-Cuarta
parte-
Quédate.
En cuanto Kei llegó a casa dejó sus
cosas sobre lo primero que encontró, que esto fue una pequeña mesa de madera
cerca de la puerta, y sin más se dirigió al sillón y se tumbó sobre él de un
golpe. Quedó boca abajo, con la cabeza hundida en un cojín. Su respiración seguía
agitada, seguía emocionado por lo que acababa de ocurrir, aún no podía
convencerse en realidad de lo que había hecho. De lo que se había atrevido a
hacer. Y lo mejor de todo fue que Daiki no lo rechazó, no pareció
molesto o perturbado, al contrario, le había respondido. Aquello tenía que
significar algo importante, ahora se sentía más seguro de que tal vez no era el
único con ese sentimiento tan grande a punto de explotar en su pecho. Estaba
seguro de que Daiki debía sentir algo similar.
Con movimientos lentos se giró para quedar boca
arriba, ahora miraba fijamente hacia el techo mientras la sonrisa no
desaparecía de su rostro. Algo le decía que iba a ser imposible dormir aquella
noche así que, recordando lo sucedido antes de encontrarse con Daiki, se
decidió a practicar en el piano y afinar los detalles que tenía pendientes,
después de todo se sentía más que motivado. Estaba inspirado.
A la mañana siguiente, al igual que el día
anterior, Daiki despertó temprano y bajó a tomar su desayuno. Esta
vez su madre no pareció sorprendida, tal vez pensaba que se estaba formando
nuevos hábitos y eso la complacía. Aunque lo único que no la dejaba contenta
era saber que una vez más Daiki deseaba ir caminando hacia la
escuela, pero como no tenía muchos ánimos de discutir, no le quedó más que
aceptar y verlo partir.
Para Daiki eso era bueno. No tenía
intensión de discutir con nadie ni de permitir que nada le arruinara su buen
estado de animo. Estaba seguro de que nada podía arruinarlo, no después de lo
que había sucedido el día anterior con Kei…
Kei.
Con tan solo recordarlo sus mejillas ardían de
vergüenza y su corazón latía rápidamente. Antes de salir de casa se miró en
cada espejo como una docena de veces. Quería lucir bien pero no tan
exageradamente, no deseaba dar la impresión de haberse esforzado demasiado en
verse bien para él. Aquello era realmente muy tonto, pero se sentía tan
nervioso y ansioso que no tenía idea de cómo debía hablar, moverse y hasta
respirar en cuanto lo encontrara. Porque estaba seguro de que lo volvería a
ver, de eso no cabía duda alguna. Se lo había asegurado después de besarlo de
esa forma tan… sorprendentemente encantadora.
Y el sonrojo volvió. Al parecer no iba a ser capaz
de controlarse en todo el día.
-¿Le ocurre algo malo? ¿Se encuentra enfermo?- Le
preguntó el chofer mientras se daba cuenta de cómo el rostro de Daiki se
volvía ligeramente rojo y que aún seguía parado frente al automóvil, observando
su reflejo como un idiota.
-Estoy perfectamente. Te veré en la tarde-
Respondió tratando de aparentar normalidad. Aunque aquello seguía siendo
extraño. Su torpeza era más que evidente, pero aún así continuó actuando
como si estuviese perfectamente. Y en verdad lo estaba, se encontraba mejor que
nunca, de eso estaba seguro.
La sensación de un gran vacío en el estomago y un
terrible dolor de cabeza lo hicieron despertar. No tenía idea de la hora que
era. Miró a su alrededor y se encontró sobre el sillón de la sala. Recordó
haber practicado hasta tarde y haber cenado solo un paquete de onigiris a
punto de caducar. Era evidente que aquello no le era suficiente para
alimentarse como debía, tenía hambre, y mucha.
Dando un gran bostezo buscó a tientas su teléfono
móvil, el cual recordó que seguía en el bolsillo de su pantalón. Al mirar la hora
en el aparato se sintió tranquilo, no era tan tarde como imaginó, podía
alistarse y salir para encontrar a Daiki.
Daiki.
Pensar en su nombre le hizo sentir una explosión
de emociones dentro de su pecho, se sentía capaz de saltar y girar por toda la
estancia. Pero el gruñido de su estomago lo hizo recapacitar y optó por ir a la
cocina y buscar algo decente para el desayuno.
Grande fue su decepción cuando, al abrir el
refrigerador y cada una de las puertas de la alacena, no encontró más que un
paquete de ramen instantáneo. Aquello era realmente frustrante ya que
en verdad se moría de hambre. Volvió a mirar, impaciente el reloj. Tenía
tiempo así que decidió mejor darse prisa. Subió corriendo las escaleras hacia
su habitación, se dio un baño veloz y después de quince minutos ya estaba listo
para partir. Revisó que llevara dinero suficiente, las cosas que necesitaba
para sus clases y las partituras para la practica de esa noche. Una vez
que todo estuvo comprobado y que estaba seguro de no olvidar nada, tomó sus
llaves y salió de casa.
Justo cuando emprendía el camino acostumbrado,
después de haber avanzado un par de metros, recordó que debía ir en dirección
opuesta para conseguir algo que desayunar, así que a toda prisa cambió la
dirección de su camino. Sabía bien a donde ir, no es que tuviera muchas
opciones y tiempo para pensar en otro lugar.
Mientras caminaba, no dejaba de pensar en que cada
vez faltaba un minuto menos para ver a Daiki una vez más. ¿Cómo
reaccionaria al verlo? ¿Estaría enfadado después de su pequeño atrevimiento del
día anterior? ¿Querría golpearlo? ¿Lo ignoraría? O… tal vez…
A Kei le emocionó el pensar de pronto en
las posibilidades positivas, quería y deseaba que así fuera, no soportaría ser
odiado por él. Kei no era de las personas que se arrepienten de
lo que hacen y esta vez no sería la excepción, pero aún así una parte
de él estaba preocupado.
Aunque esa preocupación no era suficiente para que
no se sintiera feliz y radiante. A medida que sus pasos lo acercaban al lugar
en donde compraría algo para desayunar, el cual era un pequeño Starbucks,
pensaba una y otra vez en él y sin querer, repetía su nombre en voz baja.
-Daiki. Daiki. Daiki. Daiki- Decía
una y otra vez. Cambiando de vez en cuando la entonación, haciéndolo con voz
seria, enojada, feliz, infantil, aguda, grave, en fin. A Kei le
encantaba como sonaba aquel nombre y lo que significaba ahora. Siempre que lo
pronunciaba llegaba a él su rostro, su sonrisa, su tierna mirada y a veces
curiosa, su voz, su forma de caminar, su rostro concentrado mientras estudiaba
y muchas más.
En el momento en que llegó a la barra de aquel
café y pidió un latte con leche de soya y un panini, el chico
que lo atendía le preguntó su nombre para anotarlo en el vaso y él soltó lo
primero y único que había en su cabeza.
-Daiki-
-Bien, Daiki-san, su café y bocadillo estarán
listos del otro lado de la barra- Y dicho esto le entregó el ticket con su
orden. Hasta ese momento Kei aún no era consiente de lo que había
dicho y esperó paciente a que su orden estuviese lista.
Minutos después, una chica puso sobre la barra un
café y una bolsa de papel que llevaba dentro el panini.
-¡Daiki-san!- Exclamó la chica mientras leía el
nombre del vaso de café. Kei se sorprendió, su corazón latió
rápidamente y miró a su alrededor. Pensando que tal vez él también se
encontraba por ahí. Miró con ansía entre la gente, esperando ver su rostro
aparecer por ahí. Y justo cuando estaba concentrado en ello, alguien tocó ligeramente
su hombro y lo llamó.
-Daiki-san… su orden está lista-
Kei se giró confundido mientras observaba a
la chica que se refería a él con el nombre de Daiki. Después miró su orden
y la chica estaba en lo correcto, esa era su orden, pero no su nombre. Entonces
fue consiente de lo que había hecho. Sonrió para sí con torpeza y tomó su café
y la bolsa de papel que contenía su panini.
Cuando salió del lugar, miró su café con una
sonrisa. Había estado repitiendo para sí tantas veces el nombre de Daiki que
lo había dicho sin pensar en aquel lugar y solo había provocado que lo
vieran como un idiota al no responder por su orden.
Sonriendo, emprendió el camino mientras le daba
unas cuantas mordidas a su panini y tomaba de su café bien caliente.
Con un andar relajado y a la vez inquieto, Daiki llegó
a la misma esquina, frente al mismo semáforo que el día anterior. Miró curioso
a su alrededor, buscándolo. Le echó un vistazo a su reloj, tal vez aún era
muy temprano, o tal vez era más temprano que la vez anterior. Fue entonces que
deseó haber quedado a una hora fija en lugar de seguir con la incertidumbre del
tiempo.
Lentamente el número de personas que esperaban a
que la luz del semáforo cambiase incrementó y Daiki no hacía otra
cosa que mirar a quien se acercaba, decepcionándose al no encontrarlo.
Fue así que su mente pasó de un gran positivismo a
un tormentoso, doloroso y oscuro lado negativo. Cosas como “¿Y si se ha
arrepentido? ¿Si en realidad no quería… besarme? Seguramente prefiere no volver
a verme”
Supo al instante que parecía una colegiala
enamorada, estaba exagerando, pensando en lo peor cuando seguramente solo se
había retrasado un poco.
Sin embargo su incertidumbre no hizo más que
aumentar en cuanto notó que la luz del semáforo cambió y las personas
comenzaban a cruzar. No tenía idea de si había llegado demasiado temprano o si
solo estaba esperando en vano. De pronto comenzó a dudar, podía seguir ahí de
pie, esperándolo pacientemente un poco más, o cruzar de una vez por todas y así
acabar con esto. No sabía bien que debía hacer. Estaba confundido, asustado y
se sentía vulnerable. Las cosas que más odiaba sentir.
