a Kei. “Te veré mañana”
Estaba soñando, seguramente todo era
un sueño. Jamás se imagino que su primer beso sería con un chico y que además
ese chico pudiera besar tan bien y que se pudiera sentir como lo más
maravilloso que jamás había sentido en su corta existencia. Era algo que estaba
seguro de querer experimentar una vez más.
Y lo vería de nuevo al día
siguiente. Eso era un hecho, una promesa.
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¡Hola!
Si, hagamos de cuenta que no he tardado siglos en subir algo. Imaginemos que en realidad no ha pasado más de un mes. Creanme, así seremos más felices. Y yo no me sentiré tan culpable como en verdad me siento.
Entonces, como no tengo que decir "¡Hace mucho que no pasaba por aquí!" Porque no es asì *guiño, guiño* mejor dire: ¡Hola de nuevo!
¿Muy simple? ¿Soy muy desvergonzada?
Si, tal vez. Mi madre me lo dice muy a menudo x'D
Pues bueno, aquí tienen la tercera parte de este fic que, al final del camino... tendrá un capitulo más *se hace chiquita ante las miradas inquisitivas de quienes leen esto* Ya sé que suelo hacer siempre esto y dejarlas botadas otros mil años para saber que pasara. Pero en mi defensa puedo decir que ya estaba quedando DEMASIADO largo y no quiero que se aburran o abrumen leyendo tanto, sé que tendrán cosas mucho más importantes que hacer que perder más de una hora aquí. Así que bueno, viendo por su bienestar, lo he cortado ahi (porque he escrito mucho, MUCHO más que eso) y la cuarta y ahora si, última parte, llegara pronto. En verdad...
Bueno, creo que he perdido credibilidad hasta para mí, pero voy a esforzarme de verdad y ya verán que esa cuarta parte llegará más pronto de lo que imaginan. Además de los otros fics pendientes que también he estado trabajando sobre la marcha (En especial el gran final de Fated, el cual no dejo de editar porque aún hay cosas que no me convencen)
Así que eso es lo que tenía que decirles.
¡Espero y hayan disfrutado este capitulo! A mi me ha emocionado mucho escribir la escena del beso, hasta para mi fue un grito de victoria cuando ya estaba plasmado. Espero y a ustedes también les haya emocionado.
Nos leemos en la siguiente entrada~
Las/os quiero con todo mi gordo corazón *^*
6 comentarios:
Esto de verdad esta muy lindo que ahora que lo leí pienso que ha valido la pena esperar y pensar que falta un capitulo más para el final aumenta más la emoción =)
Muchas gracias por esta continuación y ahora solo queda esperar el final ^^
Yuko "I LOVE JUMP"
Ayyyy por fin ;___; y me alegro tanto que tenga otro cap, porque no puede quedar solo así u3u estuvo muy ajsdkajsdajsd gracias <3
No hay nada mejor q dejar de atebder a clases pra leer... porque lo haces tan corto!!
4 partes no es suficiente....
Querio mas~~
Me encanta el fic!
me ha encantado *u*, ya me andaba jalando los cabellos pensando que ahi quedaria, jejejejjeje. Pero que bueno q habra un cap más :)
Lo esperare con ansias, que quiero saber que mas sucedera entre ellos :D
Yo quiero mas conti por favor ;-; es demasiada la espera
Yo te sigo esperando ;-;
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