De pronto, la luz cambio una vez más y
su oportunidad de cruzar se esfumó, fue entonces que decidió mentalizarse
en que era buena idea esperarlo, algo le decía que valía la pena y que tal vez
había llegado demasiado temprano. Así que de nuevo se quedó solo en aquella
esquina, con el semáforo en rojo frente a el y unos cuantos autos pasando en
dirección opuesta.
Poco a poco, una vez más, la gente comenzaba a
llegar. Y el seguía esperando, mirando de reojo por si lograba verlo
acercándose. Casi podía imaginarlo llegando con una sonrisa despreocupada. Para
no volver a pensar en cosas absurdas, miró su reloj y comprobó que aún era temprano.
Y entonces ahí estaba. Inesperadamente alguien se
detuvo a su lado y con voz cansada, seguramente por caminar casi corriendo, lo
saludó con normalidad.
-Buenos días-
Daiki levantó la mirada y lo vio. Estaba
ligeramente despeinado y casi podía ver que algunos mechones de su cabello
seguían húmedos. Llevaba en una mano un vaso con lo que creyó era café y en la
otra una bolsa de papel vacía.
-Buenos días- Saludó Daiki con voz
temblorosa al reparar que lo estaba observando fijamente en lugar de responder.
-Creo que he llegado un poco tarde. Pero tenía que
pasar por algo de desayunar o podría morir en cualquier momento- Agregó Inoo con
una sonrisa mientras le daba un trago a su café.
-Supongo que te has quedado dormido- Comentó Daiki,
tratando de relajarse y de conversar con naturalidad.
-Algo hay de eso-
Y de pronto, ambos se quedaron callados, mirando
al frente y de reojo mirando al otro para saber si se encontraba igual de
nervioso.
Daiki observaba fugazmente como iba vestido,
la forma en la que estaba de pie, como sus manos rodeaban el vaso con café y
sus ojos parecían cansados. Al volver a ver sus manos, reparó que había algo
escrito en el vaso. Sabía que normalmente escribían el nombre del cliente para
así poder entregar el café correcto a la persona indicada, pero lo que Daiki lograba
distinguir no era una “I” o una “K”… era una “D” seguida de algo que parecía
una “A”.
-¿Qué dice tu vaso?- Preguntó Daiki, lleno de
curiosidad.
-¿Eh?- Reaccionó Kei mientras recordaba
que había dado el nombre de Daiki en lugar del suyo. Ahora si que se
sentía avergonzado. Justo en el momento en que pensaba como podía evadir la
pregunta y ocultar mejor lo que decía el vaso, el semáforo cambió de color, era
momento de cruzar.
Al llegar al otro lado, Kei giró
disimuladamente su vaso para ocultar mejor lo que estaba escrito y decidió
mejor emprender una nueva conversación.
-¿Ya sabes bien lo que estudiarás en nuestra
adorable universidad de artes?-
Daiki lo observó mientras arqueaba una ceja
inquisitiva, era evidente que Kei estaba cambiando el tema, pero no
contaba con que a él no se le olvidaban tan fácilmente las cosas, aún así le
siguió la corriente. La siguiente pregunta sería la suya.
-Diseño. O algo relacionado con la pintura- Respondió
un poco avergonzado, era la primera vez que se lo decía a alguien.
-Así que te gusta dibujar-
-No tanto así. No son los típicos dibujos en los
que plasmas tal cual lo que vez, me gusta crear cosas nuevas, jugar con los
colores, las formas y todo eso-
Kei percibió el entusiasmo en la voz de Daiki y
no pudo evitar sonreír, era la misma emoción que él experimentaba cuando tocaba
el piano.
-Entonces estas tomando la decisión correcta.
Deberías ir a una de esas visitas en donde les explican las diferentes carreras
y las opciones que tiene cada una para que exploten su potencial artístico. Te
servirá para enfocarte aún más hacia la carrera que tienes en mente-
Daiki asintió. La verdad es que no se le
había ocurrido que podía ir a una visita a la universidad. Había estado tan
concentrado estudiando, tan solo enfocándose en los buenos resultados, que
olvido que hacer esa visita también era importante.
-Preguntaré cuando es que puedo ir a una de esas
visitas. Por otra parte, aún no me has respondido que es lo que dice tu vaso-
Kei se sonrojó levemente, pensó que tal vez Daiki lo
había olvidado y casi se sintió victorioso, ahora ya no tenía excusas para no
mostrarle.
-Esta bien, pero promete no reírte de mi-
Daiki lo observo con mucha más curiosidad.
-No me burlaré. Muéstrame-
Y con un suspiro de resignación, Kei se
detuvo y poco a poco giró el vaso para que Daiki pudiera leer lo que
decía.
Grande fue su sorpresa al descubrir su nombre ahí. Daiki parpadeó
confundido, pensó que tal vez estaba leyendo mal, así que dio un paso hacía Kei y
miró más de cerca, comprobando que efectivamente ahí estaba su nombre, lo cual
resultaba más extraño de lo que esperaba. Ni siquiera sabía que pensar o como
reaccionar.
-Si, sé que es… extraño- Dijo Kei al
notar la expresión en el rostro de Daiki.
-Bueno, tal vez “extraño” no lo defina del todo,
pero algo hay de eso. ¿Por qué está mi nombre en tu vaso de café?-
Kei se ruborizó un poco e intentó desviar la
mirada, mientras Daiki lo observaba con demasiada curiosidad.
-Es que… estuve pensando demasiado en ti. Desde
que desperté hasta que fui a ese lugar para comprar un café yo… pensaba en ti y
dije tu nombre en lugar del mío-
Kei sonrió y Daiki se ruborizó.
-Vaya… eso si que es…-
-¿Te parece raro?- Preguntó Kei mientras
observaba fijamente a Daiki, mientras este se esforzaba por desviar la
mirada y al mismo tiempo intentaba no parecer más nervioso de lo que realmente
se sentía.
-No. No es esa la palabra que buscaba. Es solo
que… no logro entender porqué… ¿Por qué dices que estabas pensando en mi?-
Kei sonrió, dio un paso al frente y la
distancia que los separaba ahora era tan mínima que Daiki pudo
percibir el suave aroma a shampoo del mayor.
-¿Por qué no lo haría?- Preguntó Kei mientras
que con una mano tomaba el rostro de Daiki, obligándolo así a mirarlo. A Daiki se
le erizó la piel al sentir el contacto de la mano de Kei en su
rostro.
Daiki no supo que responder, la mirada de Kei lo
tenía atrapado. De nueva cuenta se sentía aislado del resto del mundo. Era como
si estar junto a él, así, fuera lo único que importara, sentía que podía
ser capaz de cualquier cosa. Así que esta vez fue él quien tuvo el impulso y se
decidió a no ignorarlo.
Sin que Kei se lo esperara, se acercó a
él y lo besó. Para lograrlo del todo tuvo que ponerse ligeramente de puntillas,
pero aquello no resultó un problema. Mientras los labios de Daiki se
encontraban con los de Kei, sus manos se aferraron a su abrigo y sus ojos
permanecieron cerrados.
Para Kei fue una tremenda sorpresa, no
iba a negar que si tenía la intención de besarlo, desde la noche anterior
sentía la terrible necesidad de volver a probar aquellos labios, pero que Daiki hubiese
tomado la iniciativa lo hacía diferente, lo hacía más que especial y sin
más que esperar, cerró sus ojos y respondió a aquel tímido beso. Tomo
entre sus manos el rostro de Daiki y pudo sentir como éste buscaba
aferrarse a su cuello con sus dedos fríos y temblorosos.
Aquel contacto se convirtió en un juego de labios
y lenguas. Tan lento, acompasado e íntimo que para ambos el mundo que los
rodeaba desapareció, el tiempo no importaba, solo deseaban seguir experimentando aquello
que los hacía sentir flotar entre nubes, ni siquiera les faltaba el aliento,
sus suaves movimientos los hacían disfrutar más del otro en cada roce, en cada
unión de sus labios.
Lentamente se separaron, pero sus frentes se
unieron, y aún con los ojos cerrados, ambos sonrieron, sintiendo que el
otro también lo hacía.
-Eres tan…- dijo Kei, sin lograr encontrar la
palabra adecuada. Se sentía tan embriagado de todo lo que era Daiki que
le era imposible definir aquello con una palabra.
-Dulce- agregó Daiki al sentir aún el
sabor a café en sus labios. Le gustaba, era delicioso y quería probarlo de
nuevo. Estaba seguro de ser capaz de dar cualquier cosa a cambio de poder
besarlo por siempre.
-Adictivo- concluyó Kei después de
escuchar lo que Daiki había dicho. Para Kei, sin duda alguna, Daiki le
era adictivo. Desde el primer momento en que lo vio no pudo dejar de pensar en
él, y justo ahora se sentía incapaz de dejarlo ir.
-Jamás me había sentido así antes, por nadie ni
por nada. No sé que es esto pero lo que si sé es que no quiero que termine-
Susurró Daiki mientras sus mejillas se tornaban rojas y levantaba la
cabeza, haciendo que su frente y la de Kei se despegaran, y así poder
mirar al mayor a los ojos. Los cuales se curvaron en cuanto Kei sonrió
al escuchar estas palabras.
-Yo sé lo que es. Y me encantaría quedarme aquí
todo el día, pero si no llegó a mi clase estoy seguro de que tendré problemas
con el espartano de mi profesor- bromeó Kei mientras acariciaba
gentilmente la mejilla de Daiki con su mano.
-Yo también debo ir a clase, con el examen de
admisión tan cerca debo prepararme para aprobarlo. Solo quisiera saber si
ahora, después de que… bueno… nos hemos… eh…- A Daiki le costaba
continuar, le avergonzaba en demasía decir aquello. Una cosa era hacerlo y
pensar en ello y otra muy diferente era decirlo en voz alta, estaba consciente que
al decirlo lo haría más real y con ello, también más frágil.
-Besado- Completó Kei con una sonrisa
traviesa en el rostro. Le gustaba ver la expresión avergonzada de Daiki.
-Si, eso… eso significa que tu… tu y yo… eh… puede
ser que… ah…- Sabía que parecía un idiota y odiaba aquello. Pero jamás se
imagino tener que decir algo semejante delante de alguien y mucho menos de un
chico.
-¿Quieres saber si esto nos convierte en algo más
que amigos? ¿Algo como “una pareja”?- Preguntó Kei mientras sentía
que también se ruborizaba. No tenía pensado en tener que ponerle una etiqueta a
aquello que pasaba entre ellos, pero tampoco pensó que fuese inapropiado.
En respuesta, Daiki asintió con la
cabeza mientras clavaba su vista en el suelo y su rostro delataba lo muy
avergonzado que se sentía. Kei sonrió al verlo, le pareció lo más
tierno y adorable que jamás imaginó ver. A pesar de que el solía odiar ese tipo
de cosas, pero ya que se trataba de Daiki, supo de inmediato que viniendo
de él, no le parecía en lo absoluto absurdo y tonto, al contrario, le encantaba
aquello.
-Bueno, déjame ver…- Dijo Kei mientras
aparentaba estar pensando seriamente aquello, mientras que Daiki lo
observó con curiosidad, pensando que tal vez el mayor dijera que no
era necesario ser nada.
-¿Te gustaría ser mío?- Preguntó Kei con
una sonrisa en el rostro. Sin embargo Daiki se ruborizó aún más. En
definitiva no se esperaba esa clase de pregunta.
Mientras esperaba por una respuesta, el eco de sus
palabras lo avergonzaba a cada segundo, pero no iba a retirarlas, ya las había
dicho y no se arrepentía, solo que jamás imagino que sería capaz de decirlas
tan abiertamente, y mucho menos a un chico que solo había besado en dos
ocasiones. Pensó que tal vez esa no era la clase de pregunta que Daiki se
esperaba, puesto que seguía luciendo sorprendido. Kei temió que tal
vez debió optar por la pregunta tradicional, pero esta relación no tenía nada
de tradicional y común así que había pensado que decir aquello era lo más
indicado.
Daiki se quedó sin aliento, no supo
exactamente cuando tiempo paso en silencio, mirando al mayor, quien esperaba
por una respuesta con una sonrisa que cada vez más lucía más nerviosa. Quería
responderle, pero no encontraba las palabras, a penas y lograba hacerse una
idea de lo que aquello significaría de ahora en adelante. Le gustaba la idea,
pensar en ello no era en absoluto desagradable, pero no lograba hacer que de su
garganta saliera la respuesta.
Kei comenzaba a inquietarse, imaginó que
aquello resultaba complicado para Daiki, así que pensó en dejarlo respirar
tranquilo un poco y cambió de tema rápidamente.
-Tranquilo, no tienes que responder ahora. Yo debo
irme o tendré problemas si llego tarde. Te veré más tarde, espérame
enfrente de la biblioteca, solo tengo una hora de práctica extra así que pasaré
a la misma hora de ayer. ¿Te parece bien?-
Daiki tragó saliva y aún sin saber muy bien
como reaccionar, logró asentir con la cabeza. No era capaz de pensar en nada,
su mente se quedó en blanco y eso lo asustaba un poco.
-Bien. Cuídate- Le dijo Kei con una
sonrisa relajada, quería demostrarle que no se sentía impaciente, aunque en realidad
lo estaba un poco. Con una mano le revolvió los cabellos y emprendió su camino.
En el instante en que sintió que Kei se
iría, Daiki reaccionó y justo cuando el mayor ya estaba unos cuantos
pasos adelante, exclamó lo primero y lo único que había en su cabeza.
-¡Si!-
Kei se detuvo y se giró rápidamente,
observando a Daiki fijamente, tratando de adivinar si esa afirmación
era aceptando que se verían más tarde o, en cambio, respondía su primera
pregunta.
Sin embargo su duda se despejó en el instante en
que vio el sonrojado rostro de Daiki. Parecía como si estuviera a punto de
soltarse a llorar.
Extremadamente adorable.
Kei sonrió y como un acto reflejo de
nerviosismo, se rasco la cabeza y sonrió torpemente. Aquello parecía
demasiado hermoso para ser real.
Tuvo que contener su impulso de volver hacia él y
tomarlo entre sus brazos. Estaba consciente de que si lo hacía le sería
imposible dejarlo ir en un buen rato y aún tenía que llegar a clase. Así
que aún sonriente le dijo en voz fuerte.
-Nos veremos más tarde-
Daiki sentía el corazón latirle tan fuerte
que hasta casi podía jurar que ya lo tenía en la garganta. Algo
completamente absurdo e imposible, pero Daiki no tenía humor de
ponerse lógico. En esos momentos quería volar, llegar al cielo y recostarse en
una nube para después reír a carcajadas. Así de feliz se sentía.
Observo fijamente como Kei se alejaba.
Sabía que la clase del mayor iniciaba mucho antes que la suya, lo cual lo
dejaba con el tiempo suficiente para acompañarlo un poco más. Quería
seguir sintiendo a Kei cerca aunque fueran tan solo unos pocos
minutos. Por ahora, con eso le bastaba.
-Creo que puedo acompañarte un poco más- Dijo Daiki una
vez que alcanzó a Kei. Éste lo miró con una sonrisa y un ligero
sonrojo coloreó sus mejillas. A Daiki le gusto notar aquello y sentir
que él era la razón de aquella reacción.
Así fue como comenzaron a caminar uno junto al
otro, envueltos en un silencio que no era incomodo, sino especial. Como si a
partir de ese momento tan solo les bastará con saber que tenían la compañía del
otro y que nada más importaba. Incluso el silencio era especial.
-Así que… tienes una practica extra hoy. ¿Es para
algo importante?- Preguntó Daiki, quien en verdad se sentía curioso
por saber..
-Muy importante. Te lo dije ayer, debo ganar ese
concurso. Es cuestión de orgullo, supongo- Respondió Kei con
naturalidad mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
-¿Y de qué es el concurso?-
Kei no respondió de inmediato, pareció
pensativo, como si planeara algo.
Y así fue. Kei no quería revelarle tan
pronto a Daiki que se dedicaba a tocar el piano. Deseaba guardarlo
como una pequeña sorpresa, así que lo único que atinó a hacer fue intrigarlo un
poco más.
-Descúbrelo la próxima semana. Ve al Tokio Hall el
próximo domingo, a las 2 de la tarde. Te estaré esperando- Dicho esto, Kei le
guiñó un ojo y se detuvo -Será mejor que regreses a tu camino
correcto. No quiero que tengas algún retraso por mi culpa. Ya tendremos tiempo
de conversar más tarde. Te veo a las ocho con quince minutos, ¿esta bien?-
Daiki quiso seguir conversando y caminando a
su lado, pero entendió que mientras más tiempo pasará a su lado, más difícil
sería alejarse de él. Así que sin más se detuvo, y antes de dar media vuelta le
sonrió y dijo.
-Te veré más tarde-
Y sin más se marchó. Kei lo observo unos
segundos y continuó con su camino.
Ambos sonreían tan radiantes al caminar que
cualquiera que los viera pensaría que estaban dementes. ¿Cómo alguien puede
sonreír así mientras camina por la calle?
Alguien tan feliz que no puede ocultarlo. Así
pensaban ambos.
Una vez finalizada la primer parte del día, Daiki decidió
tomar su almuerzo en el jardín trasero. Estaba bastante tranquilo y le pareció
ideal para concentrarse en sus pensamientos.
Recordó las palabras de Inoo: “¿Te gustaría
ser mío?”
En seguida recordó la forma en que respondió.
Gritando un “¡Si!” mientras sentía la cara tan roja que seguramente se
podría comparar fácilmente con un tomate. Los ojos se le habían puesto tan llorosos
por la emoción acumulada que en verdad pensó que podría soltarse a llorar en
ese preciso instante.
-Le dije que si...- Murmuro en voz baja mientras
recordaba el momento una y otra vez. Como cuando te gusta tanto una película
que repites tu escena favorita para volver s sentir las emociones que te
provoca.
También recordó lo que Inoo le había
compartido sobre aquel importante concurso. “Descúbrelo la próxima semana. Ve
al Tokio Hall el próximo domingo, a las 2 de la tarde. Te estaré esperando”
No tenía idea de en donde podría encontrarse dicho
lugar, así que hizo una no tal mental para averiguarlo más tarde. Después
se puso a imaginar qué clase de concurso sería. Estaba seguro de que
debía ser algo relacionado con la música, aquello lo hizo emocionarse aún más y
a desear que aquel día llegará pronto.
Haciendo cuentas, faltaban 10 días para descubrir
al fin el misterio.
-Puedo esperar- se dijo con seguridad mientras
tomaba un poco de té que había comprado en la cafetería.
-¡¡INOO!! ¡¡PRESTA ATENCIÓN O SAL DE MI CLASE!!-
De un salto, Kei se puso de pie y miró a
su alrededor. Claro, aún se encontraba en clase. ¿Qué clase era?
Había estado perdido toda la mañana y ésta no era
la primera vez que lo regañaban. Lejos de sentirse arrepentido e incluso
apenado, simplemente sonrió torpemente y volvió a tomar asiento.
-Lo siento profesor-
-Si no vas a estar atento mejor no entres jamás a
ninguna de mis clases, ¿entendido?-
-Si señor-
Y tras unos cuantos murmullos, la clase continuo
con aparente normalidad. Aunque Kei seguía sin lograr prestar la
atención requerida, ni siquiera recordaba las últimas palabras que el profesor
había dicho antes de regañarlo. Ni siquiera sabía como era posible de que se
diera cuenta de que no estaba prestando atención.
¿Acaso era demasiado evidente?
Trató de ponerse serio al notar la cara de
ensoñación que aún mostraba. Para aparentar aún mejor, fingió estar tomando
notas de lo que estaba en el pizarrón, aunque simplemente se limitó a anotar de
forma automática, sin leer realmente lo que ahí decía y sin tener idea del
tema.
¿Qué importaba ahora todo lo demás cuando al fin
se sentía tan feliz? Se sentía tentado a gritar "¡Al diablo
todo!"
Pero, pensándolo mejor, no era una buena idea. No
estaba listo para mandar todos sus estudios al demonio por su infinita
felicidad. La música y Daiki eran sus razones principales para ser
feliz. Sus motores.
A partir de ese momento se sintió en graves
aprietos. Sabía que no podía hacer nada sin la música, tal vez eso significase
que sería lo mismo si se quedaba sin Daiki. Bueno, aún era demasiado
pronto como pare pensar en un desenlace si ni siquiera había comenzado
correctamente. Tenía que ser más positivo, disfrutar de su ilusión; pero sobre
todo, tenía que prestar verdadera atención a sus clases si no quería más
problemas.
Cuando al fin tuvo tiempo libre, decidió ir por
algo de comer a la cafetería. Ya habían pasado cuatro horas desde su
improvisado desayuno, por lo cual era de esperarse que ya se sintiera
hambriento nuevamente.
Mientras comía tranquilamente un gran plato de
arroz con curry, de forma estrepitosa y con el evidente afán de resultar
molesto, su profesor se sentó junto a él en la mesa y le dio un golpe en la
cabeza con unos papeles que al parecer eran partituras.
-¿Qué hace?- Preguntó Kei con un ligero
tono molesto. A pesar de todo, sentía que no había nada capaz de hacerlo
enfadar de verdad aquel día.
-Eso mismo me pregunto yo, ¿Qué demonios haces?
No, más bien ¿Qué demonios has estado haciendo todo el día?-
Kei terminó de masticar lo que tenía en la
boca, tomó agua y respondió con el afán de molestar a su profesor.
-¿Lo dice en forma filosófica? ¿Cómo el
significado de nuestra existencia en este plano de la realidad? Porque es una
respuesta bastante amplia y podría tomarme mi tiempo en explicarle que-
-¡No me vengas con esas tonterías ahora, Inoo!-
Lo interrumpió su profesor justo a tiempo. Kei sonrió para si y
siguió comiendo tranquilamente, a la espera de lo que el profesor estuviese por
agregar.
-Me han llegado los "comentarios" de que
al parecer tienes cosas más importantes en las que pensar que prestar atención
a tus clases. Está bien que eres el mejor de tu departamento, pero eso no te da
derecho de hacer lo que te venga en gana en cada clase. ¿Qué es lo que te tiene
tan distraído? ¿Es por el concurso?-
Kei tragó con dificultar al intentar no reír
ante la última pregunta. Claro, era más fácil decir que estaba un poco
"nervioso" por el concurso que admitir que estaba tan feliz que solo
por ese día nada más le importaba.
-Bueno, si. Estoy un poco preocupado por algunos
movimientos que no he logrado perfeccionar. Sabe que soy perfeccionista así que
en verdad quiero realizar una presentación más que perfecta. Usted me entiende-
Debía admitir que la mitad de aquello era verdad. Deseaba con todo su corazón
que aquella presentación resultase más que perfecta, pero no solo porque se
tratase de un concurso; Daiki estaría ahí, observándolo,
escuchándolo. Deseaba ser más que perfecto para que así Daiki quedara
por completo atrapado por su musica.
Quería ver la expresión en su rostro, deseaba
saber si sería igual de sonriente y relajada que cuando escuchaba a otros desde
aquella biblioteca. Acaso tal vez sería una expresión aún mejor. Kei se
moría de ganas por descubrirlo.
-Si es así, podemos extender nuestra lección extra
de hoy. Puedo quedarme una hora más, ¿Qué dices?-
-¡No!- Exclamó de inmediato. De ninguna manera
podría quedarse más tiempo, había hecho una promesa con Daiki y
estaba dispuesto a cumplirla.
El profesor lo miró extrañado, fue entonces que Kei fue
consciente de la forma tan precipitada en la que había reaccionado, sin duda no
era lo mejor que pudo haber hecho, así que aclaró su garganta y continuó
diciendo en un todo más tranquilo.
-Disculpe, es el estrés... Ah, en verdad agradezco
que quiera dedicarme su valioso tiempo pero si salgo más tarde no encontraré
transporte para volver a casa, además ya tengo programada mi rutina para ésta
noche. Le prometo que me mantendré concentrado en mis clases y que mis
prácticas serán cada vez mejores-
Kei estaba seguro de que con esto bastaría
para convencer a su profesor, lo cual resultó ser cierto.
-Bien, de cualquier forma te veré más tarde para
la lección. Si escucho más "comentarios" sobre tu desempeño en clases
entonces te obligaré a tomar más lecciones extra sin importar que tengas que
vivir en la universidad, ¿entendido?-
Con un todo de voz seguro, Kei asintió y
observó como su profesor lo dejaba al fin solo.
Aliviado al fin, dejó salir un pesado suspiro y
termino de comer. Tenía que concentrarse y poner verdadera atención a sus
clases, aunque aquello no le quitaba el privilegio y el gusto de pensar en Daiki un
poco más.
Cuando sus clases al fin terminaron, se dirigió al
auto, como de costumbre, y éste lo dejo frente a la biblioteca. Justo antes de
descender del vehículo, el chofer se giró para verlo y le comunicó.
-La señora me ha pedido que venga por usted más
tarde-
Daiki puso los ojos en blanco, exhaló con
fastidio y dijo con toda la calma que era capaz de fingir ante semejante
situación.
-No es necesario. Ella ya lo sabe. Dile que
necesito estudiar y que no sé bien a que hora terminaré. Recuérdale que los
exámenes de admisión están cada vez más cerca y necesito toda mi concentración.
Volveré a casa solo así que, en serio, ni te molestes en venir-
En el fondo, Daiki sabía que se
comportaba de manera injusta con el pobre empleado, el cual solo se limitaba a
seguir ordenes. Pero le enfadaba demasiado que aquel hombre solo pudiera hacer
lo que su madre le ordenaba. Era desesperante y por ende reaccionaba de tal
manera.
-De acuerdo joven, hasta luego-
Y sin más, Daiki salió del vehículo y
tan solo escuchó a sus espaldas como éste se alejaba.
Ahora no tenía humor para pensar en lo que podría
hacer o decir su madre. Justo en ese momento le importaban dos cosas: realizar
su rutina de estudio como de costumbre y esperar la hora indicada para volver a
ver a Kei.
Lo último le causaba muchísima más emoción. Así
que en cuanto entró en la biblioteca, se dirigió al lugar de costumbre y sacó
sus notas. Estaba seguro de que si se concentraba lo suficiente el tiempo
pasaría mucho más rápido.
La lección extra de Kei estuvo cargada
de tensión. Sabía que tenía que hacerlo perfecto para así evitar una hora más
de práctica. Tenía que dejar a su profesor totalmente convencido de que estaba
progresando y de que podía seguir practicando en casa.
Sus hombros estaban tan tensos que casi le dolían
mientras movía sus manos sobre las teclas del piano, sin embargo estaba
decidido a hacerlo bien.
Además, si había estado practicando en casa, lo
cual no era una mentira en lo absoluto. En los últimos días, Daiki había
sido su principal fuente de inspiración y aquello seguía flotando en su mente,
como un pequeño oasis que estaba cada vez más cerca de él a medida que pasaban
los minutos.
Cuando terminó de tocar, notó que su frente estaba
perlada en sudor, pero estaba satisfecho, lo que había hecho era perfecto. Y
sin duda para su profesor había sido igual.
-Bien hecho Inoo. A pesar de que la tengas
dominada, no debes confiarte. Sigue practicando en casa. Te veré mañana-
Y sin más su profesor se marchó con una sonrisa de
satisfacción en el rostro. Kei suspiró y dejó caer los brazos a los
lados. Se sentía tan agotado que la idea de recostarse sobre el suelo y
descansar un buen rato no le pareció para nada descabellada. Hasta que de
pronto recordó que tenía algo importante, muy importante, que hacer. Miró su
reloj y descubrió que justo eran las ocho en punto. Tenía el tiempo suficiente
para llegar puntual a la cita, así que guardó sus partituras con mucho cuidado,
masajeó sus hombros tensos y sus muñecas cansadas y salió del salón con pasos
tranquilos, esforzándose por no lucir demasiado ansioso. No quería asustar a Daiki y
que éste pensara que tal vez era un maniaco obsesivo.
Con dos minutos de anticipación, Daiki salió
de la biblioteca y esperó firmemente junto a la entrada, a la espera de Kei.
Se sentía tan emocionado que el corazón parecía darle vueltas dentro del pecho.
Miraba impaciente en dirección a la universidad,
esperando verlo llegar dentro de poco. Y así fue.
Kei caminaba lo más tranquilo posible
cuando, al ver a Daiki esperándolo junto a la biblioteca, no pudo contenerse
más y aceleró el paso.
Daiki se giró y lo vio acercarse mientras una
sonrisa se dibujaba en su rostro. Era una de esas sonrisas tan grandes y
cargadas de felicidad que seguramente sería capaz de iluminar la calle entera
como un enorme faro.
-Hola- Saludó Kei cuando al fin estuvo
frente a Daiki.
-Hola-
-Temía tanto llegar tarde que no tienes idea de lo
que tuve que hacer para salvarme de tener que quedarme una hora extra- Comenzó
a contar Kei mientras sonreía un poco avergonzado.
-Vaya. Parece que has tenido que cargar con una
gran responsabilidad- Comentó Daiki en cuanto notó que los hombros de Kei lucían
tensos. No podía explicarse con claridad como lo había descubierto. Tal vez se
debía a que ya tenía tan gravada su figura en la mente que justo ahora ese
detalle lo hacía lucir diferente.
-Ni te imaginas. En determinado momento pensé
"¿Y si éste monstruo me obliga a quedarme? ¿Cómo le diré a Daiki que
no me espere?" Y entonces con tal solo imaginarte aquí, solo, esperando
por mi durante una hora, me hizo sentir que debía dar lo mejor de mi para
convencer al profesor de que no iba a necesitar esa clase extra-
Daiki rio con la larga explicación de Kei y
enseguida tuvo una idea.
-Creo que sería de mucha utilidad que
intercambiemos números de teléfono. Así podrás avisarme si tu terrible profesor
decide tenerte cautivo por más tiempo y entonces no había de que preocuparse-
-¡Suena bien!- Exclamó Kei de inmediato,
al mismo tiempo que sacaba su teléfono móvil del bolsillo. - Así no tendrás que
quedarte esperando por mi una hora-
-Te esperaría- Dijo Daiki rápidamente
mientras enviaba su información de contacto vía bluetooth al teléfono
de Kei.
Esto dejó al mayor sin palabras.
-Pero... ¿Por qué?-
-¿Qué es una hora más ante todo un día? Podría
estudiar una hora más sin problema en lo que tu lidias con tu profesor-
Kei se perdió en la mirada de Daiki; en
sus pequeños ojos curvados por efecto de su radiante sonrisa; la forma en la
que había ladeado un poco la cabeza; su voz que aún resonaba suavemente en sus
oídos.
-No hagas eso-
Dijo Kei, enseguida estiró uno de sus brazos
para tomar a Daiki por el cuello y así pegarlo a su cuerpo. Lo abrazó
tan fuerte que no reaccionó hasta escuchar el pequeño quejido del menor.
-Eso... lastima... un poco-
Rápidamente Kei redujo la fuerza que
había empleado, pero aún así no dejó de abrazar a Daiki.
Con un brazo le rodeaba la cintura y con la otra
mano le acariciaba suavemente la nuca, enredando sus largos y delgados dedos
entre el cabello del menor.
Daiki respondió al abrazo, tomando la espalda
de Kei con ambas manos y cerrando los ojos mientras se relajaba al
sentir los dedos del mayor jugar con su cabello.
-Podría quedarme así para siempre- Susurró Kei.
-Yo también. Pero si no tomo el autobús y llego a
casa, estaré en serios problemas- Dijo Daiki, mientras la imagen enfadada
de su madre arruinaba el dulce sentimiento que experimentaba.
-¿Qué tan serios?- Preguntó Kei con
curiosidad aún sin soltar a Daiki.
-Mi mamá. Furiosa. Podría prohibirme venir a la
biblioteca y quedarme encerrado en casa toda la tarde- Respondió Daiki con
resignación.
-Bien. Vámonos para que puedas volver a casa y así
pueda verte mañana- Suspiró Kei con resignación al mismo tiempo que
se separaba de Daiki lo suficiente para verlo a la cara.
-Hace un momento, ¿Qué quisiste decir con “No lo
hagas”?- Preguntó Daiki. Desde que lo había escuchado sintió una gran
curiosidad.
-Me refería a que no pongas esa expresión adorable
tan repentinamente. Me haces desear no dejarte volver a casa. Jamás-
El rostro de Daiki enrojeció rápidamente
ante la respuesta de Kei.
-Intentare no hacerlo. Por ahora-
Dicho esto ambos se sonrieron y emprendieron el
camino rumbo a la parada de autobús mientras se tomaban de la mano. Entrelazaron
sus dedos de la forma más natural. Como si fuese algo que hicieran desde
siempre.
En el camino ambos conversaban de cosas sobre
cómo había estado su día y algunos detalles personales sobre gustos y formas de
pasar el tiempo. Sin embargo Daiki no lograba averiguar a que se dedicaba Kei
en aquella universidad. El mayor no le dejaba ni una pequeña pista, lo
cual solo lo hacía pensar que iba a tener que esperar 10 días para saberlo.
Tenía que admitir que aquello también le resultaba emocionante.
Justo al llegar a la parada en donde Daiki debía
descender, Kei le dio un furtivo beso en la mejilla y después le
susurró al oído.
-Te veré mañana, Dai-chan-
Daiki intentó ocultar el sonrojo de su rostro
pero al notar que Kei también estaba ligeramente ruborizado sé sintió
mejor.
-Hasta mañana, Inoo-chan-
Y así, con una sonrisa se despidieron, bajo la
promesa de verse una vez más al día siguiente.
Con esa pequeña rutina transcurrieron los días. Daiki ya
no tenía que dar explicaciones sobre el querer ir a pie a la escuela, de
pronto llegó el momento en que su madre se canso de hacer preguntas y decidió
dejar a su hijo en paz.
Por otro lado, Kei lucia cada día más
ojeroso y un poco pálido. Una mañana, Daiki no pudo guardarse más lo
que pensaba y le preguntó.
-¿Qué acaso no comes no duermes?-
Ante lo cual Kei respondió
tranquilamente.
-Si como, algo. Y de dormir, bueno, mis horas de
sueño se han reducido bastante. Siempre es así antes de cada concurso. El
cual ya es en dos días, espero y no lo hayas olvidado-
Por supuesto que no lo había olvidado, lo tenía
tan presente que no pensaba en otra cosa. Si embargo, ahora le preocupaba que
la salud de Kei pudiese estar en riesgo.
-Entiendo que duermes poco por estar preparándote
para ese concurso. Pero al menos deberías comer bien. ¿Qué es lo que
sueles comer?-
Ante la pregunta de Daiki, Kei sonrió
ampliamente y no pudo evitar el usar un tono bromista.
-¿Por qué? ¿Acaso vendrás a prepararme
algo de comer?-
Daiki sabía bien que Kei bromeaba,
entonces se le ocurrió que él también podía hacer lo mismo.
-Por supuesto-
Como respuesta, Kei se quedó sin habla y
se detuvo repentinamente. Daiki lo miró con una sonrisa triunfante.
-Olvídalo. No se cocinar- mencionó Daiki rápidamente
antes de que las ilusiones de Kei crecieran aún más.
-Me lo imaginaba. Aún así, buen intento-
Ambos rieron y continuaron con su acostumbrado
camino matutino.
Cuando Daiki se encontraba en la
escuela, no podía dejar de pensar que el día del concurso estaba cada vez más
cerca. Tan solo faltaban dos días y sentía que la espera aún sería eterna.
Pensó que tal vez sería correcto regalarle algo a Kei,
pero ante todo, quería saber qué clase de concurso sería. Pero ya había
intentado todo y el mayo no cedía ni un poco.
Seguramente tenía una buena razón para ocultarlo,
solo que no se le ocurriría cual podría ser.
Ya habían transcurrido ocho días desde que ambos
se habían convertido en una pareja. Era evidente que era la primera vez
para ambos ya que sé sonrojaban con facilidad y los besos que se daban eran a
escondidas. Desde ese entonces, por alguna extraña razón, Daiki dejó
de pensar en el piano de los martes. Lo había escuchado hace unos días y
quedo igual de fascinado, pero últimamente ya no prestaba la misma atención. Su
mente estaba, además de pensar en Kei, más concentrada en sus
estudios. Dentro de una semana tendrían un examen simulacro en la escuela y
sentía que tenía que prepararse más.
A estas alturas, Kei no era el único que
se esforzaba por algo, Daiki también lo hacía, con una ferviente
decisión de aprobar el examen de admisión.
Las prácticas de Kei eran cada vez más
intensas. Su profesor se volvía cada vez más exigente y lo corregía ante
la más mínima equivocación. Pero Kei estaba de acuerdo, eso era
lo que necesitaba y estaba aceptándolo de forma positiva. Sabía que solo así
podía ganar.
Con tan solo pensar que el día en que al fin Daiki pudiera
escucharlo lo emocionaba a un nivel de máxima felicidad. Soñaba con aquel
momento. Imaginaba el rostro conmovido de Daiki, o tal vez sería de
sorpresa, aún no lograba definirlo muy bien.
“No lo sabré hasta que suceda” Pensó mientras
continuaba tocando una y otra vez aquella melodía.
De pronto, los dos días restantes pasaron. Al
fin era domingo.
Daiki salió de la cama sin necesidad de un
despertador. Tomó la ropa que ya había dejado preparada y al terminar de
vestirse comprobó que tenía en el teléfono móvil la dirección correcta. Ya le habia preguntado
a Kei con anticipación que al menos le dijera cómo llegar, así
que tenía sus claras instrucciones anotadas en un correo electrónico.
Para evitar el dar mayores explicaciones, Daiki tomó
una pequeña mochila y se guardó un lar de libretas y lápices. Después guardó su
cartera y con el corazón latiéndole con fuerza se decidió a salir.
-¿A dónde irás tan temprano?- Preguntó su madre
mientras no dejaba de leer el periódico.
-Iré a estudiar a la biblioteca. Los exámenes
están muy cerca y necesito máxima concentración. Volveré tarde- Y sin
ánimos de esperar a que su madre pudiese decir algo más, salió de la casa con
paso tranquilo.
Para su fortuna, a su madre le bastaba tal
explicación, así que no tuvo que pensar más en el asunto. Solo tenía que
tranquilizar a su agitado corazón y llevar el camino con calma, aún tenía
tiempo para pasar a algún lugar u desayunar algo. Aunque la verdad es que se
moría por llamar a Kei y así los dos quedar para desayunar juntos,
pero el mayor de había quedado en casa de su profesor y de ahí de iría al lugar
del concurso.
Daiki tan solo deseo que se encontrara bien y
que hubiese comido adecuadamente.
Y así había sido. La esposa de su profesor había
preparado verdaderas delicias para la comida y para la cena. Incluso el
desayuno lucía majestuoso. En algún momento Kei se imaginó que tal
vez lo trataban como a un príncipe. Sin embargo esta idea fue descartada de
inmediato ante los regaños de su profesor en cada comida. Ante lo cual Kei
se esforzaba mucho en ignorar y tan solo se concentraba en disfrutar de la
deliciosa comida.
Sin embargo, aquella mañana todo fue diferente. Su
profesor parecía serio y muy concentrado. Kei simplemente se dedicó a
disfrutar del pescado asado y del arroz que tenía enfrente.
-Has practicado muy duro muchacho. Lo harás bien-
Soltó de pronto su profesor mientras tomaba un sorbo de su sopa miso.
-No lo haré bien. Será perfecto. ¿Por qué
luce más nervioso que yo? Debería relajarse y disfrutar del desayuno- Las
palabras de Kei fueron directas y dichas sin la menor
preocupación. Estaba decidido a ganar y sobre todo a realizar una
presentación perfecta.
-El siempre se pone así ante cada concurso de los
estudiantes que admira de verdad. Pero ten por seguro de que él confía en ti-
Respondió la esposa del profesor mientras le servía un poco de té a ambos.
-Como sea, desayuna bien. Después vena alistarte.
No debemos llegar tarde-
Kei sonrió y terminó con su pescado.
-Lo sé. No es mi primer concurso-
Pero si era la primera vez que tocaría frente a Daiki y
eso le añadía un toque extra de emoción a todo. Como si en realidad sí se
tratara de la primera vez que tocaría en un concurso.
Más que nervioso, estaba emocionado. Deseaba que
el momento llegara lo más pronto posible. Aún así no iba a precipitarse, sabía
que disfrutar incluso de la agonía de la espera, así que terminó su desayuno
y se retiró de la mesa con calma.
-Gracias por la comida. Ahora iré a cambiarme-
-Bien. Saldremos en treinta minutos- Indicó su
profesor mientras pedía más arroz.
El tiempo transcurrió a su ritmo, a pesar de la
ansiedad, nervios y demás, el tiempo transcurría como debía, sin prisas,
sin alteraciones. Marcando cada minuto tal cual. Avanzando con su acostumbrado pasó
incesante y tajante.
Con pasos tranquilos, aunque su corazón latía con
fuerza y parecía revolotear por todo su cuerpo, Daiki llegó al Tokio
Hall. Había bastante gente en el lugar, parecía un evento importante. Incluso
había unos cuantos periodistas
Daiki se preguntó si alguno conocería a Kei.
Pero no iba a preguntarles así que continuó mirando a su alrededor. En las puertas
que daban entrada a la sala de conciertos había unas personas entregando
folletos, al parecer ése era el programa. Pero antes de lograr acercarse más
para tomar uno, logró ver que algunas personas llevaban consigo unos ramos
inmensos de flores.
Fue entonces que cayó en la cuenta de que él no
llevaba nada para Kei, así que con nerviosismo miró su reloj. Aún tenía
tiempo, así que salió de prisa del lugar. Estando en la calle miró a su
alrededor, debía de encontrar alguna florería cerca. Y no estaba equivocado.
A dos cuadras logró ver una pequeña florería que
al parecer acababa de abrir. Daiki corrió hacia ella y con emoción
comenzó a ver cada una de las diferentes flores que ahí tenía.
-¿Puedo ayudarle en algo?- Preguntó una señora que
al parecer era la dueña del negocio.
-Quiero unas flores... pero no sé cuales-
-¿Son para alguien especial?-
-¡Si!- Exclamó Daiki sin dudarlo. La
señora sonrió al verlo y comenzó a sugerirle un montón de flores distintas. Daiki no
tenía idea de lo que estaba escuchando, hasta que de pronto vio de reojo unas
pequeñas flores de pétalos rojos con un centro amarillo. La forma que
tenían le gustó de inmediato y no dudo en preguntar.
-¿Cómo se llaman éstas?-
-Son crisantemos rojos. Significan "Te
quiero"-
Daiki se sonrojó al escuchar el significado y
con una tímida sonrisa pidió un pequeño ramo de crisantemos rojos.
Después de pagarlos, Daiki salió de la
florería con los crisantemos envueltos en papel celofán y con un listón color
azul cielo.
Al llegar de nuevo al Tokio Hall descubrió que ya
todos habían entrado y que las personas que entregaban los programas ya no
estaban en su lugar. Sin embargo Daiki no tenía tiempo de lamentarse,
tenía que darse prisa y entrar.
Para su fortuna, aún había asientos disponibles
más adelante y las luces aún estaban encendidas. Había llegado justo a tiempo
ya que en cuanto tomó asiento se escuchó el pitido que indicaba el inicio y las
luces se apagaron.
Siguió una ronda de aplausos y fue entonces que Daiki pudo
prestarle más atención a lo que había en el escenario.
¡Era un piano!
¡Aquel era un concurso de piano!
Se sintió emocionado, ilusionado y feliz. Ahora ya
sabía que Kei tocaba el piano y aquello resultó maravilloso. Se moría
por saber en que turno tocaría pero como ya no había alcanzado programa tuvo
que quedarse con la duda y tan solo esperar.
Mientras tanto, en la sala en donde esperaban
todos los concursantes, estaba Kei, quien ignoraba los murmullos de su
alrededor y trataba de calmar a su inquieto corazón. No dejaba de pensar que
seguramente Daiki ya se encontraba afuera, sentado en alguna de las
butacas. A éstas alturas ya había descubierto que tocaba el piano,
así que tenía que dar lo mejor de si para dejarlo sin aliento. Estaba
seguro de que podía lograrlo.
Después de estar en su lugar, sin apenas moverse,
de pronto un chico se le acercó y le preguntó con timidez.
-¿Estás muy nervioso?-
Kei lo miró y sonrió. Tenía la expresión de
alguien que se presenta a su primer concurso. Son raros los casos, pero
ocurren. De alguna forma esto le hizo recordar su primer concurso, lo nervioso
que estaba por no fallar y lo ansioso que estaba por recibir el primer lugar.
Era lo único que le importaba.
Con ternura le sonrió a aquel joven y negó con la
cabeza. Éste le sonrió de vuelta y se marcho sin decir nada más. Seguramente se
moría por conversar con alguien y así poder olvidar su nerviosismo. Kei conocía
bien esa sensación y compartía ese deseo, así que lo detuvo y lo invitó a tomar
asiento junto a él.
Fue así como la mente de Kei logró disiparse un
poco, logro encontrar un poco de tranquilidad y conversó sobre cosas triviales como
el clima o los bocadillos que vendían en la cafetería del lugar. Para Kei resultó
agradable el poder comportarse como un chico ordinario. Normalmente la gente lo
ignoraba y pasaban de él ya que era famoso por ganar cada concurso al que se
presentaba. Sin embargo Kei no tenía intención de proyectar una
imagen así, Kei tan solo era un músico; un pianista, y nada más le
importaba. Hasta ahora.
Justo en esos momentos su principal objetivo no
era obtener el primer lugar y no fallar en nada. Su principal objetivo y lo que
mantenía su mente ocupada, era Daiki. Deseaba con todas sus fuerzas entrar
en el corazón de aquel joven, de aquel curioso estudiante al que
siempre veía sonreír y que por un tiempo tuvo que conformarse con aquello. Pero
ahora todo era diferente. Ahora eran algo más. Ahora sabía su nombre, lo
conocía, podía estar a su lado el tiempo que quisiera. Y aún así quería más.
Quería mostrarle su música, las melodías que era capaz de interpretar a través del
piano y así capturar aún más su corazón.
Eso, para Kei, era lo más importante
ahora.
Claro, también quería ganar y no cometer ningún
error. Pero aquello ya lo daba por hecho, de alguna forma sabía que podía
lograrlo; porque se había esforzado, porque había practicado hasta el
cansancio, porque en cada practica entregaba el alma y el corazón. Estaba listo
para triunfar, de eso no había duda.
Después de conversar unos largos minutos con aquel
joven, este fue llamado. Al fin era su turno y se fue con las manos temblorosas
y los hombros rígidos. Una vez más Kei sintió nostalgia, él
también había salido de esa forma al escenario la primera vez, cuando tan solo
era un niño pequeño. Y en secreto, mientras aquel joven salía al escenario, Kei le
deseó buena suerte; porque algo así le hubiese gustado que alguien dijese aquel
día.
-El siguiente será Inoo Kei. Sigue
siendo de los favoritos, eligió a Bethoveen esta vez, ya quiero
escucharlo-
Murmuró alguien a su lado. Daiki se dio
cuenta que eran dos hombres que al parecer estaban al corriente con las
presentaciones anteriores de Kei. En ese momento se dio cuenta que tal vez
el mayor era más talentoso de lo que parecía, y ante este hallazgo sintió aún
más emoción por escucharlo.
De pronto el piano dejó de sonar y se escucharon
algunos aplausos. Daiki solo pudo escuchar el retumbar de su corazón. Dentro
de su mente se repetían las mismas palabras. "Inoo Kei es el
siguiente."
Con emoción contempló como uno de los
organizadores cambiaba el número de participante. Y después, ahí estaba él,
saliendo al escenario con una elegancia tan natural que parecía un ser tan
diferente y al mismo tiempo el mismo que conocía. En ese mismo instante la audiencia guardó
absoluto silencio, no podía escucharse ni el más mínimo ruido, de
pronto pareció como si todos hubiesen dejado de respirar, incluso Daiki notó
que la forma en la que respiraba era más suave. Los latidos de su corazón se
calmaron y sus sentidos se abrieron por completo.
Kei caminó hacia el piano y discretamente
miró hacia el público, fue entonces que lo encontró, mirándolo con esos ojos
llenos de fascinación que tanto había soñado. Éste era su gran momento. Tenía
que darlo todo, por Daiki.
Una vez frente al piano, desabotonó su elegante
saco y tomó asiento en el banquillo, lo acomodó a su altura y respiró profundo.
Por última vez estiro sus dedos plenamente sobre sus rodillas, cerró los ojos
por un segundo y tragó saliva. Estaba listo.
Colocó sus largos y delgados dedos sobre las
teclas del piano y sin más, comenzó a tocar. Sabía las notas, las tenía tan
grabadas en su mente que tan solo brotaban de forma natural.
Su ritmo era bueno. Perfecto. Sus dedos se movían
con rápidez y después más despacio. Bajaba el tono y enseguida aumentaba
poco a poco. Fue en esos momentos que se sintió libre, como si esa pieza fuera
parte de él, como si fuera su voz, su mirada, todo su ser.
Con cada movimiento de sus dedos explotaban más y
más sus emociones. Cerró los ojos por primera vez y se envolvió en aquella
atmosfera que él había creado. Un espacio en el que tan solo estaban él y Daiki en
el lugar. Tocaba solo para él.
Por primera vez podía sentir como claramente su
música estaba llegando a él, a ese hermoso y delicado chico de instituto que invadió
su vida, sus sueños y lo convirtió todo en locura y sonrisas. Quería más, más
de ese sentimiento, quería que Daiki lo escuchara y comprendiera todo
lo que sentía desde el primer momento en que lo vio en aquella biblioteca.
Mientras tanto, Daiki podía jurar que se
había quedado sin aliento. ¿Cómo era posible? ¿Acaso las coincidencias se daban
así? ¿Así se sentían? Tan insólitas, maravillosas y radiantes. ¿Cómo era
posible que el mundo fuese tan pequeño?
No, no era el tamaño del mundo. Era algo más.
Tenía que ser algo más, seguramente algo único que en esos momentos no logró
notar. Estaba siendo absorbido por aquellas notas, era llevado a un
mundo en el que tan solo él y Kei se encontraban. Sabía perfectamente
que el mayor tocaba solo para él, algo se lo decía.
Fue entonces que lo supo.
Destino.
¿Será posible? ¿Acaso de eso se trataba? Algo tan
pequeño y desconocido era real. Bueno, no tan pequeño, en realidad era inmenso,
tanto que lo absorbía y lo hacía querer permanecer en ese momento
para siempre.
Ese era el piano de los martes. Su amado piano de
los martes.
Daiki sonrió, podía sentir la gran sonrisa
dibujada en su rostro, como ésta estiraba sus mejillas y mostraba todos los
dientes. Una sonrisa tan real que hasta sentía que todo en su interior
también sonreía.
Y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no
lágrimas de tristeza, porque en ese momento lo único que no podía sentir
era tristeza. Estaba tan feliz, emocionado y conmovido que las lágrimas
comenzaron a acumularse en sus ojos. Sabía que en cualquier momento saldrían e
inundarían su sonriente rostro.
Kei tocaba tan magníficamente, justo
frente a él. Le robaba el aliento, justo como sucedía en cada ocasión que
lograba escucharlo desde la biblioteca. ¡Cuántas veces había soñado con conocer
al interprete detrás de aquel fantástico piano!
Y ahora, ahí estaba, tocando frente a él. Ahora
tenía un rostro, uno hermoso, apuesto y elegante. Tenía personalidad, la más
divertida y curiosa que jamás imaginó conocer. Aquel ser que tanto había
soñado, con el que tanto había anhelado conocer estaba frente a él. Y lo amaba.
En ese momento lo supo. Era tan natural admitirlo
como el respirar día con día. Reconocerlo tan abiertamente, con todas y cada
una de las letras era un sentimiento pleno. Pudo sentir como su interior
rebosaba felicidad.
La pieza continuaba y Kei, bañado en sudor,
continuaba tocando con la misma pasión. A cada minuto la emoción aumentaba. De
alguna manera se sintió conectado con Daiki, podía percibir su sonrisa, su
suave respiración e incluso el brillo de su mirada. Con cada suave movimiento Kei se
relajaba un poco para respirar y estaba completamente seguro de que era capaz
de percibir el suave aroma de Daiki.
Queria verlo, aunque fuese de reojo, pero no
debía ya que aquello rompería la magia que estaba creando con cada nota y
seguramente perdería la concentración.
Cada vez faltaba menos y entonces podría verlo,
podría saber al fin lo que Daiki sentía. Lo que ya tenía bastante
claro era lo que él sentía por el menor. Estaba convencido, no le cupo la
menor duda en cuanto las palabras cruzaron por su cabeza.
Lo amaba.
Lo amaba con tal magnitud que superaba toda lógica
y toda razón. Desde el momento en que lo conoció algo dentro de si le
dijo que era inevitable. Anhelaba transmitirle ese sentimiento por medio de
aquella pieza que tan arduamente había estado practicando, pero sabía bien que
también quería decirlo con palabras.
Un paso a la vez. Primero el piano, después
vendrán las palabras y con toda seguridad ninguna de las dos sobrará.
Fue así como terminó, después de unas notas suaves
y pausadas para después convertirse en rápidas y precisas.
Sus dedos se detuvieron y al fin abrió los ojos.
Respiró profundo y notó el sudor que le perlaba la frente. Dejó caer ambos
brazos a los lados y miró al techo, se sentía exhausto pero
absolutamente satisfecho. Sabía que lo había logrado.
El silenció se apoderó de la sala, nadie
podía reaccionar, todas las personas se encontraban tan conmocionadas que no
supieron exactamente quien fue el primero en aplaudir.
Fue Daiki.
Con cuidado dejó las flores en el asiento vacío
que tenía junto a él, se puso de pie y aplaudió con todas sus fuerzas, mientras
sentía las lágrimas correr por su mejillas. Jamás se había sentido así, tan
emocionado y conmovido. Sentía como si Kei le hubiese robado algo,
como si se hubiese apoderado por completo de él. Y Daiki deseaba
pertenecerle por completo.
El público aplaudió, siguiendo el ejemplo de Daiki e incluso comenzaron
a gritar con fuerza "Bravo". Daiki aplaudía y aplaudía como
si su vida dependiera de ello, incluso un pensamiento fugaz atravesó su mente.
"Si continuo aplaudiendo así seguramente me sangrarán las manos"
Eso era imposible y absurdo, y aún así no dejó de
aplaudir.
Kei se puso de pie, las piernas le temblaban
como jamás lo habían hecho. Todas las emociones que había dejado salir lo
tenían tan agotado que sentía que podía dejarse caer sobre el escenario. Pero
no lo hizo. Miró hacía el público y sonrió, escuchó los aplausos y
por primera vez los sintió como parte de él.
Enseguida buscó con la mirada y lo encontró,
con el rostro bañado en lágrimas y esa tierna sonrisa que iluminada todo a su
alrededor.
Daiki era radiante, hermoso, adorable y
perfecto para él. Deseaba poder bajar del escenario y correr a abrazarlo, pero
sus piernas no iban a resistir que bajara de un lugar tan alto, así que le hizo
señas a Daiki con la cabeza y tras una gran reverencia y más
aplausos, Kei salió del escenario.
Mientras aplaudía frenéticamente, notó como Kei lo
miraba y movía su cabeza. Daiki no necesitó mucho tiempo para
comprender lo que esto quería decir, así que en cuando lo vio salir del
escenario, tomó las flores y salió de aquella sala que aún estaba impregnada
del sentimiento que Kei había logrado transmitir a cada persona del
público, pero que sin duda el más especial de todos había sido para Daiki.
Daiki esperó cerca de una puerta que decía
"Solo personal autorizado y participantes" intentó ocultar las flores
en su espalda y miraba curioso en todas direcciones, hasta que la puerta se
abrió y ahí estaba, aún bañado en sudor y con un ligero temblor de manos, Kei,
quien le sonrió y sin decir más, lo tomó entre sus brazos tan fuerte que Daiki estuvo
a punto de quejarse de dolor.
-Lo siento, es que yo... yo moría por verte y...
ahora todo da vueltas dentro de mi cabeza y-
Daiki sonrió al ver a Kei tan
emocionado. Tal parece que salir al escenario y tocar el piano no es tan fácil como
parece. No basta con tan solo saber hacerlo, también se transmiten un sinfín de
emociones y quedas totalmente expuesto ante los espectadores. Sin duda aquello
debía ser agotador
-No sabía que cara pondrías, me la pasé pensando
en un sinfín de opciones y ahora tan solo quiero decirte que yo-
-Te amo-
Interrumpió Daiki. A pesar de que era
divertido y adorable ver a Kei hablar tan rápido y tan nervioso,
aquello solo lo impacientó y sin más soltó aquello que se moría de ganas por
decir. Lo único que importaba decir.
Ante la mirada asombrada de Kei, Daiki le
extendió el ramo de flores que llevaba consigo y le sonrió ampliamente.
-Felicidades por tan magnifica presentación. Mi
amado piano de los martes-
Kei tomó las flores y al hacerlo también tomó
las manos de Daiki. Ambos se miraron y la atracción entre ellos se hizo
cada vez más fuerte. Sin darse cuenta sus cuerpos se acercaban cada vez más
hasta que sus labios se unieron en un delicado beso.
Ambos cerraron los ojos lentamente y se besaron
como si fuese la primera vez. Con movimientos suaves, pausados y entrelazando
sus lenguas a un mismo ritmo. Después se separaron, se miraron y sonrieron tímidamente.
-¿Ya me habías escuchado?- Preguntó Kei mientras
sentía un nudo en la garganta.
-Cada martes, sin falta. Escucharte era lo mejor
que podía pasarme en toda la semana. Vivía para que llegara el martes y poder
escucharte. No tenía idea de que fueras tu, pero algo en mi interior lo deseó
con fuerza en cuanto te conocí en aquel autobús-
Declaró Daiki mientras unía su frente
con la de Kei.
-Y pensar que yo ya te conocía mucho antes de que
me notaras. Siempre que iba a la biblioteca te encontraba estudiando. Y me
cautivaste desde el momento en que sonreíste al escuchar la música de los
demás. En ese momento deseé con todas mis fuerzas que sonrieras igual al
escuchar mi piano. Daiki, te amo demasiado-
Y las lágrimas comenzaron a salir de los
sonrientes ojos de Kei. Daiki suspiró y solo pudo responder.
-Lo sé. Acabas de decírmelo con tu
música-
Volvieron a sonreírse, se besaron una vez más
y aquel momento culminó con un abrazo tan cálido que en ese instante ambos
lo supieron. Jamás se separarían, vivirían juntos, unidos, por la eternidad.
-No conozco éstas flores, ¿Qué son?- Preguntó Kei con
curiosidad mientras cargaba sus flores y su reconocimiento con el primer lugar.
Daiki aún estaba sorprendido de que Kei no
estuviese más emocionado por haber ganado.
-Crisantemos. Significan "Te quiero"-
Respondió Daiki mientras balanceaba su brazo y sostenía aún más fuerte la
mano de Kei.
-Quien me iba a decir que serían tan
romántico. Entonces yo te daré besos que signifiquen "Te amo"-
Ambos sonrieron, se ruborizaron y continuaron
caminando de regreso. Con aquellas hermosas palabras flotando entre
ellos, acompañados de sonrisas y miradas que reflejaban por completo lo que sentían el
uno por el otro.
Un año después
-¿Estás seguro de que está bien que pinte en esa
pared?
-Totalmente seguro. Quiero que lo hagas, no puedes
retractarte-
-No es que me retracte, me preocupa que dirán tus
padres si lo ven-
-No dirán nada, ya no viven aquí. Ahora nosotros
vivimos aquí y ya te compré la pintura, así que deja de poner pretextos y
hazlo-
-De acuerdo... pero no quiero quejas después,
¿Entendido?-
-¡Arioka! ¡No seas infantil y ponte a
pintar esa pared o yo te pintaré a ti!-
Fue así como, entre risas y bromas, Daiki se
puso manos a la obra y comenzó a pintar sobre aquella pared frente al piano.
Llevaban viviendo juntos medio año, Daiki había entrado a la
universidad de artes y a sus padres no les había importado demasiado.
Curiosamente, a su madre le entusiasmó la idea de tener a un artista
en la familia, aunque aún era algo rápido para entusiasmarse de esa
manera.
Kei le había dicho a sus padres que invitaría
a Daiki a vivir con él y parecieron satisfechos con eso.
Por el momento, ninguno de los dos necesitó dar
mayores explicaciones. No les importaba pensar en ello, simplemente el vivir
juntos, de disfrutar cada día juntos era lo mejor que podían esperar del día a día.
Desde el momento en que Kei vio el
talento de Daiki para la pintura, se decidió a convencerlo de pintar
algo para la casa, y después de pensarlo mucho, el menor accedió y creó un
diseño especial, el cual estaba planeado para aquella pared que estaba frente
al piano, su lugar favorito.
El piano, las sonrisas y el amor eran parte de sus
vidas. No deseaban nada más que permanecer así para siempre.
"Quédate" Le había dicho Kei aquella
primera noche que Daiki pasó a su lado, y desde ese momento los dos
decidieron vivir juntos.
Aquello era lo mejor, lo que tanto habían
deseado y necesitado en sus vidas. Al fin se tenían el uno al otro y eso no
desaparecería. Jamás.
F I N
https://www.youtube.com/watch?v=mtHKQWY6m80 Pueden escuchar a partir del minuto 9:22 que es donde inicia la pieza que Inoo eligió.
¿Ah? ¿Por qué se los pongo hasta abajo? Bueno, espero y no se sientan incomodas por leer eso hasta el final xD
Ahora si me voy, que tengo una revista por terminar y un oneshot también ^^
¡Gracias por tan lindos comentarios!
P.D
Me he dedicado a enviar unos cuantos correos a quienes me han dejado comentarios, entre ellos están para: dalia801y Fuyumi Ichinose Les recomiendo que revisen sus correos ;)
He querido enviarle a las demás pero en sus perfiles de blogger o google+ no encuentro sus correos, entre ellas están: Natarashi, yojhanna Patt Robpse, Izumi Rikka-chan y YUKO "I LOVE JUMP" (quien está como anónimo y solo sé que es ella porque así me firma en cada comentario).
Espero que ustedes, y quienes aún visiten este blog, me faciliten sus correos. Tan solo les quiero enviar un agradecimiento muy personal a cada una ^^
Ahora si, ¡Hasta el siguiente fic!
9 comentarios:
Waaaaa!!! como amo a estos dos! que hermosos! y la pieza que toco Kei me encanta! nunca supe el nombre pero siempre me emociono cuando la escucho *w*
Yo soy fan de los lemon, pero a pesar de que este no tiene me encanto igual! el romance fue muy tierno y encantador que me atrapo al instante.
Mi correo es este ----> k.rosio.c@hotmail.com :D
PD: Morí de la risa en la parte de Kei en el Starbucks xDDD
Hola,
Te sigo desde hace varios años. Tus fics son, sin duda alguna, los mejores que he leido en toda mi vida. Normalmente no te comento pero al menos una o dos veces a la semana visito el blog. No sé si es el coincidencia o simple casualidad pero cada que leo algo tuyo es como revivir partes de mi vida. Tus personajes calan tanto en mi que ya es normal llorar, reír como histérica o simplemente soltar una sonrisa cada que te leo. De verdad muchas gracias. Muchas de las veces en que te he leído, mi corazón quedó en paz.
Por favor, me encantaría conversar contigo, mi correo es: ysawonls2@gmail.com
Sería muy feliz si pudieras contactar conmigo. Gracias :)
Ysawo
Me pareció tan dulce, tan lindo e imaginar a Inoo tocando así y a Daiki con su sonrisota que genial, me encantó ^^
Yuko "I LOVE JUMP"
PD. Te acabo de mandar un correo =)
Antes que nada muchas gracias por compartir tus historias!!
Este fic me ha cautivado totalmente, me ha parecido
perfecto, no le ha faltado nada, en verdad ha valido
la pena esperar.
Por favor continua escribiendo y compartiendo con tus
seguidoras!!
Mi correo es veronicavalval69@gmail.com
Ay no puedo con tanto T^T, te quedo hermoso ~ Desde que lo publicaste lo empecé a leer pero la escuela no me dejaba terminarlo u.u. Me encantó, me imagine cada detalle, fue tan tierno, y sincero, y lleno de love jaja ~
Sí leí el correo :3, gracias a ti por compartir tus historias y darnos el placer de leer y de emocionarnos.
Lo ame, me encanto como se dieron las cosas, tan natural, y la presentación de Kei fue tan impresionante, amo el InooDai es una pareja que se complementan tan bien.
Aproximadamente son 3 años desde que conocí este blog y que espero con ganas cada publicación, no importa cuanto tiempo te tardes en publicar lo esperaré con ganas.
No soy muy buena comentando siempre lo olvido y mas si estoy en el trasporte público y no tengo datos para publicar, lo lamento intentare comentar en todas las entradas, pero siempre leo lo que públicas.
Mi correo actual es brenjimenez93@gmail.com
Gracias por tu trabajo, me encanta como escribes, espero con ganas tus fic's
Pues que brinco de la felicidad, estoy mas que complacida de tenerte de vuelta en esto de la escritura, espero leer mas de tus ibras por que esta te ah quedado para cuparse los dedos, el inoodai te quedo mas que bonito, pues mi correo es alexsantpe@gmail.com gracias por tomarme en cuenta y te seguire esperando lo que tenga que esperar, animos
Wah!!, me ha encantado, llevaba mucho tiempo esperando, y visitaba tu blog para ver si ya lo habias puesto, Y ahora entro y si!!, ya esta!!
Me hiciste tan feliz con tan genial historia ♥. Tooodo fue maravilloso, definitivamente haces que cada vez ame más el InooDai ♥.
Estoy impactada con tus fics.
Lo único que puedo decirte es: por favor, no dejes nunca de escribir sobre Hey! Say! JUMP, porque lo haces maravillosamente y como pocas personas actualmente lo hacen (:
Muchas gracias por mantener vivas mis esperanzas de encontrar fanfics de este mágico grupo!
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Lo has leído y... ¿Te gusto? ¿No? ¿Sientes que algo faltó?
¡Me encantaría saber tu opinión sobre lo que acabas de leer! ^O^ Así que no dudes en hacérmelo saber, así podré mejorar un poquito más :3
De igual forma: ¡GRACIAS POR LEER!